El orden de los factores

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Los personajes pertenecen a Naoko Takeuchi, yo escribo sobre ellos por entretención.

Resumen: (UA) Sus rodillas se aflojaron y creyó que se caería sin que él estuviera sujetándola por la cintura ¡Joder que el cerebrito sabe besar!


Fanfic Ganador del Mini Reto Especial de Mayo 2016 del grupo Ladies Kou Oficial —|


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— Reprobada — sentenció el profesor a pesar de que le mostró la expresión más tierna que su rostro pudo formar. Y aun que apeló a la buena voluntad de su estricto maestro, este no le dio tregua.

— Mi madre va a matarme — suspiró con desaprobación en la voz. A pesar de que era malísima en álgebra pensó que esta vez sí podría aprobar sin contratiempos. Pero no fue así

Su madre no sólo se enfadaría sino que probablemente no le permitiría ir al campeonato de voleibol de verano. .

La madre de Minako le exigía mucho porque ella era una exitosa ingeniera y no aceptaba que su hija fuera tan carente de ingenio matemático en comparación a sus aptitudes deportivas en las que la joven destacaba ampliamente.

El señor de cabello castaño y corto esperaba un berrinche de parte de una de las chicas más populares de la escuela, quizás con lágrimas en los ojos o algo así. Sin embargo obtuvo a una deprimida joven que sólo se sentó en su asiento con la expresión más oscura que había visto.

— Srta. Aino, creo que podemos llegar a un acuerdo siempre que usted se comprometa a poner todo de su parte para que funcione— tal vez, él sí tenía corazón.

Mina escuchó como si fueran palabras divinas lo que su profesor le propuso.

— ¡Haré lo que sea! — exclamó entusiasmada.

Y vio a su profesor acomodarse en la silla para explicarle lo que pasaría a continuación.

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Llevaba mas de 15 minutos en la biblioteca buscándole, seguramente la regañaría por llegar tan tarde. Pero no podía hacer nada, ella no frecuentaba la biblioteca y vagamente conocía la ubicación de las salas de estudio.

— ¡Rayos! — resopló la cuarta vez que se encontró con la sección de libros de historia.

Nunca se imaginó que el profesor la pondría a estudiar con el nerd de la clase para poder subir sus calificaciones y en un lugar tan desprovisto de estilo como era esa biblioteca, olorosa a papiro.

— Supuse que te habías perdido — recitó una voz grave a sus espaldas cuando trataba de leer el mapa del lugar.

Mina se volteó con su mejor cara de disculpa y se encontró con Taiki Kou, el cerebrito de la clase.

— Lo siento, no acostumbro a estudiar aquí — Lo observó por un momento, nunca se había percatado de lo alto que era. Quizás porque rara vez abandonaba su puesto en clase y también porque al dejar el aula, la rubia se olvidaba de las personas que no fueran de su círculo.

— Tenía la ligera impresión de que así era — dijo con cierta nota de ironía que Mina decidió ignorar por el bien de su jornada y de su cutis recién exfoliado. Él dio media vuelta y caminó por el pasillo contiguo, esperando que ella lo siguiera y así lo hizo.

Se sentaron al fin en una de las mesas y Taiki no esperó para empezar.

Llevaba alrededor de 20 minutos escuchando lo que el castaño le decía sin entender nada, aunque él había sido bastante amable en repetirle varias veces, no le cabía en la cabeza lo que trataba de decirle. Mina enredaba su cabello en un lápiz mientras él trataba de explicar un concepto de economía, ella suspiraba de tanto en tanto y al final se aburrió. La mente de la rubia vagaba por algún sitio lejano cuando reparó en la coleta larga de su compañero, se preguntó por qué un nerd de su clase tendría la costumbre de dejar crecer su cabello si la mayoría de los chicos adictos al estudio eran muy cuidadosos con ese aspecto.

Sonrió para sí misma y comenzó a tomar clips de la mesa. Cuidadosamente los prendió a lo largo de la coleta castaña del chico ya que este estaba muy concentrado en su cátedra apasionada. Una risita se escapó de sus delgados labios y Taiki la miró con exasperación.

