Bien, aquí estoy yo con una nueva creación, debo decir que todo pasa porque estoy releyendo la saga canción de hielo y fuego y no pude evitar inspirarme para esta historia, en un principio iba a ser un one-shot pero…. Yo no soy exactamente buena en ellos así que nació otro capi… Y luego otro… Y otro más, en fin… es realmente un short fic… ya incluso lo termine pero lo iré publicando semanalmente para dejar que disfruten un poco del suspenso… También debo decir que hay detalles que son de otras sagas pues simplemente aparecieron mientras escribía y ya no podía quitarlo pero sinceramente esta únicamente inspirado en canción de hielo y fuego y repito inspirado no tiene ninguna relación con su loca trama ni nada tan profundo que nos vaya a dejar con secuelas por lo que podamos leer (Yo todavía traumatizada por como acabo la serie y el desgraciado libro que no sale)… Naruto es única y exclusivamente de Kishimoto, si fuera mío ni siquiera habría que pensar quienes serian los protagonistas jajajaja… Hable demasiado, espero sus comentarios! Ahora si, a disfrutar!

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El aire caliente bailaba sobre su cuerpo hizo que su conciencia volviera lentamente a ella, sus ojos buscaron centrarse en algún objeto conocido de esa habitación, un jadeo escapo de sus labios al tiempo que intentaba alzarse en su posición, el aire se calentaba a una velocidad que empezó a ponerla nerviosa y las columnas de humo negro aparecían a través de la única ventana a la que tenía acceso desde la torre donde había despertado muchos días atrás.

Su visión se nublo justo cuando logro ponerse de pie sintiendo como a una de sus piernas llegaba una cálida y húmeda sensación obligándola a centrar su atención en un lugar especifico entre su estrecha cintura y el hueso de su cadera, todo su cuerpo vibro asustado al ver la mancha carmesí que empezaba a extenderse entre los pliegues de seda turquesa que había llevado el día que todo se había convertido en una pesadilla.

"No… Otra vez no" Pensó aterrorizada intentando controlar el temblor que ya amenazaba con volverla a tumbar sobre sus rodillas un murmullo apagado llegaba a través del único acceso al exterior, avanzo con paso nervioso hasta la ventana, su estomago se retorció contra sus costillas justo cuando el murmullo de metal contra metal lograba alcanzarla, apoyo todo su peso en el borde desigual de la ventana clavándose uno de los bordes en la herida abierta, apretó sus dientes aguantando el gemido de dolor que quiso escapar.

Todo lo que alcanzaba a ver eran montones de carne ennegrecida, cuerpos mutilados y sin vida, el gran mural de piedra que anteriormente había bloqueado parte de su visión ahora estaba totalmente devastado bajo las llamas que todavía se negaban a morir en los bordes por donde seguramente habían logrado penetrar el casi perfecto nivel de defensa que poseía la fortaleza.

Parte de la pared de roca que formaba la habitación donde había sido recluida ardía en muchos lugares haciendo que cada cierto tiempo pedazos gigantes de piedra negra cayera sobre los cuerpos mutilados por donde probablemente habrían entrado sus asesinos, podía sentir la ansiedad de aquella verdad congelarla contra el borde conocido de la ventana.

-Hime-sama…- Fue un vago murmullo que llego del otro lado de la espaciosa y vacía habitación lo que hizo que con dificultad lograra separarse de su lugar y avanzara intentando dar con la persona que la había llamado.

-Donde… Donde estas?- Gimió al dar varios pasos de forma temblorosa, apretó los dientes al sentir la presión sobre su herida el cálido contacto se había hecho más pesado contra su suave piel pero el avanzar rápido probablemente hacia más grande su herida en la cadera, un sutil movimiento entre las sedas que anteriormente habían estado como separación del lugar se encontraban revueltas y ocultaban fácilmente el cuerpo de una persona.

Sus ojos se nublaron al ver que entre las sedas manchadas de sangre se encontraba su nodriza, una mujer bastante mayor que había llegado con ella a esas tierras extrañas años atrás, quien le había servido con abnegación sin importar que antes hubieran sido igualmente rehenes pero con libertad de pasear por los coloridos jardines que celosamente protegían los señores del mar.

-Kami… No… Tu no- Gimió sintiendo como las lágrimas empezaban a correr por sus mejillas al tiempo que se dejaba caer junto al cuerpo de la mujer, vio como aletearon los grisáceos parpados de la nodriza dejando a la vista sus ojos nacarados, tan iguales a los de ella misma. –Sekai-obachan- Jadeo por lo debajo al sentir el roce tembloroso y extrañamente cálido de la mujer que tenía en su regazo.

