Heme aquí de nuevo con ua historia que nacio esta mañana mientras pensaba en la vida y en mi actual pareja, no presisamente era un sentimiento agradable lo que la originó, pero así es como queda, ojala les guste y si es así espero no duden en hacermelo saber.

No tengo pensado que sea un fic muy largo, como podran ver en este capítulo casí termino la primera de 3 historias que mas adelante tendran sentido entre si. Asi que calculo seran como 6 capítulos. Sin mas rodeo, los veo abajo. :D

Naruto ni sus personas me pertenecen, esta historia poco tiene que ver con la historia original de Naruto, solo uso los personajes.

Creditos a las creadoras de las imagenes del cover.

Capitulo I

La liebre, el cazador y la serpiente.

Comencé mi día con estupor y ansiedad, en estos tiempos nunca sabias de que lado ibas a estar, o en que parte del camino quedarías marcado para siempre. La guerra había traído consigo desolación y llanto como solo ella sabe, en mi, solo había dejado retazos de lo que fue mi vida, con la piel marcada y la cara quemada por el sol comencé a andar por aquel irrelevante bosque. Sin principio ni fin. No me importaba nada, me gustaba creer que tenia oportunidad de imaginarme un mañana, y era en este bosque donde mi imaginación volaba, brincaba de roca en roca imaginando que en esos instantes donde mi cuerpo flotaba era un ave hermosa que podía surcar montañas, ilusión que desaparecía en cuanto mis pies tocaban las enormes y frías rocas, hasta que llegué, una colosal cascada que alimentaba innumerables pueblos que se extendían mas adelante, todos gobernados por el mismo desalmado hombre que me había dejado sin libertad, pero justo aquí, justo ahora, seria libre para siempre. Tantas veces escuche el llamado del río cuesta abajo, tantas veces estuve parada justo en esta misma roca que al principio me pareció el asiento perfecto para disfrutar de el hermoso paisaje que se cernía en el horizonte… extendí los brazos sintiendo los roces del aire colarse por las mangas de mi blusa, cerré los ojos… la libertad se iba de mis manos tan pronto llegaba…

Antes de cualquier movimiento mi piel se erizo, alerta y expectativa me quede inmóvil, sin respirar, mientras me aseguraba de que mis ojos fuera lo único que se movía con rápidos reflejos rodeando el lugar, el bosque era el lugar ideal para perderse, pero también para ocultarse, segura de que ese sonido antinatural como pueden ser las pisadas humanas fue producto de mi vacilación momentánea baje la guardia, mis manos en posición de ataque justo a unos centímetros de mi daga de jade.

–Tienes que estar mal de la cabeza para estar aquí sola– fueron las claras palabras de un hombre detrás de mi, tal fue mi susto que olvide que hacia mucho no escuchaba otra voz, y esta en especial, tersa y brusca no era precisamente lo mejor que el destino había podido regalarme, o al menos eso pensé fugazmente cuando el hombre me había desarmado completamente antes de si quiera poder verle el rostro.

Heme aquí como un costal de arroz colgando del caballo junto al sujeto del que carecía completo interés por conocer el nombre. Había sido demasiado amable para querer siquiera intentar matarme. Y eso en el fondo, me molestaba.

–¿Vas a decirme tu nombre?– sonreía como bobo, estaba segura, aun sin verlo a la cara, ya que mi incomoda posición no me lo permitía y a pesar de solo haberlo visto así una vez, que fue cuando luche por soltarme de su agarre podía imaginarlo justo ahora feliz y triunfal.

Conocía este camino hasta unos kilómetros mas adelante, era donde la tribu de los celtas acampaba cuando hacían sus rondines, nunca me atreví a ir mas allá. Pero poco había importado, ellos habían llegado a mi. Si mis padres me vieran sentirían tanta pena por mi, pero también poco me importaba… ¿verdad? a pesar de mis recurrentes pensamientos de autoconsolación sabia que no daba igual, preferiría mil veces morir peleando que cediendo la libertad que tanto me había costado sin más.

