Título: Un amante de ensueño

Rate: M (por posibles escenas sexuales explícitas)

Pareja: Delic x Hibiya

Sinopsis: Para Delic estar atrapado en un dormitorio con una mujer era algo maravilloso, pero estar atrapado en cientos de dormitorios durante más de dos mil años, no lo es. Y ser maldecido y encerrado en un libro para ser convocado como esclavo sexual, puede arruinar incluso a quien un día fuera un poderoso guerrero espartano. Pero cuando fue convocado para cumplir las fantasías sexuales de Hibiya, él fue la primera persona en la historia que lo vio como un ser humano.

Yo sé que no tiene sentido que hable de espartanos si los personajes son japoneses pero casi no sé sobre la mitología japonesa ni tengo tiempo suficiente para buscar información de samurais y demás y pido disculpas por eso. Pido que me perdonen por eso y disfruten de la lectura.

Disclaimer: Personajes de Ryohgo Narita, historia basada del libro Un amante de ensueño de Sherrilyn Kenyon.


CAPITULO 1


-Muchas gracias por haber venido y lo espero en la próxima sesión Honda-san

-No, gracias a usted, doctor.

Viendo irse su paciente, Hibiya Orihara podría relajarse al fin. Ese era su último paciente del día, era viernes y lo que más deseaba en ese momento era irse a su casa a descansar, había sido una semana muy ocupada.

La puerta de su consultorio se volvió a abrir dejando paso a su secretaria Namie Yagiri.

-Espero que no esté otro paciente afuera esperando y yo ya guardando mis cosas

Namie rodó lo ojos.

-Claro que no — se acercó al pelinegro y extendió una mano que traía una caja blanca del tamaño de su mano con una pequeña tarjeta pegada. Hibiya simplemente se quedó viendo la caja como no entendiendo por qué se lo estaba enseñando — … Feliz cumpleaños

3…

2…

1…

Hibiya abrió los ojos lleno de asombro ¡¿estaba recibiendo un relajo de parte de su desabrida secretaria, y no nada más eso, era un regalo de cumpleaños?! Tal vez era el día que se iba a morir y por eso estaba pasando esto.

-¿Lo vas a agarrar o no? — la paciencia de Namie se estaba agotando, cada segundo que pasaba se estaba lamentando por haberse tomado el tiempo en comprarle un regalo a su jefe — ¿o se te olvidó tu propio cumpleaños?

Rápidamente el pelinegro se recuperó de su gran asombro para lanzarle una mirada algo ofendida por su acusación

-Para tu información tengo planes esta noche para celebrar mi cumpleaños ¿cómo lo iba a olvidar? — sin más, le quitó la caja a Namie. Se sentía algo liviana - ¿qué es?

-Chocolates — al ver que su jefe había hecho una pequeña mueca, rió levemente — chocolates negros con licor. Sé que no te gusta las cosas dulces pero también eres muy difícil de complacer por lo que agradece que me tomé la molestias de buscar el chocolate con menos azúcar que encontré.

-Gracias Namie-san, yo… — la verdad Hibiya no sabía cómo reaccionar a esto, hace mucho que no recibía un regalo de alguien que no fuera su círculo de amigos o el círculo de personas que todavía se preocupaban por él — Gracias.

Namie sonrió levemente, quedándose así por unos segundos en silencio.

-Bueno, no te quiero entretener más para que te vayas en tu "cita" de esta noche.

Hibiya simplemente levantó la ceja para ocultar su incomodidad. No recordaba haberle dicho que le había dicho con quién iría, mucho menos de que esa persona sería su cita.

-¿Qué te hizo pensar que iba a tener una cita?

-¿Qué? ¿A caso no festejas tu cumpleaños a lado de tu pareja? — Hibiya no dijo nada, simplemente se puso muy serio. Ahí fue cuando Namie se dio cuenta que había metido la pata - De todas formas, aunque te vayas a juntar con el vagabundo de la esquina espero que te diviertas.

Y sin más, la mujer salió del consultorio.

Hibiya dejó salir un gran suspiro. No quería empeorar su estado de ánimo por algo que había pasado ya más de un año. Se había dicho muchas veces que ya no le afectaba esos eventos del pasado.