-Hime-sama…- Volvió a decir marcando las pálidas mejillas con rastros de su sangre, negó pesadamente al ver como poco a poco las lagrimas empezaban a empapar ese rostro tan elegante que había visto crecer con orgullo. –Debe… Debe escapar- Le urgió empezando a toser.

-No te dejare… No con ellos- Negó enérgicamente al tiempo que atrapaba entre sus pequeñas manos la de la mujer que había sido como una madre para ella. –Que le hiciste?- Interrogo recordando vagamente como había terminado inconsciente en ese lugar.

-No podía dejar que le hiciera daño Hime-sama…- Empezó a explicar entre pesadas respiraciones, la sangre había empezado a escapar también por sus labios haciendo que la menor solo gimoteara superficialmente y apoyara su rostro en el suave pecho de su nodriza.

-No tenias que impedirlo el… Él es quien nos… Nos cuido todos estos años- Su siempre suave voz sonaba amortiguada contra los pliegues de lino que eran el traje de su compañera de vida. –Sabíamos que lo haría… Él lo haría tarde o temprano- Acepto sintiendo como su pecho se contraía al sentir como la respiración se hacía cada vez más distante una inhalación de la siguiente.

-Usted era su rehén Hime-sama… El la tomo de su hogar- Le recordó sintiendo como contra su pecho la joven princesa negaba con energía ocultando infructuosamente su llanto. –El se fue porque… La fortaleza está siendo atacada- Confeso justo cuando su respiración fue haciéndose cada vez más aguda.

-Quienes…-

-Huya Hime-sama… Huya ahora que puede- Le volvió a decir liberando su mano de las suaves manos de la joven. –La puerta quedo abierta cuando él salió de la habitación… Baja por las escaleras que están a la derecha-

-Demo…- Intento negarse nuevamente pero los murmullos anteriormente fáciles de ignorar empezaban a crecer como ecos a través de las paredes de la habitación. –No quiero dejarte- Confeso intentando contener sus ganas de echarse a llorar nuevamente.

-Hime-sama… Tiene algo que esta extinto en esta tierra… Si el señor sigue con vida no dudara en tomarla como sea- Su voz empezaba a apagarse y su protegida seguía sin dar indicios de moverse. –Huya y descubra su libertad Hime-sama- Agrego viendo como sus perlados ojos se abrían con sorpresa y las lagrimas escaparon pero logro que aceptara a duras penas.

Libero sus piernas del peso muerto de su nodriza, gimió intentando darse fuerzas para alejarse de esos ojos que la admiraban luchar para nuevamente ponerse de pie, la seda turquesa ya no brillaba sobre su cuerpo, el camino cálido que marcaba su sangre sobre su muslo la hizo morder su labio y empezar a marchar hacia la puerta totalmente abierta.

El metal chispeo muy cerca de su posición haciendo que instintivamente se lanzara contra la pared, su espalda golpeo el irregular borde haciéndola contener un gemido de dolor, el pasillo estaba cubierto por un manto de oscuridad que la aterro pero pudo distinguir las chispas que dejaban escapar las espadas en el hueco que había a su izquierda haciéndola avanzar totalmente contra la pared en la dirección contraria.

"Aguanta" Se dijo raspando sus manos contra la pared, su pie fue el primero en encontrar un escalón que la hizo tambalearse hacia un lado, clavo sus dedos en el borde irregular a su espalda destruyendo sus siempre cuidadas uñas, se mordió el labio inferior y empezó un lento y aterrador descenso.

-Búsquenla!- Escucho una voz conocida haciendo eco en los huecos a su alrededor, solo dos segundos habían pasado cuando escucho una cantidad considerable de pesados pasos empezar a desplazarse en su dirección, sintió el sabor metálico de su sangre al morderse con fuerza el labio y dejándose guiar por su instinto empezó a correr a través del oscuro y zigzagueante pasillo.

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Una fila de soldados con lanzas y espadas brillantes retrocedían dos pasos para dejarle el camino abierto para que pudiera acceder hacia la estructura parcialmente chamuscada, un establo abandonado lo recibía con languidez al no tener las puertas de madera que siempre mantenían protegidos a los caballos en las épocas más frías del año, sus ojos pasearon vagamente por todos los posibles escondites de esa antigua estructura.

