Nota de autor: Siempre me he imaginado a Remus trabajando en el ministerio tras la guerra, en el Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas, creo que es algo que concuerda perfectamente con su integridad. Seria una persona de confianza en el nuevo ministerio de Kingsley.

Aclaración: A Tonks se le llama de distintas maneras según sea su interlocutor: Nymphadora o Dora la familia (Andrómeda, Lyall, Remus, Sirius) Tonks todos los miembros de la Orden, amigos antiguos y en el ministerio. Auror Lupin cuando está de servicio o patrulla. A la hora de presentarse ante desconocidos, sea donde sea siempre lo hará como Dora Lupin. Eso no quiere decir que en algún momento puntual o circunstancia, se tengan que referir a ella de forma distinta.

Como todos mis fics, se pueden leer por separados, pero tienen una cronología que podéis ver en mi bio.

Los personajes pertenecientes a la gran JK Rowling.


Capítulo 1

Remus estaba sentado a la mesa de la cocina, todavía con la taza de café en sus manos ligeramente apoyada en sus labios. Seguía con la mirada fija sobre una fina carpeta de la que asomaba una hoja.

- Entonces ¿estás seguro? – Dora acababa de aparecer y colocó una mano sobre su hombro, mirando también hacia la carpeta.

- Sí – suspiró Remus mirándola cansadamente – es lo que necesito. Pero…

- Pero no hay nada más que hablar, Remus. Ya lo hicimos demasiado. Quizás iremos un poco más justos, pero, ante todo, estás tú.

Remus se levantó y envolvió a Dora con sus brazos. Se quedaron así por un rato, sin decirse nada. Solo podían sentir como la respiración de ambos hacia que sus torsos subieran y bajarán al ritmo de los latidos del corazón.

Unas fuertes pisadas, acompañadas de frases ininteligibles dichas bajó cuerda les hizo girarse. Teddy venia corriendo desde su habitación, con una mochila bien recargada sobre su hombro derecho y la Cometa 260 de Dora en la otra mano.

- ¡Oye! ¿Es que te piensas mudar con Molly y Arthur? – Dora se acercó a su hijo.

- Nunca es demasiado, mamá – Teddy metió la mano en uno de los bolsillos de su pantalón, buscando algo.

- Ten cuidado. Intenta no tirar o romper nada, eso te incluye a ti. Cuando lleguemos después, quiero encontrarte de una sola pieza ¿me has escuchado, Ted?

- Perfectamente – se metió dentro de la chimenea y se quedó muy quieto.

- En serio, Ted – Remus se había acercado a ellos. Cogió el tarro de polvos flu y se lo mostró a Teddy. Cogió un puñado.

- ¡Adiós, mamá, papá! ¡A la Madriguera! – gritó Teddy.

Unas grandes llamas verdes aparecieron, engullendo al niño. Sus padres entrecerraron los ojos y cuando los volvieron a abrir, su hijo ya no estaba. Remus negó con la cabeza y dejó el tarro sobre la chimenea de nuevo.

A los cinco minutos de haberse marchado Teddy, una comadreja plateada apareció en medio del salón. La voz de Arthur Weasley resonó profundamente: "Ted ha llegado sin ningún problema. Os esperamos después". La comadreja se disolvió.

- Ya podemos quedarnos tranquilos. No quería volver a pasar lo mismo que la última vez – Dora respiró profundamente.

Y es que, en esa ocasión, Teddy se perdió por la red flu. Tuvieron que ir a por él hasta una granja de árboles que suministraba madera para hacer varitas, cercana a Ottery St. Catchpole. Al menos no acabó demasiado lejos.

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Kingsley Shacklebolt, miraba detenidamente la hoja que tenía sobre su escritorio. La leyó un par de veces más hasta que al final se recostó sobre su asiento y juntó las manos levantando la vista.

- No hay vuelta atrás ¿verdad?

- No, no la hay – Remus estaba sentado frente a él – créeme que es una decisión que he meditado durante tiempo.

- No esperaba ver tu dimisión, pero debo aceptarla. Eras el mejor para el puesto, Remus – dijo Kingsley mientras firmaba sobre la hoja.

- Han sido unos años maravillosos. He podido hacer mucho por mis semejantes y ahora es un lugar completamente distinto del que era. Y lo seguirá siendo, hay gente muy capaz – Remus se pasó la mano por el puente de la nariz – pero necesitaba pasar página.

- Lo entiendo Remus, de verdad. Pero, el Registro de Hombres Lobo y la Oficina de Apoyo nunca volverán a ser lo mismo sin ti – le ofreció una copa de brandy – parece que Tonks y tú os habéis puesto de acuerdo para cambiar vuestro futuro laboral.

