Disclaimer: Los personajes estas series pertenecen a sus respectivos autores (aunque no aparece ninguno nombrado), y los universos también. (Total yo tengo mi propio fandom crossoveable [??]).
Advertencias: Si no han visto ni un sólo capítulo de la nueva temporada de Supernatural, no lean. Contiene spoilers. No he profundizado más allá de los primeros episodios de la cuarta temporada, pero si te has quedado en la tercera, este fic puede ser realmente muy spoileoso. (Sí, me acabo de inventar esa palabra).
Notas de autora: Debo decir que la viñeta no contiene nada explícito de los dos fandoms. Bueno, sí algunas cosas que son bastante obvias, pero no da nombres exactos. Fue una idea que resultó de una broma, y que modifiqué para que ambos fandoms encajaran. Creo que es mi primer crossover hecho y derecho (pero no es la primera vez que pienso uno, je).
Si los Ángeles fueran más atentos...
Todo comenzó hace muchos años. Sin explicaciones, la orden fue clara y directa: debían bendecir a un humano. No a cualquier humano, desde luego, el nombre de su alma se repetía en susurros que sólo ellos podían escuchar, para asegurarse de no cometer errores. Y el plan se siguió, sin que ninguno de ellos dudara.
Ese día, los humanos privilegiados presenciaron su primer eclipse solar.
Pasó el tiempo, y naturalmente el hombre murió, dejando dos descendientes. Y aquellos tuvieron hijos, que a su vez tuvieron otros hijos, trasmitiendo en su sangre la bendición de aquel humano ya olvidado. Pero nunca se manifestó.
Los ángeles no olvidaron, pero tampoco preguntaron. Ocasionalmente observaban a aquellos humanos afortunados, preguntándose si merecían lo que tenían. Mas nunca los envidiaron, porque sabían que el peso que llevaban casi equivalía al de sus propias alas. Un peso que los hombres no podrían soportar.
Casualmente llegó la ocasión en la que uno de esos humanos se encontraba en el lugar preciso donde se producía otro eclipse solar. El hombre, un cobarde merecedor del infierno, manifestó su bendición entonces: la inmortalidad.
Los ángeles se indignaron, pero no con Dios, sino con el humano que no era consciente de lo que tenía.
El bendecido viajó por el mundo, vivió mucho tiempo, y también tuvo hijos que nunca conoció. Cometió los peores pecados, creyendo que hacía lo correcto. Su ignorancia y su mentalidad incorregible no consiguieron comprar, aún así, el perdón de los ángeles.
Y de repente, ellos se dieron cuenta de que, en su distracción, habían olvidado observar al resto de la descendencia del primer hombre bendecido. Fue entonces cuando notaron que había demasiados idiotas privilegiados en el mundo, y que aún así, Dios estaba satisfecho.
Otro eclipse. Pero esta vez, los ángeles estaban demasiado ocupados luchando contra los demonios, contra Lilith, como para notar lo que sucedía. Montones de bendecidos descubriendo lo que habían heredado. Montones de bendecidos luchando por salvar al mundo… o por destruirlo.
Correteando por su diminuto planeta, ideando sus propios planes, causando o evitando explosiones nucleares capaces de destruir Nueva York, o deshaciéndose de virus potentes y mortales, incluso luchando unos contra otros. Siguiendo obedientemente, mas sin darse cuenta, su propio destino.
Montones de ellos, ayudando sin saber a alguno de los bandos.
Y todo habría sido claro para los ángeles si hubieran sido más atentos. Habría sido claro que, tal y como Dios había creado a sus bendecidos, los demonios tenían al suyo propio. Habrían notado que aquellos insoportables cazadores, esos inseparables hermanos humanos, estaban metidos en absolutamente todo.
Habrían notado que ambos bandos aceptaron lo inaceptable en un acuerdo implícito: no se puede ganar sin los humanos.