Volvió a dejar salir otro suspiro y agarró sus cosas para irse a encontrar con la persona que se iba a reunir ese día.

-¡Hibi-chan! ¡Por aquí!

Hibiya había llegado a una peluquería que se encontraba en unos de los centros comerciales más exclusivos de Minato. Aquel lugar era el área de trabajo de su mejor amiga: Erika Karisawa.

Después de haberla buscado por todo el local estando desorientado, por fin pudo localizar a su amiga.

-Hola Erika ¿lista para irnos?

-Sí, solo termino de limpiar todo esto, los acomodo, hago check-out y nos vamos. Por mientras te puedes sentar en la sala de espera.

Y así como la había encontrado, se fue. Se encogió de hombros y se dispuso a hacer lo que le había indicado su amiga, yéndose a sentar en la sala de espera donde había varios hombres esperando -de seguro- a sus mujeres. Se compadecía de todas aquellas almas.

Después de diez minutos que le parecieron diez horas, pudieron salir del local y se subieron al auto de Hibiya.

-No sé cómo le haces para venir a trabajar todos los días hasta Minato si vives en Ikebukuro ¿no era más fácil conseguir un trabajo ahí?

-¡Hey! Si no soy la única que tiene su trabajo fuera del área de donde vive. Si tanto te quejas de mí entonces¿por qué tu oficina está en Shinjuku y no en Ikebukuro? ¿eh?

-Touché

Y así, entre pláticas en el tráfico de la gran urbe como lo era la capital de Japón, llegaron a Ikebukuro. A la casa de Hibiya para ser más exactos.

La velada fue tranquila. Habían platicado un poco de todo, había cenado pizza con copas de vino y habían visto una película juntos. Ahora era la "hora de los regalos" como lo había apodado Erika.

De su gran bolso sacó una bolsa de regalo. Se la extendió a Hibiya, quien la abrió casi al instante.

Dentro de la bolsa había un hermoso suéter blanco con detalles dorados. Hibiya quedó encantado.

Agradeciéndole a su amiga, sacó el suéter de la bola para verlo mejor, dejándolo caer algo al piso.

Bajó la mirada y encontró otro pedazo de tela de color rosa en el piso.

Dejando a un lado su suéter, recogió la tela rosada y la desdobló para ver qué era… quiso asesinar a su amiga en ese momento.

La tela rosada era nada más ni nada menos que una prenda de mujer. Una blusa ajustada con escote pronunciado, siendo una prenda de vestir catalogada como "sexy". Hibiya solo pensaba que era una blusa de puta.

Sin soltar la blusa, el pelinegro fulminó con la mirada a su amiga.

-¿Qué? — preguntó inocentemente

-No me voy a poner ropa femenina, y menos de mujerzuela, entiéndelo, mujer.

-¡Pero! — elevó la voz su amiga, cuando hablaba de las cosas que le gustaban elevaba mucho la voz, casi al punto de gritar — ¡Te verías súper sexy en esas ropas! ¿Acaso no lo ves?

Hibiya simplemente dejó salir un pequeño suspiro. Era inútil discutir con su amiga, ya lo había intentado en el pasado, nunca lograba convencerla. Lo mejor que podía hacer era dejarla ser.

Volviendo a guardar sus regalos en la bolsa de regalo mientras seguía ignorando a su amiga, visualizó un libro viejo de pasta dura de color beige sin tener nada escrito en su portada que estaba descansando a un lado de su amiga.

-¿Y ese libro? — preguntó, interrumpiendo el monólogo de su amiga del "por qué Hibiya debería de empezar a vestirse más sensual y así podría conseguir citas de hombres apuestos" — ¿De dónde lo sacaste?

-¡Ah! Ese era tu regalo sorpresa, aunque sólo importa una página en todo el libro.

-¿Qué? — si antes le había atraído aquel libro viejo, ahora tenía toda su atención — ¿Cómo que "solo importan una página"?

-Mira, te enseñaré — sin esperar respuesta, Erika le arrebató el libro y empezó a buscar una página del libro hasta que la encontró — Aquí está! ¡Mira!

Dándole la vuelta para que Hibiya viera, enseñó la dichosa página.

