Título:

Dämonenvampire.

Disclaimer:

Los personajes de Inuyasha no me pertenecen, si no a Rumiko Takahashi. Solo escribo esta historia con fines de entretenimiento y no de lucro.

Rating:

M.

Advertencia:

UN LEMON ESPECIAL (18+)Espero y los fans de Kagōme no me matéis. Contenido sexual explícito y violencia…

Little Note: desde el otro cap. Planeo hacerlo YAOI, así que; a los que no les guste este género… por favor, no lo leas y ahórrate los comentarios homofóbicos. (Si es un impedimento en las reglas poner Yaoi, por favor, decidme y lo cambio)

1 Capítulo: El final comienza…

para ti

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(.-*-.)

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|°|—Vampiro Seductor—|°|

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Era la primera copa que se tomaba en la noche, seguro sería la única. Miró el líquido rojo que le recordaba a lo que tanto ansiaba probar. Paciencia, es lo que tenía y le sobraba. No tenía mucho apetito por lo visto. Seduciría a una y…

Llevó a sus labios el vaso, pasando por su garganta el, algo amargo, trago. No se comparaba con lo que quería, pero algo es algo. Paseó su vista por la discoteca. Varios olores, unos fuertes otros dulces. Unos amargos otros salados, sudor, se dijo.

Veía a gordos tocando el trasero de las jóvenes camareras, metiendo un billete en el bolsillo de su delantal mientras les guiñaban el ojo. Las chicas sonreían y se iban, nerviosas, a atender a otro cliente, esperando que su rutina terminara pronto con unos suspiros disimulados.

— Patético — masculló, su voz grave y aterciopelada quedó ahogada entre la alta música del lugar. Terminó su bebida, dejando el vaso en el mostrador del local. La muchacha que se encargaba de servir las bebidas se acercó a él con paso coqueto — hum — Teniéndolo de frente, se recargó con un brazo en el mostrador, inclinándose para mostrar sus senos. El vampiro miró a la chica, le guiñó un ojo y sonrió.

— ¿Se te ofrece algo más, guapo? — preguntó con tono insinuante, infló su pecho, mostrando sus pechos y pestañeó con sus largas pestañas.

— No.

— ¡Oh, vamos! ¿Por qué tan solito, hermoso?

"Perra en celo" — se dijo a sí mismo. Recargó un codo en la mesa y posó su mentón en la palma de su mano — no quisiera estar solo esta noche, ¿me acompañarías? — ladeo su cabeza e imitó la mirada de ella.

Ella sonrió. Tamborileó con sus dedos la mesa. Hizo piecitos con dos dedos y los "caminó" hacia el brazo del vampiro. Él siguió con la mirada esos movimientos insinuantes y a la vez coquetos. Soltó un suspiro, y la volvió a ver a ella.

— Mi turno termina en diez minutos, ¿me esperarías? — él asintió. No le quedaba de otra, y no quería ir a cazar a un simple animal o algo… porque, por su culpa; él estaba así. Aunque tenía que admitir que la culpa también era suya, ¿él había empezado con eso, no? Muy bien sabía en lo que iba a terminar, y siempre encontraba un punto para manipularlo — por cierto, mi nombre es Kagōme.

— El mío… — dudó un poco al decirlo, ¿Por qué no? De todos modos su nombre era lo último que ella iría a recordar en la noche — Sesshōmaru.

— Un gusto… Sesshōmaru — un escalofrío involuntario recorrió el cuerpo de la chica al pronunciar ese nombre — "Deben ser imaginaciones mías" — se dijo. Se encogió de brazos y siguió atendiendo su turno hasta las diez.

Transcurrieron normales esos diez minutos. Sin que su futuro acompañante se diera cuenta, Kagōme miraba de reojo el reloj que estaba a sus espaldas, cada treinta segundos. Estaba impaciente, a sus veinte años se había atrevido a coquetear con alguien, siendo ella muy tímida y reservada. Fue un alivio que él no se diera cuenta de tu novata experiencia en eso del flirteo.

