Sakasu
Por Katou Yuu
ADVERTENCIA: yaoi, yullen, drama, niños y su suffering.
DISCLAIMER: D. Gray –man pertenece a Katsura Hoshino
En primavera, la ciudad cambiaba los ruidos de los autos, la música de moda y las voces de los vendedores, sólo por un momento, para ver pasar la caravana que anunciaba que el circo estaba de vuelta.
Cada año, desfilaban mostrando las viejas y nuevas atracciones, todos vestidos de gala como si fueran a dar un espectáculo en medio del boulevard.
Ahí, haciendo malabares y algunas suertes de equilibrio con una pelota, estaba un niño castaño, sonriendo y tirando papeles de colores a su paso.
El pequeño Kanda se había quedado asombrado de aquel despliegue de habilidades, se preguntaba como mantenían el equilibrio, su abuelo reía al ver lo animado que estaba al igual que la gente, no tardo en pasar un payaso gritando a todo pulmón:
"¡Vengan a nuestro espectáculo! ¡Vengan a ver nos en la carpa del circo!"
Repartía volantes a algunos transeúntes incluso le había dado uno a él.
- Dime Yuu ¿quieres ir? - le pregunto su abuelo, el pequeño levanto la mirada desviando la mirada por un momento y asintiendo levemente, entonces estaba decidido, irían a ver espectáculo de esa tarde.
Kanda se apresuró a comer, su abuelo lo miraba divertido pues se notaba su entusiasmo. El niño se lavó y apresuró a su abuelo para que tomara las llaves. Aún llevaba el volante que le habían dado, no permitiría que se equivocaran de camino, claramente ponía que las carpas estarían en un paraje cercano al supermercado y a la plaza donde la feria se acomodaba en verano. Kanda le indicaba a su abuelo la parada donde debían bajar del autobús y casi lo empujaba. Al llegar, el niño abrió los ojos con sorpresa, una carpa azul, amarillo y rojo se levantaba a cien metros de altura (según calculaba) y tenía había una fila para comprar los boletos que tenía mil personas (también de acuerdo a sus cálculos). Le insistió al abuelo para que al llegar a la taquilla el pudiera los boletos y de puntitas los pagó y exigió su cambio. Sostuvo su boleto con fuerza mientras su abuelo compraba un algodón de azúcar en contra de su voluntad.
Ya con todo lo necesario se adentraron en la carpa, buscaron sus asientos en una fila cercana al escenario, no estaba ni muy cerca ni muy lejos del espectáculo.
No tardaron las luces en apagarse cuando todo parecía estar lleno, una luz se encendió en el centro apuntando al presentador vestido con un elegante traje con un sombrero de copa, su voz fuerte y clara les dio la bienvenida oficial al espectáculo, el hombre se retiro presentando la primera atracción, un par de payasos entraron sobre unas grandes pelotas manteniendo el equilibrio como en lo había visto en la calle pero esta vez parecía un acto más notificado, comenzaban a saltar con fuerza sobre las pelotas alcanzando mucha altura de pronto y se encontraban intercambiando posiciones en medio del aire, realmente extraño e increible pero se preguntaba si habria algo mucho más interesante aun, llegaron algunos trapecistas desafiando a la gravedad realmente impresionantes solo se preguntaba que sucedería si uno de ellos caía.
Al finalizar el acto, los trapecistas se lanzaron dando giros mortales y cayendo, la gente gritó pero pronto aterrizaron sobre una red y bajaron magníficamente de ella mostrando sus poses del final. Volvieron a entrar los payasos, esta vez en un acto de comedia donde participaba uno más pequeño que les hacía diabluras a los otros dos. La gente rió y aplaudió para dar paso a los malabaristas. Al terminar todo se puso obscuro, se anunció la entrada de los leones y se pedía completo silencio para no inquietar al domador pues requería de toda la concentración posible para su acto. Majestuosos leones entraron a la jaula que se descubrió cuando la luz se encendió. Un látigo acompañaba al domador quien los hizo pararse en dos patas y cruzar los aros. El abuelo de Kanda le dijo que no tuviera miedo, pero no había nada de eso en sus ojos. Estaba impresionado por el acto aunque no podía dejar de pensar que esos leones se veían algo cansados.
Para el siguiente acto el presentador anuncio a los "fenómenos" o más bien gente extraordinaria, le parecía extraño solo era un grupo de personas, algunos de aspecto extraño, vio a una chica en mallas comenzar a doblar sus extremidades lejos de parecerle increíble le pareció desagradable, los otros presentes comenzaron a mostrar sus habilidades únicas, como una lengua tan larga o que tan flexibles eran, había uno en particular que llamo su atención, un niño en medio de la presentación, no tenía un rostro tan amigable era como si estuviera obligado a estar allí, el presentador se acercó a él y el niño rápidamente forzó una sonrisa.
