Holas! Bueno, me explicaré. Qué hago yo traduciendo una historia si tengo mis propios fics incompletos. Les diré que no tengo una excusa decente más allá de decirles que me enamoré de este fic y vi que la persona encargada en traducirlo no ha actualizado en meses. Así que le pedí permiso al autor y aquí estoy con la traducción a partir del capítulo siete.

El fic en cuestión es "Auf wiedersehen, sweetheart" de George DeValier. Aquí el link: (http) (:/) (www.) (fanfiction)(.net) (/s/6565449/1/) (Auf_Wiedersehen) (_bSweetheart_b) La autora encargada de la traducción de los primeros capítulos es shoujolovesUSUK. Aquí el link: (http) (:/) (www.) (fanfiction) (.net) (/s/7156596/1/) (Auf_wiedersehen) (_bsweetheart_b).

Advertencias: Demasiadas emociones…

Disclaimer: Hetalia le pertenece a su respectivo autor que es Himayura sensei y el fic a su autor George DeValier.

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Feliciano se había quedado sin aire cuando llegó al pueblo. Atravesó rodando la puerta principal de la Cantina Verde, ignorando las miradas burlonas de los camareros. Fue al cuarto de atrás, pero Lovino se paró frente a la puerta, la cual estaba ligeramente abierta, y agarró a Feliciano antes de que lograra entrar. "¿Dónde demonios has estado? Tuve que mentirle al abuelo…¿Has estado llorando?"

Feliciano susurró con apuro. "Tengo que hablar con el abuelo, los Americanos están aquí."

Lovino lo miró soprendido. "¿Cómo puedes saberlo…?" Sus ojos se abrieron mucho más al entender lo que pasaba. "Estuviste con él", dijo casi acusándolo.

"¡No le dije nada, Lovino! Sólo quería verlo, yo…"

"Cállate, Feliciano, quiero escuchar esto. Hablaremos más tarde." Las palabras de Lovino eran una amenaza. Feliciano trató de permanecer calmado y escuchar a través de la puerta al abuelo Roma y a Antonio hablando en la habitación continua.

"Quizás no es quien estás pensando", dijo Roma. "Quizás este es un apellido común en Alemania."

"No es tan común." Antonio susurró profundamente. "No puedo creerlo. De todos los malditos lugares en que los alemanes están peleando alrededor del mundo en este momento."

"¿Tú eras amigo de este alemán?"

"Con su hermano. Nos conocemos desde hace varios años, íbamos estudiar en la misma universidad en Inglaterra; nosotros y un amigo fránces. Pero luego la guerra estalló y ambos se unieron al ejército. He tratado de rastrearlos por años, pero ha sido difícil, aún para mí. Mi amigo francés es capitán en el servicio de inteligencia francés y básicamente inubicable. Y lo último que escuché del alemán es que se vio involucrado en una especie de escándalo con un músico austriaco y fue sentenciado a una unidad de castigo en el frente oriental. Debe estar muerto para este entonces."

"Y su hermano está en la lista."

"Es correcto La última vez que lo vi sólo era un niño, muy calmado y amante de los aviones. Hasta había construido un tanque. Pero es una de las personas más honorables y decentes que alguna vez he conocido."

Feliciano se sonrió con tristeza. Antonio entendía que los alemanes eran seres humanos. El hermano de su amigo hasta se parecía a Ludwig.

Roma hizo una breve pausa. "Antonio, espero que sepas…"

Antonio no lo dejó terminar. "Es una pena, pero no hay nada que se pueda hacer. Sé con quiénes está mi lealtad."

"Tu lealtad. Debo admitir que últimamente me he estado preguntando, Antonio, si quizás mi nieto tiene que ver algo con eso."

La habitación se quedó en silencio. Feliciano miró a Lovino, quien simplemente se quedó mirando la puerta con los ojos muy abiertos. Antonio finalmente respondió. "Roma…".

"No soy estúpido, Antonio. Ha sido bastante obvio por algún tiempo hasta ahora que tú tienes sentimientos por Lovino. Demasiado obvio."

Los ojos de Lovino se agrandaron mientras salía del lugar y se agarraba al marco de la puerta. Feliciano trató de pensar en algo que decir. "Lovino…"

"Cállate", susurró Lovino.