— Muy bien, Kagōme. Aquí termina tu turno, puedes irte — la chica asintió al oír a su jefa hablar, chocó sus manos con una sonrisa leve. Miró a Sesshōmaru de soslayo, ruborizándose cuando este le devolvió el gesto. Sonrió ampliamente e hizo una seña de "espérame"

Fue a buscar su gabardina en los vestidores. Agarró su bolso y, prácticamente corrió, hasta la salida a encontrar a Sesshōmaru, notándolo recargado en la pared de ese lugar, con una pierna doblada donde su pie se posaba en la pared, y sus manos metidas en los bolsillos de sus pantalones.

— Estoy lista, ¿vamos?

Sesshōmaru parpadeó, sus ojos, que en esos momentos eran rojos, se volvieron dorados con el movimiento. Levantó su vista a la chica y asintió, ladeando su cabeza a un lado.

La casa / departamento al que la había llevado Sesshōmaru, era un lugar no muy lejos del bar en el que ella trabajaba. Era algo grande, pequeña para su propia opinión, grande para los humanos. Claramente no vivía allí, solo se la pasaba en ese lugar para tener unos polvos cuando ese niñato se enojaba.

Era una casa de dos casas, azul oscuro, las ventanas estaban cerradas —si mirabas bien, con candados—, las cortinas eran gruesas a larga vista, y oscuras. Las flores eran de un tipo especial llamadas "higanbana". Sus pétalos eran algo especiales, delgadas y curvadas entre sí. La mayoría negras, difícilmente se veían rojas entre ese hermoso jardín.

— Pasa — ordenó Seshomaru, rompiendo el silencio que se había creado en el camino. Su hogar no quedaba muy lejos de su trabajo, apenas si unas cuadras algo solitarias para su gusto… y deleite. Era una suerte que Sesshōmaru no matara a sus víctimas en su casa, o su diversión en ese lugar… acabaría.

— S-Sí — soltó en respuesta algo nerviosa la aludida. Se sentía algo intimidada ahora, ese hombre tenía un algo, algo que la atraía como un imán. Era guapo, no lo dudaba, pero su sola presencia le inquietaba un poco.

— "Nervios. Aquí huele un poco salado" — De reojo sus ojos se posaron en ella. Estaba sonrojada, podía oír como los latidos de su corazón aumentaban, parecían un tambor. Sus ojos estaban vidriosos, en fin, estaba nerviosa — "novata, ¿Cómo pudo insinuarse si apenas puede estar a mi lado?"

Habían llegado a la cama rápidamente, para sorpresa de Kagōme. No había sentido mucho movimiento cuando entraron, por inercia había cerrado sus ojos, al abrirlos; se encontraba recostada en una cama de gruesas pero suaves mantas, ¿en qué habitación estaban? Quería averiguar cómo era el cuarto en el que había sido traída, pero una boca posada en su cuello; se lo negó.

Mordía sin fuerza, saboreando el lugar con su lengua. Era algo dulce, pero ella se había echado algo, un aroma fuerte que podía marear a un vampiro sin experiencia. A él le causaba una picazón en la nariz, afectando un poco su sentido. Tenía que dejar de respirar —lo que no necesitaba pero era costumbre— para no estornudar.

Un fuerte y amplio pero firme cuerpo; se había posado sobre el suyo. Su camisa fue quitada con manos expertas, quitando los botones de su vestido. Su respiración se volvía irregular, clavó sus uñas en la cama y su espalda se arqueo ligeramente, sintiendo los toques de esas manos en su cuerpo.

— Tus manos… — masculló la chica, cuando la parte superior del vestido que portaba; había sido retirada y una mano demasiado fría, para su opinión, se posaba en su abdomen. Su acompañante no respondió, seguía en su cuello entretenido. Sintiendo como, por la yugular de la chica, pasaba esa rojiza bebida que probaría después —… están frías.

— Soy friolento — respondió Sesshōmaru en un tono frío inconsciente. Sacó su lengua, pasándola por ese joven cuello, sintiendo como por su acción la chica respingaba y aspiraba por la nariz dejando de respirar unos instantes. Se incorporó de cuclillas, quitando su camisa, tirándola a quien sabe dónde. Cuando su pecho quedó desnudo; Kagōme se atrevió a tocar su abdomen marcado.

