Disclaimer: Los personajes y la historia no me pertencen. Naruto y sus demas personajes pertenecen a Masashi Kishimoto y la historia a Catt Ford por lo tanto es una ADAPTACIÓN.
De momento no tengo ninguna advertencia.
Prologo
Al escuchar un enorme ruido, Sasuke hizo un gesto de molestia, levantó la mirada y se preguntó por enésima vez qué lo poseyó para contratar a ese torpe, desagradable, irritable, molesto, inmaduro y poco experimentado asistente.
Respiró profundamente para calmar su irritación y alzó la voz para preguntar—: ¿Estás bien, Naruto?
—Sí —respondió una voz distorsionada. Incluso a distancia, Sasuke podía notar que el chico estaba irritado y molesto.
—¿Qué ocurrió esta vez? —preguntó.
Suigetsu trató de contener la risa desde el taburete en el que se encontraba mientras observaba cómo Sasuke preparaba todo para la sesión fotográfica.
—No se ha roto nada —respondió, con la voz a la defensiva.
—Quiero que todo esté limpio antes de que llegue ahí —le ordenó Sasuke antes de murmurar—, así me salvarás de sufrir un ataque al corazón.
La respuesta fue indescifrable, pero el tono resentido era claro.
—¿Por qué tengo que aguantar esto? —suspiró Sasuke.
—¿Por qué lo haces? —preguntó Suigetsu riendo. Estaba seguro de saber la respuesta, después de todo, el inútil asistente era el hombre más bello que Sasuke había contratado. Al parecer sus asistentes nunca duraban mucho, pero Suigetsu estaba seguro de que todos ellos tenían otras «habilidades» además de la fotografía.
—Era el mejor de todos los que se presentaron después de que Chouji se marchara —gruñó Sasuke, enfocando su mirada en la lente de la cámara.
La sesión de hoy era de objetos inanimados, pero Sasuke había logrado sorprender a Suigetsu. Actualmente no había mejor fotógrafo en Tokio que Sasuke Uchiha, podía hacer del objeto más simple algo atractivo y exquisito.
Le tomó mucho tiempo e influencia de su amistad que Suigetsu pudiera convencer a Sasuke de que fotografiara su catálogo. Sasuke tenía la nacionalidad americana, y a pesar de que sus padres eran japoneses, él era bastante cosmopolita. Él y sus padres habían vivido por todo el mundo antes que él decidiera, ya siendo adulto, instalarse en América.
Sin embargo cuando uno de sus trabajos fue tomado por la Corte Suprema de América como un ejemplo de indecencia, siendo más tarde desestimado al catalogarse como libertad de expresión, se sintió más cómodo trabajando en Asia.
Le gustaba decir que, aunque la Corte Suprema hubiera estado de su lado, los Estados Unidos era un país muy joven para apreciar lo erótico. Preferían los sentimientos a la belleza. Calendarios cursis con pequeñas cabañas cubiertas de hiedras y floreros rebosantes o incluso peor, bebés con disfraces de animales, eran todo lo que algunos americanos se merecían, según Sasuke.
Fue recibido con los brazos abiertos en Japón, el muy publicitado caso de la Corte lo había convertido en una celebridad instantánea. Aunque odiaba ser tan reconocido, apreciaba el hecho de que atraía la atención de coleccionistas, como era el caso de Suigetsu .
Trabajaba casi exclusivamente en el área de su interés y creaba bellas representaciones eróticas, podía fotografiar un desnudo con toda la delicadeza de una extraña orquídea y usar el mismo modelo para producir una imagen con un poder sexual gráfico tan intenso que incluso hacía dudar a las mentes de los hombres que jamás consideraron un cuerpo masculino como algo sexualmente atractivo. Cosa que divertía a Sasuke muchísimo.
Suigetsu Hōzuki era un empresario de juguetes eróticos de alta calidad y un admirador del arte; también era buen conocedor de lo erótico. Había comprado varias piezas del trabajo de Sasuke Uchiha y gracias a su ingenio había logrado conocer al artista durante una exposición en una galería.
Reconociendo sus intereses mutuos, pronto se hicieron amigos. A Suigetsu no le apenaba acosar a Sasuke para que fotografiara varios de sus artículos para la venta y cuando notó los resultados, continuó presionando al artista hasta que este aceptó fotografiar su catálogo entero.
Suigetsu ya sabía que su catálogo se convertiría en un objeto de colección, pues Sasuke podía tomar artículos ordinarios como las esposas y crear una escena simple pero elegante. Iluminó el metal, que brilló logrando una seductora promesa que sabía ningún sumiso sería capaz de resistir. Apenas podía esperar para ver lo que Sasuke haría con el látigo.
