Había vuelto a hacerlo y no sabría decir a ciencia cierta cuántas veces aquel repetitivo gesto, se había vuelto algo asiduo en esa reunión. La palabrería del maestro Windu parecía alargarse hasta puntos extenuantes. Tal era el caso que su mente solo era capaz de atisbar ciertos retazos de conversación, haciendo imposible el total entendimiento de la misma.
De nuevo, sin quererlo, el pulgar y el índice de su mano derecha fueron directos a masajear sus ojos, arrastrando el gesto hasta el puente de la nariz, dejando toda su cabeza reposar en tan poco apoyo.
Obi-Wan suspiró resignado, cansado de toda aquella verborrea que no parecía acabar ni aunque cerrara sus ojos. Su cuerpo se resentía del cansancio producido tras los entrenamientos y le pedía a gritos una superficie más mullida que aquellas sillas en la sala de reuniones, no obstante, se le había convocado de urgencia y debía, como maestro, hacer acto de presencia por muy agotado que se encontrara.
Y entonces lo escuchó, fue como si sus oídos, tras largo tiempo incapaces de escuchar más que tediosas charlas sobre la República, decidieran abrirse ante una mención a su persona. Levantó la mirada, dirigiéndola a Mace y a Yoda, que en esos instantes centraban toda su atención en él.
-¿Disculpad? Creo haber entendido que mi padawan no podrá venir conmigo – Obi-Wan sonó molesto. De pronto, aquella silla le resultaba incluso más incómoda.
-Es una misión en solitario. Muy a nuestro pesar, maestro Kenobi, el chico deberá quedarse aquí, en el Templo. No dudamos de sus capacidades, pero creemos que es más efectivo que acudas solo –el tono de Mace era grave y autoritario, Obi-Wan apenas tuvo tiempo de abrir la boca cuando el maestro Yoda comenzó a hablar.
-Ir solo debes, Obi-Wan, una misión grave no es, pero la efectividad de nuestro mejor jedi se necesita –aquella alborotada sintaxis salió de manera calmada por los labios del maestro, que parecía bastante convencido de la banalidad de la misión.
-Disculpe, maestro, pero si no es nada complicado ¿Por qué no mandarme con el chico? –replicó Obi-Wan, intentando sonar lo más calmado posible, haciendo alarde del temple que lo caracterizaba.
-Os necesitamos para algo de más calibre en unos días. No hay ningún jedi disponible en estos instantes, así que confiamos en que puedas acabar con el asunto que concierne lo más pronto posible –Mace se aclaró la garganta- Las negociaciones no te llevarán demasiado tiempo, Obi-Wan, eres bueno en eso.
Esa última parte había sonado más baja y reservada, como si a Windu le costara admitir las capacidades de Kenobi para hacer su trabajo. De cualquier manera, necesitaba agasajarlo fuera como fuese y si era con una verdad a medias, mejor que mejor.
-¿Así que te marchas? ¿Sabes por cuánto tiempo? –Anakin se apoyó sobre el escritorio de Kenobi, cruzado de brazos, intentando defenderse de una noticia que nunca le agradaba escuchar.
Obi-Wan cerró la puerta de su habitación, sintiendo la mirada del joven apuñalarle la nuca, impaciente por una respuesta que no podía ser del todo cierta. Qué demonios, ni él mismo sabía cuánto podía llevarle aquello. Tomó aire con decisión y se enfrentó a su padawan, que seguía escrutándolo desde su mesa.
-Quizá una semana, no lo sé –para Obi-Wan, un "quizá" no podía ser expectante, ni de una buena manera, ni de una mala. Simplemente era un "quizá" que ni él sabía hacia qué lado iba a dirigirse. Podía volver en menos de esos siete días o aparecer tras medio mes de reuniones, nadie lo tenía claro.
Para Skywalker, ese "quizá" alargaba amargamente los días que su maestro pasaría fuera. Sencillamente, era incapaz de pensar en aquello de manera optimista. Apretó más los brazos contra sí, como si el gesto fuera a mejorar aquella situación.
-¿Nadie te ha informado más a fondo? Es decir…no sé, podrían haber sido más precisos… -las palabras se hicieron un lío en los labios del padawan, que prefirió guardar silencio antes de seguir con aquella retahíla, que solo parecía llevar a emitir improperios contra aquellos que le habían encomendado la misión.
Obi-wan sonrío ácidamente, acercándose a su pupilo y acariciándole la mejilla, apenas rozándola, intentando en vano transmitirle una calma que ni él era capaz de vestir.
Los ojos de Anakin carecían de intensidad, brillo y se encontraban perdiéndose en cualquier cosa que no fuera Kenobi, impidiendo así evitar lo inevitable, si no veía el problema, éste no estaba allí.
Si en ese instante, su maestro no lo hubiera acercado de la nuca para propinar un suave beso sobre sus labios, probablemente seguiría rehuyendo mirarle a los ojos.
-No entiendo por qué debes irte, apenas has descansado de tu anterior misión…-otro beso, apenas un roce, al igual que aquella caricia, suficiente para que el joven entreabriera la boca, mendigando por una segunda ronda que no le fue dada.
-Volveré pronto, te lo prometo –fue una promesa íntima, sellada entre ambos cuando juntaron sus bocas en busca de más, impidiendo con ello que escapara de allí, de la cercanía de sus cuerpos, de aquella habitación. Porque esos sentimentalismos se los guardaban para ellos solos y nadie más.
Su padawan lo besaba de manera feroz, con la torpeza característica de un deseo premeditado. Mordía, ni tan siquiera capaz de controlar la fuerza con la que sus dientes se hincaban en los labios de Obi-Wan. Su lengua quiso entrar en cavidad ajena, pidiendo permiso contra unos labios que rápidamente se entreabrieron al contacto, consiguiendo humedecer aquel beso.
Si Obi-Wan se iba a ir, al menos lo haría con cualquier recuerdo posible de Anakin en su piel.
Si Anakin debía quedarse, quería que Obi-Wan quedase impregnado en él.
