Hola!

Aqui estoy de nuevo, con una pequeña locurita de muy pocos capitulos, un "especial" de San Valentin.

Si ya me han leido sabran que no soy todo lo amorosa que deberia para hacer un fic de amor, jajaja, pero este, es un poco de eso, ya lo veran.

Espero que les guste!

Este fic, va especialmente dedicado a las lectoras que han seguido mis historias, sobre todo Noches de Dulce Fantasia, muchas gracias chicas! con sus comentarios me han inspirado para escribir esta historia.

Pues bien, espero que disfruten el capitulo.

Disclaimer. Obviamente no soy la señora Meyer, la señora Meyer nos autorizo a escribir locuras con sus personajes, he aqui una de ellas.

Espero que lo disfruten!


EL PRIMERO.

No es que yo fuera una persona muy esotérica, o metafísica, pero a veces los hechos te superan, y no puedes más que aceptar la realidad.

Y al parecer hoy era el día en que comenzaría a creer en una rama de las ciencias "metafísicas", una que había ignorado por mucho tiempo.

La Numerología.

Los hechos me superaban en creces, por más que había ignorado cada detalle, ahora todos esos detalles pasados por alto se mofaban en mi rostro, riéndose con burla.

Me restregué las manos en la cara y el cabello con desesperación, en lo que menos debería estar pensando en este momento era en las fuerzas desconocidas del universo y como estas usaban los números.

Pero pensar en lo que tenía en frente, era peor, mil veces peor, sencillamente no podía.

Me levante de mi incomodo asiento de frio plástico por millonésima vez, para danzar por el pasillo solitario con frustración y miedo, apabullado de mis pensamientos.

Tenía que ser optimista, todo saldría bien, nada malo pasaría.

Pero ¡¿Cómo mierda podía pensar en las cosas buenas cuando estaba aquí sin poder hacer nada?

Correcto, dejarse llevar por la desesperación no me llevaría por buen camino, ya me habían pedido que dejara el lugar dos veces, no quería que hubiera una tercera.

Por lo tanto, tenía que pensar en las cosas buenas.

Podría ponerme a contar los azulejos del pasillo, o las ventanas que había.

Podría cantar canciones para niños de esas babosas que solo te dicen hola adiós amarillo rojo, o mejor unos buenos éxitos del rock pasado, de preferencia más metalero para poder golpear algo con un buen pretexto.

Podría desnudarme y bailar como Elvis en el mostrador.

Podría hacer muchas cosas, pero si quería seguir aquí, y no había otra opción, tendría que bajar un poco el perfil, así que nada de Elvis ni desnudos.

Regrese a mi asiento respirando agitadamente, me sentía como si hubiera corrido un maratón, y de hecho, casi había sido así.

Vi mi reloj, las 6:39 de la mañana del 14 de Febrero.

Si, debí haberlo imaginado a las 12 de la noche, este día siempre me perseguía, siempre algo pasaba, de ahí el pensamiento de la numerología que no podía apartar.

El maldito día de los enamorados, 14 de Febrero, esta vez es oficial, como te odio.

Para mí los 14 de Febrero eran una fecha vedada, en realidad no solo para mí, parecía que el universo se hubiera confabulado en nuestra contra desde que nos conocimos, hacia ya siete años.

He ahí el primer hecho de la Numerología, según esta sumar los números te da un solo número para poder definir la personalidad de una persona, de una acción, de un acontecimiento, o de alguna maldita coincidencia.

Bella y yo nos conocimos hace 7 años, 1 más 4 más 2 (correspondiente a Febrero) igual a 7, y si, para mayor coincidencia, el 14 de Febrero.

Aquel 14 de Febrero de hace 7 años, era por mucho el día más insignificante de mi vida, hasta que la conocí.

No fue el mejor primer encuentro del mundo, mucho menos el mas romántico, de hecho fue todo lo contrario, y era por eso que ahora nos reíamos, pero antes no podía recordarlo sin una mueca de enojo en mi rostro.

Estaba en mi hora de almuerzo, tenía una vida demasiado monótona incluso un Fax tenía una vida más emocionante que yo.

Solía llegar a la oficina a las 8:58 todos los días registrar mi tarjeta y esperar a que el guardia de seguridad llegara para abrir las puertas de la oficina, siempre llegaba rayando a las 9 y media, que era nuestra hora de entrada.

