"Memorias"
By: Yoana-Capricornio
Disclaimer: Death Note y todos sus personajes son propiedad de Tsusmi Ohba Y Takeshi Obata. El anime es propiedad de MadHouse. (Sino hubiera tenido otro final y L estuviera vivo y a mi lado.)
Notas: Por fin haré mi tabla de 30 vicios. ¡Sí! Será la tabla básica y el personaje principal es L. Espero que quede lo más IC posible. Y como diría mi autora favorita de este Fandom, Chise Lawliet: "IC… ven a mi".
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Autor:
Yoana-Capricornio
ó Yoana Lawliet.
Fandom:
Death Note
Claim:
[Personaje] L
Tabla:
Básica
Título:
"El inicio del invierno"
Género:
Angustia/Drama.
Resumen:
Después de la tragedia viene la calma, ¿o no? El no es su padre,
pero después de perder al verdadero, será más que su tutor, será
su padre.
Aclaraciones: OC
requerido.Espero
salga IC y si no, me avisan. Gracias por leer.
Dedicado a: Rosa, por ser una excelente amiga. A Noemí por ser una buena amiga y a Glenda por saber escuchar. Y a todos ustedes.
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L amaba a sus padres. Desde que nació, siempre lo habían consentido, le daban cualquier cosa que él pedía. Cuando descubrieron que poseía una inteligencia superior a los demás, lo inscribieron a la mejor escuela en Inglaterra. Desde que Ryuzaki llegó al mundo, sus padres se trasladaron a Londres por su trabajo. Ellos no le decían nada por sus extrañas manías, como la de sentarse con rodillas pegadas al pecho o estar encorvado. No. Aunque L no era de esos niños que les decían a sus papás cuanto los querían, con un solo abrazo bastaba y remplazaba todas las palabras que nunca habían salido de su boca.
Un lunes por la mañana el niño de cabellos negros despertó con una sensación extraña en el pecho. Días atrás Lawliet había decidido decirle a mamá y a papá cuanto los quería y que mejor momento que el día en el que a su padre la ascenderían a ejecutivo en la empresa que trabajaba.
Cuando sus papás se marcharon a la cena de la compañía, el pequeño Ryuzaki tomó un libro de poesía del estudio de su padre y se sentó en el sofá de la sala principal, en el momento en el que ellos llegaran a casa se los diría.
Pasaron tres horas y no regresaban, las cenas de la empresa por lo general duraban dos horas pero a lo mejor había mucho tráfico. El pequeño se levantó del sofá y se dirigió a su habitación. Tomó un abrigo y una bufanda y volvió rápido a la sala, "en cualquier momento llegarán" pensaba optimista Elle. Otra hora pasó, pero la perilla no se movía. El sueño le fue venciendo y en minutos se quedó dormido.
Cuando despertó, una mano lo agitaba levemente susurrando su nombre. Se frotó un poco los ojos, acostumbrándose a la luz.
-¿Papá? ¿Mamá?- Murmuró el pelinegro sentándose lentamente. Cuando logró captar la imagen de aquella persona se sorprendió. Era Clara, la sirvienta que desde hace tiempo servía a la familia Lawliet. -¿Qué pasó, Clara?- Le preguntó, los ojos de la señora ya anciana y canosa se llenaron de lágrimas.
-Joven Elle, lo siento tanto.- La mujer se veía destrozada. Le dio un abrazo al niño muy fuerte. Clara era una persona sentimental y todos sabían eso. Pero ahora sí que era extraño.
-"¿Por qué llora así?"- Se preguntó mentalmente, y como si la anciana hubiera leído su mente le dijo.
-Mi niño, me acaban de llamar desde la jefatura de policías de Londres y me han dado una noticia que…- No pudo acabar, ¿cómo le diría a Elle que sus padres habían muerto? Esa tarde, el pequeño le había confesado lo que le diría a sus padres, y ahora ya no saldría un "te amo mamá, te amo papá" nunca más.
-Anda, dilo de una vez que papá y mamá regresarán en cualquier momento- Le dijo Elle. Pero Clara sólo lloraba más y más.
-Mi niño… Tus papás tuvieron un…- Las palabras no salían de su boca, usó todo su corazón para decírselo. Los ojos de L le miraban atentamente. –Tuvieron un… accidente cuando venían de regreso. Los paramédicos hicieron todo lo posible por salvarlos, pero… no pudieron salvarlos. Ellos están…-
-Muertos- Completó la frase de la anciana. Ella lo abrazó fuerte, las lágrimas salían de los ojos de Clara pero en los de Elle no. La sirvienta no paró de llorar, el pelinegro sólo permaneció cabizbajo, recordando las palabras que les diría ese día. Y ahora, cuando el visitara sus tumbas, el viento se llevaría aquellas palabras lejos de él. Y así pasó la noche, recordando viejos tiempos y pensando en el futuro sin los soportes principales de una familia, papá y mamá.
