DISCLAIMER: Los personajes de Rubinrot en los que se basa este fic, y participan en él, pertenecen enteramente a Kerstin Gier, escritora de dicha trilogía. Yo sólo me divierto con ellos un poco.
CLASIFICACIÓN: T, por contener un poco de violencia (son más que nada escenas de acción, pero de todas formas…), lenguaje levemente grosero, y temas adultos sugeridos.
HISTORIA: Me animé a escribir este fic por la escasez de fanfics de Rubinrot que encontré en fanfiction. Creo que la historia de la autoría de Kerstin Gier deja muchas posibilidades para escribir buenos fics y, mientras meditaba sobre ello, se me vino ésta loca idea a la mente.
Hace tiempo que leí estos libros, así que si cometo ciertos errores sobre la trama original (fechas, sucesos, nombres o apellidos de personajes, etc) ruego me lo hagan saber a través de un review, o un PM si gustan.
Si les gusta este prólogo -ambientado minutos después del epílogo de 'Esmeralda'-, si creen que le falta algo, si les parece que podría mejorar ciertas cosas o de frentón creen que es malísimo y mejor ni seguir, ¡me harían muy, pero muy feliz con un review! (Se aceptan críticas constructivas con buena intención *guiña un ojo*).
Bueno, no les entretengo más. Hic imus:
Argumento;
Gwendolyn y Gideon son los últimos viajeros del tiempo que quedan con vida, y seguirá así por mucho tiempo ya que ambos son inmortales. Al tener el cronógrafo en su poder, deciden seguir teniendo viajes al pasado tanto como diversión, como para visitar a los padres de Gwen: Paul & Lucy. Pero uno de sus viajes sale mal, y terminan con el cronógrafo en el pasado, sin saber cómo volver. ¿Qué harán para volver a su época y no quedarse atascados en el siglo XVIII? Han ido a aterrizar justo en la época del conde Saint Germain, así que deben andar con doble precaución. Con la ayuda de los gemelos De Villiers, Lucy, Paul, Lucas Montrose y Madame Tilney; Gwendolyn y Gideon tratarán de volver a la época que les corresponde antes de que comiencen a levantar sospechas, o de qué sus familiares o amigos en el futuro noten su ausencia pero, ¿podrán lograrlo o tendrán que quedarse en el pasado y esperar a qué el tiempo pase?
Prólogo.
No puedes olvidarme: te condeno
a un recuerdo tenaz. Mi amor ha sido
lo más alto en tu vida, lo más bueno.
Inmortalidad, Amado Nervo.
14 de enero de 1919.
Lucy Montrose, ahora apellidada Benhard, se removió ansiosa en su asiento, frotándose las manos al tratar de entrar en calor.
—Extraño la calefacción —murmuró por milésima vez en menos de 10 minutos—. Hace un frío infernal…
Paul la miró con ternura desde el lugar que, en pocos días, se había transformado en su favorito: al lado de la chimenea, apoyado en la repisa de ésta.
—Ya lo habías mencionado, princesa.
—Lo sé, lo sé —Lucy suspiró pesadamente, hundiéndose más en su asiento y acurrucándose contra su manta—. Es sólo que debo estar nerviosa. Me refiero a qué… tú sabes que cuando estoy nerviosa me pongo a hablar y de verdad no puedo parar. Gwendolyn hace lo mismo, ¿lo has notado? Cuando está nerviosa suelta la lengua y no hay nadie quien la pare. Palabra tras palabras, salen disparadas de su boca y, es impresionante, porque de verdad ni siquiera toma aire y, a veces me pregunto como lo hace. Porque yo no hago lo mismo, ¿o sí? Sé que me pongo a hablar como loca, pero al menos me detengo para tomar aire porque…
—Princesa, querida —Paul seguía mirando a Lucy con una enorme ternura, y se notaba en los músculos alrededor de su boca que estaba reprimiendo una sonrisa—. Ahora mismo has hablado un montón sin siquiera tomar un pequeño respiro. Supongo que es de familia.
Lucy soltó una pequeña risa.