Todo el texto ahí mostrado estaba en griego antiguo y parecía que había sido escrito a mano pero eso era lo que menos llamaba la atención, donde los ojos de Hibiya habían quedado atrapados era lo que Erika quería que viera: Era la figura de un hombre demasiado apuesto, de cabellera rubia, ojos oscuros y enseñando su desnudez en pose como la estatua de David. Era como ver una pintura de arte.

Al ver que su amigo había quedado anonadado por la imagen de aquel hombre en la página, sonrió.

-Al parecer alguien te ha llamado la atención

Hibiya dejó de mirar la página para ver a su amiga.

-¿Solo era eso? ¿Enseñarme a un hombre desnudo de un libro que ni entiendo lo que dice? Lo siento Erika pero parece como si no me conocieras.

-No seas tonto, todavía no te he explicado para qué quería que lo vieras. Agradece que una de las pocas clases que aprobé antes de salirme de la facultad de filosofía fue griego antiguo y pueda traducirse estas cosas. Lo que dice en este libro es muy interesante.

-Erika… — antes de que su amiga se emocionara, contando sus cosas nerd, la detuvo — sabes que todas esas cosas me aburren.

-¡Que te calles y déjame terminar! - esperó a que Hibiya le hiciera caso hasta que este se rindió y dejó de protestar. Ahí fue donde su amiga prosiguió — Aquí dice que este hombre que te acabo de mostrar es como un tipo de dios del sexo y lo puedes invocar para poderlo tener durante un mes para cumplir todas tus fantasías.

Terminó de decir su mini resumen de lo que había traducido del libro para mirar a su amigo que seguía con cara escéptica.

-Erika… aprecio tus intenciones pero no estoy tan desesperado por tener sexo ¿sabes? Estoy bien como estoy

-¡Claro que no lo estás! — le dijo muy segura de sí misma — Dime Hibiya ¿cuándo fue la última vez que te acostaste con alguien? — apenas Hibiya había abierto la boca para contestar pero Erika fue más rápida — Que no haya terminado en un desastre.

Al escuchar lo último, cerró la boca. Era verdad que su vida sexual no era muy favorable desde que había roto su compromiso con su ex pero eso no le daba derecho a su amiga que se metiera en algo que nadie más le debía de importar.

-¿Y? ¿Acaso importa? Si no tengo sexo no me voy a morir.

-Pero te ayudará a bajar tus niveles de estrés… y tal vez con eso te abra la mente y le des oportunidad a más hombres para que entren en tu vida ¿no lo ves? Tal vez eso es lo que te falta.

Hibiya se quedó analizando por un momento lo que le decía su vez sí era lo que necesitaba… o tal vez se estaba dejando engatusar por su amiga para luego convencerlo de que usara la ropa provocativa que ella le insistía en regalarle cada cumpleaños. No iba a caer.

-No. Además de que no creo en nada de esas cosas: ni en dios, ni en maldiciones, invocaciones y demás — y ahora el amor se unía a esa lista.

-Anda, Hibi-chan — Erika empezó a hacer ojos de cachorro — ¿aunque sea para intentar a ver si es verdad? Lo acabas de decir: no crees en nada de esas cosas por lo que ¿qué podría pasar? Tal vez ni sale nada. Por favor.

Cada vez se le hacía más difícil decirle que no a su amiga.

Después de unos segundos en silencio, Hibiya aceptó. Erika celebró y retomó su lectura en la página del libro donde estaba aquel hombre.

-Aquí dice que tienes que decir este pequeño hechizo de invocación bajo la luz de la luna llena exactamente a medianoche Qué cliché suena eso. Pero no importa, resulta que hoy es luna llena. ¡Lo podemos hacer ya, todavía no son las 12!

Y así fueron al jardín de la casa de Hibiya. Después de haberle traducido el texto a su amigo varias veces para que este se lo aprendiera, se colocó bajo la luz de la luna con el libro en mano mientras esperaba que los pocos segundos que faltaran siguieran para que fuera la medianoche.

Cuando se escuchó el reloj marcando las 12 de la noche, Hibiya volteó a ver a su amiga. Era verdad que no creía que esto iba a funcionar pero, por una extraña razón, se sentía nervioso. Su amiga lo alentaba a que recitara las palabras

Respirando hondo, cerró los ojos y abrió la boca para decir en voz alta las palabras. Era como una rima, hasta se podría confundir con un trabalenguas. Era corto y preciso.

