UN EQUIPO PARA LA GLORIA
Por Cris Snape
Para Alter321
Disclaimer: El Potterverso es de Rowling.
Esta historia se ha escrito para el Amigo Invisible Navideño 2016 de La Noble y Ancestral Casa de los Black.
Estoy muy contenta porque me haya tocado Alter321, ya que en una edición anterior del AI me hizo un regalo que me gustó mucho y me gustaría devolverle el favor. Esta historia corresponde a su petición fácil "Algo sobre el equipo de quidditch de Slytherin mientras Marcus Flint es el capitán. Por favor, de ser posible que sea desde la perspectiva de los Slytherin". Espero que te guste lo que viene a continuación.
1
El Reencuentro
El Caldero Chorreante. Junio de 2005.
Terence saludó a Hannah Abbott con una inclinación de cabeza y se dirigió hacia su mesa favorita, ubicada en un rincón desde el que podía observar todo el establecimiento prácticamente sin ser visto. Como no podía ser de otra manera, era el primero en llegar, si bien era cierto que tenía por costumbre acudir a las citas cinco minutos antes de lo acordado.
Terence tomó asiento y le indicó a Abbott que esperaría a que llegaran sus acompañantes para pedir. Apenas había terminado de acomodarse cuando escuchó una voz a su lado. Sonó tan desagradable que resultó inconfundible.
—Maldito seas, Higgs. En Hogwarts llegabas antes que yo a los entrenamientos y ahora te empeñas en hacer lo mismo.
Terence sonrió y se levantó para estrechar la mano de Marcus Flint, posiblemente el capitán más malhumorado y marrullero que el equipo de quidditch de Slytherin había tenido jamás. De todos sus antiguos compañeros, era él a quien veía más a menudo. Ambos se dedicaron al quidditch profesional hasta que aquella horrible lesión obligó a Terence a retirarse. Flint seguía en activo y había hecho una temporada excepcional.
—¿Qué tal, Marcus? Ya me he enterado de que te han nominado para la Quaffle de Oro de este año.
—Los imbéciles del Comité Internacional de Quidditch finalmente se han visto obligados a rendirse ante mí y han reconocido mi excelencia, sí.
—Pero si aún no has ganado.
—¿Acaso pones en duda mi más que evidente victoria? —Marcus chasqueó la lengua y le miró como si le estuviera perdonando la vida—. Higgs, por favor, no seas tan obtuso.
Terence puso los ojos en blanco. Estaba claro que Marcus no había cambiado ni un ápice con el paso de los años. Seguía siendo el mismo arrogante insufrible de siempre y por eso le caía bien.
—Disculpe, su alteza —Inclinó la cabeza en un gesto repleto de burla—. No volveré a dudar de su saber hacer.
Marcus entornó los ojos y agitó una mano en el aire, dispuesto a cambiar de tema. Por más que le encantara hablar sobre sí mismo, sentía curiosidad por algo.
—¿Tú qué tal, Terence? Sigues en Hogwarts, ¿no?
Terence asintió. Después de abandonar el colegio, había conseguido jugar en la liga de profesional pero durante un partido se había caído de la escoba y estuvo a punto de partirse el cuello. Durante semanas pensó que perdería la movilidad total de su cuerpo, pero poco a poco se fue recuperando y ahora llevaba una vida normal pero sin quidditch. Dos años atrás le ofrecieron el puesto de Profesor de Vuelo en Hogwarts y allí estaba, ganándose un buen sueldo mientras se preparaba para ser entrenador.
—Pues sí.
—¿Quién ha ganado el campeonato de quidditch este año?
—Hufflepuff.
Había sido una final muy emocionante contra Ravenclaw, posiblemente la mejor de los últimos años. Si Marcus hubiera tenido ocasión de verla no habría arrugado la nariz de esa manera.
—¿Hufflepuff? ¿Hablas en serio?
—Totalmente.
—Pero si el único jugador decente que ha dado Hufflepuff ha sido Diggory.
—Los tiempos cambian.
—Y para peor, no me cabe la menor duda.