Respiré y espere el momento justo, mis manos atadas era el único pequeño impedimento, pero la altura de un caballo no era suficientemente mortal, y lo hice, con mis manos atadas y empuñadas me impulse de un costado del caballo, alcé mis piernas en una elegante y absurda forma que termine dandole una patada a mi captor, en una voltereta digna de una gimnasta sali corriendo en dirección a los arboles que tenia frente a mi, periendome del camino, escuche el galopeo de los caballos y alarmada comencé a brincar hacia terrenos mas borrascosos y empedrados con la ilusión de evitar mi recapturación.

Estaba a un paso de mi libertad, el arrollo que conocía perfectamente estaba frente a mi, si corría lo suficientemente rápido podría terminar con este sufrimiento, mas adelante se encontraba la pendiente, me lance al arrollo al mismo tiempo que una flecha se incrustaba en mi brazo derecho causándome estupor y un dolor inmensurable al chocar con la corriente, un hombre de cabello negro y largo quien supongo fue el que me hirió se adentro al rio para sacarme, presa del dolor cerré los ojos y no supe nada mas…

El traqueteo de la carreta me despertó, solo para hacerme consciente de lo miserable que había sido este día. Gire mi cabeza aturdida, pude escuchar gritos lejanos y la vista del hombre delgado y elegante que me atacó fue lo único que mis ojos vieron.

–No tenias que haber hecho eso–

–¿Qué pretendías que hiciera? Te comportaste demasiado blando–

–La necesitamos entera o se volverá una carga–

Esa voz se me hacia tan familiar, el hombre de ojos de serpiente hablaba con el, o mejor dicho, discutían.

–Jiraya, creerás que soy estúpido, te a zampado una patada en la cara y no hiciste nada–

–No tenia a donde escapar– respondió el tal Jiraya.

Lo odiaba… a ambos.

El dolor de cabeza y fiebre que era indudable tenia me estaba haciendo delirar a tal desagrado que desee vomitar, comencé a soñar con un hombre sin rostro, ambos parados en la pendiente… los vítores me hicieron enfocar mi atención al presente. ¿Cuantos días había estado inconsciente?

¡Capitan Jiraya! Vitoreaban todos al unísono, mis ojos enfocados en el cielo veían banderas ondeando y mujeres desde los balcones saludando a sus esposos, miradas perdidas se dirigían a mi, quería ocultarme de sus miradas de despreció.

Para mi pesar no me mataron como hubiera deseado, algo mucho peor.

"Puede dormir en tu casa" será tu concubina después de todo, fueron las palabras de su líder, amo, rey… como sea que aquí le llamaran.

–Tienes tanta suerte mujerzuela– murmuró el hombre de ojos de serpiente quien se hacia llamar Orochimaru.

Todo se movió tan aprisa, no vi venir nada de lo que pasó de ahí en adelante.

Dormía con el tal Jiraya, quien increíblemente no resulto ser el hombre asqueroso que yo había pensado.

¿Por que no me habían matado? Era del clan de los enemigos.

Jiraya no me permitía hablar con los otros, principalmente por que ellos no conocían mi lengua. El si.

–¿Por qué no me dejas ir? en vista que no piensas matarme, ni ponerme una mano encima– ante estas palabras mi cuerpo se estremeció.

– Eres como una liebre, escurridiza– fueron sus únicas y escuetas palabras.

–¿Es por ti que no me han matado?–

–Si quieres mantenerte con vida lo mejor será que no hables de eso, ni hables con otros–

–¿Acaso crees que puedo hablar con ellos? soy como basura para tu pueblo, tengo entendido que deberían matarme a pedradas– sonreí irónica y melancólica.

–¿Acaso, es eso lo que quieres?– su mirada dolida oculta en su esplendor y rostro divertido fue percibida ligeramente por mi corazón acelerado.

–Ustedes acribillaron a mi gente– me acerque amenazante.

–Ese vestido te queda muy bien– acarició mi rostro sosteniendo esa risa cínica, la aparté de un manotazo impredecible. Molesto aprisionó mi muñeca y me jaló hacia él.

–Deja de jugar pequeña liebre de cabellos dorados– acarició mi cabello con tanta delicadeza que me enfureció.

–Acaso morir es mejor que estar conmigo–. Sabia que no podía responder esa pregunta como me hubiera gustado, pero quizá en el fondo, prefería estar con el… y eso era algo que nadie debía saber…

Pasaron los días como una corriente imparable, Jiraya se iba pero me dejaba al cuidado de una mujer de edad avanzada, sus largos cabellos blancos atados en una coleta gruesa escondían la sabiduría de mil años y una belleza genuina, por primera vez en tres meses escuche mi lengua natal.