- En el caso de Dora no es tan drástico. Solo es un cambió jerárquico y no ha dependido solo de ella – Remus aceptó la bebida.

- Cierto, completamente cierto – Kingsley se bebió de un solo trago el brandy – espero de corazón que te vaya muy bien.

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La sala de instrucciones o briefing de la Oficina de Aurores estaba llena. Todos los agentes estaban sentados en las sillas delante de un pequeño estrado, el cual tenía detrás un panel con mapas y fotografías.

Neville Longbottom tamborileaba los dedos sobre sus rodillas, mirando el estrado con cara de nostalgia. Harry llegó y se sentó en la silla vacía que estaba a su lado.

- Hola Neville – se sentó y cruzó las piernas.

- Harry…

- Vamos a ver que nos depara el día. Qué raro que Tonks no haya llegado aún.

Como si la hubiera invocado, Nymphadora Lupin, Tonks para todos en la oficina, apareció seguida de Gawain Robards, el jefe del Departamento de Seguridad Mágica. Los aurores empezaron a cuchichear entre sí, pues no era normal que Robards acudiera a este tipo de reuniones. Tonks se colocó tras el estrado.

- ¡Bajad la voz! Bien, lo primero que quiero hacer es felicitaros a todos, especialmente a Blane y Hamish por la redada en el Callejón Knockturn, eso nos ha llevado a poder detener a esos falsificadores de varitas – Tonks removió los papeles que tenía encima del estrado – Neil, Griffiths y Alderton, tenéis en vuestros cubículos los expedientes de los gamberros que hicieron magia delante de parte de la familia Real Británica y cientos de paparazzis. Me temo que va a entrar de lleno el Wizengamot en este caso, han roto el Estatuto Internacional del Secreto de la Magia de forma notable. Los del Uso Indebido de la Magia y los desmemorizadores trabajan a destajo. Esperemos que no trasciendan estas imágenes, pues podemos estar hablando de algo serio.

Harry lo observaba todo con cuidado. Pasaba la mirada de Tonks a Robards. No estaba escuchando demasiado lo que la metamorfomaga estaba diciendo.

- Cambiando de tema, hoy tenemos algunas altas y bajas. Millie Walder y Peter Carter se incorporan como nuevos aurores de pleno derecho – paró de hablar cuando los aplausos empezaron, haciendo que los nuevos aurores se sonrojaran – por el contrario, me temo que el auror Longbottom nos abandona.

- ¿Qué? – Harry se sobresaltó y miró a Neville que estaba sentado a su lado.

Neville notaba la mirada de su amigo sobre él. ¿Por qué demonios iba a dejar de ser un auror? Era realmente bueno.

- Todos te echaremos de menos Neville, has sido un excelente auror – dijo Tonks.

Varios aurores que estaban sentados detrás de él le dieron palmaditas en la espalda, mientras otros le lanzaban miradas y gestos. Harry seguía mirando a su amigo, todavía sin creérselo.

- Ahora, le cedo la palabra a Gawain Robards – Tonks se bajó del estrado y apretó el brazo de Robards. Se quedó de pie a su lado.

- Hola a todos. Bueno, bueno, necesito felicitarles por el gran trabajo que han realizado, pues la Oficina de Aurores está en su mejor momento en mucho tiempo. A pesar de tener un gran volumen de casos, el noventa y cinco por ciento se resolvieron favorablemente. El cuerpo ha ganado popularidad y cada vez hay más solicitudes para ingresar en él. Y es gracias a todos vosotros, desde el más alto cargo – se giró hacia Tonks – hasta los aprendices. Y quizás, por eso, puede que no acaben de entender demasiado bien lo que tengo que anunciar.

Ahora sí que la sala se convirtió en un enjambre de voces y cuchicheos. Robards miró a Tonks que levantó los hombros.

- Esta medida, se ha tomado en consenso. No es ni ningún castigo, simplemente un cambio de aires. Es por eso que les anunció que, a partir de mañana, Tonks dejara de ser la Jefa de Aurores…

- ¿Qué? – Harry volvió a exclamar, esta vez algo más alto. Maldita sea, que pasaba hoy – Pero…

- Nymphadora lleva ocho años a cargo de la oficina, con grandes resultados, pues es una excelente auror, nadie pone en duda eso, pero como dije, mediante un consenso, en el que ella estaba incluida, se llegó a la determinación de que se necesitaba sangre nueva al frente. Así que, sin más preámbulos, el nuevo Jefe de Aurores será, el señor Harry Potter.