Sasuke caminó hacia adelante ajustando el ángulo de una de las esposas, se colocó un par de guantes de cuero negros para cerciorarse de no dejar huellas dactilares o polvo en la superficie reluciente.
La entrepierna de Suigetsu se endureció mientras miraba las seguras manos del fotógrafo acariciando el metal. La primera vez que Sasuke levantó un látigo en la oficina de Suigetsu y pasó el cuero entrelazado por sus dedos, este reconoció a un compañero dominante. No tenía el deseo de sentir el látigo en su persona, aunque encontraba al fotógrafo extremadamente atractivo, pero deseaba ver a Sasuke en acción, con un delgado sumiso frente a él, rindiéndose al delicioso castigo que estaba seguro que Sasuke podría darle.
Sasuke regresó situándose detrás de la cámara, no obstante, desconocía por completo los pensamientos del otro hombre mientras fotografiaba. Estaba un tanto complacido con el resultado, no estaba seguro de si era lo mejor que podía hacer, pero al menos estaba llegando a ese punto.
—No sé por qué me convenciste para hacer esto —gruñó Sasuke, moviendo su cabellera hacia atrás mientras miraba a través de la lente—. Mi trabajo es por lo menos dos veces más caro que el de un fotógrafo normal y tres veces más lento.
—Cuatro veces más lento y cinco veces más caro —dijo Suigetsu emocionado, frotándose las manos—. Lo he planeado todo Sasuke, pero los costos están de mi lado.
No podía mirar al fotógrafo a la cara, estaba escondido detrás de una cortina de brillante cabello, aunque no estaba seguro de qué era lo que buscaba. Si era honesto, podía admitir que Sasuke tenía un hermoso cuerpo, amplios hombros, cintura delgada y un delicioso trasero. Suigetsu sabía que si lo tuviera en su poder, jamás alejaría sus manos de él y un hombre podía soñar, ¿no? Aunque el encanto de la sumisión de un hombre no sería comprendido por Sasuke. Suigetsu se sentía atraído por él. Lo que lo contenía, era el hecho de no saber si terminaría el encuentro con su trasero en el aire, esperando ya fuera el beso del látigo o lo que parecía ser un impresionante pene, si podía guiarse por el bulto de los pantalones de Sasuke.
—¿Cómo es que esto es algo bueno? —preguntó Sasuke, exasperado por su lentitud. Sus estándares eran increíblemente eficientes, pero por lo general no tenía a un cliente sobre su hombro. De todas maneras continuó trabajando hasta estar satisfecho.
—No solo las personas que pertenecen a este estilo de vida estarán luchando por ponerle las manos encima a este catálogo, sino que también pagarán para conseguirlo —dijo Suigetsu —. Y comprarán. Esas esposas han sido el sello de mi línea durante más de cinco años e incluso ahora la boca se me hace agua con solo verlas. Las compraría justo ahora, si tuviera a alguien con quien usarlas.
Sasuke se carcajeó.
—Seguramente tienes a alguien esperando por tus... gentiles caricias. —Sus ojos se movieron insolentemente sobre el cuerpo de Suigetsu.
El hombre con el cabello de color blanco tembló al recibir el intenso escrutinio de un macho alfa, pero la sonrisa que se dibujó en sus labios no cambió. Suigetsu era lo suficientemente experimentado como para no bajar la guardia.
—No puedo imaginarme que no hayas... ejem... probado estos artículos con detenimiento antes de ofrecérselos a tus clientes.
Suigetsu sonrió, sus dientes afilados brillaron bajo las luces.
—Sé para qué se usa cada uno, así es.
—Apuesto a que sí. —Sasuke sonrió y luego volvió a concentrarse en su toma. Era perfectamente consciente de que Suigetsu era un jugador entusiasta y no un simple comerciante que vendía juguetes. No era que Sasuke no jugara también, sino que se había cansado de los sumisos demandantes que se portaban mal para ganarse cualquier castigo que desearan. Había decidido que estar sin nadie era mejor que tener la vida medio célibe que había experimentado en estos cinco años desde que vino a vivir a Japón. Era irónico que un hombre con su trabajo viviera así. Una ironía que apreciaba en su totalidad, se había convencido de que era mejor una gratificación pura, que provenía de la estimulación visual que le daban sus modelos.
En ese momento, Naruto abrió la puerta haciendo que la luz penetrara justo cuando Sasuke había presionado el obturador.
—Eres tan mediocre , dobe, ¿acaso no puedes recordar que tienes que llamar a la puerta? —dijo Sasuke enfurecido sin levantar la mirada.
Naruto inmediatamente cerró la puerta, furioso por ser reprendido cuando las luces del estudio estaban encendidas, antes de entrar revisó que así fuera, pero no iba a mencionarlo.
