Inmersos Recuerdos

Era una tarde lluviosa, le viento soplaba levemente sobre los ventanales de la estancia y hacía crujir los árboles en el exterior, arrasando y manipulando sus movimientos como una cruel danza infinita y tortuosa.

En ese precios lugar se encontraba un joven en actitud pensativa y un tanto nostálgica, un tanto solitario, sentado junto a una de aquellas ventanas enormes mirando hacia un punto infinito en medio de la nada, aquellos sagaces y profundos ojos miel, como quien puede ver algo que para el resto de las personas pareciese pasar desapercibido; inmerso en sus pensamientos...anhelando y recordando todo aquello que había dejado atrás luego de su partida...su familia...su pasado...su todo...era verdad, había pagado un precio justo a cambio del cuerpo de su hermano, el cual era su único vínculo hacia lo que había sido y lo que sería, sin embargo, no podía evitar pensar que, aún así, no dejaba de sentirse nostálgico e insatisfecho consigo mimo...¡Por alguna razón no encontraba motivo alguno para sentir su paz interior!

Por fin, después de un largo silencio, en cuanto la tormenta cesó y el hermoso firmamento del cielo alemán de otoño, aquel joven apuesto profirió un débil suspiro, apoyando un ingenioso miembro metálico que reemplazaba su brazo derecho, para apoyar la cabeza y admirar aquel firmamento...su brazo derecho...era cierto...aquel insignificante detalle lo hizo recordar ciertos momentos de su vida, y sobre todo a una persona en especial...a "ella"...

No pudo evitarlo, fue como querer detener la lluvia con las manos o desear tapar el sol con un dedo, definitivamente ese recuerdo lo inundó por completo en todo su ser...ahora comprendía...

-"¿Y para qué?"-se dijo a sí mismo- ella jamás volverá a mi vida y lo peor de todo es que ahora me doy cuenta ya que es tarde...

De nuevo profirió otro suspiro, ésta vez más largo y profundo.

Era cierto, después de que él y su hermano Alphonse habían cerrado el portal desde ambos universos paralelos no podía haber marcha atrás, ellos habían sacrificado el último lazo que los unía a su pasado para lograr una promesa que anteriormente no habían podido cumplirse el uno al otro, motivo por el cual se vieron forzados a seguir por una travesía que pareció interminable en su momento y que ahora simplemente parecía como si hubiesen vivido en un sueño y ahora se enfrentaran a una cruda realidad.

Después de tanto pensarlo, no consiguió nada más que aturdir su mente de ideas que no podrían hacerse realidad nunca más... ¡no! ¡Ya no más!

En aquel momento escuchó una voz que provenía de la parte inferior de la estancia donde él se encontraba, seguido de unos pasos escaleras arriba y por fin un pestillo que se abría, seguido de esto, el rubio ojimiel se volvió hacía el recién llegado, profiriendo una mirada de bienvenida.

-Hola hermano ¿cómo te encuentras hoy?, la luna ya ha salido y tú no haces más que filosofar ¿no es así?- dijo Alphonse, su hermano menor

-No Al, he estado trabajando un poco, solo que ya estoy exhausto y quiero descansar ¿te parece?

-Hermano... ¿te sucede algo malo?, desde que nos instalamos en Munich hace dos años no dejas de tener esa mirada de nostalgia en tu rostro...dime... ¿es por algo relacionado con...?-comenzó a decir el castaño ojigris, pero su hermano mayor lo interrumpió

-No Al, te repito, no es nada...sólo necesito descansar...es todo, buenas noches

Seguido de esto, el rubio ojimiel se puso en pie y salió de la estancia, dirigiéndose hacia su habitación sin decir palabra alguna, mientras su hermano lo miraba con cierta confusión.