- ¡Este es Red! se dice que su brazo es único a quien se atreva a tocarlo se le cumplirá un deseo - señalo el brazo izquierdo del niño.
El presentador anunció que necesitaban un voluntario para el siguiente acto. Si esa persona era valiente y decidida y no temía a las pruebas que le serían impuestas, podría tocar el brazo del niño y obtener su deseo. Sin embargo, si el voluntario se mostraba temeroso y dudaba tendría que enfrentar la maldición del brazo. La gente que había levantado la mano para ser voluntario de inmediato se incrementó. Kanda levantó a mano pues estaba seguro que lo lograría. El presentador lo escogió por ser un niño pequeño y lo hizo pasar al escenario al lado de Red mientras le guiñaba el ojo a su abuelo. Red tomó unas pelotas y le mostró como hacer malabares. Todos pensaron que Kanda no lo lograría pero Red hacía las cosas más fáciles y lentas de modo que un inexperto podía seguirlo. El presentador dio su visto bueno y le dijo a Kanda que podía tocar el brazo de Red. Justo cuando iba a acercarse, Red se hizo hacia atrás con mirada desafiante. Kanda pudo ver en sus ojos algo de tristeza y se apartó. La gente presionaba y el maestro de ceremonias apremió. Red se negaba sin moverse. El presentador se le acercó y bromeó con el público y rápidamente, lejos el micrófono, le dijo a Red que se estaba ganando unos azotes por su rebeldía.
El pequeño se tenso y Kanda noto un cambio por las palabras de ese hombre, no pudo escuchar claramente pero vio a Red obedecer seguro alguna amenaza.
- Date prisa y hazlo- dijo sin mucho ánimo extendiendo su brazo de un color rojizo con las uñas completamente negras.
Tenía un aspecto nada agradable, por un momento dudaba si es tocarle pero el público estaba expectante y el niño no parecía muy alegre. Kanda miro fijamente a los ojos grises y tomo su mano estrechándola suavemente, el niño se sobresaltó ante tan cálido apretón, ambos no supieron cuánto tiempo había pasado no se dijeron nada solo se veían fijamente y el presentador no tardo en pedir nerviosamente que era suficiente, que seguro sus deseos se harían realidad.
Kanda fue devuelto a su abuelo mientras el niño del brazo volvía tras bambalinas. Había olvidado pedir su deseo y se dio cuenta cuando su abuelo le pregunto al respecto. La función siguió y trató de encontrar al niño pero no volvió a salir. Su mano se sentía fría y rugosa pero no había notado ningún cambio después de tocarla así que pensó que era mentira. Salieron de la carpa y mientras esperaba a que su abuelo comprara hot dogs pudo ver al niño Red pasar. Se alejó del viejo tratando de seguirlo, aquel brazo le había dado curiosidad y quería preguntarle al niño como había logrado que se viera así. En las películas había visto cosas parecidas y su abuelo le había explicado que era maquillaje pero creía tener la oportunidad de ver algo así de cerca. Allá donde los caballos, las llamas y los avestruces y leones estaban pudo ver al niño jalando una cubeta para darles agua. Cuando se acercó pudo ver su mejilla enrojecida e hinchada. Lo llamó pero no obtuvo respuesta así que caminó a su lado. - vete, tengo trabajo- dijo el chico pero no resistió. - tu brazo ¿es maquillaje? ¿Cómo en las películas? - dijo Kanda sin tacto. El niño lo miró con desprecio y siguió. - ¡hoy! ¿Cómo te llamas?- dijo pensando que Red era su nombre artístico. Sólo lo miró regresar y rellenar la cubeta de nuevo. Al ver que le costaba levantar el balde y que de camino regaba un poco de agua, Kanda tomó el asa para ayudarlo.
Se detuvo al ver al otro ayudarlo con la cubeta. - Déjame en paz - trato de arrebatarle la cubeta - No puedes estar aquí.
- Solo quería ayudar.
- Eso no importa si te ven aquí estarás en problemas- veía hacia los lados como paranoico.
- Me iré si respondes mi pregunta. El niño levanto la cubeta y la llevo a los animales
- Para que quieres que responda algo que ya sabes.
- ¿De verdad te llamas así? - preguntó incrédulo.
- Es el único nombre que tengo ¿ves mi brazo? allí tienes la respuesta - dijo ya desanimado - De veras lamento que hayas tenido que tocarlo, mi brazo no es maquillaje como crees.
Kanda le miro impresionado - Mentira.
- ¿Crees que algo tan abominable no puede ser verdad? - volvía a llenar la cubeta - Lamento decirte que no es mágico, ni cumple deseos, al contrario creo que solo trae desgracias.