A la 1:50 en punto dejaba todo lo que estuviera haciendo y tomaba mi saco y mi billetera y caminaba, siete gloriosas cuadras hasta mi cafetería predilecta.

La comida no era de gourmet, pero satisfacía mis necesidades, y la cercanía ayudaba bastante.

Me forme en la fila para pedir lo de todos los Lunes, un frapuccino de moka (ya que estábamos en Verano y nunca me apetecía un café caliente) y un croissant de queso parmesano y peperoni.

La fila, era enorme, nunca era tan larga, pero como el lugar era una cafetería pequeña, adornada de una manera muy intima y a la vez casual, muchas de las babosas parejas románticas la habían elegido como su lugar para supurar miel y babosidad.

Qué asco.

Estaba pensando en que tanto tardaría en terminar la cotización que había dejado pendiente para poder enviarla a España y seguir haciendo los pedidos que me restaban, tenía mucho trabajo por estas fechas.

Trabajaba en una Librería, en el área administrativa, era el comprador y "curador" por llamarlo de alguna manera de las colecciones que vendía la librería.

Era mucho menos emocionante de lo que alguien podría imaginar, de hecho ni yo mismo me imaginaba que fuera tan aburrido cuando decidí tomar el trabajo.

Lo que no estaba en mi contrato, era lo que más disfrutaba del trabajo.

Siempre que un pedido o colección llegaba procuraba pedir uno más para meterlo a mi propia colección.

No era robo… era algo así como un bono por arruinar mi vida.

Los libros eran parte importante de mi vida, tenía un serio problema según mi madre, pues prefería leer un buen libro a salir a jugar cuando era niño.

La idea de que tenía un serio problema persistió en mi madre cuando crecí, pues prefería leer un buen libro a salir a embrutecerme con alcohol con mis amigos.

Y la idea aun persiste en mi madre, que llama a diario con la misma pregunta, "¿Aun prefieres a tus libros que salir con alguna chica?" y aunque sonara como si mi madre fuera una maniática de aquellas que solo quiere casar a sus hijos; era verdad.

Ambas, la meta en la vida de mi madre era casar a su hijo, y también, seguía prefiriendo los libros que las chicas.

Antes de que se presenten los acostumbrados malentendidos.

No, no soy Gay.

Prefería leer que salir con una chica, no había conocido una chica que me llamara tanto la atención como para abandonar un libro.

Tenía entre mis manos un libro que había escogido para meter en una nueva colección en la librería, estaba verificando que mi decisión fuera la correcta, hasta el momento, lo era y difícilmente la cambiaria, el libro era extraordinario.

"Un Mundo Feliz" de Aldous Huxley, abrí el libro y continúe leyendo, estaba en la parte donde la madre de John el salvaje, muere.

¿Podía haber encontrado una parte peor del libro para leer en público?

Era tan triste e intensa que estaba a punto de llorar.

Qué lindo me vería llorando en la fila de una romántica cafetería en un 14 de Febrero.

Eso seguramente me traería problemas con ese malentendido de mi sexualidad.

Cerré el libro frustrado, odiaba tanto este día consumista y estúpido que sencillamente no podía comenzar a llorar como una niñita que había perdido su muñeca, seguro una chica con prioridades desordenadas se acercaría a consolarme y de paso sacarme una cita.

Y de hecho lo prefería sobre la opción de un chico que se acercara a consolarme.

Puaj.

- Buenas tardes, ¿Qué se te apetece hoy, Edward? – pregunto Christy, la chica de la caja que siempre me atendía, con su enorme sonrisa de siempre.

- Lo de los lunes Christy, por favor – dije sonriéndole y poniéndome el libro detrás del brazo, preparándome para cargar mi pedido.

Ella solo sonrió, y asintiendo se alejo a las cocinas para pedir mi orden.

Regreso rápidamente y me tendió una charola con mi delicioso frapuccino y mi croissant.

- ¿Hoy tienes planes en la noche? – pregunto Christy tendiéndome el pedido, negué con la cabeza.

- Tengo un libro que terminar – dije mostrándoselo con dificultad, haciendo malabares para no tirar mi almuerzo.

