Capítulo uno: Rasgando la burbuja.
Empezaba a pensar que Kami conseguía que todos los domingos fueran espléndidos para evitar que se suspendiera la comida dominical en el gran jardín de la gran mansión de Bulma.
Aquello se había convertido prácticamente en una tradición. Tras todo lo que nuestra familia había pasado durante toda su vida, era como una celebración constante de que la paz parecía haberse instalado completamente en nuestras vidas, convirtiéndose en una rutina más. Y como tal, no todos los domingos me mostraba tan dispuesta a compartir el último día del fin de semana con personas a las que veía casi a diario para tener meras conversaciones triviales sobre el tiempo y lo buena que estaba la comida.
Ese domingo me apetecía disfrutar de mi familia. Mi pequeña pero preciosa familia. Mi hija y mi marido, y todo lo que estuviera de la puerta de nuestra casa hacia fuera no iba a –o quería- importarme aquel día.
¿Qué tiene de malo ser un poco egoísta y querer tener a mi familia durante un par de día sólo para mí? ¿Qué daño iba a hacer que hoy los abrazos, besos y conversaciones de Pan y Gohan fueran para mí y las mías para ellos? Quería romper las rutinas de toda la semana, de duro trabajo, de prisas y miradas fugaces. Y quería hacerlo en nuestro espacio.
Ya no albergaba duda de que Kami preparaba domingos perfectos. O al menos así eran entre las sábanas blancas e impolutas de mi cama. Sabía que sería la última de la casa en abandonar el lecho, así que, con mucho pesar, estiré mi cuerpo por última vez y me levanté en dirección a la cocina, desde la cual, cuando quise darme cuenta, me llegaba un profundo olor a café que me hizo sonreír casi como un acto reflejo.
-Buenos días.- dije algo perezosa. Gohan estaba leyendo el periódico, vestido de manera casual. Me acerqué a él y me sonrió dulcemente, lo cual respondí con el primer beso del día.
Pan estaba sentada en otra silla, aún en pijama, despeinada y leyendo una revista que tenía apoyada en la mesa. Apenas me hizo caso, por lo que me acerqué yo y le rodeé la cabeza con mi brazo para darle un beso. Ella emitió un gruñidito y siguió con su lectura.
Observé con cariño la silenciosa estampa mientras me servía café y me apoyaba en el mueble de cocina para tomármelo. Realmente no necesitaba nada más. No era necesario que hablaran, sólo que estuvieran. Me despertó de mi momentánea ensoñación el sonido del periódico al ser doblado y puesto en la mesa.
-¿A qué hora crees que estaréis listas?- preguntó Gohan sin perder la sonrisa.
-¿Listas para qué?- pregunté inocentemente haciéndome un poco la loca.
-Para ir a casa de Bulma.
-¡Oh…!- tenía que ser sincera e intentar disuadirle de esa idea sólo por este día.- Oye, Gohan… Había pensado que quizás podíamos quedarnos hoy aquí tran…-
-Venga, cariño. Vamos todos los domingos, no podemos faltar. Ya sabes como se pondría mi madre.
Kami sabe lo que admiro a Chichí y cuanto le agradezco tantas cosas que ha hecho por nuestra familia. Es, cuanto menos, elogiable todo lo que esa mujer ha luchado por mantener una férrea y casi obsesiva unión de la familia. Pero hoy no puedo evitar maldecir, sólo un poco, claro, esa unión.
Las decisiones de Chichí se convierten en prácticamente órdenes, las cuales ninguno de sus tres hombres están dispuestos a contradecir. Y esta actitud que tenía mi marido con todo lo referente a su madre era algo por lo que yo me convencía día a día que era una tontería luchar. Sólo provocaba discusiones que se convertían en pérdida de tiempo y mal ambiente durante un rato. Así que terminé por resignarme a aceptar las órdenes de mi suegra.
-Pan, si has terminado el desayuno ve a ducharte mientras hago la cama.- a pesar de todo, me gustaba dejar claro que aunque me sometiera a Chichí, en mi casa podía y dar las órdenes que yo creyera pertinentes.- ¡Vamos!- le apremié.
Tras un profundo y largo suspiro y su consecuente puesta de ojos en blanco, Pan se levantó con pesadez y me obedeció. Mi hija estaba en la plena adolescencia, y si hace dos años lo único que le movía eran las aventuras y todo lo relacionado con las bolas mágicas, ahora todo eso había pasado a ser totalmente secundario para dar paso a las compras, revistas para adolescentes y… chicos.
Gohan se levantó y aprovechó para rodearme con sus brazos por la espalda mientras fregaba las tazas del desayuno.
-No estás enfadada, ¿verdad?- sabía que no era santo de mi devoción ir a aquella reunión familiar ese día, y este tipo de reacciones son las que me encantan de él, porque me demuestra que a pesar de todo se preocupa de lo que yo pueda pensar.
-No estoy enfadada.- respondí con suavidad.- Simplemente que hoy me apetecía pasar el día con mi marido y mi hija en mi casa. Es algo normal que después de toda la semana trabajando quiera disfrutar de vosotros con tranquilidad. No creo que tenga nada de malo ni esté pidiendo algo del otro mundo.- no fui brusca en mi contestación, no quería serlo. Lo tenía tan asumido que no podía enfadarme, pero no perdía nada por intentarlo.