—Lo siento —suspiró pesadamente, fijándose ahora en tomar respiros durante sus monólogos—. Pero, como te dije, estoy nerviosa.
—Tranquila —le animó Paul, acercándose para acunar su rostro entre sus manos—. No es como si fuera la primera vez que veremos a Gwendolyn… o a ese chico, pedazo de…
—Por dios, tu amor por mí a veces me asusta, Paul —la voz de Gideon sorprendió a Lucy y Paul, quienes pegaron un salto de pura sorpresa. Gideon estaba apoyado en el marco de la puerta con una sonrisa ladeada que mostraba su diversión por lo que acababa de escuchar, detrás de la criada de los Bernhard, qué lo había guiado hasta esa habitación. Detrás de él, Gwendolyn miraba a sus padres con una mano en los labios, tratando de ocultar su sonrisa sutilmente—. ¿Y? —insistió el joven, arqueando una ceja—. ¿Chico pedazo de…? Adelante, termina la frase, nuestra intención no era interrumpir.
—¡Parece que ésta chica no entiende! —chilló Lady Tilney, desde el exterior de la habitación. Saludando a Gwendolyn y a Gideon antes de entrar, se dirigió a la criada—. ¿No le he dicho que debe tocar a la puerta y esperar que le digan "adelante" antes de entrar? ¡Se lo dije hace menos de veinte minutos!
Gwendolyn no fue capaz de evitar su risita esta vez, la que rápidamente se convirtió en una carcajada.
—Lo siento, lo siento —dijo entre risas, limpiándose las lágrimas que le habían saltado de repente—. Es sólo que… —al ver la expresión irritada de Lady Tilney, decidió no continuar—. Bueno, ¡hola, mamá!
Esquivando a Gideon se acercó a su madre, inclinándose para besarle en la mejilla y darle un ligero abrazo. Lucy tenía una enorme sonrisa en el rostro, y le correspondió el abrazo encantada. Luego, saludó a su padre, quién luego de abrazarla no la dejó ir, por lo que Gwendolyn se quedó a su lado con el brazo de Paul sobre sus hombros.
—¿Chico pedazo de…? —volvió a insistir Gideon, ampliando su sonrisa hasta mostrar unos brillantes dientes blancos. Sus ojos brillaron con malicia.
—Pedazo de inmortal, Gideon. Eso iba a decir —se excusó Paul, imitando su sonrisa.
—Sí, como no —murmuró Gideon por lo bajo, sacudiendo la cabeza con incredulidad—. Lucy, un gusto —se acercó a la mujer, que ahora lo miraba ligeramente cohibida. Tomó una de sus manos y besó sus nudillos, a lo que Lucy se sonrojó furiosamente.
Gwendolyn arqueó una ceja ante la reacción de su madre y, cuando ésta le dirigió la mirada, volvió a soltar una risita.
—Ojos de tigre, Gwenny, crean esa reacción en cualquiera —se excusó su madre, guiñándole un ojo. Paul frunció el ceño ligeramente, y Lucy le dedicó una sonrisa antes de ponerse de pie—. ¿Podrías traernos un poco de té, por favor? —le pidió a la doncella, que asintió inmediatamente.
—Por supuesto, Ma'am —respondió antes de voltearse y salir de la habitación.
—Al menos no te dijo Mistress Bernhard, o la habría despedido —resongó Lady Tilney meneando la cabeza—. Iré a ayudarla con el té. No vaya a ser que lo derrame por allí o traiga un té incorrecto.
Sin siquiera esperar cualquier tipo de respuesta, abandonó la habitación y cerró la puerta tras ella. Lucy se volteó hacia Gwendolyn otra vez y se petrificó al notar la mirada de sorpresa que tenía su hija.
—¿Qué? ¿Qué es? —preguntó Lucy inmediatamente, tomando una de las manos de Gwendolyn entre las suyas.
—¿Bernhard?
—Oh, sí, nos hemos cambiado el apellido —explicó Paul sin saber muy bien porque Gwendolyn se sorprendía tantos.