— No estas escuchando ¿verdad? — suspiró y cerró el libro que tenía sobre el escritorio.

Mina sólo cubrió su boca y trato de aguantarse. El chico resopló con resignación y se levantó para ir por otro libro, en ese movimiento su coleta se atascó en la silla y se cayó con todo hacia atrás. La rubia no aguantó más y dejó salir a todo volumen unas carcajadas monumentales. Como resultado la bibliotecaria los expulsó del lugar por ruidosos y reprendió a Taiki porque jamás se lo espero de un buen muchacho como él.

— Lo lamento — decía la joven en la puerta del lugar una vez que fueron exiliados.

— ¡No es cierto! — devolvió el chico evidentemente molesto — Podría apostar que aún te ríes por dentro. No lo puedo creer, jamás me había corrido de algún lugar ¡Menos de la biblioteca!

— En verdad lo siento, es que soy muy volátil

— Ya lo creo— llevó sus manos a la frente para tratar de pensar — Escucha, creo que esto no va a funcionar.

— No entiendo

— Mina, si lo prefieres le diré al profesor que te asigne a Mizuno, ella seguramente tendrá más temas en común contigo — dijo despectivamente, lo que hizo sentir pésimo a la rubia.

— ¿Qué quieres decir con eso?

— Ustedes son chicas, seguro se entenderán mejor.

Pero el profesor no tranzaría en eso, le había puesto a Taiki de tutor para demostrar que ella debía hacer un esfuerzo máximo. Y el que él insinuara que no era capaz de seguirle el ritmo era un insulto fatal.

— Crees que no estoy a tu altura

— No he dicho eso...

— ¿Qué porque soy popular no tengo cerebro o algo así? — él evitó verla para no ser descortés — ¡Sólo porque me cuesta una materia no significa que soy idiota!

— Ahora estás exagerando. No estoy haciendo un juicio de la nada…

— ¡Claro que lo estás haciendo! Escucha, es mi oportunidad para aprobar y no voy a desperdiciarla. Y si tú no eres capaz de ayudarme, yo... — Mina quedó helada por un segundo. Estaba a punto de decirle a ese arrogante cerebrito lo que pensaba sobre él cuando vio caminar directamente hacia ellos a su ex novio. Ese tonto que había hecho que ella se enamorara de él hasta la médula y que luego la engañó con su mejor amiga. Había sufrido mucho por Ace, se había prometido no permitir que él le hiciera sentir más cosas y ahí estaba otra vez, con el cuerpo entumecido y la cabeza aturdida tan sólo al verlo.

¡No podía dejar que él viera que estaba a punto de derretirse por hablarle de nuevo!

No, si volvía a caer con Ace sería la mujer más desdichada del mundo... otra vez.

— Mina, te estoy hablando ¡Es el colmo! — Taiki agitó su mano frente a ella. Aún la estaba regañando por que los habían expulsado de la biblioteca.

La rubia entró en pánico cuando vio que Saijo Ace no iba a desviarse de su camino y en un acto desesperado jaló al castaño hacia sí para plantarle un apasionado beso justo en el momento en que su ex iba a hacer contacto visual.

Al principio fue un simple beso pero Mina no contó con que el chico correspondiera a su gesto, rodeándola por la cintura con una mano y acercándole por la nuca con la otra, profundizando el contacto con una frescura que le pareció inacabable. Sus rodillas se aflojaron y creyó que se caería sin que él estuviera sujetándola por la cintura

¡Joder que el cerebrito sabe besar!

Terminan el beso lentamente, separándose. Ella está en shock, mientras lo ve acercarse a su oído para susurrarle con una voz ronca

— ¿Continuamos en tu casa o en la mía? — separándose para verle a los ojos.

Ella no logró articular palabra y sólo pudo tartamudear vagamente sin poderse creer que el frentón la había reducido a una masa babeante y balbuceante con un sólo beso.