- No creo que sea tan malo - no media sus palabras, aunque era extraño no se arrepentía de haberlo tocado pese a que su textura era diferente no dejaba de sentirse la calidez que cualquier apretón tendría.
- Solo vete de aquí, un niño como tú no tiene nada que hacer hablando conmigo - se comenzaba impacientar con la presencia del otro.
Kanda se había quedado viéndole detenidamente vio su mejilla seguramente algo había tenido que ver con lo que ocurrió en el escenario puesto que la actitud del presentador le había parecido amenazante.
- ¿Eso fue por mi culpa?
Red desvió la mirada - No tiene que ver contigo, es normal que te castiguen si no haces un buen trabajo.
El niño se volteó y lo miró con ira. Ese mocoso era un niño que tenía casa, familia y podía pagar una entrada para tocarle el brazo, no tenía ni la menor idea de lo que era vivir en un circo. Sus ojos se pusieron rojos pues se había prohibido llorar. Tenía ganas de romperle la cubeta en la cabeza pero seguro tendría problemas. - ya respondí. Vete - dijo vaciando la última cubeta en el bebedero y soltando el balde para tomar la pala y recoger el excremento de los caballos. Kanda no dejaba de mirarlo y comenzaba a hartarse. -¿eres idiota? ¿No escuchaste? ¡LÁRGATE DE AQUÍ! - le dijo amenazando con lanzarle un trozo bien grande y oloroso con su pala. Kanda se hizo hacia atrás y Red rió divertido. - ¿te da miedo un poco de caca de caballo? cobarde - dijo paleando hacia la carretilla. - ¡yo no tengo miedo!- dijo Kanda ofendido. - no resistirías aquí ni un día- dijo red. El abuelo lo alcanzó suspirando lo alivio y reprendiéndolo por alejarse, le tomó la mano y jaló hasta la salida.
Le decía que no había estado bien que se perdiera así de su vista. Red vio con cierto anhelo la imagen del niño y su abuelo, el niño se detuvo diciéndole algo a su abuelo y le miro, se soltó de su agarre corriendo hacia él.
- Me tengo que ir pero antes quisiera decirte cual es mi deseo. Red le miro extrañado, ya le había dicho que su brazo no cumplía ninguna clase de deseos pero antes de que pudiera volver a decírselo el otro se adelantó - Desearía que fuéramos amigos- Red le miro incrédulo.
- E-eso es imposible- su voz tembló al oír eso, nadie en la carpa quería ser su amigo, porque de pronto ese niño le decía palabras como esa, estaba acostumbrado al desprecio pero la aceptación, la amabilidad, no estaba acostumbrado a eso, le hacía sentirse débil. -Eres un tonto ¿para qué quieres ser amigo de un fenómeno como yo?
- Solo quiero que seamos amigos, tu brazo no me importa - le extendió su mano.
- Idiota - susurro - Esta bien - esbozo una sonrisa que temblaba un poco mientras luchaba con las ganas de llorar y apretaba su mano.
El niño fue llamado de vuelta por su abuelo y le vio alejarse, vio con un extraño sentimiento su mano. - ¡Oye! ¿Cuál es tu nombre? - se apresuro a preguntarle al verle alejarse.
-Kanda! - gritó el niño ya lejos y haciéndole señas con la mano.
En casa, Kanda se quedó pensando en el chico el brazo. Fue a la escuela y trató de imaginar a qué escuela iría Red si el circo se movía todo el tiempo. Tal vez había una escuela ahí, en la carpa. Pasaron varios días y llegaron las vacaciones de pascua. Su abuelo seguía trabajando y lo dejaba solo por las mañanas.
Para ver a Red le había pedido que fueran al circo de nuevo pero el viejo aceptó aunque sería hasta el fin de semana. Kanda no pretendía esperar tanto. Mientras su abuelo se iba a trabajar, tomó su mochila y le sacó varias monedas a su cochinito alcancía. Debía volver antes de las cuatro.
Salió de la casa como si fuera en misión secreta y tomó el autobús, el conductor lo miró por un momento pero su cara seria y segura lo salvó. Cuando llegó frente a la carpa se dio cuenta que esta vez no parecía tan majestuosa como la primera vez, no había gente disfrazada, ni luces y hombres y mujeres trabajaban de aquí a allá. Buscó a Red con los animales pero no había nada. Afortunadamente la gente estaba demasiado ocupada para notarlo. Levantó un poco la carpa para ver lo que había dentro ahora que no había espectáculo. Mirando entre las gradas vio como Red hacia de blanco para que el lanza cuchillos practicara.