"Roma", dijo Antonio nuevamente. "Tú sabes que yo jamás…"

"No tengo nada en contra de tus preferencias, mi amigo, así como soy consciente que es un asunto personal de cada hombre. Pero tú a veces eres demasiado obvio y por eso debo hablarte con claridad. Lovino obviamente no siente lo mismo por tí. Debes aceptarlo y dejarlo ir." Lovino cerró sus ojos y apoyó su frente en el marco de la puerta. "Lo siento, esto no tiene nada que ver con lo que estábamos hablado. Sólo sentí que debía decirlo."

"Casi en lo correcto. Pero tengo que decir que mi lealtad siempre ha sido a una Italia libre y a cualquier grupo que se oponga al fascismo alemán. No se olvide de lo que me trajo aquí, Roma, o las razones por las que escogí arriesgar mi vida por un país que no es el mío. Y ninguna de mis relaciones personales tiene que ver con el asunto. Ni mi antigua amistad con oficiales alemanes o mis sentimientos por tu nieto, Y justamente que estamos hablando de este asunto, Lovino es un adulto, capaz de tomar sus propias decisiones. Al igual que Feliciano. Ellos ya no son los niños que como tú los tratas."

Feliciano ahogó un jadeo. Lovino se veía tan sorprendido como él. La gente no le hablaba al abuelo Roma de esa manera. Él esperaba ansiosamente su respuesta. No hubo alguna. En vez de eso, Antonio continuó hablando."

"Pero estás en lo cierto, Roma. Esto no es de lo que estábamos hablando. Con respecto a los planes actuales, esperemos que este escuadrón americano no eche nada a perder. Parece que nuestra mejor oportunidad es el miércoles por la mañana, ero puede hablar más durante la reunión. ¿Feliciano, Lovino, van a venir con nosotros o seguirán escuchando a través de la puerta toda la mañana?"

Feliciano y Lovino se miraron el uno al otro con sorpresa antes de que Lovino se decidiera y cruzara la puerta. "No actues como si fueras listo, bastardo, recién he llegado aquí hace diez segundos. Y en caso de que estés interesado, aparentemente los primeros Mustangs ya han sobrevolado. Yo pensé que no lo harían hasta el miércoles." Lovino se dirigió a la mesa, siendo demasiado obvio en el evitar mirar a Antonio. Éste le dirigió una breve sonrisa antes de revolverle el cabello con su mano exhausta.

Feliciano siguió a Lovino lentamente a la habitación, levemente confundido. Él estaba seguro de que no había mencionado nada sobre los Mustangs. Roma cambió la actitud indescifrable que había tenido con Antonio y sonrió animadamente, recostándose en su asiento tras su improvisado escritorio. Ni él ni Antonio parecían haber dormido en días.

"¡Buenos días, chicos! Sí, Lovino, parece que los americanos malograrán nuestros planes antes de que se hayan puesto en marcha."

"¿Pero…este…los americanos ya han aterrizado?" preguntó Feliciano, sorprendido y confundido. ¿Sabes que ellos ya habían aterrizado? ¿Qué están haciendo? ¿Qué significa?"

"La fuerza mayor no ha aterrizado todavía" dijo Antonio. "Roma explicará todo en la reunión."

"Feliciano no está al tanto de estos asuntos" exclamó Roma, mirando directamente a Antonio. "él no necesita saber sobre esto." Roma colocó sobre la mesa varios papeles. "De hecho, Feliciano, ¿Por qué no vas al Mercado esta mañana?"

Feliciano movió su cabeza insistentemente y se echó para atrás, levemente alarmado por el hecho de que Roma pudiera obligarlo a irse. Tenía que escucharlo todo, tenía que escuchar los planes que implicaban aviones y americanos. Tenía que escuchar lo que ellos pretendían para Ludwig y para él. "No, yo me quedaré para la reunión de hoy, abuelo."

Roma lucía desconcertado. "No creo que sea una buena idea. Recuerda lo molesto que te hizo sentirte nuestra conversación de la otra noche."

"Yo quiero escuchar." Feliciano levantó su barbilla de forma desafiante, al mismo tiempo que se echaba aún mpas para atrás. "No me voy a molestar. En realidad, yo no soy un niño, abuelo, yo tengo drecho a escuhar cuáles son tus planes; además, estaré bien, lo prometo."

