I do not own Carmilla WebSeries

Laura/Carmilla

One shot inspirado por la canción "A little death" de The Neighbourhood.

Humanidad.

El amor se basa en la conexión. El estallido marcado por una mirada a tiempo, una sonrisa cómplice, una pregunta correcta en el momento indicado. Sin conexión, el amor no tiene cabida. Esa conexión que te hace saber que la otra persona al lado de la línea hoy no está teniendo un buen día, esa que te hace intuir que la manera en cómo te saluda hoy por mensaje es distinta ayer y que por ello, algo ocurre. La conexión de la risa al unísono. La de las lágrimas compartidas. Es esta una sensación que necesita de poco para ser comprendida, la sientes y ya. No tienes claro cómo ha surgido ni sabes cuándo se irá, solo te interesa seguir disfrutándola porque sencillamente te sientes completa; es como si tu mente, tu corazón y tu cuerpo hubiesen encontrado su contraparte, su yan.

Yo con Laura tengo esa conexión. La sentí desde el momento en el que entré en la habitación y me miró por primera vez. Todo mi cuerpo se contrajo, sentí mis dientes reprimirse y me guardé el deseo, puro y bestial, para mí. Intenté por todos los medios que se marchase, pensando que me estaba equivocando y que la conexión no era real. Pero me equivocaba. Creí estar faltándole el respeto a ella, al amor de mi vida que Madre me arrebató, ya que después de ella jamás me he vuelto a sentir tan unida a alguien. Sin embargo, después de pasar con Laura la primera noche, siendo completamente extrañas y observándola mientras dormía, pude dormir por primera vez en siglos. Sentí todas las piezas encajar, todo en mí volver a funcionar. Volví a sentir los nervios, la impaciencia y los celos. Emociones que creí enterradas cuando juré no volverme a enamorar jamás. Pero ha sido inevitable, Laura me ha atrapado con sus pequeñas manías, su carácter y su valentía, provocando que sea capaz de rememorar el eco de un corazón acelerándose mientras le hago el amor.

Al tiempo que la beso, mordiéndole suavemente el labio inferior, mis manos recorren su cuerpo desnudo y sudado, completamente a mi merced. Sus ojos brillan con el delirio del clímax, dice mi nombre – o más bien el apodo que me ha puesto- entre susurros rápidos y entrecortados, me pide que no pare. Y yo le hago caso, hundiendo mis dedos en los huecos de su cuerpo que sé que harán el efecto que deseo; su espalda se arquea y en última instancia grita. Grita y se desploma con una inmensa sonrisa en los labios, muriendo durante un breve instante de placer eterno. Yo los beso con devoción, sintiendo en cada fibra de mi ser la plenitud del orgasmo que acaba de tener, aprovechando todas las posibilidades que me ofrece la conexión que compartimos. Ella suspira y antes de que el aire salga del todo de sus pulmones, lo atrapo. Dejo que me respire porque así parece que yo también respiro. Gracias a Laura soy humana de nuevo.