-Todos los miembros de la fortaleza que se rindieron están bajo custodia en el salón principal del castillo- Uno de los soldados menciono haciendo que el centrara toda su atención en el, sus ojos se detuvieron un momento en la entrada del establo y luego nuevamente en los soldados.

-Donde está Naruto?- Interrogo distraídamente fijándose nuevamente en la parte más oscura de la estructura que se levantaba ante todo su escuadrón, sus entrenados ojos descubrieron un ligero movimiento al final del establo, fue tan fugaz que casi dudo de sí mismo, pudo escuchar al mismo soldado responderle algo pero sus sentidos ya estaban enfocados totalmente en la oscuridad al final del establo.

Sus largas piernas empezaron a moverse antes de que su cerebro procesara la orden de revisar lo que probablemente sería solo una corriente de aire, sus sentidos se agudizaron al instante que sintió la sombra del inseguro tejado que se alzaba muy por encima de su cabeza, las piedras manchadas se mantenían en su posición a duras penas haciendo que el establo se estremeciera bajo el simple roce de una ligera brisa.

Frunció el ceño al reconocer el sutil sonido de una respiración entrecortada, su mano se poso firmemente en el mango de su katana, controlo sus profundas respiraciones haciéndolas más lentas y bajas preparado para un ataque sorpresa, apretó sus labios cuando llego a la ultima separación del establo.

Transcurrieron solo dos respiraciones cuando la sombra se lanzo sobre él quien por instinto retrocedió un paso y se agacho para golpear justo la muñeca que sostenía el oscuro puñal, giro sobre si mismo llevándose consigo la muñeca de su atacante y doblándola contra su espalda inmovilizo totalmente a su enemigo.

-Onegai…- La suave y aterrada voz llego a sus oídos haciendo que sus ojos se centraran en el menudo cuerpo que sujetaba violentamente contra su pecho, una cascada de cabellos negros azulados se movió al dejar escapar aquella suplica, detallo entonces la estrecha espalda cubierta con un muy ligero y destrozado vestido de sedas turquesa, frunció el ceño y con un ágil movimiento libero bruscamente a la mujer haciéndola girar sobre sí misma y dejándola justo frente a sus ojos.

Se sorprendió de encontrar una mirada perlada en medio de un pálido y sonrojado rostro, una de sus mejillas estaba manchada de sangre, sus labios entreabiertos temblaban al saberse descubierta y la parte baja del vestido estaba teñido de carmesí, se cruzo de brazos al sorprenderse detallando a la asustada mujer ante sí.

-Tu señor ha sido derrotado- Informo sin dejar de admirar las expresiones que bailaban en medio del rostro de su nueva prisionera, la escucho jadear y tambalearse hacia un lado sus pequeñas manos volaron a sujetarse de una división dejando caer todo su peso ante su intensa mirada.

-Por Kami…- Gimió sin atreverse a separar su mirada del hombre frente a ella, todavía sentía el hormigueo que la cercanía había causado en ella, apretó sus dedos a la madera jadeando al sentir un nuevo punto de dolor justo donde él había logrado golpearla para quitarle el puñal que había conseguido en el pequeño espacio por donde había logrado salir de la torre del castillo.

Sus ojos recorrieron al hombre frente a ella, era por mucho más alto que ella, su pecho el doble de ancho que el suyo, los músculos de sus brazos se marcaban perfectamente bajo el cuero manchado que cubría escasamente su piel llena de cicatrices, su rostro hacia un contraste aterrador, sus rasgos elegantes y despiadados podían no ir totalmente acorde con el cuerpo de guerrero que poseía, su cabello tan negro como las noches sin luna y sus ojos aun más oscuros la hicieron temblar, el dolor de la herida en su cadera la había agotado en todos los sentidos y sabia que no podría estar consciente más tiempo.

La mirada aterrada de la mujer lo recorría descaradamente, tal vez buscando una forma de escapar pero aunque se veía asustada no parecía dispuesta a correr de tener la oportunidad, parecía medir la forma de atacarlo, la vio morder fuertemente su labio inferior rompiendo nuevamente una herida reciente, su sangre brillante bajo por su pálida piel y las gotas quedaron suspendidas frente a ella justo cuando el pequeño cuerpo se lanzo sobre él, subió sus brazos protegiendo su pecho y cuello pero se sorprendió de sentir como se volvía a separar de el llevándose consigo la katana.

-Detente- Ordeno la voz grave del hombre justo cuando sus manos temblorosas lograban liberar la brillante espada de su funda, era tan pesada que casi la hizo caer de rodillas, abrió ligeramente sus piernas para recuperar el equilibrio gimió al sentir la molestia de la herida en su cadera dejando a la vista la desesperación que estaba sintiendo.