Roma se puso de pie y Feliciano sintió que el corazón se le paraba. "Mira, Feli…"

Antonio cruzó sus brazos y habló alto. "¿Cree que es justo que Feliciano arriesgue su vida al traernos información y no se le permita escuchar la manera en que la utilizaremos?"

Roma parecía querer asesinar a Antonio cuando lo miró por sobre su escritorio. "¿Cómo te atreves a decirme la manera en la que le debo hablar a mis nietos, Antonio? Esto no es de tu incumbencia."

"Feli" dijo Lovino suavemente. "Quizás el abuelo esté en lo correcto. Tú no tienes que escuchar esto." Feliciano volteó a ver a Lovino sospechando algo. Lovino nunca le había sugerido abandonar una reunión antes."

En ese momento, tres miembros de la Resistencia entraron a la habitación y saludaron a Roma ruidosamente. Feliciano se aprovechó de aquella distracción para dirigirse a la parte de atrás del cuarto y tomar asiento. Su estómago se sentía enfermo, la cabeza le latía, sus manos temblaban. Nunca se había sentido tan nervioso en toda su vida. Pero nada lo haría abandonar el lugar. Gracias a Dios que Roma pronto estuvo muy ocupado a los recién llegados como para prestarle atención alguna. Pronto, otros se unieron y la habitación se llenó rápidamente, todos muy ruidosos, habladores y extrañamente animados. Lovino ocasionalmente se volteaba a mirarlo de forma preocupada, pero Feliciano los ignoró a todos. Su mente estaba en otro lado. Todavía podia sentir los brazos de Ludwig alrededor de él, sus labios contra los suyos, todavía lo sentía, lo olía y oía el dolor en su voz cuando le decía adiós. Feliciano tragó el nudo que tenía en la garganta. Se sentó esperando y rezando y pensando nada más que en Ludwig. Se sentó esperando escuchar lo que en realidad significaban esos aviones americanos.

Las primeras palabras del abuelo Roma en la reunión fueron las mismas de siempre, sobre los movimientos alemanes, estimaciones, vigilancia y otras cosas que Feliciano no entendía. Fue cuando mencionó a los americanos que Feliciano realmente empezó a escuchar.

"Algunos de ustedes habrán notado los Mustangs sobrevolando el pueblo esta mañana." Las palabras de Roma se encontraron con murmuros de asentimiento y curiosidad. El pulso de Feliciano se aceleró. "Estamos seguros que los alemanes tanbién lo notaron. Obviamente no lo esperaban, Parece que un grupo de pilotos americanos en una mission de reconocimiento lograron su cometido y uno de ellos, un joven y arriesgado teniente aparentemente, pensó que sería divertido lanzar un pequelo explosivo en el campo abierto." Roma sacó un mapa que estaba clavado en la pared. Unas cuantas personas se acercaron para verlo major. "La explosion ocurrió justamente en…" Roma apuntó en el mapa. "…aquí. Sólo unas cuantas millas de la base aérea alemana."

"¿Qué significa esto para el asalto del miércoles?" preguntó uno de los hombres. Los oídos de Feliciano ardían y su estómago se sobresaltó. Asalto... "¿No se suponía que sería un ataque sorpresa?"

"Eso significa que los alemanes tiene una noción sobre los americanos vigilando el área." Roma comenzó a hacer que toda la habitación se tornara tensa, sus palabras eran severas como siempre y eso hacía que toda la atención se centrara en él. "Tenemos que trabajar rápido para solucionar este estúpido error de los americanos. Los alemanes no deben saber sobre estos aterrizajes. Los americanos dependen del elemento sorpresa. Tenemos que asegurarnos que todavía disponen de este. Silvano, necesitamos que interceptes la frecuencia radial de los alemanes y des un falso reporte. Te daré los detalles en un momento. Y Matteo, Antonio te entregará la información correspondiente para contactar directamente a los comandos superiores para convencerlos de que los americanos están demasiado ocupados en Francia como para lanzar un ataque aquí." Roma hizo una pausa y registró la habitación. Feliciano trató de esconderse desde su sitio. "Convenciendo a los alemanes de que los americanos no los están atacando es de vital importancia para nuestra misión en su totalidad. Si ellos se enteran sobre el aterrizaje, todo lo que hemos trabajado en estos últimos meses habrá sido en vano."

