Capítulo 1

Fantasma

El reloj que apuntaba directamente hacia su escritorio marcaba las diez de la mañana. Echó un vistazo a la gran cantidad de carpetas que tenía en su mesa y luego levantó la vista, percatándose del hombre que estaba frente suyo con la mano extendida ofreciéndole amistosamente un café. Dejó a un lado el lápiz que sostenía y aceptó el tazón, haciéndole un gesto a su colega para que tomara asiento frente a él.

- Parece que no soy el único que tiene muchas carpetas para ordenar – Comentó el hombre dejando su placa de policía encima del escritorio - ¿Encontraste algo nuevo?

- No. Esto no tiene nada que ver sobre nuestro caso. – Le respondió mientras apartaba unas hojas.

- Sin duda vamos en buen camino. –Dijo cruzándose de brazos.

- Estoy seguro que no hay nada más que no sepamos, Miles. El tipo no era más que un drogadicto que se le pasó la mano, eso es todo. – Le respondió con un tono hastiado.

Tomó un sorbo de café y el vapor de la bebida caliente le hizo recordar que aún tenía las gafas puestas. Soltó un suspiro y se inclinó hacia el respaldo de su silla, apartando el tazón para luego pasarse los dedos por el pelo.

- Algo te sucede hoy, Jim. – Le dijo apuntándolo - ¿Quieres hablar de ello?

- ¿Desde cuÁndo te crees mi maldito psicólogo?

- No sabía que tenías uno – Le respondió divertido, tratando de sacarlo de quicio.

- No, no tengo un maldito psicólogo y no, no quiero hablar de lo que me pasa – Le dijo mientras escribía en una carpeta.

- Soñaste con ella de nuevo. Es eso, ¿verdad? – Preguntó Miles con un tono serio.

- ¿Qué parte de no quiero hablar no entendiste? – Le respondió soltando el lápiz que sostenía para mirarlo fijamente.

- Está bien, vaquero. Si no quieres hablar, está bien. – Levantó sus manos en un gesto de dejarlo tranquilo - Pero te sugiero que si esta mujer es tan real y lo que sientes es tan fuerte como lo describiste la otra vez, deberías buscarla.


Flashback.

3 Días atrás.

El ruido del radio les advirtió de una emergencia. A pesar de la reciente lluvia, rápidamente James y Miles se trasladaron al lugar que les habían indicado. Llegaron a un motel en los suburbios de Los Angeles. Una ambulancia, vehículos policiales y varias personas más se encontraban en aquel lugar. Descendieron del vehículo para ir a realizar su trabajo.

- Eso fue rápido – Les comentó la policía que estaba tomando unos apuntes cerca de la escena del crimen.

- Hola, Ana – Dijo Miles sonriendo mientras se ubicaba a su lado.

- ¿Qué demonios pasó? – Preguntó James metiéndose las manos a los bolsillos.

- Síganme – Ordenó la mujer.

Entraron a la habitación donde forenses y varios otros especialistas tomaban fotos del lugar. Ana Lucía se agachó para descubrir el cuerpo de la persona que había muerto.

- Thomas Harris, 30 años, nacionalidad Británica. Presunta muerte por sobredosis de heroína.

- ¡Este es el tipo que estábamos buscando! – Comentó Miles mirando a su colega -Es Tommy, el traficante que perseguíamos, ¿verdad?

Ana asintió.

- Según lo que nos comentó el dueño del motel, el tipo habría arrendado la habitación con otra persona. Suponemos que su socio.

- ¿Y dónde está el otro tipo? – Dijo James mirándola con el ceño fruncido.

- Fue trasladado de urgencia al hospital por sobredosis de cocaína – Respondió la mujer poniéndose de pie.

- Entonces, ¿dónde nos quieres? – Dijo Miles saliendo de la habitación.

- Necesito que vayan al hospital San Sebastián y que le tomen declaraciones a quien estaba con Tommy. – Revisó en su bolsillo para sacar un apunte - Su nombre es Charlie Pace.

- ¿Aún crees que quedarte sacando fotos a los muertos es la parte más entretenida del trabajo? – Preguntó James sonriendo irónicamente

- Díselo al teniente, él insiste en que me quede acá. – Dijo encogiéndose de hombros mientras señalaba con la cabeza en dirección a su superior.

- Que te diviertas, linda – Le dijo con un tono irónico, subiéndose al auto.

Estacionó el auto en el subterráneo y subió junto a su compañero Miles al ascensor. Presionó el botón del piso que le llevaba a la sala de emergencias, como era de costumbre por su trabajo de policía.

Caminaban en dirección a la mesa de informaciones, cuando un hombre se les acercó.

- ¡Agente Ford! – Le llamó una voz

James y Miles se voltearon.

- Doctor Shephard, no esperaba verlo tan tarde – Respondió mientras extendía la mano para saludarlo.

- Me cambiaron el turno – Dijo mientras saludaba a Miles - ¿Qué lo trae por aquí? –Miró su placa de policía - Trabajo, como es de suponer.