Después de pronunciar la última palabra, volvió a abrir los ojos esperando a que algo paranormal sucediera. Erika estaba en las mismas condiciones y empezó a acercarse a su amigo.

Casi al instante escucharon sonidos provenientes de uno de los arbustos más grandes del jardín de Hibiya. Erika casi corrió los últimos pasos que le faltaban para estar a un lado de su amigos, se había asustado. Aunque ella había sido la de la idea, sentía algo de temor.

Después de unos segundos más sin despegar su mirada al arbusto que cada vez se notaba que lo que estuviera dentro buscaba su camino de salida, apareció lo que estaba haciendo ruido: el gato del vecino.

Los dos soltaron el aire que ninguno de los dos se había percatado que lo estaban sosteniendo cuando vieron al gato gordo y bigotón del vecino. Se sentían decepcionados.

-... Me habían jurado que este libro no era falso y realmente podías invocar algo. Que decepción.

En cierta medida Hibiya se sentía aliviado de que no saliera ningún hombre apuesto del libro, no estaba preparado para reactivar su vida sexual, aunque, en lo más profundo de su ser, también se sentía decepcionado.

Después de eso los dos entraron a la casa para recoger las cosas que había ensuciado y Erika pedía un taxi para irse a su casa. Después de veinte minutos se despidieron y acordaron en volverse a reunir el otro fin de semana.

A pesar que ya casi eran la una de la mañana, Hibiya decidió limpiar los dos platos y las dos copas que había utilizado, aunque la cocina estaba limpia a excepción de los platos, ya se había acostumbrado a tener toda su casa limpia antes de dormir.

Cuando se disponía a enjuagar los platos, una luz blanca se hizo visible, llamando la atención de Hibiya. Había parecido como un rayo, haciendo que se le hiciera raro, cuando salieron el cielo estaba despejado, de todas formas se asomó por la ventana para confirmar que no estuviera una nube por ahí perdida que amenazara en mojar todo bajo ella.

Al ver que el cielo seguía igual, se dio cuenta de algo que no se había parado a pensar cuando pasó: la luz pareció que provenía del interior de su casa…

Se dio la media vuelta casi instintivamente, quedándose mirando la entrada a su cocina. El miedo se empezó a apoderarse de él.

Agarró un sartén lo más silenciosamente posible y emprendió su camino hacia la sala.

Poco a poco iba dejando la cocina y entrando a la sala cuando en su campo de visión encontró a un hombre de espaldas estando parado en medio de su sala, desnudo.

El hombre estaba mirando a todo su alrededor, daba la impresión de que estaba desorientado.

Se dio la media vuelta como siguiendo su exploración con la vista de esa pequeña sala cuando se topó con un hombre pelinegro de mucho menos estatura que él, estando "armado" con un sartén, se sorprendió al encontrarse con Hibiya. El pelinegro se paralizó y sonrojó al ver de enfrente de aquel hombre, el rubio delante suyo era exactamente igual al hombre que había visto en el libro. No podía creer que tenía aquel apuesto rubio desnudo en su casa. Bajó su mirada como acto de reflejo y su sonrojo se marcó mucho más.

El rubio delante suyo dejó de tener la cara de sorpresa para cambiarla a una divertida mientras recorría su cuerpo con la mirada descaradamente, acto seguido este se relamió los labios y cambiaba su mirada a una llena de deseo.

-Buenas noches~ -saludó con una sonrisa coqueta en sus labios sin despegar su vista en Hibiya y se fue acercando como si fuera un depredador listo para devorar a su presa.

-¡No te muevas!

Vale, ese grito no se lo esperaba, normalmente recibía gritos de fangirl y corrían ante él, sin importar el sexo, para que hiciera lo que mejor sabía hacer, no que le gritaran en su cara como si fuera un ladrón.

-Eso es muy grosero ¿No te enseñaron que no le debes de gritar así a la gente que acabas de conocer?

-¿Y a ti no te enseñaron en no entrar en casa ajenas estando desnudo?

"...buen punto" pensó el hombre misterioso.

-Pero yo tengo un propósito para estar así — respondió melosamente

-¿Ah, sí? ¿Y cuál es? Dependiendo de tu respuesta me pensaré en llamarle a la policía o no

-Para cumplir todas las fantasías sexuales de las personas~

Hibiya ni se inmutó y sacó su celular para llamar a la policía.