-No me llevaras… No con el…- Su voz sonó dos tonos más agudo que la primera vez que la escucho hablar. –Primero muerta- Confeso logrando estabilizar la punta de la larga hoja frente a su estrecho pecho.

Su cuerpo se congelo al entender aquellas simples palabras, su mirada recorrió nuevamente a la mujer encontrando los sutiles detalles que gritaban su verdadera naturaleza, no era un miembro voluntario de aquella fortaleza, las gotas de su sangre marcaban un camino de violencia que tal vez no debió haber vivido, levanto sus manos en símbolo de rendición justo cuando sintió una tercera persona llegar rápidamente hasta donde ellos se encontraban.

-Espera- La grave y tranquila voz del pelinegro frente a ella la puso aun más nerviosa y apretando sus manos en el áspero mango pego un poco más la punta sobre su pecho sintiendo el murmullo de la seda bajo el filo de la katana, grito asustada cuando unas anchas manos apretaron el agarre de sus manos sobre el mango y con un ágil movimiento aparto en un segundo la punta de su pequeño cuerpo, el calor se un amplio pecho se pego nuevamente a su espalda y sus manos fueron atrapadas por segunda vez en su espalda baja.

-Tu eres a quien el señor ha estado buscando no?- Una grave voz llego a sus oídos, se giro todo lo que la incómoda posición le permitió encontrándose con un alto hombre de brillante cabello dorado y unos intensos ojos azules, su corazón golpeo sus costillas obligándola a removerse con fuerza de su prisión.

-Onegai…- Salió una súplica intentando mantenerse lo más alejada posible de ese rubio hombre, sus ojos se nublaron volviendo a centrarse en el pelinegro que admiraba toda la escena de forma ausente. –Mátame onegai demo no… No me entregues a él- Hablo entre sollozos llevando su cuerpo lo más lejos que la prisión de aquellas anchas manos le permitían, sus hombros se tensaron llenándola de un agudo dolor que recorrió todos su cuerpo.

-Suéltala- Pidió la grave voz del pelinegro, sus ojos siguieron al pequeño cuerpo cuando cayó de rodillas ante él, sus pálidos brazos marcados con rasguños y hematomas le daban una idea de que era lo que ella no soportaba.

-Toda la fortaleza cayó… Los sobrevivientes están en la sala principal esperando por ti- El rubio volvió a hablar cruzándose de brazos al ver que su compañero solo parecía detallar a la mujer entre ellos. –Hay que decidir qué vamos a hacer con Deidara-

"Deidara sigue vivo" Pensó aterrada todavía apoyada sobre sus rodillas, su cuerpo gritaba en todos los lugares donde sabia tenía heridas, le dolían incluso sitios que no sabía que tenía en su cuerpo, las voces graves a su alrededor parecían discutir algo en un idioma que ella no reconoció.

Sus lagrimas cálidas bajaron por sus mejillas haciéndola sentir impotente ante aquellos hombres, sabía que no resistiría más tiempo toda esa situación, cubrió su rostro con sus manos ocultando su debilidad de esos guerreros, sintiendo por primera vez el miedo paralizante de lo que podrían hacerle.

-Puedes caminar?- Nuevamente la voz grave del pelinegro lleno sus sentidos, el delgado cuerpo de la mujer se encogió sobre sí mismo un poco más al escucharlo hablar, Sasuke gruño impaciente y se giro para encontrar su mirada con su rubio compañero.

-Llévala… Hay que acabar con esto antes de que se ponga el sol- Hablo ahora más relajado el rubio que cruzándose de brazos se giro para emprender su marcha hasta el exterior.

Sasuke bajo su mirada viendo como la mujer todavía temblaba sobre su cuerpo perdida en unos pensamientos que él no se preocupo por descifrar, bufo derrotado y sin siquiera decir una palabra se agacho para tomar a la mujer de la cintura y llevarla sobre su hombro.

Grito con fuerza al sentir como unas manos la tomaban sin delicadeza de la cintura y caía de cualquier forma sobre algo caliente, sus piernas se estiraron vergonzosamente sobre el pecho descubierto del hombre y sus manos se aferraron instintivamente al cuero que cubría parte de esa ancha espalda.