En esta ocasión, Harry no pudo más que expresar un qué tan bajito que ni Neville a su lado lo escuchó. Le temblaba la comisura de la boca. Otra vez se escucharon los aplausos en la sala y varios aurores se levantaron para estrecharle la mano. Harry seguía sentado sin saber qué hacer, simplemente miraba a Tonks quien aplaudía con ganas. Le guiñó un ojo, un gesto muy característico de ella hacia él.

- Sí, sí, todos queremos felicitarle, por favor Potter ¿quiere subir aquí? – Robards se bajó del estrado, esperando a que Harry llegará.

Harry pasó entremedias de sus compañeros, que le daban ligeros empujones o chiflaban. Tonks le dio un abrazo y Robards le apretó el hombro. Se agarró al estrado y miró a sus nuevos subordinados.

- La verdad es que, no sé qué decir. Creo que esto me viene demasiado grande, demasiado pronto. No estoy preparado…

- Tonterías, Potter – dijo Robards – Estás de sobra capacitado. Tienes una edad perfecta, mayor incluso que Tonks cuando aceptó el cargo. Lo has demostrado todo el tiempo. Estoy seguro de que no hay ni una sola persona en toda la sala que piense lo contrario.

Harry se quedó callado, notando como el calor le subía por la cara. Volvió a mirar hacia el frente.

- En ese caso, solo puedo decir que voy a dar todo lo mejor de mí. Seguiré el ejemplo de todos los grandes aurores que he tenido la suerte de conocer. Es una gran responsabilidad, estaré siempre en ¡alerta permanente!

La reminiscencia a Alastor Moody sacó varias carcajadas. Todos se levantaron y empezaron a aplaudir. Harry no sabía muy bien a donde mirar. Robards se aclaró la garganta.

- Si el auror Potter no tiene más que decir – Harry negó con la cabeza – doy por concluida la reunión. ¡Todos al trabajo! Buena suerte, Potter.

Harry asintió a Robards estrechándole la mano. El hombre se marchó rápidamente y Harry se giró de inmediato hacia Tonks, quien le miraba divertida.

- En serio, no me lo puedo creer…

- ¿Por qué no? Eres Harry Potter, era cuestión de tiempo que llegaras a ocupar este puesto. Te lo has ganado.

- Pero era tuyo. Lo mereces más que yo – Harry miraba hacia el suelo.

- Escucha Harry. He estado en él durante ocho años. Mi tiempo se agotó. Además, todo son ventajas, el sueldo es prácticamente el mismo, con menos horas y encima no me voy a comer ningún marrón más. Te los dejo todos a ti – agarró a Harry de la barbilla para que le mirara.

- ¡Harry! – Neville llegó corriendo - ¡Enhorabuena amigo! Jefe de Aurores. Lástima que no podré tenerte de jefe.

- Ahora vuelvo, tengo que firmar unos papeles – dijo Tonks – Te vamos a extrañar Neville.

Tonks le dio unas palmaditas cariñosas a Neville en el brazo y se marchó. Harry observó a su hasta ahora jefa salir por la puerta. Cuando lo hizo se giró bruscamente.

- ¡Cómo es que dejas de ser auror!

- Veras Harry… me voy para enseñar en Hogwarts – Harry le miraba con la boca abierta - ¡Profesor de Herbología! ¿Te lo puedes creer? Sprout vino a hablar conmigo. Acaba de jubilarse, este ha sido su último año y lo primero que hizo fue buscarme para decírmelo.

- ¡Es increíble Neville! Si Snape levantará la cabeza…

- Volvería a morirse. Fui corriendo a hablar con McGonagall y no tuve que decir mucho para que me diera el puesto. Creo que tenía los ojos llorosos – Neville se rascó la nuca - Ahora solo tiene que buscar a alguien para el puesto de Defensa.

- ¿En serio? Pobre McGonagall, demasiado tranquila había estado con esa asignatura… Volviendo a tú noticia, esto merece una celebración, pero hoy tenemos reunión familiar en la Madriguera.

- Ambas merecen una celebración y bueno, mi esposa tiene un pub ¿no? – Neville y Harry empezaron a reír a carcajadas.

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La renovada fuente de los Hermanos Mágicos presidía el centro del Atrio. La diferencia con su antecesora era que, ahora todas las figuras, el mago, la bruja, el centauro, el duende y el elfo estaban a la misma altura, mirando al frente. El agua cristalina dejaba ver montones de monedas en el fondo.