—Solo quería saber si quería su té ahora —preguntó irritado. Suigetsu miró con interés cómo los ojos azules del chico se movían entre el fotógrafo y las brillantes esposas expuestas como si fuera una pieza de joyería sobre suaves plumas negras. —Apaga las luces, Naruto.
Arrastrando los pies, el alto y delgado joven caminó hacia el interruptor y se agachó para presionar el botón. Después de un clic la habitación se tornó oscura. En ese momento la tensión erótica de la habitación resonó en los oídos de Suigetsu. Todo estaba en silencio, ninguno de ellos se movió en la oscuridad, pero se podía sentir que al menos uno de ellos en verdad lo deseaba .
Después el flash de la cámara de Sasuke llenó la oscuridad con una serie de suaves sonidos. El fotógrafo hizo varias tomas, o un horquillado, Suigetsu recordó que así lo llamaban. —Muy bien, Naruto. Las luces —ordenó Sasuke cortantemente.
Escuchó otro clic y las luces volvieron a encenderse. Suigetsu continuó mirando en dirección a Naruto para evitar ser cegado por las luces, así que estuvo en la posición perfecta para observar la mirada cálida e intensa en los ojos del chico mientras trataba de respirar mirando fijamente a las esposas, antes de que su expresión regresara a la normalidad.
Suigetsu volvió a mirar a Sasuke y lo encontró trabajando con su cámara. Finalmente se levantó.
—Creo que eso es todo por hoy —dijo con un tono de voz lleno de satisfacción.
—Explícame otra vez, ¿por qué estabas fotografiando en la oscuridad? —preguntó Suigetsu.
—Usé un filtro de estrella —dijo Sasuke. Sus líneas de expresión se resaltaron mientras sonreía y movía una mano para apartar un mechón de su cara—. Haremos que estas viejas esposas de policía brillen como diamantes. —De repente, pareció notar que Naruro estaba en cuclillas frente a su mochila—. ¿Por qué estás ahí? —Demandó saber cortantemente.
—Vine a preguntar si quería su té, ¿de acuerdo? —La voz ronca era suave, pero reflejaba claramente la insolencia de Naruto.
—Entonces ve a hervirlo, comprarlo o lo que sea que hagas para conseguirlo —dijo Sasuke perdiendo interés.
—¿Qué le gustaría con su té, Sr...? —Naruto le preguntó a Suigetsu con una pizca de amabilidad.
—Hōzuki —respondió Suigetsu amistosamente, aunque ya iban más de dos veces que le decía su nombre a Naruto—. Tengo antojo de algo dulce, quizás unos dangos o un dorayaki y ¡cómprame un café grande descafeinado con leche, canela, y crema batida baja en calorías!
Antes de marcharse de la habitación, Naruto murmuró—: ¿De verdad cree que eso ayudará?
Sasuke, que estaba parado con las manos en la cintura mirando las esposas como si fueran un modelo caprichoso que se negara a posar para él, rio al escuchar la respuesta insolente de Naruto.
—Horrendos pantalones holgados —murmuró Suigetsu fastidiosamente, mientras miraba a Naruto partir. Si él fuera el encargado de la ropa del joven, le hubiera puesto algo ajustado y que resaltara su figura, dependiendo de la clase de trasero que tuviera. Parecía estar bien proporcionado, pero esos pantalones eran demasiado engañosos y Suigetsu conocía bien el tema. El último asistente de Sasuke, Chouji, era un tanto regordete, y ni siquiera le gustaba jugar.
—¿Qué pasó? —Sasuke preguntó distraídamente.
—Le pedí a tu chico que me trajera algo dulce —dijo Suigetsu riendo para sus adentros por las palabras que había utilizado. Efectivamente, Sasuke entendió su significado y Suigetsu sonrió—. Parece que no le agradó.
—Eso es porque por lo general no le pido que vaya a comprar postres para el té. Espero que haya ido por dinero, y a la pastelería de esta calle —respondió Sasuke resignado—. Bueno, acompáñame. El joven lerdo seguramente ha puesto la tetera en el fuego sin agua o se le habrá olvidado por completo. Será mejor que vaya a revisar.
Suigetsu se bajó del taburete, siguió a Sasuke fuera del estudio hacia el área de la cocina, sus ojos brillaban llenos de curiosidad. Algo estaba cocinándose allí y no era el té, estaba interesado en ver cuál sería el desenlace.
Aquí les dejo lo que es el comienzo de la primera adaptación que me animado a hacer de mi OTP disfruten de tan apasionante historia de BDSM entre nuestro alegre e hiperactivo rubio y nuestro perfeccionista azabache.
Nos leemos pronto. ^.^