La sentía luchar contra su agarre, haciendo que cada paso fuera incomodo, controlo sus sentidos recorriendo el lugar que los rodeaba asegurándose de que solo ella se encontraba escondida en esa insegura estructura, entrecerró los ojos cuando el sol del atardecer le dio de lleno en los ojos notando como los pocos soltados que vagaban por los alrededores centraban su atención en el.

-Llamen a los sanadores- Pidió neutralmente notando como algunos de los soldados mantenían sus heridas al margen, incluso el mismo había ignorado conscientemente la herida superficial que latía en su brazo desocupado. –Resguarden todo el castillo hasta estar seguros que no será atacada, vigilen los accesos y mantengan al resto en los barcos hasta que estemos seguros que nada podrá volver a penetrar en la fortaleza- Empezó a dar órdenes ignorando olímpicamente las suplicas y sollozos que la mujer que llevaba consigo realizaba.

-Onegai… No me deje con el… Máteme…- Soltaba las palabras al azar repitiéndolas una y otra vez, como una especie de petición que esperaba fuera cumplida, el movimiento fluido del pelinegro luego de que hablo con hombres que no se dignaron a mirarla la ponía cada vez más nerviosa, sabía que pronto volvería a ver a su secuestrador y prefería morir antes de saberse nuevamente bajo esa intensa mirada azul que la analizaba desde que tenía memoria.

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El amplio salón principal del castillo de la fortaleza de sal estaba completamente lleno de gente, las estatuas en cada puerta cumplían su función de hacer sentir a todos los prisioneros vigilados y aunque las alfombras estaban cubiertas de suciedad y sangre seca no habían perdido su majestuosidad, el trono que se levantaba al final del salón estaba rodeado de pesadas cadenas oscuras, donde los rumores decían que los señores del mar colocaban a sus prisioneros, cubriéndolos lentamente de sal hasta que perdían la vida en medio de alucinaciones causadas por los brujos a sus servicios.

Su cuerpo se estremeció al encontrar a la joven de cabellos dorados arrodillada junto al actual señor del mar, sus rasgos tan similares lo ponían nervioso, ambos de largo cabello rubio con unos ojos de un azul tan pálido y brillante como nunca había visto, lo llamaban el color de las playas en calma, vio como la mujer se movió intentando hablar con el hombre haciendo que las cadenas sobre sus muñecas se movieran lánguidamente notando así que el hombre también poseía unas esposas incluso más gruesas que las que rodeaban a su hermana menor.

Vio como varias espadas se levantaban a muy pocos centímetros de los únicos herederos de la fortaleza de sal, mas sin embargo la mujer no parecía tener miedo de los soldados, su mirada asustada solo estaba dirigida al hombre frente a ella.

-Sepárenla- Ordeno en voz alta captando la atención de todos los presentes, sus ojos se encontraron con los azul pálido de la mujer justo cuando uno de los soldados jalaba las cadenas que la tenían prisionera apartándola definitivamente del hombre, lo vio cruzarse de brazos resignado a saberse totalmente a merced de quienes habían invadido sus tierras.

-No puede hacer esto!- Grito la aguda voz de la mujer haciendo que el nuevamente centrara su atención en ella, un rio dorado bailaba alrededor de su delgado cuerpo llegando un poco mas debajo de sus delicadas caderas, sus ojos de azul pálido lo miraban con furia retándolo silenciosamente. –Mi hermano no ha hecho nada que este contra los tratados, no tienen el derecho de venir aquí y…- Su voz se apago al instante que escucho la burlesca risa de quien ella se esmeraba en proteger.

-No quisiera que te castigaran a ti también por mis pecados pequeña tonta- La voz altiva del señor del mar hizo que todas las miradas se centraran en el. –No creo que el Uchiha tenga las pruebas suficientes para haber llegado a este lugar como lo hizo… Así que realmente quienes deberían temer algún tipo de reprimenda son ustedes-

-No te hagas el listo Deidara… Sasuke no iba a dejar las cosas así… Tu no cumpliste con tu parte del acuerdo, incluso cuando el ya había entregado lo que pediste- Defendió sintiéndose cada vez mas exasperado, frunció el ceño al ver como el otro rubio solo sonreía complacido por lo que acababa de escuchar.

-Esta aquí no?- Su voz con un tono de retador hizo que Naruto apretara sus dientes conteniendo su rabia, amplió su sonrisa un poco mas y señalo hacia un lado donde se mantenía a duras penas la delgada rubia, con el movimiento de sus manos hizo tintinear las pesadas cadenas que lo mantenían indefenso a los designios de sus conquistadores. –Nunca me negué a enviarla con ellos solo… Iba a extrañar enormemente su presencia- Agrego con un falso tono de voz adolorido.