Feliciano se paralizó ante aquellas palabras, con el pánico subiendo por su garganta. No había podido entender todo lo que había hablado Roma y deseaba desesperadamente pedir una aclaración, pero al mismo tiempo no quería distraer la atención hacia él. Retorció sus dedos nerviosamente y escuchó ansioso, centrándose en cada una de las palabras de Roma.

"Asegurándonos de que todo vaya según lo planeado y que los alemanes se mantengan indiferentes a una possible invasión, el resto de nuestro plan debería resultar tal cual lo hemos planeado. Una reunión ha sido programada para pasado mañana, el día del aterrizaje. Antonio tiene agentes trabajando para asegurarse de que esta reunión se lleve a cabo. Gracias a mi pequeño Feliciano, hemos sido capaces de conseguir esta información para los americanos." Roma levantó una hoja de papel. Feliciano la miró, sintiéndose enfermo, sintiéndose acorralado. Inmediatamente supo de dónde había salido ese papel, el sobre se lo había dado en el café alemán. "Esta es una lista de los hombres más importantes de la Luftwaffe en esta área. Estos hombres son nuestros objetivos prioritarios: oficiales ataque aéreo americano en las bases militares alemanas en Italia. Todos estos hombres deberán atender a la reunión el miércoles por la mañana."

Roma puso la lista sobre el escritorio y continuó dirigiéndose a la habitación. El papel atrajo los ojos de Feliciano como si fueran imanes. Las palabras del abuelo Roma desaparecieron en el ambiente y el papel era lo único que existía. Sin pensarlo a conciencia, Feliciano se puso de pie y lentamente se dirigió hacia el escritorio. Él se sentía como si estuviera caminando en un sueño; sangre agolpándose en sus oídos, su mente congelada pues no podía ser consciente de lo que estaba pensando. Cuando finalmente llegó al escritorio, Feliciano miró el papel que se extendía frente a él. Sólo una Mirada, al principio de la fila, las palabras 'Objetivo: Cuerpo aéreo' aparecieron justo al borde. Una lista de nombres del largo de la página y Feliciano leyó a través de ella, negándose a admitir lo que estaba buscando, mientras su piel ardía y un sentimiento enfermo de amenaza corría por sus venas. La lista de tenientes, capitanes y coroneles corría junta. Luego, paró. Todo paró. Feliciano se sintió distante, sintió su corazón desfallecer, sintió que él se rompía por completo. El mundo a su alrededor se cerró alrededor de él hasta que no hubo nada aparte de ese pedazo de papel, esa lista, esas letras y esas tres palabras que deletreaban.

Teniente Ludwig Beilschmidt.

Feliciano observe aquellas palabras hasta que se tornaron demasiado borrosas como para poder leerlas. Cuando él finalmente subió la Mirada, confundido, paralizado y roto, la primera cosa que vio fue a Lovino, devolviéndole la mirada con una difícil aprensión en su cara. Los ojos de Lovino se dirigían directamente a la lista sobre el escritorio, al abuelo Roma y finalmente a Feliciano, para luego abrirse en entendimiento. Lovino se tapó la boca con la mano, horrorizado. Feliciano no sabía qué hacer. Con las justas podia comprender cómo se sentía Puso sus manos sobre el escritorio, inclinándose hacia adelante, y el discurso del abuelo Roma volvió a cobrar sentido.

"Hemos podido conocer el tiempo y el lugar a través de los americanos. Ellos van a aterrizar a la fuerza, temprano, sin avisar. Su primer objetivo será el cuerpo aéreo alemán. Las manos de Feliciano fueron desapareciendo ante él mientras su abuelo seguía hablando, esas palabras que se clavaban en él, finalmente ubicándose en dónde estaba, teniendo una corazonada terrible, partiendo su corazón en pedazos. "Su objetivo es eliminar a los hombres que se encuentren en esa reunión, todo el armamento aéreo y pilotos como sea posible. Tomados por sorpresa, la mayoría de los pilotos deben ser asesinados antes de que alcanzen su avión. Esta debe ser la destrucción de la presencia aérea alemana en esta área…"

"¡NO!" La palabra fue arrancada de él, un grito lleno de terror y devastación, antes de que Feliciano lo pudiera parar. Estampó su mano contra su boca pero era demasiado tarde. Toda la habitación se quedó mirándolo en un silencio de sorpresa.