Terence iba a replicar algo cuando un tipo enorme entró en el establecimiento. Lucian Bole debía medir cerca de dos metros y siempre tenía cara de muy pocos amigos. Si uno se lo encontrara en mitad de una calle solitaria, posiblemente saldría corriendo para no tener que toparse con él. Y haría bien, porque su carácter no era dulce precisamente.
El hombretón se detuvo bajo el umbral, echó un vistazo a su alrededor con los ojos entornados e hizo un gesto de reconocimiento cuando los vio. Con decisión, se dirigió hacia ellos mientras Terence se preguntaba cómo era posible que llevara puesta una túnica tan gruesa cuando en la calle hacía tanto calor. Entonces recordó que trabajaba en una reserva de dragones en Noruega y supuso que habría llegado a Londres volando sobre su escoba.
—Malditos cacharros muggles —Dijo mientras se retiraba la túnica y se sentaba, pasando completamente de saludar a sus compañeros—. He estado a punto de estamparme contra una de esas cosas voladoras. ¿Cómo se llaman?
—¿Un avión? —Inquirió Marcus con interés.
—¡Eso! —Lucian entornó aún más sus ojos oscuros y torció el gesto—. Te veo muy puesto en el tema. ¿Sigues tirándote a esa sangresucia?
Terence se removió con incomodidad. Aunque medio mundo mágico pudiera pensar lo contrario, no le gustaba que la gente hablara en esos términos. Era profundamente desagradable e incluso peligroso, sobre todo para un tipo que, como Lucian, había estado en la cuerda floja después de la guerra.
—Por los calzones de Merlín, Bole —Marcus parecía a punto de darle un mamporro—. ¿Tienes que ser tan desagradable?
—¿Te la sigues tirando o no?
—No es asunto tuyo.
—No recuerdo que en Hogwarts fueras tan tiquismiquis —Bole le pasó un brazo sobre los hombros, ganándose a cambio una mirada asesina—. De hecho, te gustaba presumir bastante de tus conquistas. Hasta les ponías nota, ¿o ya no te acuerdas?
—La gente madura.
—¿Y tú lo has hecho, Marcus?
Terence pensó que el cretino de Lucian llevaba todas las papeletas para ser hechizado allí mismo, pero la sangre no llegó al río porque uno más de sus compañeros acababa de llegar. Ahí estaba Adrian Pucey, con un jersey puesto del revés y las ojeras más negras de la historia. Sin duda había tenido una noche movidita.
—Hola, chicos —Saludó mientras luchaba por recuperar el aliento. Tenía toda la pinta de haber venido corriendo—. Pensé que era el último.
—Tranquilo, Pucey. Me apuesto lo que sea a que ése será Miles, como siempre —Dijo Terence, sonriente y sabiendo perfectamente a qué se debía el azoramiento de su compañero.
—¿Veis? —Intervino Marcus, retomando un viejo tema que solía salir a colación cada vez que se juntaban—. Por eso tuve que expulsar a Bletchley del equipo y sustituirlo por Malfoy.
—¡Ah! Que no fue por las escobas que nos regaló su padre —Bromeó el recién llegado.
—¡Qué va, hombre! Estaba harto de que siempre llegara tarde.
—Al menos se las arreglaba para coger la snitch antes que nadie. No recuerdo que Malfoy fuera demasiado bueno en eso.
—Y por eso no está aquí hoy —Marcus estiró los brazos—. Nunca formó parte del equipo campeón.
—Cassius tampoco y lo hemos invitado —Recordó Terence con suavidad.
—Vosotros lo habéis hecho —Marcus se encogió de hombros—. Yo ni siquiera llegué a jugar con él.
—Si me preguntas, prefiero a Warrintong antes que a Malfoy —Espetó Bole con más crudeza de la esperada—. Al menos no traicionó a nadie.
Incluso Marcus se puso un poco tenso al escuchar esas palabras, y eso que en los últimos tiempos tendía a no tomarse las cosas demasiado en serio. Todos sabían cómo se había librado Malfoy de Azkaban después de la guerra y todos pensaron en Peregrine Derrick, quien no podría acudir a aquella reunión porque estaba preso.
—No hemos venido aquí para hablar de eso —Señaló Pucey, demostrando claramente que la falta de sueño afectaba a su cerebro de forma negativa.