-Deidara basta- Tranquilizo su voz con esas dos palabras viendo con cierta satisfacción como su contrario endureció sus facciones al ver que no había logrado ningún efecto sobre él. –Los señores de las montañas nos informaron que habías rechazado la propuesta de los Uchiha y que la enviarías una vez recibieras a los soldados que te habían prometido por ella… Cuando a los Uchiha les dijiste que debía estar allí hace cuanto?... Dos meses atrás-

-Detente!- La aguda voz de la mujer a unos metros de ellos capto la atención de ambos rubios, sus rosadas mejillas brillaban por las lagrimas que estaba derramando, su corazón latía irregularmente al volver a ser el centro de atención. –Gomen… Yo no quería ir… Las tierras del norte me dan miedo… Son unos barbaros, lo he escuchado- Confeso dejando que su llanto llenara toda su estancia.

-Cállate Ino!- Grito el antiguo señor de la fortaleza, tiro de sus cadenas acercándose peligrosamente a la delgada mujer que solo sollozaba sin apartar su mirada de su hermano mayor. –Eres tan tonta como nuestra madre- Soltó acido tomándola por los hombros.

Naruto al ver como Deidara presionaba cada vez mas fuerte a la delicada rubia se interpuso entre ellos, empujo el ligero cuerpo de la menor tas su espalda sintiéndola sollozar con más fuerza, tal vez aliviada o por el miedo que le producía estar viviendo una invasión luego de tantos años de paz que le habían proporcionado los tratados.

Iba a soltar una maldición cuando las pesadas puertas de uno de los lados se abrió completamente, suspiro aliviado al encontrar su mirada con la oscura y siempre distante mirada de su mejor amigo de toda la vida, una ligera sonrisa adorno sus labios al ver como parecía incomodo por traer consigo a la mujer que había logrado escapar de casi todas las redadas de la fortaleza, solo por la terquedad del pelinegro es que había ido a revisar cada posible escondite que la fortaleza atacada pudiera tener.

El pelinegro llego a paso rápido hasta quedar frente a su rubio compañero, los bajos jadeos de la mujer que llevaba consigo habían dejado de ser molestos cuando la sintió resignarse al contacto que estaban teniendo, sin mucha delicadeza la dejo caer de cualquier forma ante él y ante el trono del castillo donde se encontraban todos los sobrevivientes, escucho un murmullo elevarse a su alrededor al dejar a la vista su pálido y perfecto rostro.

El tintinear de las cadenas se hizo mas frenético haciendo que todos los presentes guardaran silencio y solo los conquistadores centraron su atención en el rubio que estaba unos escalones sobre ellos, el pelinegro en cambio bajo su mirada hasta la menuda mujer que estaba frente a él viendo como esta se congelaba totalmente al enlazar su mirada con el rubio prisionero.

-Maldita mujer!- Gruño ácidamente el rubio jalando todo lo que daban las cadenas para acercarse a la ojiblanca, su vestido de seda roto dejaba a la vista parte de su pálida piel que aunque se encontraba cubierta de rasguños y suciedad todavía resultaba tentadora, su rostro lleno de sangre y lagrimas solo hicieron que su rabia aumentara, jalo una vez más cortando ligeramente su piel.

-Onegai…- Gimió la ojiblanca retrocediendo sobre sus rodillas y golpeando las gruesas piernas del pelinegro que la había atrapado de su intento de escape. –Mátame- Pidió nuevamente encontrando fugazmente su mirada asustada con la mirada inexpresiva de su captor, este arrugo su ceño y dejo de verla para admirar ahora al rubio que luchaba contra las cadenas que lo mantenían controlado.

-Ni se te ocurra tocarla maldito Uchiha, no la veas! Nadie puede verla!- Grito enloquecido haciendo que el soldado que lo sujetaba de las cadenas se tambaleara ante la fuerza que él estaba ejerciendo contra su agarre, su piel se corto totalmente dejando que su sangre empezara a correr rápidamente por el acero así como manchando sus ropas de tonos cálidos que caracterizaban a la fortaleza de sal.

Su ceño se frunció aun mas al ver como el rubio luchaba impulsivamente contra las cadenas que lo mantenían prisionero, paseo sus ojos por el resto de los habitantes del castillo dándose cuenta que algunas admiraban con sorpresa y cierta tristeza a la mujer ante él, algunos en cambio la observaban con asco y murmuraban con quienes estaban más cerca haciendo que un nuevo murmullo creciera por todo el salón.