- Mierda Edward, deberías de dejar de ser el Grinch que eres, tengo una amiga que está disponible hoy, podría darte su número – dijo guiñándome un ojo, si, cualquiera pensaría que por la confianza de sus actos me estaba coqueteando, pero con el enorme vientre de 300 meses de embarazo, lo pensarían dos veces.

Y si veían a su esposo, el cocinero del lugar de más de dos metros y 100 kilos, cualquiera lo pensaría dos veces antes de coquetearle.

- No Gracias, Chris, hoy no estoy de humor, este día es el peor para arreglarme una cita – replique evadiendo su mirada, era una chica tierna, y muy simpática, nunca me negaba a las citas que trataba de arreglarme, de hecho nunca me negaba a nada de lo que me pidiera, pero hoy, hoy día de los puñeteros enamorados, me sentía especialmente inclinado hacia la amargura y el "grincherismo".

- Es un día perfecto, cascarrabias, ¡es el día de los enamorados! – dijo ella con una sonrisa enorme que me hizo casi vomitar bilis.

-¡Es el día de consumismo por excelencia! – exclame de vuelta llamando la atención de mas, fantástico, sin embargo mi enojo me sobrepaso, así que seguí – los idiotas de los hombres gastan cantidades exorbitantes de dinero para "halagar" a sus conquistas, y ellas gastan cantidades exorbitantes de dinero para comprar lencería hermosa y acostarse con el chico que les regalo un diamante – dije malhumorado.

La cara de Christy se puso colorada de golpe, y un silencio abrumador cubrió el lugar.

Fantástico, había armado otro de mis numeritos.

Y en realidad, Christy no tenía la culpa.

Me aclare la garganta y recibí el cambio que Christy me extendía con cara de vergüenza y en total silencio.

- Perdóname Christy, no fue mi intención, he tenido un mal día – "un día tan malo como todos los anteriores" me dije a mi mismo, sonriéndole con incomodidad.

- No te preocupes, Edward, lo entiendo, para los solteros este día debe de ser como el apocalipsis – dijo de nuevo alegre esperando a que mi ticket de compra se imprimiera.

- No es por ser soltero que este día me molesta – replique, de nuevo molesto.

- Oh, perdona, no quise decir… bueno, olvídalo, cuando quieras el numero de mi amiga lo tendré disponible – dijo extendiéndome el ticket.

- Gracias Chris – dije tomándolo – que tengas lindo día – dije apartándome de la fila, ella rio y puso su mano derecha a lado de su rostro, meneando los dedos con alegría.

- Oh vaya que lo tendré – dijo riendo, y entonces me percate del nuevo y enorme anillo de diamantes a juego con la pulsera que llevaba, ambos reímos se inclino sobre el mostrador, ignorando al cliente que tenía enfrente y acercándose a mi – en algo tienes razón, he gastado 500 dólares en lencería y otras cosas para agradecer este regalo – volvió a reír, y a pesar de la irritación que sentí, también lo hice, negando con la cabeza.

- Estoy seguro que Michael lo apreciara – dije alejándome.

- Lindo día Edward – exclamo Christy ya que me alejaba en busca de una mesa – ¡sonríe aunque sea una vez! – grito, yo negué divertido con la cabeza y le hice un gesto de despedida.

Comencé a vagar por el lugar en busca de una mesa para disfrutar la media hora que me quedaba de almuerzo, pero todas las mesas estaban ocupadas por babosas parejas que se besaban tomadas de las manos mientras halos rosas de corazoncitos y babosadas los rodeaban.

Puaj.

Salí a buscar una mesa en la calle pero ni siquiera ahí había una disponible, perfecto, tendría que comer en la oficina.

Exhale sonoramente, súbitamente enojado, de nuevo, ¿los malditos cursilientos no podían haber escogido otro lugar para manosearse?

Sentí que mi rostro se teñía de rojo, todos estos disque enamorados, que seguro solo se acostarían hoy y no volverían a llamarse, me habían echado a perder la tarde.

Planeaba leer mientras comía, y así quitarme tantos tontos números y cotizaciones de la cabeza.

Pero, nooo, ahora tenía que regresar a la oficina que solo me hacia recordar mi monótona vida a saborear mi rutinario desayuno.

