SUMARY: Él era Kuncite. Minako estaba convencida de ello. Y estaba dispuesta a hacerle regresar sus recuerdos y los sentimientos que tenía por ella. Pero, ¿quién era aquel peliblanco enmascarado que trataba de seducirla?

Parejas principales: Kuncite x Minako

Parejas secundarias: Mamoru/Endymion x Usagi/Serenity

Aclaraciones: Tendrá acotaciones tanto del manga como de Cristal.

Género: Romance & Drama

Disclaimer: Los personajes de Sailor Moon no me pertenecen, sino a su creadora Naoko Takeuchi.


MEMORIAS BORRADAS

by: Atori


Capítulo 1

-¿Te has enterado? Vamos a tener un nuevo tutor.

-Dicen que es muy guapo y jovencísimo.

Minako dejó de atender el horizonte para enfocarse en la conversación mantenida entre las compañeras de clase que tenía delante. Aunque sería una buena excusa para intervenir, no lo haría.

Por culpa de sus deberes como guerrera, donde se había visto en la labor de ayudar en la construcción del Neo Tokio, había repetido curso. Toda una humillación para alguien como ella.

Como guerrera Venus y líder de las guerreras que era, no tendría que seguir asistiendo a algo tan bajo y poco productivo como era el instituto. Pero había sido la insistente Ami quién no había parado de darle la lata con que tenía que graduarse en el instituto como mínimo. Había añadido, además, que era una vergüenza, que de entre todas las guerreras, ella hubiese sido la única que había sacado malas notas, teniendo como consecuencia el repetir el tercer año de instituto.

Pues claro.

Ella muy entusiasmada, había participado activamente en la construcción, que se había olvidado de que también era una humana con una vida estudiantil por medio.

De hecho, había llegado a pensar que ahora que era Sailor Venus de forma permanente, que tendría que olvidarse de su identidad humana y despedirse para siempre de sus padres.

¡Pero no!

Ingenua es lo que había sido.

Ahora entendía porque tanto como Makoto como Rei no aparecían continuamente en la construcción del Neo Tokio. Todo lo contrario a Mercury. Pero, como ella era un cerebrito, no necesitaba estudiar mucho para tener altas calificaciones.

Resopló al recordar el primer día de clase y la forma en la que la habían mirado sus kohais. Ella poseía una belleza indiscutible que resaltaba allá donde fuera. Pero, cuando se enteraron de que era una repetidora, había sido la comidilla entre sus compañeras de clase, las cuales habían imaginado que se trataba de una chica simple y superficial que solo se preocupaba en estar guapa.

Y la verdad es que no era así.

Su belleza era natural. No obstante, por algo había nacido bajo el símbolo de Venus.

Además, era muy aficionada de los deportes, siendo muy buena en cualquier actividad deportiva. Aunque su deporte favorito era el voleibol, donde no había dudado en apuntarse, para poder disfrutar su último año de su deporte favorito. Aunque también, era para liberar tensiones.

¿Desde cuando una chica superficial suda la gota gorda y aún por encima, se le da perfectamente los deportes?

¡Bah!

¡Ya le daba igual!

¡Qué pensaran lo que quieran!

Y con esa idea fue por lo que se sentía sola en clase, sin ninguna amiga con la que charlar o con alguien con el que pudiera almorzar.

Se consolaba cuando Artemis aparecía de vez en cuando para visitarla. A veces, venía acompañado de Luna.

Ver a la pareja de gatos y saber que tendrían un futuro asegurado y feliz, le producía una envidia tremenda, porque ella estaba privada del amor.

El haber visto como en el futuro seguía siendo la Sailor Venus comprometida a la seguridad de la Neo Reina Serenity y del Rey Endymion, eran una clara prueba de ello.

Acces había acertado de pleno con su predicción.

Pues, ella solo había tenido un único y verdadero amor. Y éste estaba muerto. Su alma se encontraba atrapada para siempre bajo una piedra de kuncita que Mamoru guardaba y protegía.

Aunque ella junto a las otras sailors habían logrado salvar a sus respectivos amores de la oscuridad que Metalia les tenía presos, aquel alivio duró lo que un suspiro y en milésimas de segundos, su único amor junto a sus compañeros fueron destruidos sin dejar rastro.

Un lamento que había invadido no solo su corazón sino el de sus compañeras sailors. Quizás en ella más, por ser la Sailor del amor y la belleza, especialmente porque había visto cómo él la había reconocido antes de morir.