-¿Qué haces?

-Busco el número de la policía para que te saquen de mi casa… ahora que lo pienso ¿cómo entraste?

-Tú me dejaste entrar — eso descolocó a Hibiya ¡¿Cómo iba a dejar pasar a un tipo loco aunqueextremadamenteguapo y desnudo a su casa?! Al ver que Hibiya se enojaba más, decidió explicarse — La mujer que estaba aquí ¿tu amiga? creo que era tu amiga por la manera animada y en confianza en la cual hablaban… bueno, cuando tú la dejaste pasar, me dejaste pasar a mí.

-... — Hibiya no sabía si llamar a la policía para reportar a un depravado sexual o llamar a un hospital psiquiátrico para reportar a un loco — ajá… y ¿cómo fue que no te vi o que ella me presentara ante ti?

-De hecho sí lo hizo — ok, esto había descolocado a Hibiya — Te enseñó el libro ¿no? Ahí fue cuando nos presentó. Por un momento me asustó ante tu negativa para invocarme, pensé que tendría que esperar otros cien años para salir...

El hombre misteriosos dejó de hablar al ver la cara de espanto de Hibiya. El hombre se había dado cuenta que todo este tiempo Hibiya le había tomado el pelo y no le había creído hasta que dijo algo que nadie más sabría qué pasó… solo si estuvieras presente. Pensó que con eso ya se había ganado a Hibiya.

Intentó dar un paso para acortar la distancia entre él y Hibiya pero ante aquel movimiento, Hibiya se volvió a poner en pose defensiva con el sartén a altura de su cabeza como si fuera un bate de baseball.

-¡Te dije que no te movieras!

El hombre se dejó de mover. Había bajado su mirada al piso. Parecía algo distraído.

Hibiya ignoró aquel gesto del chico y siguió dando pasos hacia atrás, sabía que si giraba unos grados más su cuerpo sin dejar de mirar al hombre misterioso, podía llegar a las escaleras y correr al segundo piso y ahí encerrarse en su habitación y llamar a la policía.

Paso a paso y el destino de Hibiya ya casi acercaba hasta que volvió a ver las intenciones del hombre en dar un paso hacia delante.

-¡Atrás, di- Aah!

Antes de poder haber terminado su amenaza, pisó algo suave que hizo que perdiera el equilibrio y se fuera a caer de espaldas. Cerró los ojos esperando el gran golpe de las escaleras en su espalda, pero aquel golpe tan doloroso no llegó.

Abriendo nuevamente los ojos se encontró que estaba entre los brazos de aquel hombre rubio que lo miraba con algo de preocupación. Se quedó embobado ante aquellos ojos que no se había dado cuenta de su color: era de un color parecido al rosa. Eran raros pero únicos.

-¿... -ien?

-¿eh?

-Que si estás bien ¿no te pegaste?

Apenas se había dado cuenta de su cercanía y lo bobo que lo había dejado por un momento. Rápidamente intentó zafarse del abrazo de aquel rubio pero este lo apretaba más y más entre sus brazos mientras intentaba dar algunos pasos hacia atrás.

-¿Podrías dejar de mover? Si te suelto te volverás a caer y ahora si te golpearas con la escalera.

En ese momento se sintió estúpido. Era verdad lo que le decía y dejó de retorcerse como trucha recién sacada del agua para que lo dejara a salvo, al inicio de las escaleras.

Una vez que pudo posicionar a Hibiya en un lugar seguro, lo soltó.

Se hizo un silencio incómodo.

-... Bueno, si no quieres tener sexo en este momento y no quieres que me acerque, entonces ¿qué quieres que haga?

-Que regreses por donde viniste.

-No puedo.

-¡¿Cómo que no puedes?!

-¿Acaso no le pusiste atención a tu amiga? Recuerdo que ella sí leyó muy bien el griego antiguo. No puedo regresar al libro después de un mes de haberme sacado.

-¿Todavía sigues con eso?

-¿No me crees? Mira — caminó a dirección opuesta de Hibiya para levantar el libro que estaba en el piso, abierto en la página donde anteriormente estaba el hombre misterioso. Volvió a acercarse al pelinegro — aquí dice muy claramente que me quedaré durante un mes con la persona que me invocó.