Remus la miraba pensativo. Recordaba la primera vez que había visto esa estatua, cuando fue a visitar a su padre al trabajo, siendo pequeño. Lyall le enseñó cuál era su oficina, dentro de la División de Espíritus, en el Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas. Cuando estuvieron en el Atrio, juntos, lanzaron una moneda a la fuente. Nunca imagino que muy poco después, volvería a ese mismo departamento, para ser uno de los integrantes del Registro de Hombres Lobo.

Y muchos años después acabó trabajando allí. Su padre siempre se lo recordaba. Hasta hoy. Sacó un sickle y lo lanzó a la fuente. Vio cómo se hundía poco a poco. Se giró cuando escuchó su nombre.

- ¡Remus! – Tonks venia junto con Harry.

- ¿Cómo fue todo? ¿Has asimilado ya que eres el nuevo Jefe de los Aurores, Harry? – dijo Remus entre risas.

- ¿Lo sabias? Que pregunta, claro que tenías que saberlo – señaló a Tonks.

- Tenías que haberle visto la cara, parecía que había visto un fantasma – Tonks no paraba de reírse – pensé que iba a desmayarse.

- No seas exagerada – el calor empezó de nuevo a subirle a la cara – solo estaba sorprendido…

- Sí, sorprendidamente pálido.

Los tres se dirigieron a la fila de chimeneas de las que salía y entraba gente sin parar. Mientras Remus y Harry se mezclaron con el gentío que esperaba para entrar, Tonks se alejó un momento y conjuró su patronus.

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- ¡Vamos, vamos! No tardaran en llegar – Molly Weasley corría ordenándolo todo y moviendo a la gente de un lado para otro – ¡Esas letras están torcidas, Ron!

- Mamá, tranquila. Solo es una simple sorpresa, no es un concurso a la casa más perfecta – George recibió una mirada de reproche de su madre.

- ¡Niños, niños sentaos en el sofá!

- Creo que se ha quedado pequeño para tanto niño – Bill terminó de poner bien la pequeña pancarta de seda con letras bordadas en la que se podía leer "Felicidades al nuevo Jefe de Aurores".

Ginny agarró de la mano a Albus y tiró de James. Se sentó en el sofá colocando a Albus en sus rodillas, aunque el embarazo le impedía que pudiera sentarse bien. James se colocó junto a su madre. Hermione imitó a su cuñada y se sentó a su lado con Rose encima de ella. También estaba embarazada, con algún mes más que Ginny.

- Cielo, no te muevas demasiado ¿vale? – le dijo Hermione a Rose.

- ¡Vale mami!

- Así, muy bien. Chicas, al sofá con los niños más pequeños y vosotros – señaló a sus hijos – todos detrás de pie.

Fleur, Audrey y Angelina se sentaron apretujadas en el sofá, con Fred, Roxanne y Louis encima de ellas. Ginny hizo que James se bajará y se sentará en el suelo, junto a Teddy, Victoire, Dominique, Lucy y Molly.

George estaba molestando a Percy, para su desagrado mientras escuchaba las risas de Ron. Bill miraba a sus hermanos con una mano en la frente.

- ¡Queréis dejar de hacer tonterías! Ya sois mayorcitos. Arthur, diles algo – Molly señalaba inquisidoramente.

- Chicos, venga, haced caso a vuestra madre… – Arthur lo dijo con parsimonia mientras miraba a su esposa moviendo las manos como si estuviera dirigiendo el tráfico muggle.

En ese momento, apareció un lobo plateado junto a Molly, haciendo que se sobresaltará. La voz de Tonks sonó: "estamos en cinco minutos".

- ¡Ya vienen, vamos, vamos! – Molly empujó a Arthur al que casi tira, junto a Bill y ella se colocó entre Ron y Percy.

Todos miraban expectantes hacia la chimenea, los niños más pequeños se movían nerviosos. Unas grandes llamas verdes aparecieron y entre ellas se dibujaba la silueta de alguien. Harry salió quitándose todo el hollín que le había caído encima, sin fijarse en nada más. Se quitó las gafas para limpiarlas…

- ¡SORPRESAAAAA!

Harry se asustó, haciendo que casi se le cayeran las gafas. Se las colocó corriendo, parpadeando mucho, todavía quieto delante de la chimenea.

- Pero qué – musitó Harry.

- ¡Enhorabuena, nuevo Jefe de los Aurores! – gritó Ron.

- ¡Papi es el jefe! – chilló James.

La chimenea se volvió a encender y de ella salieron Remus y Tonks. Ambos chocaron con Harry, que aún no se había movido del sitió. Harry acabó de boca en el suelo con Tonks encima. Remus tuvo que saltar como pudo para no tropezar con ellos.