El sonido de la campana que iniciaba una nueva clase sonó y la puerta corrediza se abrió, dejando paso a su maestro, quién venía acompañado de otra persona más joven y demasiado atractivo que pondría a cualquier colegiala babeando por él, sin poder centrarse en los estudios.

Todas las adolescentes suspiraron embobadas y emocionadas. Minako, sin embargo, al verle se quedó en shock. Inconscientemente, se levantó abruptamente de la silla, llamando la atención de todo el mundo.

-No puede ser… -murmuró casi sin aliento.

-Buenos días –saludaba cortésmente el profesor de aquella clase, tras haber tosido para que todo sus alumnos se serenaran y se pusieran serios-. Para empezar, os anunciaré que por motivos personales, estaré ausente durante una larga temporada. En mi lugar, y como tutor de la clase, estará Kanagawa Kuncite.

¡No había ninguna duda!

¡Era él!

Pensaba Minako más pálida que el papel y a punto de echarse a llorar.

-También ocupará mi lugar como entrenador de voleibol. Creo recordar que hay alguien en esta clase que está en el club –buscando con la mirada a la alumna implicada. Al encontrársela, vio cómo aún seguía en pié y tan emotiva como si estuviera viendo a la octava maravilla del mundo a punto de desaparecer. Solo hasta que la escuchó murmurar.

-Kuncite… -y aunque lo había dicho en un susurro bajo, el tono que había empleado fue demasiado específico para que sus compañeras de clase murmurasen cosas sin sentido.

Por su parte, Kuncite puso una mueca de molestia y disgusto que congelaba a la propia Minako.

¿No la reconocía?

¿Acaso estaba nuevamente envuelto por el mal?

Su tutor de clase volvió a toser molesto y con una voz de advertencia, se dirigió tanto a ella como a Kuncite.

-Aino-san, sé que es joven y tiende a mirar a jovencitos que no son precisamente compañeros de su clase. Dado que ha repetido curso es normal. Pero, Kanagawa-sensei, aunque la joven intente seducirlo, ni se le ocurra tener relaciones con una alumna. Ya sabe la vergüenza y el escándalo que se armaría en el instituto.

-No se preocupe, Tachibana-sensei. No me interesan las jovencitas, y mucho menos las tontas superficiales.

Y esas palabras la dejaron asombrada, humillada y avergonzada. Sus compañeros de clase, no tardaron en mofarse de ella, a lo que Minako tuvo que agachar la cabeza no solo para ocultar su decepción, sino también sus lágrimas.

.

Nunca antes había agradecido tanto el que terminaran las clases.

Una vez que tocó la campana final, no tardó en recoger sus cosas rápidamente y huir de aquella clase, donde no solo había tenido doble humillación en la primera hora, sino que hasta en el resto de clases, incluso a la hora del almuerzo, sus compañeros de clase no habían parado de molestarla.

Si había decidido pasar de sus compañeras, ahora sería algo complicado.

Tenía ganas de ir a su casa humana y tirarse sobre su cama y echar a llorar como una magdalena.

A la mierda la práctica de voleibol de aquel día.

Especialmente, porque de ahora en adelante estaría ese doble de Kuncite como entrenador.

Corriendo bajo la lluvia de mayo, Minako no paraba de darle vueltas a aquel Kuncite que había aparecido, encontrándolo demasiadas semejanzas con el Kuncite que había amado tanto en su vida pasada como en esta.

Su figura.

Su voz.

Su forma de hablar.

Todo en él era idéntico.

Hasta llevaba su mismo nombre.

Se detuvo y bajo la copiosa lluvia se preguntó, ¿se trataría realmente de Kuncite?

Con la firme determinación de averiguarlo, regresó al instituto.

Tras la rápida carrera, no solo llegó jadeante, sino completamente empapada.

En el pabellón todavía no había llegado ningún compañero del equipo porque aún faltaba media hora para que empezase el entrenamiento. Sin embargo, sí que estaba él, preparando las cosas.

Al percatarse de su presencia, se giró a verla.

Se sintió momentáneamente sorprendido.

Después, lo vio acercarse a ella a paso lento y calmado, de forma que el corazón de Minako comenzase a latir a gran velocidad.

¡Era él!

Solo con él hacía que su corazón latiese de esa manera.