El vampiro sonrió para sí mismo. Le quitó la prenda completamente a ella, dejándola solo con su ropa interior.

— "¿Rosa? ¿Por qué no me sorprende? Debe de ser una simple adolescente. Eso es mejor" — al pensar eso, pudo jurar que él le había oído. Una corriente eléctrica recorrió su cuerpo al poder oír sus pensamientos a larga distancia. Sonrió. Tenía celos. Él chico tenía celos — "Seguro piensa que solo fue un pensamiento inofensivo. Estamos conectados, aunque él no lo sabe"

— Sesshōmaru — Kagōme se preguntaba el porqué del paro en sus acciones en Sesshōmaru. Ya no le besaba o mordía levemente el cuello, se había quedado estático pensando cualquier cosa que ella desconocía — ¿pasa algo?

— No, ¿Por qué habría de pasar? — la miró a los ojos, y le dedicó una sonrisa. Quitó el sostén de la chica, dejando a la vista esos senos redondos y firmes. Con una mano, acarició la aureola oscura sin llegar a tocar el pezón. Kagōme dejó escapar un suspiro.

— ¡Ah!

Sesshōmaru apresó el pezón entre sus labios para empezar a chupar. Oyó como Kagōme reía, sabía que le causaba cosquillas, aunque ese no era el efecto que quería causar. Coló una mano hasta la intimidad de la chica. Masajeó por la superficie y metió de golpe dos dedos.

— ¡Ah! ¡O-Oiga!

— Shhh, cálmate — empezó a mover los dedos. No era que ella lo necesita —eso lo decía él—, pero era una costumbre que había agarrado. Kagōme movió sus caderas, Sesshōmaru soltó un suspiro. Tocó por encima del pantalón su entrepierna. La chica lo miró expectante, gimiendo bajo esos dedos, todavía.

Se deshizo de esos molestos pantalones. Liberando su erección, sus orejas se movieron disimuladamente cuando Kagōme soltó un gemido impresionado al ver lo grande que era su extensión. Se sentó y con sus manos tocó el… pedazo de carne palpitante. Necesitó las dos manos para poder rodear por completo esa polla.

Inclinó su cabeza queriendo probarlo, pero antes de siquiera lograrlo, su acompañante la agarró de los cabellos apartándola y tirándola de vuelta a la cama. Quiso protestar por el movimiento brusco, pero cayó cuando ese falo se adentró en su cuerpo.

Un dolor agudo le recorrió la espina dorsal al sentirlo entrar. Sesshōmaru lo hacía muy rápido y no le daba tiempo para respirar. Su pecho subía y bajaba frenéticamente, con la respiración descontrolada. No quería chillar de dolor para no avergonzarse ante ese hermoso hombre.

Mordió sus labios queriendo acallar el gemido proveniente desde el fondo de su garganta. Cerró sus ojos cuando sintió que todo había entrado en sí. Miró a Sesshōmaru, sorprendiéndose al no verle sudar o respirar entrecortadamente como ella lo hacía.

Pasó saliva.

— P-Puedes… ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah!

Sin terminar la frase el vampiro empezó a mover su cadera. No le importaba el dolor que ella sentía, solo se movía por gusto, queriendo encontrar el placer que NO sentía en cada arremetida que cada contra el cuerpo de la mortal.

No era lo mismo. No sentía esa calidez abrigando su cuerpo. Se sintió frustrado, dejó caer sus manos lado a lado de la cabeza de su acompañante y empezó a moverse más rápido, demasiado para ella. En un punto sus sentidos se habían descontrolado, ya no oía nada más que sus propios pensamientos. Solo quería darse placer a sí mismo, después de todo, ella iba a morir, era su cena.

— ¡Ah! ¡M-Mierda! ¡Ah! ¡D-Duele! ¡Ah! ¡D-Duele!

— Grrrrr, grrrrr — los gruñidos desconcertaron a Kagōme. Abrió sus ojos asustada, dándose cuenta de algo que la dejó impactada. En la cabeza de ese hombre, dos curvadas extensiones lado a lado, color blanco… eran, ¿cuernos? ¡¿Un demonio?!

— ¡Ah! ¡D-Déjame! ¡D-Duele! ¡Déjame! ¡Ah! ¡Ah! ¡P-Por favor!