—Cierra la boca —Bole no fue precisamente amable—. Siempre has sido un…
La situación se estaba poniendo tan tirante que nadie se dio cuenta de que un nuevo miembro del equipo de quidditch acababa de llegar. De adolescente, a Graham Montague le había gustado muchísimo meterse en líos y no podía pasar un día sin pelearse con nadie, pero con los años se había vuelto mucho más pacífico.
—Si hemos venido a discutir, mejor me piro.
Terence fue el primero en saludar. Llevaba bastante tiempo sin verle, desde que se marchara a trabajar a Estados Unidos. Graham le estrechó la mano con afecto y después se encaró con Bole.
—Sigues siendo la nenaza que salió del armario desvanecedor.
—Y tú sigues tan amable como siempre. No me explico cómo pues estar soltero todavía.
Bole fingió que el comentario le había dolido y se acomodó, infinitamente más relajado que un instante antes. Graham saludó a Marcus y le dedicó una sonrisa condescendiente a Pucey.
—Iba a preguntarte por el crío, pero mejor me lo ahorro.
Adrian agitó las manos, poco dispuesto a compartir sus dudas sobre el bebé. A esas alturas no sabía si era una cría humana o un pequeño banshee.
—Os lo digo en serio, tíos —Bromeó—. Si queréis tener hijos, pensáoslo dos veces.
—A ti lo que te pasa es que no te has casado con la mujer adecuada —Aseveró Marcus—. Tendrías que haberte buscado una chica como las de antes, de esas que se quedan en casa con los críos. Pero no. Te has juntado con una tía a la que le gusta trabajar y compartir las tareas domésticas.
—Y que además es fea.
—¡Bole!
El reproche vino directamente de Terence. El aludido no se vio afectado en absoluto y sonrió ampliamente mientras los demás optaban por ignorarle. Además, su parte de razón tenía porque la señora de Pucey no era nada agraciada. Nunca lo había sido.
—Me sorprende que hombres de vuestra condición sean capaces de hacer comentarios de esa clase —Dijo Adrian—. Parecéis muggles.
Los lamentos y protestas no se hicieron esperar. Todos fingieron estar muy indignados ante semejante observación y sólo se calmaron un poco cuando llegaron los dos brujos que faltaban. Warrington y Bletchley parecían ansiosos por saber a qué se debía tanto alboroto.
—Menos mal que no hemos apostado nada —Terence le dio un codazo a Marcus—. Miles no ha sido el último.
—¿Qué decís de mí? —Inquirió el aludido.
—Que ya no eres tan impuntual como antes.
—Ya, seguro.
Una vez todos hubieron ocupado su lugar correspondiente, Abbott se acercó para tomarles nota. Bole no disimuló demasiado a la hora de mirarle las tetas y la bruja pareció a punto de golpearle en la cabeza con la bandeja plateada que portaba. Cuando se alejó, hizo un gesto con el pulgar.
—¿Esa tía iba a Hufflepuff? —Terence asintió—. Pues estaba más plana que una tabla. Menuda delantera le ha salido.
—Yo tendría cuidado con lo que dices —Había maldad en la voz de Marcus—. Su novio debe estar por aquí y a lo mejor te hechiza si te escucha hablar así de ella.
—¿Su novio?
—Longbottom. ¿Te acuerdas de él?
Bole frunció el ceño un instante. En Hogwarts no había tenido ocasión de conocer a todos los estudiantes, especialmente si eran más pequeños que él y pertenecían a otras casas, pero no tardó en caer en la cuenta de quién era. Como para no hacerlo, ya que se había hecho famoso tras la guerra.
—¿Ese gordo inútil que iba por ahí tropezándose con todo?
—El mismo.
Bole no daba crédito.
—¿Y dices que está con la camarera tetona? —Bufó con desagrado—. Bueno, teniendo en cuenta que iba a Hufflepuff, era de esperarse que se liara con un blandengue —Subió el tono de voz y a lo mejor fue un poco provocador—. ¡Anda, Pucey! Como tú.