- Así es. - Asintió con la cabeza - Necesito saber de un hombre que llegó por una sobredosis, se llama Charlie Pace.

- Muy bien, iré a preguntar adentro.

- Gracias.

Jack caminó hacia el final del pasillo y empujó la puerta que sólo personal autorizado podía cruzar. James agradeció haberse topado con él, ya que a pesar de ser un policía, la gente de informaciones no lo trataba muy diferente a los demás.

- ¿De dónde se conocen? – Preguntó Miles sentándose en la sala de espera.

- Él es el jefe de la unidad de emergencias y cada vez que he traído a alguien herido me topo con él – Comentó dejando caer su cuerpo contra la pared.

- Parece un buen tipo – La respuesta que recibió fue una encogida de hombros - Y parece que tengo que ir al baño – Agregó parándose de la silla.

Luego que su colega se fue, se dedicó a contemplar el ambiente de la sala. Poco movimiento por ser día de semana. Miró el reloj en la muralla y luego el suyo, ambos marcaban la 1:30 am.

Pasó su mano por su pelo, soltando un suspiro y deseando poder ir a fumarse un cigarro afuera. Su idea debió ser pospuesta al ver que Jack cruzaba nuevamente el pasillo en dirección hacia él. Cerró los ojos en forma de queja a la vez que maldecía en dirección al suelo.

- Al paciente le están sacando unas muestras de sangre ahora, pero en un rato más podrá hablar con él. Se encuentra bien y está en la habitación 108. – Le dijo sonriendo levemente.

- Muchas gracias, Doc – Respondió dándole la mano.

Las puertas del hospital se abrieron abruptamente.

Un hombre asiático entró gritando desesperadamente en su idioma con una mujer ensangrentada en sus brazos.

- ¡Ayuda! – Repetía mirando a todos lados

Jack rápidamente ordenó a las enfermeras que se encontraban ahí que trajeran una camilla.

Tendieron a la mujer en ella y el doctor se dio cuenta que había sido disparada en el hombro, mientras el hombre que la acompañaba hacía unos gestos con sus manos y James fue el único en percatarse de lo que trataba de indicar.

- Doc, creo que el chino dice que ella está embarazada – Señaló

Jack miró a la mujer y luego al hombre.

- ¡Avísenle a la Doctora Burke! – Ordenó a una de las asistentes

James se apoyó nuevamente en la pared mientras veía el despliegue de la emergencia, hasta que tuvo que sostener al hombre quien insistía en ir con la mujer herida.

- No entrar – Le dijo modulando exageradamente y haciendo mímicas.

- No inglés – Respondió el asiático.

El sureño lo tomó del hombro y le hizo un gesto indicándole que se sentara, que debía esperar. Lo dejó ahí y caminó hacia el otro extremo de la sala, al ver que su compañero había vuelto.

- ¿Qué pasó, Jim? – Le dijo acercándose a él, mirando a hombre con las manos ensangrentadas que estaba sentado ahí.

- El tipo entró con una mujer herida y quería entrar con ella a la operación - Explicó James.

- ¿Qué hay de nuestro drogadicto?

- Están haciéndole unos malditos exámenes, tenemos que esperar un rato.

- Bien, me da tiempo para ir por un café – Le dijo Miles encogiéndose de hombros - Quieres uno, Jefe?

- No, iré afuera por un cigarro.

Salió del hospital frotándose las manos. Se apoyó en un árbol y hurgó en sus bolsillos, mientras miraba su reflejo en el pavimento húmedo. Sacó un cigarrillo y se lo llevó a la boca. Buscó nuevamente en los bolsillos de sus pantalones y en el de su chaqueta.

Hijo de perra.

Se puso el cigarro en la oreja izquierda y entró nuevamente al hospital, directo al ascensor para ir al subterráneo.

Llegó a su auto y buscó el maldito encendedor.

Se apoyó en la parte trasera del vehículo y finalmente prendió el cigarrillo, pensando en cómo se sentiría el pobre tipo que llegó con la mujer hace un rato atrás. Tendría que ser su esposa, asumió, al ver que ambos traían el mismo anillo de compromiso puesto.

Y se imaginó que el tener en brazos a la mujer que se ama agonizando, debía ser algo terrible. Un escalofrío recorrió todo su cuerpo. Fumó nuevamente su cigarro y miró su reloj, 1:55.

La luz de un auto que se estacionó frente a él lo distrajo. Observó cómo su ocupante rápidamente descendía y cerraba la puerta. Se congeló al ver que la rubia mujer le miró por un instante, mientras se ataba su pelo suelto y se acomodaba el cuello de su delantal blanco. Apartó la vista de él para acomodar su cartera y dirigirse a paso acelerado en dirección al ascensor.

Él inconscientemente apagó su cigarrillo que estaba aún a medio consumir y decidió seguirla, casi hipnotizado por esos profundos ojos azules.

Continuará...