— Bien, a la mía será — decidió y comenzó a caminar en dirección a donde quedaba su hogar mientras la chica espabilaba y lo seguía aun metida en sus pensamientos, tratando de digerir lo que había acababa de pasar.

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El lugar donde vivía Taiki se veía bastante normal. Una linda casa con un jardín florido, a Mina le pareció estar en un lindo parque con múltiples plantas coloridas.

Al entrar se percibió un aroma de inciensos y velas. Y una melódica voz cantaba en alguna de las habitaciones contiguas al recibidor.

— ¿Vives con alguien más? — quiso saber la rubia. Era evidente que sí pero su curiosidad le pedía más.

— Somos mi madre y yo — respondió simple.

— Cielos, pensé que eras un ermitaño o algo por el estilo — rio la chica.

— Algo por el estilo — sonrió él también.

— ¡Cariño! — desde las escaleras exclamó una figura delgada.

Se asomó una mujer que a Mina se le figuró bellísima. Se quedó un momento contemplándole mientras ella bajaba las escaleras con un pañuelo que al llegar se quitó dejando ver una frondosa cabellera aguamarina con múltiples adornos de hojas y conchas marinas prendidas entre sus cabellos trenzados y su ropa holgada - Oh, santo cielo ¡Al fin has traído a una chica!

— Buenas tardes, madre — suspiró.

— Oh, santas margaritas ¡Al fin has traído a una chica!

— Hola — logró decir Minako, sacudiendo la mano.

— Hemos venido a estudiar — aclaro Taiki

— Llámame Michiru. Pero qué linda... y su cabello es natural. Además tiene buena postura ¿Cuál es tu nombre, querida? — la mujer le sonrió de forma encantadora.

— Aino Minako...

— Que hermoso nombre.

— G-gracias...

— Cuanto me alegro de que al fin, luego de tantos años, te atrevas a explorar. Lo cual es muy natural…

— Sólo estudiaremos, madre — jaló a Mina hacia las escaleras

— Bien, me retiro para que puedan "estudiar" — le guiño el ojo a su hijo y cruzó la puerta.

— Bien, vamos a mi...

— ¡Taiki, Taiki! — regreso Michiru con un paquetito en sus manos— ¡No olvides usar condones, cariño!

— ¡Michiru, basta! —le lanzó una mirada asesina a su mamá y empujó a Mina a su cuarto.

La rubia se rió y no pudo evitar sonrojarse pues sabía que Michiru lo habia dicho sólo para molestarlos. Aun así se preguntó qué clase de madre era para Taiki. Para ella sólo había mensajes ocasionales y cenas dominicales llenas de reproches por no seguir el camino de su madre. La joven se sentó en el escritorio con estos pensamientos en la mente.

— Supongo que aquí no harás un desastre ¿verdad?

De pronto se despertó de su ensoñación.

— Michiru es genial -sonrió con nostalgia.

El castaño la miró por un momento.

— ¿Por qué dices eso? — dejo salir aire con pesadez— Es perezosa, ruidosa y muy molesta. Parece más una hermana que una madre. En verdad es problemática.

— Es curioso que lo digas de una manera tan alegre — observó la rubia, perspicazmente — Por lo menos se ve que se preocupa mucho por ti — sentenció con una voz quebrada que llamó la atención del castaño. Se quedó viéndola por un minuto, así en silencio como estaban. Se preguntó qué otras cosas escondía aquella chiquilla ruidosa a parte de su inesperada confesión. Mina se sintió observaba y cruzó miradas con la violácea de él. Taiki se sintió inesperadamente intimidado por ella y volteo, seguramente para ocultar el tono sonrosado que adornó sus mejillas por un instante fugaz.

— Vamos a estudiar o reprobaras y yo seré un pésimo tutor — apuntó, sin volver a verla, al mueble más próximo que contenía varios libros.

La joven se levantó para alcanzar uno que explicaba los conceptos básicos. Tomó el libro entre sus manos y se sentó de vuelta en su puesto. Observó a Taiki, quien aún le daba la espalda. Ahora que se había quitado la chaqueta podía verle mejor, no tenía mala figura a pesar de que siempre estaba pegado a sus libros. Tal vez se ejercitaba con su madre o quizás hacía yoga...

