El summary es un extracto del Gaiden de Regulus, que una amiga me regaló ya que esta semana salió a la venta en Francia. Me apetecía darle un contexto a la frase y como ya tengo 5-6 shots "serios" pensados en relación con Regulus, pensé en hacer algo más cómico. Sin angst, para variar~

Disclaimer: The Lost Canvas no me pertenece


Sísifo estaba supervisando el entrenamiento de su sobrino Regulus, que posiblemente sería el próximo portador de la armadura de Leo. El joven estaba luchando contra otro aspirante a caballero y su tío iba dando consejos a ambos cuando veía algo que se debía corregir. Regulus, consciente de que estaba bajo la atenta mirada del caballero de Sagitario, estaba dando lo mejor de sí en su lucha contra su oponente, un chico de su edad llamado Yato.

—¡Vamos, Yato! —exclamó el joven, esquivando un puñetazo de su adversario—Ni siquiera logras golpearme.

El aspirante a la armadura de Leo se lo estaba pasando genial esquivando los golpes de Yato y provocándole para que se centrara en la pelea. El otro aspirante a caballero parecía algo nervioso por la presencia de Sísifo y Regulus sabía que lo mejor para que Yato se olvidara de su tío era enfadarle. Lo que Regulus no sabía es que Sísifo también se había olvidado de la pelea y llevaba un rato conversando con ElCid de Capricornio, que había ido a buscarle para comentarle algo acerca de su última misión.

Ni Regulus ni Yato se habían dado cuenta de que ya hacía un buen rato que no recibían consejo de su instructor, estaban demasiado absortos luchando como para darse cuenta de lo que les rodeaba.

—¡Golpeas como una chica! ¡Te voy a enseñar cómo se da un buen puñetazo!—gritó el futuro caballero de Leo cuando el puño de su combatiente por fin impactó contra su abdomen.

El caballero de Sagitario, que no había estado prestando atención, escuchó las últimas frases de su sobrino. Olvidando el contexto en que se hallaban y completamente ajeno a qué se refería Regulus, Sísifo detuvo por un momento su conversación con el caballero de Capricornio para gritarle algo a su sobrino, para diversión de éste y eterno horror de su adversario.

—¡Regulus! ¡No se pega a las chicas!


Aquella tarde, Regulus aprendió dos valiosas lecciones que nunca olvidaría. Primero, que a las chicas no se les pegaba. Segundo, que la expresión de mortificación de Yato era tan graciosa que hasta daba hipo.