La estancia se llenó de risas infantiles. Molly negaba con la cabeza y corrió para ayudar a Harry.

- De verdad Tonks, nunca cambiaras…

- ¡Oye! Esta vez no ha sido culpa mía – le dio un pequeño pescozón a Harry, quien aún estaba debajo de ella, mientras agarraba la mano que Remus le ofrecía.

- ¡Enhorabuena Harry! Estamos muy orgullosos de ti – Molly lo había levantado y lo tenía atrapado entre sus brazos.

- No es para tanto, en serio – Harry miró a su alrededor – ¿Todos lo sabíais? ¿Desde cuándo?

- Tonks nos lo dijo hace una semana, desde entonces, mamá no ha parado de prepararlo todo – Ginny le cogió la cara y le besó – Felicidades cariño…

- ¡Papi! – James se abrazó a él – ¿Ahora tú eres el jefe? Si tú eres el jefe ¿Qué es la tía Dora?

- Pues – cogió en brazos a Albus. Era curioso que ellos siguieran llamándola Tonks cuando los niños le llamaban Dora. Pero con la metamorfomaga nunca había habido nada simple – La tía Dora sigue siendo un auror muy importante, pero ahora, ha dejado que sea yo quien mande.

- Felicidades Harry – Teddy se acercó a su padrino y le abrazó – Creo que lo harás muy bien.

- No se Ted, tú madre ha dejado el listón muy alto.

- ¡No empieces, Potter! – Tonks no había perdido el hilo de la conversación, aunque Molly estaba hablando con ella.

Se había formado un corro alrededor de Harry, entre los niños y los adultos. George y Ron intentaron cogerlo en volandas, haciendo que casi se diera con una de las vigas de madera más bajas del techo.

Remus lo observaba todo apoyado en el marco de la puerta. Se quedó absorto por un momento mirando sus propios pies.

- Parece mentira ¿no? – Arthur se había acercado a Remus.

- Lily y James estarían realmente orgullosos.

Molly consiguió que todos salieran al jardín trasero, donde había una larga mesa algo destartalada, compuesta por varias de distintos tamaños y formas.

- Niños, vamos ¿Quegueis sentagos? – Fleur llevaba a Louis y Dominique a la mesa, al lado de una Victoire que ya se había colocado junto a Teddy.

- ¡Molly me ha empujado! – dijo Lucy

- ¡Mentira! ¡Ha sido ella!

- ¡Ya está bien! – grito Percy – Cada una en una esquina de la mesa ¡Ahora!

Las dos niñas miraron a su padre con mala cara y cada una se fue en una dirección, mientras Fred y James cuchicheaban.

- A esos dos separarlos también – dijo Bill – si queremos tener una comida tranquila.

- El que se porte mal no jugará al Quidditch.

- ¡Nooo! – gritaron a la vez los dos primos.

Los platos con los rollitos de salchichas y los cuencos con las verduras fueron pasando por la mesa como aperitivo, antes de que el asado de ternera con puré de patatas apareciera.

James le tiró un rollito a Teddy, al que casi le salta un ojo. Ginny se enfadó muchísimo con su hijo.

- Tú lo has querido James. Después no jugaras con tus primos – James iba a protestar – ¡Nada de peros! Podías haberle hecho daño a Ted.

- Vamos Ginny, no es para tanto – Tonks le miraba el ojo a su hijo, el cual no apartaba la vista de James.

- Verás el año que viene, cuando empiece en Hogwarts ¡Te convertiré en un escarabajo pelotero!

- Ted – Remus miraba a su hijo con un deje de diversión.

- Pero no podrás hacer magia fuera del colegio ¿A que no tía Hermione? – Victoire observaba al niño de pelo turquesa.

- No, tesoro. Los menores de edad no pueden – asintió Hermione a su sobrina.

- Bueno, sin magia. Tengo mis manos y soy mayor que tú, enano... Le diré a Eric que te muerda el culo – Teddy seguía mirando a James con los ojos entrecerrados, el izquierdo llorándole un poco.

- Vale ya. Si sigues así, Ted, te quitó mí escoba.

- ¡Pero mamá! ¡Casi me deja sin ojo!

- James es pequeño, así que no lo tomes tan en serio – Tonks volvió a su plato de asado.

- Tú hijo soy yo, ¡Defiéndeme a mí! – Teddy estaba indignado.

- Basta Ted. Te estás comportando como él – Remus ahora sí miraba enfadado a su hijo.

- Vaya dos... – murmuró por lo bajo Teddy.