Malditos enamorados.

Malditos días del calendario tontos.

Maldito Cupido.

Malditos todos…

Con ese último pensamiento me sentí como una caricatura malhumorada, lo que hizo que me enfadara más.

Malditos enamorados que no me dejaban disfrutar como se debe sentirse una caricatura…

Gire rápidamente para caminar hacia la oficina, era mejor llegar antes para estar más tiempo solo.

Pero entonces, con mi giro, otro giro del destino se presento.

Detrás de mi estaba una chica, demasiado cerca como para poder evitar que chocáramos cuando me gire.

Chocamos, si, pero eso no fue lo único que paso.

Yo barajeaba y hacia maniobras para que el libro no se me cayera de entre mi brazo y mi torso, y la bandeja de mi comida tampoco se callera, por lo tanto cuando me gire y choque con ella, ambas cosas sucedieron.

Mi hombro dio de lleno en su cuello, haciendo que se inclinara en busca de aire, mi libro cayo a sus pies golpeándole el dedo meñique con la punta mas rígida, y rasgándole la piel, mi almuerzo se volteo en la charola, el frapuccino cayó sobre su pecho, llenándole el escote del vestido de la mezcla helada de café, y el croissant, afortunadamente solo se estrello en el piso.

Y todo esto pasó en menos de 5 segundos.

Ella soltó un grito tan agudo que los vellos de todo el cuerpo se me erizaron.

Yo, por mi parte, y para mi desgracia también, no pude evitar reír.

Era tan gracioso, de verdad tan gracioso.

Su cabello chocolate largo que reposaba sobre sus hombros se mezclo con el frapuccino y mancho todo el escote y el pecho de su vestido blanco tejido, incluso pude ver como su sostén también blanco, había sufrido estragos.

Sus pies, cubiertos pobremente por unas sandalias de cuero café y tiras estaban manchados de chocolate, y la sangre que mi libro le había hecho salir del dedo meñique parecía una cereza en un banana Split.

Y bueno, si soy un imbécil por haberme reído y no esperar respuesta a cambio.

De pronto sentí como un puño se estrellaba contra mi nariz, tan fuerte, tan furioso, tan vengativo, que medio segundo después de sentir el golpe, sentí como el puño seguía avanzando sobre mi rostro… llevándose mi nariz con él.

- ¡LOCA, ME HAS ROTO LA NARIZ! – rugí adolorido doblándome por el dolor.

- ¡Y TU ME HAS ROTO EL DEDO IDIOTA! – rugió ella a su vez, acto seguido comenzó a golpearme la espalda con su bolso mientras pedacitos de hielo café caían alrededor - ¡fíjate por dónde vas!, ¡y no te rías de las idioteces que haces!, ¡IDIOTA! – siguió gritando hasta que se canso de golpearme, se aparto de mi, y volví a erguirme.

- ¿Qué está pasando? – Pregunto Christy saliendo azorada de la cafetería y viendo el desastre, me miro, el charco de sangre ya me había manchado la camisa, me quite la mano para sacudir un poco la sangre y Christy grito horrorizada - ¡Tu nariz! ¡Esta rota! –

- ¡La siento Christy, la siento! – exclame enojado, mirando a la loca que me la había roto, Christy se giro a ver que veía.

La loca estaba sentada en la banqueta se había quitado la sandalia y masajeaba su dedo meñique.

- Pero… ¿Qué carajo hiciste Edward? – pregunto Christy mas escandalizada caminando hacia la loca, yo bufe y la vibración de mi zona nasal me hizo gruñir dolorido.

Malditas narices.

- ¡Fue un accidente, chocamos y le tire la charola encima! – Grite acercándome también, en el camino tome mi libro que estaba a punto de ser corrompido por el café que se esparcía por el suelo - ¡y después esa se volvió loca y me golpeo! – grite enojado de nuevo colocándome detrás de Christy que estaba a dos pasos de la loca.

La loca se paró de un brinco y nos enfrento a ambos.

- Se te olvida contar el detalle de que comenzaste a reír como idiota… ¡IDIOTA! – grito la loca de vuelta haciendo que retrocediera un paso asustado.

Dolía como el demonio, no quería que probara su fuerza contra mí de nuevo.