Estando a una distancia prudencial, Kuncite, con el entrecejo arrugado, le tiró la toalla que tenía sobre los hombros.

-Si tienes tiempo para hacer tonterías, no deberías llegar tarde al entrenamiento.

Minako se sintió ofendida.

¿Por qué era amable y crítico con ella al mismo tiempo?

Le había ofrecido su toalla, para después darle la puñalada por la espalda de que había llegado tarde, cuando todavía faltaban treinta minutos para que comenzara el entrenamiento.

Definitivamente la tenía tomada con ella.

-¿Por qué me sueltas eso de que llego tarde cuando no es cierto? –una idea vagó por su mente. Acaso…-. Lo haces aposta, ¿verdad? ¿Te estás metiendo conmigo porque te reconocí esta mañana?

El hombre se giró a verla con la ceja enarcada.

-Aunque no sé de lo que estás hablando, es cierto que me he metido contigo a propósito. Pero es solo porque desprecio a las chicas como tú.

Minako retrocedió un paso.

Aún así, no iba a rendirse en su propósito.

Era Kuncite y si había sufrido una perdida de memoria de su vida pasada, ella se lo recordaría.

-Kuncite, ¿es que no me reconoces? Soy Minako. Sailor Venus. En nuestras vidas anteriores, eras uno de los caballeros leales bajo las órdenes del príncipe Endymion y aunque yo pertenecía al reino de la Luna, tú y yo nos enamoramos. Hemos renacido bajo identidades humanas y… -Minako tuvo que detenerse al ver que él la observaba con unos ojos tan frívolos como cuando había estado bajo las ordenes de la reina Beryl.

-¡Deja de inventarte cuentos estúpidos para llamarme la atención! ¡Qué sepas que disgustan las jovencitas y más las superficiales como tú! ¡Además, tengo novia! ¡A ver si así me dejas en paz!

El dardo no pudo haber alcanzado mejor su objetivo que su corazón.

Rota por dentro y por fuera, Minako ya no pudo reprimir las lágrimas que salían de sus ojos. Tirándole la toalla bruscamente y llena de resentimiento, le gritó.

-¡IMBÉCIL!

Y se marchó corriendo bajo aquella densa lluvia.

.

Perdida y con el corazón roto, Minako había buscado consuelo en Usagi. No le había importado tener que interrumpirla en la nueva casa donde vivía con Mamoru después de que se hubieran casado. Necesitaba tanto el apoyo de alguien que solo podía pensar en ella, para que pudiera entenderla.

-Pensé que era él. Me hizo muchísima ilusión reencontrarme con él. Pero… Pero… -apretando con fuerza la falda azul, a punto de soltar en llanto. Inmediatamente, el gato blanco Artemis, saltó hacia su regazo, ofreciéndole su cuerpo para que se desahogara a gusto.

Usagi por su parte, la observaba con profunda tristeza.

Podía imaginar lo que estaba sintiendo.

Entendía perfectamente el dolor que estaba padeciendo. No obstante, ella había pasado por lo mismo.

-¡Pero no es él! –negaba Minako con demasiada seguridad- ¡Solo es una copia barata de Kuncite! ¡Kuncite nunca me habría tratado como lo ha hecho él!

-Mina…

-¡Me ha llamado niñata y superficial sin apenas conocerme! ¡Me ha juzgado por ser cómo soy! ¡Kuncite no era de esos!

-No sabría yo que decirte –interrumpió Mamoru. Las dos chicas lo miraron donde sobre sus manos llevaba gran caja de cristal-. La gema donde estaba el alma de Kuncite ha desaparecido –y esa noticia sorprendió a las dos rubias-. Las tenía bien guardadas, así que es imposible que me haya sido robada. Sin embargo –bajando la cabeza arrepentido-, es verdad que desde que nació Chibiusa las he tenido muy desatendidas –sintiéndose mal por haberse olvidado de sus amigos, que tanta fidelidad le habían prestado, incluso muertos.

-¡Entonces han debido de robártela! ¡Y seguro que ha sido ese falso Kuncite! –las ideas que se formaban en la cabeza de Minako eran tan exageradas hasta el punto de llegar a pensar- ¡Seguro que es algún enemigo que trata de despistarnos y…!

-Calma, Mina, calma. Estás imaginando cosas de las que puedes estar equivocada –dijo Usagi.