Remus y Tonks se miraron entre sí, decidiendo ignorar al niño. A veces, con diez años que tenía, empezaba a mostrar que se acercaba poco a poco a la temible adolescencia. Harry decidió romper el mal ambiente.

- ¿Sabes Teddy, que tendrás a Neville de profesor? – Harry le sonrió a su ahijado.

- ¿Neville? ¿Pofesor de Owarts? – Ron hablaba con la boca llena.

- ¿Por eso ha dejado a los aurores? – Tonks miraba a Harry algo incrédula.

- ¿Y qué tiene de malo ser profesor? – dijo Remus.

- Absolutamente nada, Remus. Pero yo no lo cambiaría ni estando borracha con todo el whisky de fuego de Hogameade – le dio un beso en la mejilla.

- ¿Que va a enseñar? – preguntó curiosa Hermione.

- Herbología. Sprout acaba de jubilarse.

- Se ha ganado la jubilación. McGonagall tendrá que buscar un nuevo jefe para Hufflepuff –Tonks se apoyó sobre la mesa.

- Se le daba muy bien la herbología. Será un gran maestro – sonrió Hermione.

- Sin duda lo será – Remus se alegraba enormemente por Neville.

- Vaya, Neville ha abandonado la gran "familia del ministerio" – George imitaba a su hermano Percy. Su adoración por el Ministerio de Magia rallaba la exageración, aunque ahora al menos tenía motivos.

- No ha sido el único – Remus los miraba a todos – Hoy he dimitido.

- ¿Que has dimitido? ¿Porqué? – Harry no perdía de vista al amigo de su padre.

- Estoy contento de poder haber ayudado a tanta gente, gente como yo. Lidiar con mi propia enfermedad todos los meses ya era difícil – notaba las miradas de todos sobre él – y tratar las situaciones de los demás, a la vez, ha acabado pasándome factura. Hasta un día que me di cuenta que no podía más.

- ¿Y qué vas a hacer ahora, querido? – le preguntó Molly preocupada.

Remus la miró cuidadosamente. Sabía a qué se refería. Aunque las leyes habían cambiado, y ahora, los hombres lobo tenían muchas más facilidades que antes, todavía había algunos inconvenientes a la hora de encontrar trabajo.

- Ya veremos cómo se da la cosa, no nos preocupamos demasiado – Tonks estrechó la mano que Remus tenía encima de la mesa y miró a Molly fijamente.

Todos se dieron cuenta del gesto, incluido Teddy, que observaba serio a su padre. Decidieron dejar el tema a un lado y empezaron a hablar de Quidditch. Ginny estaba molesta por la mala racha que llevaban las Arpías de Holyhead.

- ¡Terminé! – gritó Fred

- ¡Yo también! – le imitó su hermana Roxanne.

- ¿Podemos ir a jugar? – preguntaron a la vez.

- Está bien, pero no toquéis las escobas hasta que no vayamos nosotros – les dijo Angelina.

- ¡Sí mamá! – volvieron a decir a la vez. Se levantaron corriendo y se fueron gritando.

- Yo también he terminado, mami – James ahora hablaba muy suavemente – ¿Puedo ir a jugar?

- Estás castigado, James – dijo Ginny.

- Nooo, seré bueno – el niño casi lloraba. Su madre le miró.

- Pídele perdón a Teddy y podrás ir a jugar con tus primos.

- Lo siento Teddy, no quería hacerte daño. ¿Me perdonas? – miraba a su primo honorario con cara de lástima.

Teddy estaba sentado con los brazos cruzados. Al final suspiró – Está bien, te perdonó, enano.

- ¡Siiiii! – se bajó de la silla, se acercó a Teddy al que le dio un beso y salió corriendo – ¡Esperarme! ¡Fred, Roxanne!

- Y tiene cuatro años, esperad a que tenga más. Albus al menos parece que es más tranquilo. James a su edad ya era terrorífico – Ginny le pasó la mano por el pelo a su hijo pequeño al que tenía sentado al lado en una silla un poco más alta sin hacer ruido.

- Harry sabía lo que hacía cuando eligió su nombre. James Sirius ¿Cómo querías que saliera el niño? – George se ría mientras que miraba de reojo a sus hijos jugando.

- Ha salido igual de magnífico, bromista y encantador que los dos magos por los que lleva ese nombre.

Todos dirigieron la vista hacia la dirección en la que sonaba la voz. Sirius Black estaba apoyado en la puerta que daba al jardín, observándolos a todos.

- ¡Sirius! – Harry se levantó de un salto y se dirigió a su padrino – ¿Qué haces aquí? Estabas en Polonia, cómo...

