Los siguientes personajes no son míos, excepto Marta, si no de la maravillosa J.

Marta era una joven muggle que vivía en Segovia. Era más alta que su padre, con el pelo fosco, por debajo de los hombros y del color de la caoba, sus ojos eran de un acaramelado chocolate y tenía las cejas de tal forma que hacía que sus ojos fueran más expresivos. Desde que su tío le había comprado Harry Potter y la piedra filosofal, cuando ella tenía 3 años, se había vuelto potterfanática.

Puede que fuera que tenía mucha imaginación o que fuera la verdad, pero Marta no se sentía muggle entre su familia, no se parecía en nada a sus padres, eran demasiado rubios, ni siquiera tenía su mismo cará preferían que las cosas fueran como Dios mandaba si algo se salía de lo normal es que era malo. Marta en cambio prefería seguir sus propios instintos y era mucho más relajada. Todo eso mezclado con que la joven discutía mucho con sus padres hacía que la muchacha pensara que ellos no eran sus verdaderos padres.

Sus sospechas se acrecentaron cuando su instituto fue atacado.

Marta se encontraba en el porche de su instituto junto con su grupo de amigos esperando que algo sucediera y que no tuvieran que entrar en clase. Sus plegarias fueron escuchadas y un par de minutos antes de que sonara el timbre para entrar, una veintena de figuras negras y encapuchadas aterrizaron en el patio y empezaron a expulsar rayos de colores.

Alguien dio un grito y se armó el caos, en medio de todo el barullo Marta se separó del grupo y se encontró cara a cara con los mortífagos, que nada más verla la señalaron y se lanzaron sobre ella .

Marta no pensó mucho y echó a correr, pero ellos la superaban en número y sólo les podía esquivarlos si les veía venir. Al final hartos de tener que jugar al gato y al ratón una figura gritó

-¡Alto!Greyback ve tú, pero ya sabes el señor Tenebroso la quiere viva

La cabeza de Marta era un enjambre de abejas, la castaña no podía pensar bien y lo único que se le ocurrió fue correr más rápido de lo que nunca había corrido

Asi pues Marta puso los pies en polvorosa y zigzagueando todo lo que podía, llegó al acueducto. Tan deprisa iba que no sabía que tenía delante ni que detrás por lo que no se dio cuenta del tornado que la levanto por lo aires llevándosela