— ¡No! ¡Cállate!

Kagōme no sentía ningún placer cuando esa dura extensión entraba en su intimidad. Más bien, sentía un fuerte ardor, que se intensificaba segundo por segundo. Podía sentir como algo salpicaba el miembro de ese demonio en frente suyo, miró hacia abajo con dificultad… logrando ver; ¿sangre?

— ¡N-No! ¡D-Déjeme! ¡Ah! ¡Suélteme! ¡D-Déjeme i-ir! ¡Ah!

Golpeaba con todas su fuerzas el pecho de Sesshōmaru. Intentó encajar sus uñas pero él no se inmutó. Seguía penetrándola fuertemente, desgarrándole el interior, sintiendo sus entrañas arder cuando la punta tocaba hasta el fondo de su cuerpo.

Ella misma tocó su vientre cuando se dio cuenta que se inflaba y desinflaba como globo. Se asustó más —si era posible— cuando confirmó que era el miembro de ese… ¿hombre? En ella. Ya eso no le importaba. Estaba asustada, no, aterrorizada. Quería irse pero unas garras situadas en su cintura, hundiéndose en su piel… detuvieron su intento fallido. Sintió como rasgaba su piel en su cintura, sacando unas gotas de sangre.

Sesshōmaru disfrutaba verla gemir y llorar. Adoraba ver esas gruesas lágrimas recorrer las mejillas de esa perra en celo a la que violaba en esos momentos. Sentía como la sangre de la chica resbalaba por su miembro; lubricándolo.

Gruñidos y más gruñidos salían de sus labios. Aunque amara ver como Kagōme chillaba asustada, no encontraba placer en el acto. Quería más. Algo más placentero. No quería a esta chica así, quería hacerla sufrir de verdad. Así vería si sus instintos se saciaban…

Salió de improvisto y con brusquedad de la vagina de la chica, deleitando sus pupilas al ver como la sangre corría por los muslos de ella. La había desgarrado, eso le encantaba. Sus ojos brillaron de emoción contenida. Le dio vuelta, haciendo que Kagōme quedara dándole la espalda. Elevó su cadera, y la volvió a penetrar de improvisto.

— ¡Ahhhhhhh! ¡Auch! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡B-Basta! ¡N-No!

Sesshōmaru le soltó una cacheteada desde atrás. Con una mano atrapó uno de sus senos y lo apretó con fuerza, usando sus garras entre su pezón. Kagōme se retorció, queriendo librarse de ese agarré que le dolía, aunque no era comparado con el ardor que sentía donde era penetrada.

Su cuerpo cayó como peso muerto al Sesshōmaru salir de nuevo. Pero su cadera fue bruscamente levanta, otra vez. Dejándose expuesta.

— P-Por favor — sollozó —; a-allí n-no. O-Onegai, d-detente, allí ¡Aghhhhhhhhhhhhhh! — el estruendoso y doloroso gemido que salió de sus labios al ser su culo penetrado hasta el fondo; fue una canción para los oídos de Sesshōmaru. Empezó a moverse; sin importarle que ella no se hubiera acostumbrado — ¡Ahh! ¡Ahhh! ¡Ahhh! ¡N-No! ¡N-No! ¡Ahh! ¡Ahh!

— ¡Cállate!

El grito del vampiro resonó por toda la habitación. Así si disfrutaba torturándola. En ese lugar se notaba que ella era virgen, lo que le encantaba. Su pene nuevamente fue rodeado por la sangre de ella.

Otro desgarre.

Interesante.

Cuando terminó, derramó su semilla en el interior de la chica, soltando un rugido. Por un momento su verdadera forma salió a la luz, pero se tranquilizó, y se volvió a transformar. En cambio Kagōme, ella quedó inconsciente por el cansancio físico y emocional.

Despertó con un dolor de cabeza. Asustada; se incorporó levantándose. Encontrándose tendida en un sillón, al frente, en otro sillón, Sesshōmaru se encontraba sentado. Al ver que había despertado, él sonrió mostrando sus blancos y largos colmillos.