"¿Feliciano?" preguntó Roma finalmente, alarmado.

"Yo no…no puedo…" Las manos de Feliciano temblaron, su vientre se contrajo, su mente se negaba a trabajar correctamente. "Quise decir,…es decir…" Le dio un vistazo rápido al cuarto, el acusado silencio lo confundía y los terrificaba. Roma dio un paso hacia él alarmado. Antonio se veía igual de preocupado. Lovino movió su cabeza, observando intensamente; su cara mantenía la alarma, mortalmente seria, casi como una amenaza. Feliciano tragó su miedo, bloqueando su garganta. Sus ojos se centraron en la salida. "Me tengo que ir." Corrió hacia la puerta. Lovino la alcanzó primero, bloqueándola.

"Tú no te vas a ningún lado" dijo Lovino con firmeza.

"¡Déjame salir, Lovino!" Feliciano lloró, tratando de apartarlo. Lovino lo cogió de los brazos y lo empujó hacia atrás.

"¡No!"

"¡Por favor!" Feliciano gritó, tratando desesperadamente de liberarse del agarre de Lovino.

"¡Maldita sea, sabía que esto pasaría!"

"¡Paren!" gritó Roma. Feliciano no pudo evitar paralizarse ante la orden. "¿Qué demonios está pasando?"

El corazón latiendo y la cabeza dando vueltas. Feliciano miró a Lovino suplicante. "Por favor" susurró. "No le digas".

"¿Lovino? ¿Feliciano?" La voz de Roma se oía preocupada. La habitación se llenó de comentarios por lo bajo y murmuraciones de confusión y curiosidad.

El pulso de Feliciano se atoró en su garganta. El cuarto comenzó a dar vueltas…tenía que encontrarse con Ludwig. "No le voy a decir a Ludwig sobre el aterrizaje, prometo no hacerlo, yo sólo, yo sólo quiero verlo, Lovino, yo necesito…" La respiración de Feliciano se volvió demasiado rápida como para que pudiera seguir susurrando.

"No es nada, abuelo." Dijo Lovino en voz alta. Sus ojos se veían conflictuados. Él susurró. "¿Por lo menos sabes dónde se encuentra su base?"

El corazón de Feliciano se paró y su piel se tornó helada. "No…"

Lovino suspiró en alivio y soltó su agarre. "No seas estúpido Feliciano. Ni siquiera sabes a dónde estás yendo. No hay nada que puedas hacer."

Feliciano iba a gritar. Se iba a romper. Sus piernas estaban débiles. El ruido y la luz de la cantina eran como pedazos de vidrio penetrando su cráneo. El suelo a sus pies se movía constantemente. Los americanos iban a aterrizar, iban a bombardear la base aérea Y él no tenía ninguna forma de alcanzar a Ludwig…ninguna forma de avisarle. Ninguna forma de despedirse de él. Un pánico enfermo sofocó sus pulmones. "Lovino", exclamó, siendo de repente incapaz de ver, de pensar, de respirar. "Lovino, ayúdame…" Feliciano perdió el equilibrio, se cayó al piso y descansó su cabeza sobre el frío pavimento. Casi inmediatamente escuchó la voz de Roma hablando a su costado.

"Estás bien, Feli. Sabes que tienes que respirar. Sólo respira." Feliciano sintió la mano de Roma sobre su frente. "Todo está bien, solo te has exaltado demasiado otra vez. Ahora siéntate." Roma lo levantó y Felciano se agarró el pecho. El cuarto y todo el mundo parecía frío y culpante. Roma miró a Antonio. "¿Viste? ¡Es por esto que no quiero que escuche estas cosas.!"

Feliciano miró a Lovino, suplicándole en silencio. Los ojos de Lovino se suavizaron e inmediatamente se agachó, rodeo con su brazo a Feliciano y junto con Roma lo ayudó a pararse. Feliciano se apoyó en Lovino agradecido y trató de ocultar su cara de las miradas de la abarrotada habitación.