Un momento ¿estaba fantaseando con el come libros?

Sacudió la cabeza de estos pensamientos. Seguro sólo tenía algún tipo de destrozo neuronal por ese apasionado beso que habían compartido y que le había retorcido la capacidad de pensar con claridad. Aunque...

Llevó los dedos a sus labios. Se sonrojó ligeramente al recordarlo y sonrió tontamente. Ese tipo había logrado sacarla de línea y ahora se atrevía a ignorar lo que había hecho.

— Taiki... — su voz sonó anormalmente grave. Casi como si quisiera hacerla sonar seductora.

— Que ocurre ¿no encuentras el libro...? — él se dio media vuelta sólo para encontrar a la rubia con una expresión difícil de descifrar.

Estaba sonrojada y tocaba sus labios. Él la miró de vuelta.

— Yo... lo que hice. En verdad, no fue mi intención hacer algo tan extraño. Entré en pánico pero bueno...

El chico se acercó, sonriendo, y tocó su cabeza con suavidad. Luego se acercó para susurrar en su oído, haciendo chocar el aliento tibio contra su piel.

— Si quieres entrar en pánico otra vez, primero debes estudiar mucho y aprobar- acto seguido sus comisuras dibujaron una arrogante sonrisa haciendo que la rubia retrocediera un paso y regresara al escritorio, sentándose con fingida molestia y hundiéndose en el libro para esconder lo rojas que se habían puesto sus mejillas debido a su cercanía.

Ese chico había logrado en un solo día, provocarle una innumerable cantidad de emociones, todas distintas.

— Estoy aburrida… — exclamó al ver que aún le faltaba demasiado para terminar por esa tarde.

— No te falta tanto, vamos termina — Taiki era muy estricto a los ojos de la rubia.

— Pero ya no puedo más. No entiendo este ejercicio y ya me duele la cabeza — hizo un puchero y se cruzó de brazos a modo de huelga.

El chico suspiró, dejó a un lado lo que leía y la observó un momento. La pobre Mina, en serio se veía abatida, así que se levantó y fue hasta su puesto.

— Dime ¿qué es lo que no entiendes? — se sentó a su lado.

— Esto… no me da el resultado y ¡lo hice más de tres veces!

Taiki vio que la chica sólo tenía mal escrito un número. Tomó el lápiz y se acercó tanto a ella que casi estuvo pegado. Corrigió lo que faltaba sobre su letra y luego, casi ceremoniosamente dejó el lápiz sobre la mesa.

— Ahí está — habló él a su lado, sin despegarse de su puesto.

— Sólo era eso — dijo Mina un tanto decepcionada por su error tan evidente — Gracias — le sonrió sin alejar su vista, de pronto la chica bajó de sus ojos y se posó en los labios del castaño. Mismos que antes le habían provocado una sensación sin igual. Se acercó despacio y volvió a besarle, con más calma y con la cabeza fría. Tuvo la misma respuesta cálida de antes y un jugueteo entre sus labios que dejó a ambos sin aliento hasta el punto de separarse.

— Entras en pánico muy a menudo — el joven quiso que sonara como pregunta.

— Podrías acostumbrarte — se oyó la usual voz coqueta de Minako.

— Podría hacerlo…

Se escuchó el tocar de la puerta y la voz de Michiru al otro lado.

— Taiki, cariño ¿se encuentran bien o necesitan algo? Espero que estén "estudiando" como es debido. Hace poco compré un lubricante que hace maravillas…

— ¡Madre vete de aquí!

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Notas de la autora

Este fic esta dedicado a mi amiga Demencia :)

Me alegra poder entrar en otros mundos. Sobre todo cuando exploto personajes que no utilizo habitualmente pero que me gustan mucho.

Feliz cumpleaños Taiki y espero que les gustara este pequeño relato

:)

Nos leemos. Bye