El aludido apretó los dientes y analizó mentalmente los pros y los contras de darle un puñetazo en la cara. Por un lado Bole seguía siendo el mismo subnormal de siempre y arrearle un buen mamporro podría ayudarle a sentirse mejor. Por el otro, estaba demasiado cansado como para malgastar sus escasas energías con él.
—Longbottom ya no es tan torpe como antes, Lucian —Terence sintió la necesidad de defender a su compañero de Hogwarts—. Es un buen profesor.
—¡No me digas! ¿Qué clases da?
—Herbología.
A nadie le sorprendió que Bole estallara en carcajadas. Marcus le dio un golpe en el pecho.
—Si te escucha y viene aquí con su espada de Gryffindor para cortarte la cabeza, no esperes que intervengamos.
—Bletchley tendría que defenderme, que para algo es auror.
Miles habló con suavidad y sin perder una sonrisa que resultaba un pelín perturbadora.
—Bletchley no perderá su tiempo protegiendo a un tipo que tiene menos cerebro que un mosquito.
Bole se llevó las manos al pecho y soltó una carcajada.
—¡Ay! Esas cosas no me las decías en Hogwarts.
—Le daba miedo que pudieras arrancarle la cabeza —Bromeó Graham—. ¿Cuánto medías entonces, Miles? ¿Un metro y medio si acaso?
—Nunca he sido tan bajito.
—¡Claro que no!
Todos estallaron en carcajadas. Siempre había sido así cuando se reunían. Un momento parecían a punto de llegar a las varitas y al siguiente estaban riéndose juntos y tan contentos.
Las bromas se sucedieron durante tres rondas de cervezas de mantequilla. Compartieron un montón de anécdotas de sus años de estudiantes, se lanzaron unas cuantas pullas cargadas de veneno e incluso hablaron un poco de sus vidas personales. Como no podía ser de otra manera, la conversación derivó hacia el quidditch.
—Recuerdo el último año que ganasteis la copa —Dijo Cassius, quien en ese entonces aún no había sido parte del equipo—. Fue una locura.
—Sobre todo la fiesta de después —Bole señaló a Marcus con un gesto—. El capitán Flint se pilló tal cogorza que confundió a una armadura con su novia de entonces e intentó meterla en su cama.
—De hecho lo consiguió —Graham se rió.
—Eso no podéis saberlo —Marcus pensaba defenderse con todas sus fuerzas—. No estabais allí.
—Lo que pasa es que tus compañeros de cuarto no eran nada discretos —Bole siguió hablando—. Hasta sacaron fotografías.
—¿No llegaron a manos de los gemelos Weasley? —Preguntó Bletchley
—Los Weasley eran unos mentirosos de mierda —Marcus se envaró, recordando todos los encontronazos que había tenido con ellos—. Y así les fue, por idiotas.
Se produjo un instante de silencio. Pucey carraspeó y apartó la mirada y Montague abrió la boca como si fuera a decir algo, pero se mordió la lengua. Vale. No era como si ninguno de ellos apreciara a esos cretinos, pero pensar en Fred Weasley era pensar en la guerra y todo lo que les había quitado y eso no era nada agradable.
—Pues lo de Cassius fue peor —Intervino Miles con toda la intención de cambiar de tema. Más o menos—. Una vez nos colamos en los invernaderos y nos fumamos no sé qué planta. Intentó besar a la profesora Sprout.
Todo el mundo miró de inmediato al aludido. Warrington se puso bastante rojo.
—¡Tío! Que era un secreto.
—¿A Sprout? —Marcus soltó una carcajada—. ¿Y culminaste?
Todos le secundaron en las risas, incluido un Cassius más que azorado.
—¿Y dónde estábamos nosotros mientras os ibais de cachondeo? —Preguntó Terence.
—Creo que planeando absurdas venganzas contra Gryffindor.
—¡Ey! —Adrian subió la voz—. Yo nunca participé en esas chorradas, así que exijo saber por qué no me avisasteis.
—Pues porque eras un coñazo, colega —Miles le pasó un brazo por los hombros—. Siempre diciendo que no nos metiéramos en líos.
—A mí me dabas mucho la lata —Dijo Graham, quien durante años había pensado que Adrian no era más que la voz de su conciencia. Una muy puñetera y pelmaza.