Kagōme pasó saliva. Su cuerpo comenzó a temblar; recordando la peor noche de su vida. Sesshōmaru sonrió más amplio al notar como tiritaba de pies a cabeza. Se cruzó de brazos mostrando su verdadera forma.

Grandes y ondulados cuernos, alas negras; donde sobresalían unos huesos puntiagudos en los codos de estos, y grandes y largas garras. Kagōme dio un respingo al verlo, de un salto se levantó del sofá, intentando alejarse de ese vampiro especial.

— ¡N-No! ¡Por favor! ¡No me hagas daño! — se cubrió a si misma con los brazos. Pero eso no impidió el que Sesshōmaru se haya acercado a su cuerpo para desnudarle con sus garras — ¡Por favor!

— Deja esas lágrimas — ordenó frío, Sesshōmaru. Kagōme se preguntaba, ¿Dónde estaba el sonriente muchacho que conoció anoche? ¿Dónde quedó el muchacho que al principio le había entregado caricias suaves? — Niña Llorona.

El llanto descontrolado de la chica; irritó a Sesshōmaru. La jaló bruscamente del brazo y le mordió el cuello, bebiendo de su néctar hasta que el cuerpo quedó inmóvil, justo después de terminar de gritar de dolor.

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Al día siguiente; había visitado otro bar.

Escuchaba los gritos desgarradores que salían de los labios de esa chica que se retorcía bajo sus blancos colmillos. Un poco de sangre bajaba por el mentón de ella, el blanco vestido entubado que portaba; ahora estaba manchado de grandes y pequeñas, a la vez, gotas de ese líquido carmesí que le era robado. Amaba oírla gritar, era una melodía que los humanos solo usaban cuando se impresionaban o asustaban, y eso le encantaba.

Porque solo lo hacía para matar, era su naturaleza.

Su belleza, esos ojos ambarinos que brillaban a la luz de la luna. Su largo cabello plateado que se mecía con el viento y al caminar. Su musculoso cuerpo; él sabía que todo eso atraía a muchos, tanto hombres como mujeres. Se aprovechaba de su apariencia… no lo negaba, porque le encantaba hacerlo.

Seducir a sus víctimas, llevarlas a la cama y luego matarlas; fingiendo amabilidad ofreciéndose para llevarlas a su hogar, en cambio; las llevaría a un lugar solitario; como lo era el callejón abandonado en el que estaban.

Esas manos en su cintura y cuello no le daban tregua, clavándoseles al cuerpo con mucha fuerza, hundiendo sus dedos en la carne que tocaban. Sus garras se encajaban en su yugular, donde, a la par, unos colmillos la mordían, bebiendo con éxtasis esa bebida deliciosamente roja para el demonio y que ella necesitaba para vivir.

Perdía ese líquido a cada segundo. Sintiéndose débil, ya no podía gritar, su garganta seca se lo impedía. Las fuerzas menguaban, el mareo era insoportable, quería vomitar, pero más quería vivir, no quería que su corta vida terminara allí, a manos de un vampiro.

Era un vampiro no lo consideraba un súcubo o incubo; por lo que había esos demonio tenían colas y alas —o eso decían los rumores de personas que los habían visto y escaparon con vida—, y su ángel de la muerte no lo tenía, o por lo menos eso llegaba a ver ella, solo unos cuernos que sobresalían de su cabeza. Eran duros y algo curvados en la punta, los había sentido al pegarle en la cabeza protestando; cuando había mordido con cierta violencia su cuello; creyendo que era un juego suyo cuando caminaban.

Cuan equivocaba estaba.

Ese demonio pudo sentir como, mientras la mataba, encajaba sus postizas uñas en sus hombros, intentando apartarlo con débiles fuerzas, mientras pequeños gemidos de dolor salían de sus labios. Sabía le dolía como el mismo infierno. Pero eso a él no le importaba… solo seguía concentrado en morder y tragar.

— "Aburrido" — pensó. Adoraba oírlos gritar, pedir por auxilio, esa ayuda que nunca llegaría. Quería oírla gritar, gritar tan alto que sus cuerdas vocales reventaran o solo… colapsaran. Pero eso ya se estaba acabando.