En medio de la explicación del hombre, Hibiya se dio cuenta de algo: la pintura del hombre ya no estaba en la hoja. Sin importarle que fuera una muestra de rudeza, agarró el libro y lo empezó a hojear desesperadamente. El hombre simplemente se le quedó viendo como no entendiendo qué hacía.

-¿Qué buscas?

-La hoja…

-¿Cuál hoja?

-¡La hoja donde estaba la pintura de… de ti! ¿qué le hiciste?

-Nada, siempre se pone en blanco cuando no estoy en el libro.

Y ahí fue cuando Hibiya entendió que si había logrado invocar al hombre apuesto de la página de aquel libro viejo.

Se sentía desmayarse.

Bajó el libro y también los hombros. Iba a matar a Erika cuando la volviera a ver.

El hombre misterioso se le quedó viendo muy intrigado, como un niño que mira a un adulto y no sabe por qué este está estresado.

Suspiró hondo y se trató de relajar. Ahí decía que él podía cumplir toda las fantasías sexuales de sus invocadores. Bien, por lo que necesitaba decirle era que nada de sexo por un mes y simplemente lo iba a tratar como si fuera un roommate. Sí, eso iba hacer.

Levantó el rostro hacia el rubio que todavía seguía mirándolo como esperando que le dijeran qué hacer. Le dio algo de risa ese rostro.

-Al parecer podías escuchar todo lo que dijimos antes de sacarte del libro por lo que creo que fui muy claro diciendo que no estoy interesado en tener sexo con nadie por lo que no tendremos nada de nada durante todo el mes ¿Está claro?

-Esta bien. Entonces... ¿Me puedes dar pizza?

Hibiya se sorprendió ante aquel requerimiento.

-Creo que sobró algo… pero antes te tienes que cubrir con algo, no vas a comer estando desnudo. Espérame aquí.

Corrió escaleras arriba lo más rápido que pudo en busca de algo que le pudiera quedar aquel hombre, él apenas le llegaba arriba del hombro.

Lo "mejor" que pudo encontrar fue su bata de baño y volvió a la sala. El misterioso hombre había recogido el cojín que había pisado momentos antes y se había quedado sentado en el sofá.

-Ten… es lo único que te puedo ofrecer ahorita

-Gracias.

Se lo puso y miró a Hibiya como esperando a que este lo condujera por su casa hacia la cocina. Como entendiendo la indirecta, el pelinegro empezó a caminar a dirección a la cocina.

Agarró la caja de pizza y sacó los dos últimos pedazos que habían sobrado, los calentó en la microondas y se los sirvió en la barra americana que tenía en su cocina. Él mismo se sentó en frente del rubio para acompañarlo.

-... ¿también tienes… vino?

Hibiya soltó una pequeña risilla que pareció más como un bufido.

-Al parecer se te antojó lo que cenamos… Sí, aquí está

Volvió a sacar una de las copas que recién había limpiado y le sirvió vino. Sin esperar demasiado, empezó a comer desordenadamente. Hibiya se volvió a sentar en su lugar, silenciosamente.

"No tiene ni una pizca de modales… tal como una bestia" pensó Hibiya. El hombre sintió la mirada penetrante de Hibiya y se detuvo, se dio cuenta que esa no era una manera adecuada de comer pero, joder… hace mucho que no comía nada y esta cosa que se llamaba pizza estaba delicioso.

Agarró una servilleta y se limpió las manos y la cara para que, acto seguido, siguiera comiendo pero de una manera más civilizada.

-Y ¿cómo te llamas?

El hombre detuvo su comer, en su mirada se mostraba sorpresa por aquella pregunta tan cotidiana.

-¿Qué? - no le gustaba que se le quedaran viendo demasiado tiempo.

-Es que… hace mucho nadie me hacía esa pregunta.

Esto le llamó la atención a Hibiya… una de sus hipótesis fue de que había pasado demasiado tiempo encerrado en el libro que era natural que nadie le preguntara su nombre pero, había algo en esa mirada que le estaba diciendo otra cosa de lo que pensaba.

-Y bien - volvió a cortar el silencio - ¿Cuál es tu nombre?