–¿Estas enamorada?– esas simples palabras rompieron todo en mi interior

–¿Conoces mi lengua?– pregunté mientras desviaba mi vista del gran ventanal que daba a la entrada del castillo para enfocarme en esos ojos cansados. No se que me sorprendió más, sus palabras o la loca idea de que todo este tiempo había escuchado mis conversaciones con Jiraya.

La mujer ignoro mi pregunta para añadir.

–Cuando sabes que volverá eliges los vestidos mas hermosos que el te trae de sus viajes y perfumas tu cabello en una larga trenza, solo una mujer enamorada hace algo así– Mi pecho ardía y seguramente mi rostro también. Hablaba normando tan perfecto como yo pero con un acento cansado y oxidado, como si hacia mucho no lo hiciera.

–¿Quien eres?– pregunté ansiosa. Sus ojos azules me miraron mientras se acercaba levanto su vestido y me mostró una cicatriz en su muslo de donde resaltaban unos trazos negros que reconocí al instante. Levante mi vestido y ahí estaba, la marca en el mismo lugar, o mejor dicho, tatuaje normando que nos identificaba entre nosotras. No era la ultima sobreviviente… sonreí y la abrace llorando… no sabia como había sobrevivido ni por que estaba ahí, y no me importaba, ya no me sentía sola, y estoy segura que Jiraya la eligió para estar conmigo por el mismo motivo. Nuestro abrazo fue roto por el vitoreo de una nueva victoria, corrí hacia el ventanal y lo vi, junto a ese maldecido de Orochimaru, esperé ansiosa, sabia que tenia una platica pendiente con la anciana quien se despidió tan pronto termino de preparar la bañera, me entregó unos trastos y añadió.

–El resto te lo dejo a ti– Ignore el significado de sus palabras hasta que vi a Jiraya entrar. Extendió sus brazos como si esperaba que corriera hacia él. Mi corazón gozoso se tenia prohibida algunas acciones, demostrar mi agradecimiento era una de ellas. Lo ignoré elegantemente y crucé mis brazos.

–Tan terca como siempre pequeña liebre– sonrió con esa calidez típica de él.

–Tsunade…– corregí, me miro alzando las cejas.

–Hermoso como su dueña– comenzó a desvestirse y le di la espalda, entró a la bañera. Lo miré de reojo, tenia los ojos cerrados, lucia cansado e indefenso así… su gruesa voz rompió mi estupor.

–Si no me ayudaras, podrías pasarme ese trasto que tienes en la manos…– me acerque nerviosa y me puse de cunclillas a un lado de la bañera para entregarle lo que me pedía, no era la primera vez que veía su cuerpo semidesnudo, pero si la primera que estaba tan cerca de él, de su calor. No me di cuenta cuando solté un suspiro y lleve mis manos a su pecho, el abrió los ojos sorprendido, comencé a tallar su pecho con la esponja evitando mirarlo, no me era indiferente la forma en que me devoraba con sus orbes café. Su pecho subía y bajaba rápidamente mientras yo cumplía con el labor que la anciana me había encomendado… en un movimiento lento su mano aprisiono las mías y no pude evitar encontrar mi mirada con la suya, en ese momento nada me importo, el vapor del agua rompía su imagen haciéndolo ver misterioso y mas apuesto de lo que era, o de lo que quería aceptar, se inclinó para juntar sus labios con los míos al mismo tiempo que su otra mano se posaba en mi nuca para que no pudiera escapar… no era necesario, no lo haría. Fui condenada con este amor que comenzó a crecer dentro de mi. En un acto imprudente me abrazó y me jaló dentro de la bañera junto a el, arruinando mi vestido, nos besamos hasta cansarnos… ni el vestido ni mi pasado se hicieron presentes…

Continuara...

¿Qué les parecio?... el proximo capitulo (que no tengo idea cuando escribire :( ) será el rapido desenlace de esta primera historia.

Si te gustó no dudes en mandarme un mensaje, no te cuesta mucho y me haces enteramente feliz, me inspiras a seguir escribiendo.

Matta Nee