La tormenta empezó a caer, mojando su ropa, causando que esta se adhiriera a su cuerpo. A sus finos oídos llegaba el pausado latir de ese corazón que quería bombear lo que le estaba siendo robado con gusto y malicia.

— Ayuda — masculló ella. Sus cuerdas vocales, resentidas, no dejaban salir ningún sonido alto. Su garganta seca la sentía, quiso pasar saliva, pero al hacerlo, el sujeto que la mataba; clavó sus filosos colmillos más fuerte — ¡Agh! — su cuello dolía, por la posición y por la mordida. De sus labios empezó a emanar sangre, manchando sus ropas y de paso alto, el cabello de él.

— "Maldita humana" — pensó al sentirlo. Quitó la mano que le mantenía sujeta la cintura y la llevó a un brazo, encajó sus dedos en la fría piel de la chica. Esta, al sentirlo; cogiendo fuerzas de donde no tenía; soltó un alto grito que pudo haber dejado a cualquiera sordo. Pero al vampiro… le hizo sonreír de satisfacción. Rodeó con sus largos dedos el brazo completo y empezó a jalarlo a un lado, queriéndolo arrancar de su lugar.

— -N-No… — sollozó la chica. Sintiendo ese horrible dolor en su extremidad — ¡Aghhhhhhh! — volvió a gritar. Sus cuerdas vocales se rompieron, coagulándose en su garganta algo viscoso — cogh, cogh, cogh — sus cuerdas y su boca; llenas de sangre; no la dejaron respirar… muriéndose ahogada por la misma segundos después. Cerró sus ojos color chocolate, dejando salir un suspiro mudo — Sesshōmaru.

Cuando el cuerpo al lado suyo terminó de gritar de dolor y de horror al morir, se sintió satisfecho. Quitó sus colmillos, mirando el pálido cuerpo que soltó sin ningún remordimiento.

— Kikyō — mascullo, recordando una vieja canción, la empezó a tararear. Pateó con fuerza al saco de carne seco a sus pies. Lamió sus labios y sus colmillos. Pasó sus dedos por su barbilla, recogiendo lo que no pudo alcanzar fácilmente con su lengua.

Gimió de gusto.

Sus ojos rojos, cambiaron a dorados. Chasqueó los dedos y sus cuernos, al igual que los colmillos, desaparecieron. Su cabello cayó lado a lado de su cabeza cual cascada plateada. En estos momentos agradecía la intensa tormenta con relámpagos que caían al suelo, salpicándole. Cualquier rastro suyo… desaparecía con la brisa.

La sangre en su cabello se dispersó hasta desaparecer, lo mismo con su boca. Metió las manos a su pantalón, y emprendió el camino como si el cadáver que estaba en el suelo… fuera poca cosa. Como si el no fuera quien la mato, quien vació su ser hasta saciarse, hasta dejarla vacía.

¿Qué más daba?

De todos modos… él era un vampiro. Y esa era su naturaleza.

Porque solo mataba por placer, por hambre y por gusto. Adoraba el sabor de la sangre resbalar por su garganta, saciando su sed de esta. Adoraba oír esos gritos de súplica, aun sabiendo que ese sería vuestro fin… porque él era así… y le encantaba

NOTAS FINLES:

3500 palabras, o eso vi.

Bueno, este es mi primer fic para Halloween / Noche de brujas, que escribo en fanfiction o en alguna otra página. He intentado que quedara algo más o menos con suspenso. No soy muy buena para hacer cosas de terror.

Me gusta la paz, pero simplemente esta idea me llegó a la cabeza. Creo que quedó algo incoherente, pero la razón es que… mientras escribía; apartaba algunos párrafos y las palabras llegaban por si solas.

Ah, y no sé realmente que color son los ojos de Kikyō, por lo que escribí que eran chocolates como los de Kagōme. Hace mucho no veo el anime, solo lo he leído y no me acostumbro a hacer Lemon hetero, solo homosexual.

Más bien, este es el primer hetero que hago en mi vida (doce años)

¿Saben que es lo curioso? Que se me había ido la inspiración, y si no hubiera escuchado Love & death — Tokio hotel; nunca me hubiera llegado la inspiración. Creo que me quedó ficticio con las características que le agregué a Sesshōmaru en su verdadera forma.