Hecho esto, aquél joven de 19 años llamado Edward Elric, se deshizo de su vestimenta, quedado solamente con una camisa ligera y su ropa interior, quedando él frente al espejo, mientras se contemplaba. Desde hace tiempo no había notado que se había hecho mucho más alto de lo habitual, ya que él siempre pensó que nunca iba a crecer ni un centímetro desde lo ocurrido en Reesembool, lo cual le pareció sumamente extraño y, en cierta forma, motivador; también pudo notar las cicatrices dejadas por batallas pasadas, sin mencionar las muchas otras con las que había tenido que cargar por mucho tiempo al intentar una transmutación humana para devolverle la vida a su madre...además, también pudo notar aquella atractiva musculatura de su abdomen bien formado, pasando sus dedos metálicos por encima de tan bello panorama, por último, se deshizo de sus guantes y se desató la coleta echándose a la cama, dejando caer su hermosa melena dorada sobre su rostro...una vez más...no pudo evitar pensar en "ella".

Sí, así fue, desde hacía tiempo que el pensar en esa persona especial le robaba el sueño y las ganas de vivir, pensar que tantas veces que estuvo con ella a su lado y jamás pudo darse cuenta de lo que sentía en verdad, lo hacía sentir como el ser más repugnante y torpe del mundo.

-"De haber sabido que las cosas tendrían que ser de esta forma, nunca habría desperdiciado ningún momento a tu lado...¡OH, qué ciego fui!, sí tan sólo tuviese una oportunidad más para demostrarte todo lo que significas para mí...¡LO HARÍA SIN PENSARLO!, movería mar y tierra e incluso daría mi vida con tal de ver tu rostro de nuevo Winry, sentirte de nuevo junto a mí para probarte que sin tu presencia no puedo vivir en éste ni en ningún mundo..."

Ése era el pensamiento que siempre lo agobiaba día y noche, desde la última vez que se habían visto en las ruinas de Xerxes, debajo de la ciudad Central...hacía ya tiempo...

Ahogado en este pensamiento...se quedó rápidamente dormido por el agotamiento, sumiéndose en un inmerso mar de pensamientos sin sentido.

De pronto, sin darse cuenta de ello, se encontraba dentro de un dulce campo de ensueño

-"¿Podría esto ser posible?"-se dijo para sus adentros

Era un paraje sumamente singular, un campo abierto cubierto únicamente por flores silvestres y en cuyo horizonte se podía divisar un enorme árbol situado a una distancia considerable; conforme se fue acercando, pudo darse cuenta de que había ahí una persona que le aguardaba ¿quién sería?

-"Edward, ¡OH, Edward! Te he estado esperando por mucho tiempo"-dijo una voz dulce y femenina que, al parecer, el rubio conocía de más, podría ser posible que se tratase de alguien que él conociese...

-¿Quién eres? ¿Mamá?-preguntó de improviso, sin embargo, subsecuentemente puso más atención a las palabras de esa persona y, conforme se fue aproximando, pudo estar seguro al distinguir su silueta ¡se trataba de "ella"!

-¡Winry!- gritó desesperadamente, mientras para sus adentros pensó: "¿Puede que mi anhelo de verte una vez más se volviese realidad?"

De pronto, la figura que parecía estática pronunciando repetidamente el nombre del joven tomó forma real y se dirigió corriendo hacía él, con un rostro de inmensa felicidad.

Edward casi no podía creerlo, un deseo frenético y una dulce locura se apoderaron de él al contemplar tal escena, cada paso adelante le pareció una eternidad y, cuando se hubieron acercado lo suficiente como para lanzársele encima, la figura de aquella chica se desplomó, formando pétalos de flor de durazno en su lugar. Atónito, Ed se quedó estático al admirar su sueño destrozado, cuando de pronto, sintió que una fuerte presencia lo succionaba, aquél paraje de ensueño se desvaneció por completo, dejando todo sobre la nada, momentos después, un misterioso resplandor (que de hecho le pareció un poco familiar) surgió de entre las tinieblas y vio ante sí "aquél lugar de pesadilla" de nuevo...escuchó una débil voz que se anunciaba, que lo llamaba constantemente...una voz que había escuchado justo en el momento en que había visto la Puerta de la Verdad por vez primera.

-Alquimista de Acero, Edward Elric, volvemos a encontrarnos- dijo el misterioso ser

-Pero si eres...-quiso continuar, pero de pronto calló

Continuará...