—Es sólo que…
—¿No es Bernhard el apellido de tu mayordomo? —preguntó Gideon—. Bueno, sé que en realidad no es un mayordomo, pero es algo así.
—Sí, Mister Bernhard ha sido un amigo de la familia por muchos años.
Lucy parpadeó, cómo si intentase recordar algo.
—Creo que… sí, recuerdo a un Mister Bernhard, pero no había hecho la conexión hasta ahora. —se dio la vuelta para dirigirse a su esposo—. ¿Crees que quizás…?
—Es muy probable —respondió Paul a la pregunta que Lucy dejó colgando en el aire, incompleta.
—¿Qué? ¿Qué cosa? —preguntó Gwendolyn, que había perdido el ritmo de los pensamientos.
Lucy y Paul se miraron, y luego, ambos al mismo tiempo, miraron de nuevo a Gwendolyn a los ojos con una cálida sonrisa.
—Estoy embarazada —dijo Lucy con expresión cautelosa, como si no supiera como Gwendolyn reaccionaría.
—¿Es en serio? —chilló la joven con una brillante sonrisa—. ¿De verdad? ¡Oh, por dios! —con un rápido movimiento, abrazó a su madre y ésta, algo sorprendida, le devolvió el abrazo—. ¡Eso es genial!
—Felicitaciones —dijo Gideon— pero… ¿qué tiene que ver eso con el amigo de la familia Montrose?
—Bueno, si calculamos las fechas —explicó Paul—, coinciden perfectamente.
—¿Coinciden? —Gwendolyn dejó de dar saltitos de emoción para mirar a su padre confundida.
—Ese amigo de la familia del que hablas, Gwen, probablemente sea tu hermano.
La boca de Gwendolyn cayó abierta y, si fuera una caricatura, habría tocado el suelo. —¿Mister Bernhard, mi hermano?
—Podría ser…
—¡Eso lo explica! —casi gritó Gwendolyn, interrumpiendo a Lucy.
—¿Explicar qué, querida? —preguntó Paul.
—Porque siempre me entiende —aseguró sonriendo—. Es de lo más simpático y me ha ayudado mucho. Quisiera que pudiera viajar en el tiempo con nosotros, así podría venir a verles.
Lucy sonrió débilmente. —Podré acompañarlo por gran parte de su vida, Gwenny. Estoy feliz de que tú puedas viajar en el tiempo y así visitarme.
—Sí, hay que aprovechar que puedo viajar en el tiempo ahora, porque no podré hacerlo después.
—¿Por qué no? —preguntó Gideon.
—Cuando nuestro tiempo de vida natural llegué a su fin, no podremos seguir viajando en el tiempo. El día en que deberíamos morir por vejez, el gen morirá —aseguró la joven—. Me lo dijo el conde justo antes de que entraras y te disparara… justo en el pecho —Gwendolyn se estremeció y lágrimas saltaron a sus ojos al pensar en cómo hubiera seguido su vida si Gideon hubiera muerto.
Gideon la rodeó con los brazos y la acercó a él. —Hey, sigo aquí, ¿de acuerdo? Nada sucedió, tranquila.
Gwendolyn se estremeció otra vez, justo cuando entraba la criada con el té y Lady Tilney pisándole los talones. —Aquí está el té, Ma'am.
Lucy se volteó a la doncella y le sonrió cálidamente. —Eso sería todo. Gracias.
—Bueno, bueno, nada de lágrimas por aquí —dijo Paul acariciando la espalda de su hija, mientras miraba de reojo a Gideon con mala cara. Gideon le sonrió brillantemente, sin ninguna intención de dejar de abrazar a Gwendolyn.
—Así que dime, querida, ¿cómo te ha ido en la escuela? —aventuró Lucy, buscando cambiar de tema.
Gwendolyn arrugó la nariz en reproche, después de todo lo que había pasado, ¿cómo se podría concentrar simplemente en la escuela? Al menos su vida ahora volvería a la normalidad –tan normal como puede ser cuando tú y tu novio son inmortales y viajeros en el tiempo– y volvería a ser tan pacífica como lo era antes.
¿O no?