-... Delic - volvió a hacer un silencio prolongado - ¿y el tuyo?

-Si realmente estuviste escuchando entonces ya sabes como me llamo

-Bueno…- el rubio no estaba muy seguro de llamarlo con el nombre que su amiga le decía - mucho gusto en conocerte, Hibi-chan

-¡¿Qué?! ¡No, no me digas así!

-Es que es el único "nombre" que escuché, por eso pregunté.

"Buen punto" pensó Hibiya — Mi nombre es Hibiya.

-Ah, entonces mucho gusto en conocerte Hibiya — Delic le sonrió pero esta no era una sonrisa de conquistador o de playboy como le había dedicado minutos atrás, esta era una sonrisa amable y cálida — y ¿qué realmente es esto a que le llaman pizza? Es como… rara pero sabe rica.

-¿No conocías la pizza?

-No, el último año en el que me sacaron fue en 1912 y solo me daban pan y sobras de lo que comían ¿es un invento nuevo?

"¡¿1912?! ¿Pues desde cuando ha estado atrapado en ese libro?"

-La pizza es una comida italiana y la verdad no sé cuándo la inventaron pero ya tiene tiempo de que se hizo popular mundialmente.

El silencio volvió a reinar mientras Delic seguía disgustando de la pizza como si fuera la quinta maravilla en gastronomía. Se había quedado pensando en lo último que le había dicho el rubio ¿solo le daban sobras y pan? parecía que estaba hablando de un perro callejero y no de él mismo.

Hibiya se había quedado pensando durante un buen rato que no se dio cuenta cuando Delic terminó de comer hasta que este volvió a hablar.

-Gracias por la comida… y disculpa si te volví a ensuciar los platos. Yo sé que los acababas de limpiar.

-No te preocupes… ¿no quieres otra cosa? - esa pregunta llamó la atención a Delic, Hibiya ya se estaba imaginando que el hombre delante suyo era como un cachorro que le acababan de decir que le iban a dar otro pedazo de carne. Esperó pacientemente a que Delic le pidiera pero este no decía nada, parecía que le daba pena pedirle más comida — No pasa nada, si te sobró hambre puedes comer otra cosa.

Delic pareció que se estaba debatiendo internamente si comer o no.

-Está bien

-¿Y qué quieres comer ahora?

-¿Qué me quieres dar de comer?

No estaba llegando a ninguna parte.

Hibiya suspiró. Ya estaba cansado y tenía sueño pero no podía dejarlo ahí solo por lo que se levantó de su asiento para abrir la nevera y ver qué era lo que le podía ofrecer.

Nada. Le podía ofrecer nada. Hibiya no recordaba que no había hecho las compras ese mes y se había quedado sin comida. Se frustró ante su propia estupidez, por algo su sexto sentido le había dicho que era importante haber hecho las compras hace dos días pero no, aquel día prefirió dormir lo que había quedado del día después de su trabajo en vez de comprar algo tan indispensable como era la comida. Se quería dar un tiro.

-Si no tienes nada entonces así me quedo, no pasa nada — Hibiya se sintió mal al saber que iba a mandar a dormir a un pobre hombre que no había comido desde hace más de cien años.

-Lo siento…

-No te preocupes, si he sobrevivido durante todos estos años sin comida, unas horas más no me matarán.

Ese era un buen punto.

Con eso en mente, cerró la nevera y disponía a lavar el plato y la copa que ahora estaba en el fregadero. Rápidamente fue detenido por Delic.

-Estás cansado, es mejor que te vayas a dormir. Ya mañana te ayudo a limpiar.

Normalmente Hibiya no se dejaba convencer por algo como eso pero al ver la hora sobre el reloj de su cocina decidió hacerle caso al rubio. Ya eran pasadas las dos de la mañana y él tenía que ir a trabajar a las 8 de la mañana… se quería dar un tiro en solo pensarlo.

-Está bien entonces vamos a dormirnos.

Apagando el foco de la cocina, se llevó a Delic al segundo piso. En el piso de arriba había tres puertas: dos daban a habitaciones y uno era el baño. Al ver que Hibiya había tomado su distancia desde el primer momento en el que se vieron, Delic supuso que una de esas dos habitaciones iba a ser para él y la otra era de Hibiya. Era lo lógico ¿no?