—Porque estabais obsesionados con Gryffindor. Erais insoportables.
—Obsesionado estaba Malfoy —Puntualizó Terence.
—Ese pequeño cabroncete tenía ideas muy buenas —Añadió Miles.
—Pero casi siempre le salían mal —Recordó Terence.
—Yo diría que más que con Gryffindor, Malfoy estaba obsesionado con Potter.
Adrian tenía razón. Lo primero que hizo Draco cuando puso un pie en la sala común de Slytherin fue quejarse de Potter. Después, había dedicado mucho tiempo y esfuerzo en hacerle la vida imposible.
—Yo pensaba que en algún momento terminarían enrollándose —Espetó Marcus, recibiendo unas cuantas quejas horrorizadas—. ¿Qué pasa? Los que se pelean se desean. Y esos dos se peleaban mucho.
—Se detestaban demasiado para… —Graham fingió un escalofrío—. Tío, esta noche tendré pesadillas.
—Tampoco es para tanto, colega —Marcus se rió—. Admito que Malfoy era un crío llorón y que Potter siempre ha tenido menos sensualidad que un escreguto de cola explosiva, pero a lo mejor hubieran hecho buena pareja.
Un segundo de silencio y una exclamación al unísiono.
—¡Y una mierda!
Las rondas de cerveza se sucedieron hasta que fue demasiado tarde para seguir en el Caldero Chorreante. Primero se retiró Pucey, alegando que tenía que echarle un vistazo a su bebé. Luego fue Bole, quien tenía que regresar a Noruega y todos los demás le fueron siguiendo poco a poco. Al final Terence volvió a quedarse solo y con muy buen sabor de boca después de habérselo pasado muy bien.
Se acercó a la barra para saldar su cuenta y Abbott le miró con una ceja alzada. Le habló con la confianza que habían conseguido adquirir desde que Terence y Longbottom empezaron a trabajar juntos.
—Ya veo que os lo habéis pasado bien.
Hannah no era una mujer guapa pero tenía una sonrisa bonita y, tal y como señaló Bole, una buena delantera. Delantera que Terence no miró, por supuesto. Casi mejor no poner sus ojos sobre los atributos femeninos de la prometida de Longbottom. Por lo que pudiera pasar.
—Espero que los clientes no se hayan quejado al ver a tantos Slytherin juntos.
—Bueno, alguien ha sugerido que podríais estar conspirando contra el mundo mágico, pero la sangre no ha llegado al río.
Terence soltó una risita. A menudo evocaba los años inmediatamente posteriores al final de la guerra. La gente había tratado a los Slytherin como auténticos apestado y, de hecho, a día de hoy todavía había gente que lo hacía, pero Hannah siempre fue amable. Terence recordó una noche particularmente dura. En el exterior caían chuzos de punta y entró al establecimiento en busca de refugio. Un grupo de idiotas borrachos le habían increpado e intentaron echarlo a la calle, pero Hannah le defendió y le invitó a un delicioso chocolate caliente. Y lo hizo porque sí.
—El día que conspiremos de verdad, no dejaremos títere con cabeza.
Hannah agitó la cabeza y soltó una risita.
—A otra con ese cuento, que ya nos conocemos.
Ciertamente tenía razón. Terence terminó de pagar y se despidió de Abbott. Se lo había pasado muy bien y estaba ansioso porque llegara la próxima reunión del equipo de quidditch. Tenía claro que debían hacer aquello mucho más a menudo, recordar la gloria pasada y alimentar la amistad que durante tanto tiempo los mantuvo unidos pero que se resquebrajó después de Hogwarts.
Hola, holita
No os podéis imaginar lo difícil que ha sido escribir un capítulo tan coral. He intentado dar algunas pinceladas del carácter de los personajes que aparecerán en la historia y espero que haya quedado más o menos bien. En los próximos capítulos me centraré en las vivencias de los antiguos miembros del equipo de Slytherin, incluyendo a uno que no ha acudido a la reunión por razones de fuerza mayor.
No sé si es lo que querías, Alter321, pero espero que puedas disfrutar de este regalito navideño.
Besetes.