Aquella tarde, el invierno comenzó. Sus estragos ya se sentían. La nieve caía graciosamente para mucha gente. Para otra, significaba que el tráfico llenaría las avenidas. Pero para Elle, esa tarde fue el inicio del más frío y crudo invierno de su corta existencia. Ya nunca vería los cabellos negros de su madre danzando con el viento. Su papá ya no le preguntaría como le había ido en el día. Ya nadie se preocuparía por él. Nadie más.
Frente a las lápidas de sus papás, permaneció un largo momento, Clara le había insistido en regresar a su casa, pero se negó diciendo: "Todavía no. Necesito más tiempo". Una mano se posó en su hombro, pudo ver que la mano permanecía a un hombre mayor. No le dio importancia y siguió con la vista en las lápidas.
-Elle Lawliet.- Oyó una voz amable y calmada. Lawliet se volteo y le miró directo a los ojos.
-¿Sí?- Le preguntó el pequeño de cabellos negros, alejándose un poco de ese señor de traje color negro.
-Soy el señor Watari (1). Lamento mucho tu pérdida, se que es demasiado difícil la perdida de sus padres. Ya también pasé por lo mismo…-
-¿Por qué me dice todo esto?- Al momento en el que el canoso señor iba a hablar, Clara que había presenciado todo, se colocó a un lado del hombre.
-Joven… mi niño. El señor Watari te llevará a un orfanato. Ese fue el deseo de tu madre.- La mujer sacó un pañuelo de un bolsillo de su gruesa chaqueta y con él se limpió las lágrimas que empezaron a salir de sus cansados ojos.
-¿Y cómo sabes eso?- Le curiosidad de Elle aumentó con lo que acababa de decir Clara.
-El paramédico que atendió a tu madre antes de morir me lo informó. Espero que no desobedezcas el último deseo de tu madre.- Tenía que decirle eso, aquel niño a pesar de su corta edad tenía mente brillante. Por lo que no parecía un simple niño normal. Aunque nunca lo había sido.
La nieve cubrió el piso completamente. La temperatura ya era de menos cero grados, para los más vulnerables fue mejor entrar en el calor del hogar. La pálida piel de Elle se tornó de un ligero color carmín a causa del frío. Su cabello tenía atrapados entre ellos algunos copos de hielos que lentamente se derretían.
-Anda, Elle. Vamonos de una vez, te enfermarás. No te preocupes, tu ropa ya está empacada. Despídete de Clara. Te espero en aquel auto negro.- Le indicó con una seña una limosina negar estacionada afuera del cementerio.
El pelinegro se aproximó a las lápidas y pasó sus manos cubiertas por unos guantes en las letras doradas. Dio la vuelta y ahí estaba Clara, la sirvienta de su familia. Se acercó a ella y la mujer le dio un fuerte abrazo.
-Cuídate mi niño. Pórtate bien. Te extrañare.- Sacó una cajita de su bolsillo y se la entregó al pequeño.- Toma… es un regalo para ti. Prométeme que la abrirás el día de tu cumpleaños, anda, ve de una vez.- Terminó.
Elle guardó la cajita en su abrigo y caminó hasta la limosina que le indicó el señor. Abrió la puerta y subió en silencio. Watari no le dijo nada. Entendía por lo que estaba pasando el niño. Encendió el auto y lo puso en marcha. Durante el camino, el silencio se adueño del ambiente. El sombrero negro que llevaba puesto Watari dejaba caer gotas de agua, debido a que la nieve se había derretido por la calefacción. Lawliet se limpió el abrigo café con sus guantes rojos pues el agua escurría de ellos.
Después de vario tiempo el coche paró. El señor de cabello cano se puso su sombrero negro y bajo del carro. Dio pasos lentos a la parte trasera y abrió la puerta donde estaba el pequeño Lawliet. El niño bajó, observó el lugar. Los árboles cubiertos de nieve y la gran reja que tenía el edificio antiguo. En la torre vio que estaba el campanario. Watari caminó hasta quedar a su lado. Observó que el niño se acomodó la bufanda color beige que llevaba puesto. No realizaron ninguna acción. Elle tomó la mano de aquel señor, le inspiraba una extraña confianza. La apretó un poco cuando las campanas que empezaron a sonar lo asustaron un poco. Watari respondió con una cálida sonrisa.
-Entremos. Es difícil pero desde hoy, el inicio de una nueva etapa de tu vida comenzará.-
El invierno comenzó. La nieve cubría todo a su paso. Las campanas resonaban dando aviso de que el día había finalizado. Pero de lo que Elle estuvo seguro toda su vida, fue que nunca estuvo solo, la persona que siempre fue como su padre lo amo hasta el fin de su vida. Y siempre lo recordara, aún después de la muerte.
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(1) Puse el nombre Watari y no su verdadero nombre. Lo explicaré en otro capítulo de esta serie de fics sobre L. Espero que les haya agradado. Y ya saben, las críticas son bien recibidas (con fundamentos).
Un saludo.
Yoana.