Hibiya pasó por las dos primeras puertas hasta llegar a la del fondo. La abrió y dejó pasar a Delic.

-Esta es mi habitación… tengo por cama un colchón matrimonial, creo que si cabemos bien juntos.

¿Qué?

-¿Quieres que nos durmamos juntos?

-No me molesta. Además de que no tengo otro lugar donde dejarte dormir y el sofá se me hace muy duro como para dejarte ahí.

Delic pensó que tal vez la otra habitación era un despacho. En lo poco que le dejaban saber en el modo de vida de todos sus invocadores sabía que en algunas casas había habitaciones dentro de la casa que eran para trabajo o simplementes bibliotecas. Ahora tenía sentido que estuviera esa puerta ahí.

-Esta bien

Después de que Hibiya le diera un cepillo de dientes a Delic y le recordara cómo era lavarse los dientes, se fueron a acostar en la cama.

Hibiya esperó paciente a que Delic se acomodara antes de apagar la lámpara.

No había pasado ni 10 segundos cuando sintió unos brazos pasarse por su cintura. Rápidamente prendió la lámpara.

-¡¿Qué demonios crees que estás haciendo?!

-...¿abrazarte?

-¡No, si te vas a dormir conmigo te tienes que quedar en tu lado de la cama!

Viendo el enojo de Hibiya, Delic se volvió a su lugar asignado en la cama.

Hibiya no despegó su vista en Delic hasta verlo lo más lejos que le permitía la cama. Nuevamente apagó la lámpara y se acomodó en el colchón.

Pasó un minuto y Hibiya no se podía dormir, Delic se movía mucho. Volvió a prender la lámpara.

-¿Podrías dejar de mover-? — se interrumpió así mismo al ver a Delic hecho bolita en su lado de la cama con una mirada de terror —… Delic… ¿acaso te da miedo la oscuridad?

Delic no volteó a ver a Hibiya. Sabía que le estaba causando muchos problemas al hombre frente suyo pero no tenía el valor de alejarse de él.

-Delic — volvió a intentar Hibiya pero ahora con un tono más suave, el mismo tono que utilizaba en sus pacientes — No pasa nada si tienes miedo de algo, solo necesitas decírmelo para no asustarte.

Sin moverse de su lugar, habló: -perdón si te causó problemas… será mejor si me voy a la sala

Hibiya lo detuvo agarrándole un brazo.

-No te vayas — Delic giró el rostro para ver a Hibiya — si no tienes sueño puedes quedarte a ver la tele en volumen bajo, no me molesta la luz.

Delic le sonrió levemente aunque no sabía a lo que le refería pero si era algo de luz él estaba bien. — gracias.

El rubio se volvió a acomodar en la cama. Hibiya se extendió al lado contrario de Delic para tomar el control remoto y dárselo al rubio que lo vio con mucha curiosidad.

-Como no has visto el exterior desde hace muchos años, te presento al televisor — prendió la pantalla que tenía delante de su cama para mostrar el canal de música que había dejado la última vez que él la había prendido — Es un aparato que te enseña muchas cosas. Este es el control remoto, solo le picas así y aquí y puedes cambiar de canal. Puedes quedarte viéndola hasta que te de sueño y la puedes dejar prendida para que no se quede a oscuras la habitación.

Una vez que Delic entendió el funcionamiento de la televisión, Hibiya se volvió a acomodar en su cama y ahora sí dormir. Delic se la pasó cambiando de canal cada cinco minutos.

Después de darle como dos o tres vueltas a todos los canales, se quedó dormido por fin de no sentirse encerrado.

CONTINUARÁ...


Nuevo long-fic y que mejor festejando a nuestro playboy favorito en su cumpleaños~

La verdad no sabía que hoy era el cumple de Delic hasta que lo vi por ahí en una página de facebook. Anyway, espero que le haya gustado este primer capítulo, el siguiente lo tengo pensado actualizar entre el 28 de noviembre y 7 de diciembre. Pongo varios días de separación porque, al parecer, tengo mucho más tiempo la semana del 26 de noviembre y puedo actualizar.

Otra cosa que se me olvidó pedir, si alguien sabe cuál es la fecha de cumpleaños de Hibiya, se los agradecería mucho.