- ¡No podía perderme el nombramiento de mi ahijado como Jefe de los Aurores! Demonios, ¡Ahora eres mi jefe! – dijo Black entre risas.

- Podías haberme felicitado cualquier otro día. ¿Cómo te las has apañado para dejar la investigación?

- Tengo una gran relación con mi jefa – levantó las cejas hacia Tonks – Bueno, ahora ex jefa.

- ¡Vamos Sirius, siéntate! – Arthur invocó una silla a su lado.

Sirius saludó a todos, casi uno por uno. Sacó un cigarrillo, pero antes de que pudiera encenderlo, Molly le reprendió.

- Aquí no se fuma, Black.

- De acuerdo, de acuerdo, no se fuma.

- ¿Cómo va todo, Sirius? Que sepas que me la he jugado dándote permiso para volver –Tonks se sentó erguida en su silla – lo bueno es que ya no soy responsable de nada si algo sale mal.

- Todo va bien. El equipo allí es bastante competente, aunque tienen unas costumbres muy raras.

Sirius siguió hablando sobre los hábitos de los polacos y de cómo trascendía en todos y cada uno de los ámbitos, daba igual si era en el mágico o muggle.

- A Hestia no la tienes muy contenta, Sirius. El último día que vino al ministerio estaba echando pestes de ti. ¿Qué le has hecho? – le preguntó su prima.

- Más bien lo qué no he hecho. Pero no he venido a hablar de eso ¡Mí ahijado es mí jefe!

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Después de una pequeña sobremesa, habían improvisado un pequeño partido de Quidditch en el huerto, como de costumbre. Sacaron las viejas escobas del destartalado cobertizo. Los adultos llevaban a los niños montados con ellos, pues aún no tenían edad para ir en una escoba solos. Únicamente Teddy, que sobrevolaba los terrenos de la Madriguera en la escoba de Tonks.

Hicieron dos equipos, el formado por George, Angelina, Audrey y Bill. El otro lo componían Harry, Ron, Tonks y Teddy. Percy era el árbitro. El resto observaba el juego entre gritos y abucheos. Victoire estaba sentada al lado de su madre. Al igual que a ella, no le gustaba jugar al Quidditch, pero si el verlo. Era totalmente distinta a su hermana Dominique, que iba montada con Tonks, gritando.

Albus jugaba junto a Rose con sus muñecos, sentados tranquilamente en el césped. Ginny había encantado los juguetes para que cobrarán vida y se movieran. Aunque pronto Rose llamó la atención de su primo señalando a dos gnomos que estaban intentando entrar sigilosamente al jardín.

- ¡Sí! ¡Diez puntos más para el equipo Weasley! – George chocó su mano con la de Fred, que iba sentado delante de él.

- Si, muy bien, enhorabuena. ¡Nosotros contamos con un niño! – le gritó Ron.

- Escusas, Ronnie, escusas...

- Vamos a darles una lección ¿Verdad Dominique? - La niña asintió a Tonks. Admiraba a la mujer. La tenía como ejemplo a seguir.

- Equipo Potter-Weasley-Lupin, hasta ahora hemos sido muy blanditos. Vamos a bajarles los humos – Harry ordenó a su equipo, dándoles indicaciones – ¡Prepárate George!

Percy volvió a poner la quaffle en juego, y el partido continuó entre gritos. Remus observaba de pie todo, apoyado sobre un gran árbol, algo apartado de los demás. Hermione se le acercó.

- Vamos a extrañarte en la oficina, Remus. Se me va a hacer raro sin tu presencia. Aunque nos movíamos en subdivisiones distintas, siempre fuiste una figura a seguir para mí – se había colocado frente a él.

- Apreció mucho tus palabras Hermione, siempre lo hice – sonrió a la embarazada bruja - Pero tengo la sensación de que no vas a estar mucho más tiempo en ese departamento.

- ¿Cómo puedes saber eso?

- No sé, llámalo, intuición – le dio una sonrisa un tanto lobuna.

- Espero que te vaya muy bien, emprendas lo que emprendas – se puso de puntillas y le dio un beso en la mejilla.

Hermione se alejó de Remus lentamente. Se cruzó con Sirius quien le hizo una reverencia exagerada y se sentó con los demás. Black llegó junto a su viejo amigo.

- ¿Así que, has decidido cambiar de aires? – miraba a Remus estrechando los ojos.

- ¿Así que, tienes a Hestia cabreada? – le devolvió la misma mirada.