Menopáusica prematura…

- ¡Bella!, ¡Dios Bella, mírate estas hecha un desastre! – grito Christy sacándose del delantal de cuero verde que traía un trapo y limpiándole el cuello.

- ¡No solo eso! – Exclamo la loca a punto de llorar – ¡el idiota me rompió un dedo! – y esta vez sí salieron un par de lagrimas de sus ojos.

Eran hermosos ojos, los más bellos que había visto en mi vida, pero la sonrisa que puse cuando la vi llorar me agrado más.

Se lo merecía, loca.

- Deja de reír, Edward – me regaño Christy abrazando a la loca – ambos deben ir al hospital – dijo seria mirando la avenida.

- Si, no quiero quedar deforme a causa de las hormonas de esta loca – dije llevándome la mano de nuevo a la nariz, Christy ceñuda me extendió un pañuelo, que coloque en mis fosas nasales para dejar de regar sangre sobre mí.

- Y yo quedare coja por las hormonas de un idiota – gruño la loca contra el hombro de Christy.

- No puedo llevarlos, la camioneta fue por una entrega – dijo Christy apenada mirándome acosadoramente.

No, y mil veces no.

- No iré con ella al hospital, que se consiga un taxi – dije enojado y caminando lejos.

- ¡Detente ahí señor! – Exclamo Christy soltando a la loca y corriendo hacia mi – Bella no conoce la ciudad, vino a visitarnos a mí y a Michael, y además de eso, es lo mínimo que puedes hacer, ¡le tiraste la comida encima y te reíste de ella! – me grito enfadada, llevándose una mano a la barriga enorme de embarazada hormonal de 1000 meses que cargaba.

Y como dije antes, nunca me podía negar a algo que me pidiera Christy, mucho menos a la Christy emocional y embarazada que tenía enfrente asesinándome con la mirada.

Carajo, Papá debería haberme enseñado a tratar mal a las mujeres de vez en cuando.

Ese pensamiento no estuvo bien.

Malditos pensamientos.

- Mierda… de acuerdo – acepte a regañadientes enfurruñado, camine hacia la loca que estaba de nuevo sentada en la banqueta mirándose el pie – vamos al hospital, yo pagare todo – dije, arrepintiéndome al momento, Christy no me había pedido eso.

- Es lo mínimo que puedes hacer – respondió ella mirándome con lagrimas en los ojos.

- Oh para ya, loca, me rompiste la nariz y no estoy llorando, voy a pagarlo ¿si?, déjalo ya – le reclame enojado, ella se levanto y me sonrió de manera sádica desde 20 centímetros abajo.

- Si estas llorando, idiota – refunfuño triunfal y acto seguido se agacho por su bolso.

- Muérete – fue mi creativa respuesta mientras me tocaba las mejillas, comprobando que si había lagrimas ahí.

¡Feliz día de los enamorados!

Entonces vi un taxi acercándose, enojado como estaba exhale fuerte para prepararme a lo que se me venía encima.

Una loca herida que compartiría taxi y cuenta de hospital conmigo.

Apreté el puño de nuevo enojado, mientras la loca se enderezaba.

- ¡TAXI! – grite alzando el puño rápidamente y con demasiada fuerza.

Si creían que lo anterior no había sido suficiente, es que no conocen lo ambicioso que soy.

La loca se irguió rápidamente, al mismo tiempo que yo alzaba el puño.

Mi puño se estrello contra su cara, con toda la inercia que llevaba, (que era demasiada) se estrello primero en su mandíbula y después subió a su nariz.

Dejándola como supongo ahora estaba la mía, completamente de lado.

La sangre boto como si fuera una llave de agua, pero eso no fue lo peor, el primer golpe en la mandíbula, había dejado a la loca inconsciente.

El taxi se paro en el lugar justo para que ella quedara tendida en la cajuela de este, y no se diera otro golpe.

- ¡EDWARD! – grito Christy horrorizada corriendo a la poca velocidad que podía hacia la loca que estaba tendida de espaldas sobre la cajuela.

- Mierda – susurre enojado, eso, aunque se lo mereciera no había estado bien.

El taxista bajo del auto y miro a la loca tenida en su cajuela, me miro a mi, a Christy y a la loca de nuevo.