Los hombres se reían y fingían que los cuchillos se le resbalaban. Red se mantenía quieto y mirando al suelo pero no podía evitar dar un respingo cuando una hoja se enterraba en la madera tras él. Terminaron de lanzar y entre risas el grupo de hombres salió de la carpa. Red les gritó para preguntar si podía practicar malabares y uno asintió. Kanda estaba por llamarlo. Cuando un hombre tan alto como el maestro de ceremonias llegó y le arrebató las pelotas para llevárselo rápidamente apretando su brazo normal. Kanda siguió con sigilo pues cerca de la jaula de los leones el hombre amenazó a Red - vuelve a acercarte a mi perro y te encerraré con ellos y te juro maldito fenómeno, que lo único que quedará de ti será ese asqueroso brazo pues ni los leones querrían comérselo- dijo el hombre. - ¡me pidió agua! ¡Sólo le di agua!- dijo Red apretando los ojos pues sabía lo que venía. -no vuelvas a tocarlo ¿entendiste?- el hombre levantó la mano y le dio una bofetada con todas sus fuerzas.
Kanda vio aterrado el trato terrible que ese hombre le estaba dando apretó con fuerzas sus puños, agarro una cubeta que tenía cerca y sin pensarlo mucho se la arrojo a la cara a ese hombre con todas su fuerzas, el hombre perdió el equilibrio por el golpe inesperado sin dudarlo corrió hacia Red y le tomo del brazo y le obligo a seguirlo fuera de la carpa. Red estaba impresionado, aun no caía de cuenta de que Kanda estaba allí llevándole lejos, despertó rápidamente a la realidad y le hizo detenerse.
- ¿Pero qué haces aquí?
- Te salvaba de ese hombre- Red desvió la mirada.
- No era necesario que lo hicieras, yo podía con él- Kanda le miró como si dudara de eso.
-En primer lugar no deberías estar aquí - le empujó deshaciendo el agarre que tenía Kanda en su brazo.
- Quería venir a ver el espectáculo - dijo tratando de mantener el equilibrio.
- Pues llegas tarde, ya no habrán mas funciones- dijo con un deje de tristeza en su rostro.
-¿eh? ¿Pero yo vendría el fin de semana?- dijo Kanda parando pero mirando a todos lados.
- nos vamos esta noche. Así que si compraste boleto, lo siento. - red se dio la vuelta y comenzó a caminar de regreso. - ¿volverás ahí? - dijo Kanda sorprendido.
- no tengo a donde más ir y gracias a ti. Ahora tengo muchos más problemas - dijo Red con molestia.
- ¡ven conmigo!- dijo Kanda tomándole la mano entrelazando los dedos y sonriéndole.
- ¿Estás loco? - dijo Red soltándose. El tacto sobre su mano roja era agradable, casi lo reconfortaba pero no quería que ese niño fuera su amigo por lástima. Ahora que había visto que necesitaba ayuda (y no lo negaba pues al principio, cuando llegó al circo pedía todas las noches que alguien lo sacara de ahí) pero ¿en que podría ayudarle ese niño?
- ven a mi casa. Mi abuelo no dirá nada y mi habitación es grande - dijo tomándole la mano de nuevo y esta vez frotando el dorso con su pulgar. Red dudó. A lo lejos se escuchaban los reclamos del maestro de ceremonias, venía junto con otros dos hombres para tratar de atraparlos.
Red los miró, el presentador tenía una herida en la frente y sangraba. Temiendo el castigo apretó la mano de Kanda. - si... ¡Sí! ¡Vamos! - dijo corriendo.
Le alejo de allí lo mas rápido posible no quería que esos hombres vieran a Kanda si no se metería en problemas, Kanda parecía creer que había aceptado su propuesta se sentía como un mentiroso, ya una vez muy lejos cerca de un cruce de trenes. Kanda estaba perdido en su emoción que no se había dado cuenta de que había cruzado y Red había soltado su mano, cuando se dio cuenta vio las barras de seguridad bajar mientras anunciaban el paso del próximo tren. Grito su nombre completamente desesperado. Vio a Red sonreírle mientras le dedicaba con su mano de color rojizo una señal de despedida.
- Espero que nos podamos volver a ver ¡ven a verme la próxima vez!
Kanda quería cruzar pero el tren ya llegaba y paso con rapidez levantando una gran ráfaga de aire, no podía ver a Red y el tren parecía tener una gran cantidad de vagones, cuando por fin termino su paso vio que del otro lado no había nadie, Red había desaparecido, sintió algo de tristeza pero no quería llorar, miro decidido el lugar solitario, cumpliría su promesa. Kanda estuvo esperando los años siguientes la llegada del circo pero Red no había vuelto a aparecer.
Notas:
Y estoy de vuelta, ¡Katou no ha muerto!. Por ahora no hay un proyecto más allá de este, pero como siempre, les aseguro que se terminará esta historia. Ya veremos en el futuro. Saludos a todos y les agradezco por su tiempo y paciencia.
