Hola, minna! Soy aquella escritora de fanfics en inglés que ustedes conocían como Marineneko. Bueno... ¡Sigo siendo Marineneko! (°_°U) Pero ahora escribiré un fanfic en español sólo para variar un poquito.
Espero lo disfruten tanto como yo (lo dudo, pero ahí va).
Legalidades y demás: Rurouni Kenshin no me pertenece, ni tampoco ninguna parte de su contenido, así que si quieren comprar los derechos de autor, vayan con Watsuki-sama, Entendido?
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.- Marineneko, la catgirl de pilas, presenta:Un fic de su autoría, titulado...
GuukanOtra tarde tranquila en el templo. Me sumerjo en mi meditación, mientras una brisa suave entra por algún lugar. La verdad es que no me importa de donde venga, no vine aquí para investigar las corrientes de aire.
Mi verdadero propósito es escapar de mi realidad, pensar en un buen motivo para seguir viviendo... y después volver al Aoiya por la cena.
Me dirán trivial, pero es un verdadero alivio el ver un alimento recién preparado en frente de uno, especialmente después de pasar varias horas desde la mañana hasta la tarde sin tomar uno solo (A excepción del té que me trae de vez en cuando mi Misao-chan).
En realidad aprecio mucho todo lo que hace por mí la pequeña Misao, me agrada recibir su compañía, aunque sea sólo por algunos minutos antes de que huya cual veloz gacela para ocuparse de sus asuntos, como sí el sólo estar a mi lado le provocara una sensación de gran nerviosismo.
Tal vez todavía no se ha repuesto del terror inicial que ha de haberle causado mi anterior acción, para el Jupongatana. Al ver su cara después de haber casi matado a Okina, sentí que ya nada era igual, que nada volvería a ser igual. Desde ese entonces hay una cierta aura de temor alrededor suyo, claramente percibida cada vez que se me acerca.
Ella habrá sabido perdonarme, en realidad. Los que posiblemente nunca me perdonarían son mis fieles compañeros, Hannya, Beshimi, Hyottoko, Shikijo... Ellos murieron por defenderme, sacrificaron sus vidas para verme acabar la mía honorablemente.
Ah, el honor. Algo que ha estado lejos de mi vida por mucho tiempo. Debo recuperar mi honor de alguna manera, aunque a veces temo que me sea imposible. Recuerdo cuando aún formaba parte de mi vida, cuando no imaginaba que se iría para no volver, cuando aún era respetado por mis amigos, por todos los Oniwabanshu. Okina no era tan viejo como lo es ahora, Omasu era casi una niña, Okon era una adolescente inquieta, Shirojo y Kurojo eran muy jóvenes todavía. La pequeña Misao aún tomaba sus lecciones de Kempo...
Hablando del diablo, Misao llega con una bandeja de té y se hinca junto a mi. Se le ve trastabillar un poco antes de decidirse a hablar.
-Aoshi-sama, aquí dejo tu té, yo-...yo ya me voy.
Su voz es como el canto del jilguero que presiente que está a punto de ser atrapado, un miedo latente que se incrementa en su trino...
Me he decidido. Detengo su brazo con un movimiento sutil del mío. Su nerviosismo se agranda al ver que su miedo se ha vuelto racional.
-Misao-chan...-Le digo pausadamente, en un intento desesperado por calmarla. A ella se le pone la carne de gallina, mas yo no le haré daño, nunca le haré daño...- Si quieres, puedes quedarte...- ¡Pero qué estupidez! Ella le debe su miedo a algo, no sé a que era, pero definitivamente no era yo. Su cuerpo se calma, la tensión ya no está. Un ligero sonrojo, casi imperceptible, toma su lugar; sus tintes carmesí se apoderan de sus mejillas y lentamente del resto de su rostro.
-M-me encantaría... Aoshi-sama...
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
N/A: ¿Qué esperaban, una gran escena romántica? Traté de no irme al lado OOC(uro) y de presentar al personaje como lo he visto yo ¬_¬ (eso no ayuda, así es más que OOC).
Arigato
Marineneko.