- Yo no la atropelle ella se lanzo al auto – dijo levantando las manos como si fuéramos policías.

- Lo sé, yo la golpee, ayúdeme a subirla al taxi por favor – dije malhumorado abriendo la puerta, el abrió los ojos sorprendido y luego una sonrisa tonta se dibujo en su rostro.

Idiota.

- Eh, no lo sé señor, están llenos de sangre y… no se qué cosa café sea esa, pero acabo de lavar las vestiduras – dijo inseguro caminando de regreso al asiento de piloto.

- Oh, vamos hombre, te pagare el lavado del auto, y una buena propina si nos llevas al hospital rápido – dije enojado, en estos momentos me encantaría apretarme el puente de la nariz para relajarme, pero mi puente estaba al menos 2 centímetros fuera de su lugar.

- Oh está bien – dijo acto seguido hizo a un lado a Christy que cacheteaba a la loca y la cargo para meterla en el asiento trasero del taxi, yo abrí la puerta de copiloto y me metí, entes de cerrarla tenia a Christy impidiéndomelo.

- Edward, mas te vale que no le haya pasado nada, porque te juro que te hare pagar, mientras tanto, hasta que no vea que Bella está bien, no te venderé mas nada, estas vetado de la cafetería – y con eso cerró la puerta y mi pase para un buen almuerzo.

Maldito día de los enamorados.

- ¿Al hospital? – pregunto el chofer avanzando rápidamente.

- Al más cercano – respondí girándome un poco para ver a la loca.

Estaba tendida completamente en el sillón trasero, inconsciente, enchocolatada y ensangrentada.

Al menos el golpe en la mandíbula la había noqueado, eso suponía le había evitado sentir el tremendo dolor de cuando le había roto la nariz.

Y ahí, avanzando rápidamente entre el tráfico, poniéndole un pañuelo que el mismo taxista me había dado sobre la nariz para que no manchara, mirándola inconsciente me percate.

Fuera de esa mascara de locura hostil, era hermosa, a pesar de que su nariz ya no era la respingada figura que lucía antes, que sus labios estaban levemente inflamados por tanto morderlos, y sus parpados ocultaban esos hermosos ojos, era realmente hermosa.

Lástima que fuera una loca.

Y también me percate de algo más.

Había pagado un almuerzo que no pude comer, pagaría un taxi a un hospital que estaba al menos a media hora de donde estaba la cafetería, pagaría la cuenta de ambos del hospital, pagaría la cuenta del taxi y pagaría el lavado del taxi.

Había caído.

Mis propias palabras regresaban a mí como una maldición.

14 de Febrero, donde los hombres gastan cantidades exorbitantes de dinero para que se acuesten con ellos.

Pero yo a lo más que podía aspirar es que cuando se despertara no intentara arrancarme una oreja de una mordida.

Maldito y mil veces maldito Día de los enamorados.

Al menos todo había salido mejor, mucho mejor de lo que esperaba.

La loca resulto no estar tan loca cuando me porte como debía, pagando por todo y preocupándome genuinamente por su bienestar.

Después de todo la había noqueado y roto la nariz.

Así fue como conocí a mi Bella, hace ya siete años.

Hace siete años, con narices rotas, cuentas enormes, y al final del día, un número telefónico.

Me había dado su número telefónico pues quería pagarme la mitad de todo, descubrí después que era amable cuando estaba drogada por medicamentos, y realmente agradable cuando yo no me reía de ella.

No la llame, ni en un interés romántico, (el cual no tenia, en ese entonces) ni en un interés económico, me sentía un poco mejor al saber que pagando la cuenta era lo único que podía hacer para recompensarla.

No, a pesar de lo poco romántico y ortodoxo de la manera en que nos conocimos, nuestro "flechazo" no fue ese día, obviamente, sino, exactamente un año después.

Otro maldito día de los enamorados.


Y bien?, espero que los haya jalado lo suficiente para seguir, son menos de 10 capitulos, que publicare esta semana, este apenas es el comienzo, hay algunos momentos muy comicos que espero las haga reir, esa siempre es mi meta, hacenros reir!

Asi que, espero sus comentarios, tomatazos y de mas cosas.

Nos leemos en el siguiente capitulo!

Beshos y Buena vibra.