- Contestando con otra pregunta cuando no quieres dar explicaciones. Tan típico de ti. Sí, Hestia y yo tenemos puntos de vista distintos.

- No es algo extraño...

- Ella quiere que nos casemos y yo no. Tan simple como eso – sacó el cigarrillo y se escondió detrás del árbol para que no le viera Molly.

- ¿Y por qué no te quieres casar?

- ¿Por qué te casaste tú?

- Sabía que quería pasar el resto de mi vida junto a Nymphadora, aunque reconozco que tenía bastantes reticencias, pero no en el matrimonio en sí.

- Podemos pasar el resto de nuestra vida juntos sin tener que casarnos. Es exactamente igual - le dio una calada a su cigarrillo.

- Y si es igual ¿Qué más te da? Si eso a ella le hace feliz.

- No creo en el matrimonio, Remus. No está hecho para mí. Pero Hestia lleva una temporada bastante malhumorada - echó una bocanada de humo – Dice que llevamos mucho tiempo juntos y que es hora de dar el paso, que nos afianzara como pareja, además...

- ¡Ganamoooos! - gritó Teddy.

Todos aplaudieron mientras los demás bajaban de sus escobas. Sirius apagó su cigarrillo rápidamente.

- Solo te puedo decir, Sirius, que lo habléis detenida y tranquilamente. No te lo guardes. Por experiencia te digo que es mejor afrontar los miedos, antes de que puedas hacer o decir algo de lo que acabaras arrepintiéndote.

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- Adiós Molly, ha estado todo espectacular, como siempre – Tonks abrazó a la bruja – Teddy vamos – se dirigió a Harry – ¡Te veo mañana jefe!

Tonks y Teddy desaparecieron por la chimenea. Harry negaba con la cabeza sonriendo cuando Remus le puso una mano en el hombro.

- Bueno, creo que no hay nada que no te haya dicho ya, pero, estoy muy orgulloso de ti.

- Gracias de nuevo, Remus – le dio un abrazo. Se apartó ligeramente y miró al hombre con sinceridad – Y, oye, todo irá bien, con, bueno, ya lo veras...

Remus le dio una sonrisa, se despidió de Ginny con un gesto y como antes hicieron su esposa y su hijo, se fue a través de la red flu.

Cuando salió de la chimenea de su casa, se dirigió a las escaleras. Antes de subir pudo escuchar de lejos a Dora gritándole a Teddy algo que sonó como dejar cosas en medio y nos mataremos los dos un día.

Se quedó parado en los primeros escalones, pensando en las últimas palabras que le había dicho Harry. ¿Todo iría bien? ¿Y si había cometido un error marchándose? Ya solo le quedaba esperar.

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Grimmauld Place había quedado en silencio, después de bañar a los niños y conseguir que se acostaran. Ginny ya se había puesto la ropa de dormir y estaba acostada en la cama, leyendo.

Harry apagó la luz principal del cuarto y encendió una pequeña que tenía en su mesita de noche. Ginny le observo.

- Al final el día ha estado lleno de más cambios de los que pensábamos. Me ha sorprendido mucho la decisión de Remus, no la esperaba para nada. Mamá se quedó discutiendo con papá.

- Yo tampoco lo vi venir. No sé...

- Papá se enfadó bastante con ella. Le dijo que no se metiera donde no le llamaban y mamá le contestó que eran familia y le importaba lo que les pasará. Seguro le ira bien – Ginny suspiró y siguió leyendo su libro –Mañana quiero hablar con Neville. ¡Profesor! Seguro que durante la lección sobre los boggarts nunca se le pasó por la cabeza que acabaría enseñando en ese mismo colegio.

- No, estoy seguro de que no... – Harry se dejó de hablar. Algo hizo click en su cabeza.

- Harry ¿Qué pasa? – preguntó preocupada Ginny.

- Es, es algo que me dijo Neville esta mañana – se levantó de un salto – Papel y tinta ¡Necesito papel y tinta!

- Están donde siempre, Harry. Qué...

Harry bajó corriendo las escaleras hasta su pequeño despacho. Abrió uno de los cajones de su escritorio y se sentó. Encendió la pequeña luz que había sobre la mesa. Tenía que darse prisa, antes de que encontrará a otra persona. Mojó la pluma en el tarro de tinta y empezó a escribir:

"Querida Minerva

He escuchado que acaba de quedar vacante el puesto de profesor de Defensa contra las Artes Oscuras y seguramente tendrás un gran quebradero de cabeza. Es una materia importante y no puede enseñarla cualquiera.

Por eso, me alegro informarte de que tengo el candidato perfecto..."


Trabajo nuevo, vida nueva.

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