"Está cansado, abuelo. Ha estado trabajando duro. Lo llevaré a casa."

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Feliciano se acostó en su cama, mirando el techo de su cuarto. Las palabras del abuelo Roma le daban vueltas en un giro sin fin alrededor de su cabeza, martilleándolo, rompiendo su mundo en pedazos. Pasado mañana por la mañana. Si Ludwig no se encontraba con él mañana, Feliciano nunca lo volvería a ver. Casi ni sintió la mano de Lovino sobre la suya cuando éste se sentó en el suelo a su costado. El cuarto estaba demasiado oscuro como para que sea la media tarde, la tormenta estaba a punto de comenzar. Los truenos retumbaban tan fuertemente las paredes que estás parecían temblar. Por primera vez en su vida, Feliciano no estaba asustado por ello.

"No le dijiste al abuelo." Dijo Feliciano suavemente.

"No" contestó Lovino. "Realmente amas a este alemán."

"Sí." A veces, no tenían siquiera que hacerse preguntas.

"¿Le has contado sobre el ataque?" Feliciano no respondió. "Feli, él les nuestro enemigo. Él pelea para controlarnos, para quitarnos nuestro país."

Feliciano negó con la cabeza ligeramente. "No. Él pelea porque su país le dice que debe hacerlo, y él ama a su país. Él es un buen hombre, Lovino."

"Él es alemán."

"Tú sabes, a pesar de lo que el abuelo y tú piensen, que es possible ser los dos." Lovino no respondió pero apretó la mano de Feliciano en señal de entendimiento. Un trueno acentuó el silencio. "¿Qué pasaría si Antonio fuera tu enemigo?" preguntó Feliciano finalmente. "¿Acaso no lo seguirías amando?"

"Yo no amo a Antonio" Lovino dijo rápidamente.

"Sí lo amas."

Lovino recorrió la palma de Feliciano con su pulgar, luego recostó su cabeza sobre su brazo. Sus siguientes palabras fueron tan silenciosas que Feliciano tuvo que esforzarse para escucharlas. "Antonio va a morir pronto."

Feliciano movió su capeza rápidamente hacia Lovino, sorprendido y alarmado.

"¿Tú sabes lo que él hace, verdad?"

"Sí. Él nos da información. Sobre los alemanes."

"Exactamente. ¿No ves lo peligroso que es eso? Antonio es uno de los hombres más buscados por los alemanes en este país. En Europa. Un día lo atraparán. Ellos lo torturarán para obtener lo que él sabe, y lo matarán. Él lo sabe. Todos lo saben. Sólo es cuestión de tiempo."

"Pero Antonio es listo, él es…"

"No lo es. Porque no va a parar." Lovino casi se oía molesto. "Él no parará de hacer lo que hace y cada día se mueve un paso más cerca a la Gestapo."

La boca de Feliciano se abrió es un suspiro. "Es por eso que no quieres amarlo. ¡Porque no quieres ser herido!"

Lovino rió sin ganas. "No es tan simple."

"Eso es, duro. También es egoísta. Tú lo amas, pero tienes miedo de que algo malo pase y tenes miedo de perder algo. Pero nunca sabemos lo que va a pasar, y siempre tenemos algo que perder. Yo sé que estás asustado, Lovino. Tienes miedo de tomar el riesgo. Pero dejarme decirte algo…" Feliciano pensó en aquellas pocas y hermosas tardes con Ludwig, esas gloriosas horas perdidas, las sonrisas, las palabras y los roces de sus manos: de aquellos bellos y conmovedores besos, toda aquella breve y hermosa declaración debajo del roble. Luego pensó en la muy real posibilidad, la probabilidad, de quizás nunca vuelva a ver a Ludwig otra vez. Que lo perdería, y que el dolor sería incontrolable, sobrecogedor, que lo consumiría. A pesar de ello…"Algunas cosas merecen el riesgo después de todo."

Lovino levantó su cabeza ligeramente y miró a Felicianó como si lo estuviera viendo por primera vez. Él sonrió suavemente. "¿Cuándo te convertiste en el sabio, Feli?"

Feliciano le devolvió la sonrisa. "Siempre he sido el más sabio."