-Quien… Quien es ella?- Fue la suave voz de la rubia la que pareció romper el hechizo de la ojiblanca y termino de revelar su verdadera situación en aquella fortaleza, el pelinegro se cruzo de brazos y avanzo el paso que había marcado como distancia entre la pálida mujer que se encontraba a sus pies todo ese frágil cuerpo parecía a punto de saltar para intentar huir de aquellos ojos que la admiraban descaradamente, la sintió retroceder con nerviosismo y su estrecha espalda se apoyo en sus piernas buscando esconderse de todas esas miradas que se empeñaban en estudiarla, el ligero contacto entre sus cuerpos enloqueció definitivamente al rubio que logro liberarse y en un instante había caído sobre el delicado cuerpo de la ojiblanca tumbando en el proceso al pelinegro.

-Siempre fuiste una maldición!- Le gruño el rubio apretando el fino cuello de la ojiblanca entre sus anchas manos, su cuerpo totalmente apoyado en el de ella lo embriago de una forma que sabia no volvería a sentir. –Porque no pudiste solo ser mía desde el comienzo?- Le pregunto clavando su azulina mirada en ella, la vio jadear con terror al tiempo que simplemente se quedaba mortalmente quieta bajo su cuerpo.

Sasuke logro ponerse de pie un segundo después de haber sido golpeado con fuerza por una de las cadenas que debían mantener quieto al señor del lugar, apretó sus dientes al sentir el punzante dolor en uno de sus costados y girándose sobre si mismo miro con incredulidad como el ancho cuerpo del rubio cubriera totalmente el de la ojiblanca, gruño dejando que su furia cubriera todos sus sentidos y cayó sobre la espalda del rubio para separarlo de la indefensa mujer.

Todos los soldados empezaron a moverse frenéticamente alrededor de los hombres en el suelo, el pequeño cuerpo de la extranjera apenas y era visible desde su posición obligándola a abrazarse a sí misma, la vergüenza la obligo a apartar la mirada al ver como las pálidas piernas de la mujer se abrían vulgarmente recibiendo una de las gruesas piernas de su hermano mayor.

-Sasuke!- Grito la grave voz del rubio que sin pensarlo demasiado salto para ayudar al pelinegro a separar al enloquecido Deidara de la misteriosa mujer de ojos color de luna, las cadenas amenazaban peligrosamente sus extremidades al tiempo que golpeaban sin piedad una de las piernas del pelinegro que estaba sobre la espalda del rubio.

-Debí haberte matado desde el comienzo…- Susurro el rubio sintiendo como dejaba de pasar aire a través del pálido cuello de su prisionera. –La bruja de tu nodriza me lo dijo, me dijo que debía dejarte ir… Debí matarte para que nadie pueda tenerte- Seguía balbuceando contra la inocente mujer que solo se limitaba a mirarlo fijamente, su rodilla encontró el terso interior de los muslos de la mujer haciéndolo jadear quedamente.

-De… Debiste hacerlo- Soltó con dificultad su cantarina voz, con solo su delicado sonido el rubio abrió los ojos con sorpresa aflojando ligeramente el agarre. –Nunca… Nunca hubiera podido ser tuya- Hablo sin miedo dejando que las lagrimas empezaran a bajar por sus mejillas rindiéndose al ahogo que él le estaba causando.

-Maldita- Dijo con rencor cerrando nuevamente su agarre sintiendo como bajo sus manos los delicados huesos de ese largo cuello crujieron, sonrió con satisfacción justo al segundo que sintió como sus manos eran apartadas con brusquedad de esa tersa piel, jalo nuevamente hacia abajo pero las cadenas golpearon el suelo con más fuerza y lo derribaron hacia un lado.

Los fuertes brazos del pelinegro tiraron una vez mas de las cadenas retirándolo definitivamente de la ojiblanca, sus vista se nublo levemente al ver como las pálidas piernas de la mujer se mantenían abiertas indiscretamente y el rastro de sangre casi negra recorría el interior de sus muslos, se giro dejándose llevar por la rabia que sentía y tomo del cuello al rubio levantándolo toda su estatura.

-Si le has hecho algo a esa mujer no habrá lugar donde puedas ocultarte de mí- Amenazo cerrando sus manos en el grueso cuello del hombre, los ojos enloquecidos del rubio se centraron momentáneamente en los oscuros del Uchiha.