-Pero… -quiso replicar.

-Será mejor que me acerque a tu instituto para averiguar si ese hombre es realmente Kuncite –sugirió Mamoru-. Soy capaz de reconocer si uno de los míos es un farsante o no.

-¡Mamo-chan! –murmuró Usagi feliz de que su marido quisiera ayudar a una de sus mejores amigas.

.

De camino a casa, Minako se sentía mejor. El haberse desahogado con Usagi, le había sentado bien. Puede que todavía le doliesen los ojos y tuviese cierta moquera, pero el saber que el propio Mamoru iba a ayudarla a desenmascarar a ese falso Kuncite, le producía un sentimiento de alivio.

Pues, aunque le habían mostrado pruebas de que podría ser el verdadero donde cabía la posibilidad de que hubiera renacido con sus recuerdos perdidos, Minako estaba convencidísima de que era un enemigo.

Kuncite nunca juzgaría a las personas por cómo eran.

Eso lo sabía muy bien ya que en sus anteriores vidas, se había sentido maravillado de que una mujer tan bella como ella fuese la líder de las guerreras.

.

-Eres el ejemplo perfecto de que no se puede juzgar a las personas por su apariencia.

.

Por eso, no se podía creer que él fuese el hombre que tanto amaba.

Además, él nunca había sido hombre de estar con distintas chicas. Su única misión era la de hacerse fuerte para poder proteger a su príncipe Endymion. Y aquel hombre no había dudado en tener una novia.

Se regocijó pensando que seguramente sería una mujer estúpida, sin ningún encanto y que le pondría los cuernos cada dos por tres.

Pensar de esa manera, la hacía sentirme mejor, aunque no fuera lo correcto. Por lo menos, no tenía a Artemis para reprocharla.

Aunque el gato había querido acompañarla, dado su estado lamentable, Minako había insistido en que se quedara con Luna y su hijita recién nacida, Diana.

De pronto, una silueta frente suya hizo que se detuviera en seco.

Ante ella y en medio de la oscura noche, había aparecido un hombre vestido completamente de blanco de capa del mismo color. Llevaba las mismas ropas caballerescas que Kuncite y sus compañeros. Con una máscara que tapaba parte de su rostro y su media melena recogida en una coleta baja, el primer instinto de Minako fue el de sacar su pluma para transformarse. Pero cuando él, en un movimiento casi instantáneo, la inmovilizó abrazándola, la chica se sintió totalmente aturdida y seducida ante el aroma que emanaba aquel hombre.

Era muy alto con unas facciones muy maduras. La máscara le impedía ver el color de sus ojos.

Aún así, sentía aquella calidez reconfortante y demasiado familiar.

-Por fin volvemos a vernos, princesa Venus.

El que la reconociera la sorprendió tanto, como la unión de sus labios contra los suyos.

CONTINUARÁ…


Notas de la autora:

Al igual que otras nuevas publicaciones que hice, ¡Cómo deseaba escribir un fic largo de Kuncite x Venus!

A diferencia de las otras publicaciones de los mangas/animes que no suelo escribir, con esta pareja tengo tantas ideas que me gustaría publicarlas todas.

Pero tiempo a tiempo. Primero iré con este proyecto. Y lo hago en un día donde cumplo doce años en la página.

Hace dos años, hice un oneshoot de esta pareja. Y ahora, lo hago con un fic largo, porque en un corto es imposible plasmar todo lo que tengo para ellos.

Así que solo espero que os guste y disfrutéis de este fic.

Muchos saludos a todos.

.

-FICS ACTUALIZADOS/PUBLICADOS HOY 06/12/15-

ACTUALIZADOS

Calles nocturnas (crossover: sorato, sesshrin, sasusaku)

La razón (sorato)

Digimon: The New World (sorato)

Muñeca eterna y maldita (sesshrin)

Apocalipsis demoníaco (sesshrin)

Ella es mi nuera (sasusaku)

Cuentos populares (sasusaku)

PUBLICACIONES

Accidente (Gabumon x Piyomon DIGIMON)

Límites infranqueables (Takeru x Hikari y Patamon x Gatomon DIGIMON)

Triángulo de espinas (Ren x Kyoko SKIP BEAT)

Falsa rendición (Terry x Candy CANDY CANDY)

Memorias borradas (Kuncite x Minako SAILOR MOON)

.

'Atori' – BPS - Begodramon