Lovino dejó escapar un hondo respire y miró la ventana, sus ojos brillantes. Feliciano podía escuchar el viento chocar contra las ventanas. "¿Cuándo se supone que volverás a encontrarte con tu alemán?"

"Él me encuentra todos los días bajo el roble. Pero con todo esto sucediendo, el ataque de esta mañana, probablemente él no esté ahí mañana."

"Tú escuchaste esta mañana, ese no fue un ataque, los americanos estaban en una misión de reconocimiento. Esos Mustangs están lejos por ahora, el verdadero aterrizaje será en unos pocos días, y por lo que los alemanes piensan, los americanos ni siquiera van a aterrizar." Feliciano suspiró en asentimiento. Lovino estaba en lo correcto. Con los americanos lejos, no había nada que le impidiera a Ludwig encontrarse con él al igual como hacía todos los días. El corazón de Feliciano comenzó a martillearle. "Entonces, Feli, anda encontrarte con él mañana." Feliciano miró a Lovino petrificado.

"¿Tú me…tú me dejarás ir a verlo?"

Lovino chocó su frente con la mano de Feliciano. "Sí. Para que le digas adiós."

El corazón de Feliciano se detuvo otra vez. Sí, Ludwig sería capaz de encontrarlo mañana. Pero sería la última vez. Feliciano apretó sus ojos cerrados y movió su cabeza. "No puedo." Los americanos atacarían pasado mañana. Feliciano lo había escuchado todo esa mañana. Los americanos atacarían durante la reunión de los alemanes, destruirían su base aérea y a los oficiales presentes. Pero si Feliciano le advertía a Ludwig, sería un traidor. ¿Cómo podría verlo siendo esa la última vez. "No puedo, yo solo…"

"Feli…"

Las lágrimas sobrevinieron y Feliciano no trató de detenerlas. "¡No quiero decirle adiós, Lovino! Yo sólo quiero estar con él. Yo nunca pensé sentirme de la forma como me siento con él. Si sólo supieras lo maravilloso que es. A él le gusta escucharme, no piensa que soy una molestia o que hablo demasiado, le gusta cómo canto y es tan amable, y tan tímido, a pesar de que se vea tan fuerte. Tiene un hermano y un abuelo, como nosotros. Él es tan bueno y honesto y…y él es todo." Feliciano tragaba sus lágrimas con enojo. "¿Por qué lo tuve que conocer de esta manera? ¿Por qué tuvo que ser un enemigo? ¿Por qué solamente no puedo estar con él? ¿Por qué…?" Feliciano no sabía cómo expresar el enojo que lo inundaba. Quería romper algo, tirarse al piso, gritar. "Por Dios, ¿Por qué Lovino? No es justo. ¡No es justo!".

"Yo sé. No es justo. Pero nada es justo en la guerra." Lovino se separó y tomó un hondo y estremecedor respiro. "Esto no se suponía que debió pasarte a ti, Feli. Pero al menos tienes la oportunidad de decirle adiós."

Feliciano sintió su pecho romperse con las palabras de Lovino. Eso no era suficiente. ¿Cómo se suponía que eso fuera suficiente?

"Y Feliciano, una cosa más." Por el tono de la voz de Lovino, Feliciano volteó su cabeza y miró directamente a los ojos de su hermano. Se estremeció al ver lo que había en ellos. El cuarto de repente se tornó más oscuro. "Mi pequeño hermano, te amo con mi vida. Pero si nos traicionas, si traicionas a Italia…te mataré."

Continuará…

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Espero que les haya gustado…cualquier error me avisan, me he preocupado en hacerlo lo más exacto posible…..me gustaría saberlo así que espero sus reviews…–realmente los espero…aunque sea una palabra…..además de que así me hacen saber lo que les gusta y lo que no…Siemp[re serán bienvenidos!..Gracias por leer…!

Se acepta de todo: críticas, consejos, opiniones, maleteadas, dinero (de preferencia en dólare$), confesiones de amor (o de odio)..lo que sea menos insultos y amenazas de bomba o parecidos….

P.D.= Por si no se han enterado, Himayura apareció de nuevo en su blog y ha anunciado que el quinto tomo del manga saldrá a la venta el martes en Japón y la quinta temporada del anime ha sido confirmada. Crucen sus dedos.

Saludos!...