Disclaimer: Hetalia no me pertenece, esto es sólo por diversión ~

Sentía el frío calarle los huesos y la sangre en sus venas comenzar a congelarse. Algo parecido a una roca presionaba sus costillas obstaculizando el paso del aire a estos y por más fuerte que inhalara nada parecía entrar, su cuerpo tenía sed de oxígeno.

Pero a pesar de todo, de no poder sentir bien sus piernas y estas aprisionado en esa cárcel blanca que tantas otras veces había adulado por revestir sus paisajes hoy odiaba, a pesar de todo aquello podía dar gracias a Dios (si es que existía alguno allá arriba) de que seguía vivo. Con la poca visión que obtenía desde su posición la blancura había sido teñida de rojo borgoña y los cuerpos eran la más in de las decoraciones de ese año.

Veía su bandera quemada a lo lejos, veía la de ellos rasgada y manchada de sangre inocente. Podía ver civiles y soldados, podía a tantos en un solo ángulo que tenía miedo de mirar hacia otro lado. Aunque, en realidad esto no fuera posible.

Y conforme el paso de las horas se preguntó si alguien vendría a rescatarle, si alguien sabría que él estaba ahí. Confiaba en su pueblo y su ejército de salvación, confiaba que pudieran gracias al fuerte invierto de su país vencer y detener la marcha Nazi, tanto en sus tierras como el mundo en un futuro próximo.

Pero, él se veía ahí, a punto de morir y todas aquellas esperanzas se caían a pedazos. Había ido con el ejército de avanzada, con la esperanza de detener a los invasores y mantener a sus civiles seguros, pero no contó (grave error) en que ellos trajeran un ejército tan poderoso y preparado.

Y sólo en cosa de horas había cedido ante el poder de los alemanes, y sentía una furia que comenzaba a salir por sus poros, pero no por haber terminado él ahí, sino por el hecho de no poder detener aquello que había querido parar y aquello le demostraba a ciencia cierta que había fallado como líder.

¿Viviría para contarlo? Ya perdía las esperanzas de poder salir de aquel paisaje nevado y helado aún vivo, quizás sólo podría salir en calidad de bulto, si es que su cuerpo era encontrando antes de las próximas nevadas.

Cerró los ojos dejando a su cuerpo perder aquella batalla contra el inmenso sueño que lo comenzaba a atacar, pero antes de perder otra batalla dejó salir su última sonrisa dando las gracias por haber traído su bufanda favorita, y que esta se quedaría con él y no en las manos de cualquier otro que la encontraría en su casa. Con su única mano libre movió el trozo de bufanda que sobresalía, la estiró y acomodó su rostro sobre esta para poder evitar el contacto directo con la fría nieve.

Dejó su mente divagar en cualquier cosa que lo mantuviera ocupado hasta que su cuerpo no diera más. Poco a poco notó que sus sentidos comenzaban a nublarse y cómo de lo único que era consciente era de su oído, y que todo lo demás yacía ya dormido gracias al gélido lugar donde pasaba sus últimos minutos. Ya no tiritaba, ya no sentía frio siquiera, ya nada.

A lo lejos pudo escuchar el crujido de la nieve, como si fuera pisada por fuertes botas, por muchas botas, eran muchos pasos y por ende muchas personas o animales.

¡Alguien!

Pero estaba tan débil para poder gritar, moverse o siquiera abrir los ojos y mostrar que aún estaba con vida, pero le era imposible y su cuerpo no respondía a sus gritos internos por sobrevivir.

No sabía si estar triste o no, sólo pensaba que si aquellos hubieran llegado 5 minutos antes podría haber tenido una oportunidad de sobrevivir. Aunque si lo pensaba mejor, aquellos podían ser soldados nazis que venían a buscar a sus soldados caídos y rematar a los enemigos.

Y él era un enemigo más.

Sintió algo cálido sobre su frente, pero estaba tan nublado todo dentro de sí que no podía abrir sus ojos para averiguar quién o qué era aquello. Sintió unos dedos moverse de su frente hasta su nariz, donde podrían saber que estaba vivo pues aun respiraba, lento e insufriblemente poco, pero lo hacía.

Sintió como la opresión sobre su espalda desaparecía y el aire bañada sus pulmones con agilidad y libertad. Se sintió libre y poderoso, aunque más que poderoso para ganar aquella batalla contra la muerte, poderoso para emprender el vuelo hacia aquel cielo del que todos hablaban que venía luego de morir.

Nunca sintió su cuerpo más ligero como en ese momento, y sobre todo porque segundos después sintió que era levantado y posado sobre algo cálido, sintió como posaban algo sobre su rostro y lo apretaba cual dejaba que aire limpio entrara a su nariz de forma fluida. Se sintió más libre.

Pudo escuchar voces, pero no era su idioma natal y por ende no entendía que decían. Eran muchas voces diferentes, había muchas personas a su rededor y vehículos, podía escuchar los motores vibrantes y calientes de aquellos. Notó que movieron en donde quiera que estuviera a un lugar más cálido aun, cosa que reavivó su sentido del tacto.

Se sintió adormilado segundos después, sus sentidos volvieron a nublarse y aunque por su mente pasaban miles de imágenes de colores sobre qué podría estar pasando a su alrededor, estas comenzaron a nublarse hasta fundirse en un negro que absorbió hasta su último sentido, sumiéndole en la inconciencia absoluta.

¿moriré?