-Lo sé, lo sé, pero… Nos reunimos todos y…
-Cariño.- le interrumpí dándome la vuelta y tomando su rostro entre mis manos.- Voy todos los domingos, no hace falta que me expliques cual es la mecánica y el cometido de la reunión.- le di un beso en la frente y me removí para que me soltara.- Voy a hacer las camas.
-No te preocupes, yo las haré, ve a vestirte con tranquilidad.- se ofreció él a modo de compensación.
Me divertía el hecho de que sintiera remordimientos e intentara calmarlos ofreciéndose a hacer cualquier cosa que me quitara trabajo, pero a la vez algo dentro de mí suspiraba desalentado porque a pesar de todo, mi petición había sido totalmente desestimada.
Una hora después llegamos a casa de Bulma. Obviamente, Chichí y Goku ya estaban allí, y ella nos exigió una respuesta a su pregunta de "por qué habíamos tardado tanto".
-No exageres, madre. Es una buena hora.- respondió Gohan intentando calmar a su madre.
Pan en seguida desapareció por ir a charlar con Bra.
-¡Hola, bienvenidos!- saludó Bulma con su característico buen humor.- ¿Qué tal estáis? Hoy no podrán venir Krillín y C18, tenían otros planes.
Lancé una fugaz mirada acompañada con una sonrisa a mi esposo. "Tenían otros planes". Ojalá esa frase significara algo para él y se diera cuenta de que no tenía nada de malo, y que mi expresión facial se lo indicara.
-¿Cómo va todo, madre? ¿Está Goten por ahí dentro?- preguntó para desviar la atención en otra cosa.
-Pues no, hijo. Goten no ha venido hoy. Iba a comer con Pares.
Lo que le faltaba a Gohan, que su propio hermano me diera sin querer la razón. Debía suponer que las ausencias de aquel domingo serían un punto a mi favor de cara al futuro.
Estuve con la mente ausente en prácticamente toda la reunión. No lo hacía conscientemente, pero hoy se notaba que ese no era el sitio en el que quería estar. Finalmente, me disculpé y me levanté para alejarme un rato.
Cuando me paré a pensar en todo lo que estaba sucediendo, sentí que en realidad sí que estaba enfadada. Y pensé que era una tonta por intentar llevar la razón en estos asuntos, pero aun así estaba enfadada. Enfadada por haberme resignado de aquella manera, y además por haberme aplacado cuando en algún momento he ido a responder.
Miles de pensamientos me vinieron en una milésima de segundo. ¿Qué había sido de aquella chica luchadora que no se rendía nunca? ¿En qué momento comencé a resignarme de esta manera en según qué asuntos?
Estoy convencida de que soy feliz, pero… ¿A costa de qué parte de mi propia personalidad?
-Videl, ¿te encuentras bien?- la amable voz de Bulma me sacó de mi ensimismamiento. Me giré y le sonreí.
-Sí, claro. Me encontraba mal y he ido a refrescarme al baño.- mentí.
-Te he notado algo rara hoy, ¿va todo bien?- insistió ella. Tal vez porque trabajara con ella y que por encima de cualquier relación laboral había una clara amistad surgida del hecho de tener en común maridos saiyans sabía que algo no marchaba hoy en mí.
Pero, ¿qué iba a decirle? ¿Que me estaba dando cuenta que mi vida estaba supeditada a lo que mi suegra dispusiese? ¿Qué mi marido lo consentía? O peor, ¿que yo lo consentía? Por Kami, tras este repaso me siento más estúpida aún.
-Sólo estoy un poco cansada, hemos pasado una semana muy dura y el fin de semana se hace corto.- volví a mentir.
-Lo entiendo, el pedido de las nuevas naves nos ha traído de cabeza. Pero ya que está todo bastante atado, ¿por qué no te tomas mañana el día libre para descansar?- en un primer momento, la idea me encantó, pero no quería ser una favorecida por la jefa, y eso Bulma lo notó.
-Diremos que estás enferma. Además, yo soy la jefa y te digo que te tomes un día libre. Levántate a la hora que quieras y disfruta de la soledad de tu casa.
"La soledad de mi casa".
Ciertamente, las palabras de Bulma resonaron en mi cabeza dándole forma a una idea que surgía en mi cabeza. Estar sola en casa me ayudaría a ordenar todo este aluvión de pensamientos que había ido recavando a lo largo del día y habían explotado en un momento.
Freetalk: ¡Después de años, vuelvo a la carga! Hacía muchísimo que no escribía sobre Videl. O mejor dicho, que no escribía en general. Espero no haber perdido mucho la práctica.
A primera vista el fic parece que sea de un odio contenido hacia Chichí, pero no, ya veréis que por ahí no van los tiros, ¡es solo la excusa para comenzar todo!
Espero vuestras opiniones y reviews. ¡Un saludo a todos!
Dragon Ball es © de Akira Toriyama.