-Esta muerta Uchiha- Se burlo el rubio recuperando superficialmente su pasividad característica. –La bruja de la nieve esta muerta- Dijo mas alto empezando a sonreír sin importarle que las manos del pelinegro se apretaron en su cuello cortando definitivamente el paso de aire a sus pulmones.

Sus manos hormiguearon al escuchar tal seguridad en las palabras de su enemigo y sin contenerse dejo que sus puños encontraran aquel inmaculado rostro, el primer golpe hizo crujir sus nudillos al emitir un sordo sonido al impactar en la piel del contrario, el segundo golpeo más abajo haciendo que las cadenas tintinearan a su alrededor, jalo una inconscientemente y los pesados eslabones enfriaron sus puños y con un ágil movimiento la cerro alrededor del pecho del rubio que jadeo horrorizado por lo que estaba sucediéndole.

-Detente!- Grito la aguda voz de la única rubia del lugar, el lugar estaba terriblemente silencioso, casi como si solo esas cinco personas estuvieran en el lugar, intento moverse pero sus propias ataduras se lo impidieron haciéndola caer de rodillas. –Onegai! No puede hacer esto… No puede-

-Puedo hacerlo y lo hare- Respondió fríamente el pelinegro apretando aun mas los eslabones en el pecho del rubio, sus manos se movían con agilidad logrando cerrar el nudo para romper aquella columna.

-Espera un poco Sasuke- Fue la grave y nerviosa voz de su compañero de batallas lo que hizo que se detuviera por unos segundos. –Vinimos con un objetivo… Este definitivamente no es- Completo avanzando rápidamente hacia donde los dos hombres se encontraban, irónicamente estaban justo frente al trono de sal rodeados de varias cadenas que golpeaban pesadamente unas con otras, haciéndole más difícil su acceso a ellos.

Los ojos furiosos del pelinegro seguían clavados en los casi ausentes del rubio bajo sus ataduras, la sangre corría pesadamente por todo su rostro y se perdía entre sus elegantes ropas, apretó uno de los eslabones haciendo que el pecho de su prisionero crujiera y sonrió de manera perversa intento jalar una vez mas pero el rígido contacto de otras manos sobre las cadenas evito que siguiera moviéndose.

-Detente ya- Ordeno el rubio clavando su mirada en la opaca de su mejor amigo, este gruño como una amenaza pero no inmuto de ninguna forma a su compañero. –Debemos descubrir quién era ella y porque nadie sabía que hacia aquí- Hablo objetivamente despejando definitivamente la racionalidad del pelinegro.

-Maldita sea- Soltó entre dientes dejando de mala gana las cadenas que cayeron en medio de un estrepito a los pies del trono, sus ojos dejaron los de su mejor amigo y se centraron en el cuerpo inerte a unos metros de su posición, vio como la mujer rubia estaba arrodillada junto al cuerpo de la hojiblanca, había estirado sus piernas y las cubrió con los restos de su vestido de seda.

Su cuerpo se movió por inercia recorriendo la distancia que lo separaba de esa menuda mujer, vio como la rubia se estremeció y sintió su temor desde su posición, sus rosadas manos lastimadas por las pesadas cadenas lo hicieron fruncir el ceño.

-Kiba…- Llamo todavía detallando a las mujeres frente a él, sintió los pasos de su compañero avanzar entre los presentes del salón, era el único sonido que rompía el silencio en el que habían sumergido desde el momento que el cruzo las puertas de ese lugar.

-Todas las entradas están doblemente custodiadas, y por donde penetramos la fortaleza están puestas las catapultas de sobrepeso para frenar alguna invasión- Explico asumiendo que por eso había sido llamado por el pelinegro.

-Quítale las cadenas a la mujer- Ordeno señalando a la rubia haciendo que esta subiera su rostro y se encontrara con sus ojos asustados. –Y has que traten las heridas de ambas- Concluyo girándose sobre sí mismo y marchando hasta el exterior del salón, había sido suficiente por un día y algo dentro de sí le decía que toda aquella situación se saldría de control tarde o temprano.

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Bien hasta aquí el capitulo uno… Tampoco tienen nombres porque como dije la idea original era un one-shot que se extendió y por eso decidí dividirlo en pocos capítulos, ojala entiendan la trama y sobre todo la disfruten! Un besito! Se les quiere!

Ahhhh…. Pido por favor dejen sus comentarios! Para saber qué clase de escritora soy y si todavía tengo el toque… Prometo actualizar pronto mis dos long fic que tengo en pleno proceso, nos vemos en el siguiente capítulo!