Disclaimer: Lo personajes de The legend of Zelda no me pertenecen. Todos ellos son propiedad de sus respectivos creadores.

Prólogo parte 1.

—No voy a bajar… —soltó Ashei apenas en un murmullo, sin poder apartar la vista de disgusto de la imagen que le devolvía el espejo de sí misma, rompiendo así con el silencio que había reinado en la habitación desde que Telma entrara en ella y comenzara a ayudarla a vestir—. Esto es una estupidez, una gran estupidez.

La robusta mujer salió de detrás suyo, y dejó entonces por fin de intentar arreglarle el cabello para dedicarle desde el reflejo una mirada con incredulidad.

Ashei agradeció el dejar de sentir las manos de Telma en su cabeza con un corto suspiro. Llevaba ya bastante tiempo revolviéndoselo de un modo u otro, sin quedar nunca conforme con el resultado. No podía culparla por eso. Ella también odiaba tener que peinarlo. Lo había odiado desde niña, desde siempre. Y además, no podría nunca conseguir hacerla verse bien así se pasara el día entero cepillándolo, adornándolo con hermosas cintas y flores de bellos colores. Simplemente no tenía caso. Ella no tenía caso.

La mirada de la tabernera se mantuvo en Ashei más tiempo del que le hubiera gustado a ésta última, para después apartarla con una sombra de tristeza, que no intentó nunca ocultar. Un suspiro hondo salió también de su garganta poco después, y Ashei pudo notar todo el cansancio que la mujer sentía con él.

Se sintió culpable por un pequeño segundo de tener que hacerla pasar por todo aquel circo.

—Ashei, todo está dispues…

—¡Eso no me importa! ¡Yo no voy a bajar! —contestó con más energía de la que se requería, sin poder evitarlo siquiera, interrumpiéndola de manera brusca—. No voy a seguir con esto...

A pesar de su duro carácter, y de la buena reputación que se había ganado a pulso ella misma por no permitir que nadie levantara la voz más fuerte, Telma no respondió a sus bramidos malhumorados. Pero era más que obvio, y Ashei pudo notarlo en sus ojos chispeantes, que le estaba costando horrores controlarse.

Ashei no quería ser grosera con Telma. De verdad que no. Y, justo ahora, no podría recordar ninguna otra ocasión en que le hubiera hablado de semejante manera, si le preguntaran. Sabía que ella no tenía la culpa de lo que estaba pasándole. No había sido Telma la que había cometido un error tan estúpido, que ahora hacía que no pudiera respirar. Telma no era la causante de que su vida fuera a terminar en unos minutos. No. La culpable era ella misma. Solo ella. Ella y su maldita debilidad. Pero poco pudo o quiso hacer para disculparse después con la mujer por su falta de tacto al hablarle. No sentía energías para eso simplemente.

Sus ojos negros se apartaron del espejo con un bufido irritado ante ese pensamiento, pero volvieron a él pocos segundos después sin poder hacer mucho para alejarse, asqueándose de inmediato de la visión que le devolvía el cristal. Quería dejar de verse pero no podía apartar la vista.

¿Cómo hacerlo después de todo? Si no recordaba ya la última vez en que había usado un maldito vestido, si es que alguna vez hubiera usado alguno. Y ahora, no sólo estaba usando uno, si no que estaba usando uno que ella nunca pensó siquiera que podría llegar a considerar. Estaba usando aquél que todas las mujeres desde niñas soñaban con llevar algún día. Aquél que podía quitarles el sueño por las noches por completo sólo de imaginar cómo sería, cómo se vería, cuánta envidia conseguirían de las demás cuando las vieran con su paso seguro al caminar mientras se dirigían a su nueva vida. Claro, todas las mujeres, menos ella misma.

Ashei nunca lo había soñado hasta entonces. O sí lo había hecho alguna vez, cosa que no recordaba, seguramente, el mundo que la rodeaba se había encargado de borrar de sí una idea que no era para ella.

Mientras veía su reflejo, aquél que tanto detestaba ver, ataviado con ese vestido de novia tan bonito, se sintió como una tonta, se vió como una verdadera tonta. Debía serlo para haber aceptado semejante locura, se dijo para sí con crueldad, creyéndolo cierto.

De nuevo se maldijo en silencio por haber querido, aunque fuese por un instante, que aquella tontería siguiera adelante.

¿En qué estaba pensando cuando aceptó tal disparate?

Se preguntó que pensaría su padre si pudiera verle ahora, vestida de aquella manera, y si pudiera saber los verdaderos motivos que la habían llevado hasta ahí. ¿La reprocharía? ¿Se sentiría avergonzado por saber que todo sus esfuerzos por convertirla en alguien fuerte no le habían servido de nada? ¿Le habría decepcionado darse cuenta de que al final ella no era tan diferente de las demás chicas tontas en las que él tanto deseaba que no se convirtiera?

Pero sí lo era. Al final lo había sido. Había hecho la misma tontería que hacían todas las demás. Al final, le había fallado a él, como todas las demás fallaban a sus propios padres.

Todos los años entrenando junto a ese gran señor, que tanto respetaba y admiraba, no habían sido de gran ayuda para evitar que tropezara. Para evitar que hiciera la misma tontería que hacían las demás.

Por suerte el hombre estaba muerto, y no podría verla, se dijo. No soportaría verle a la cara de no estarlo.

—Está bien... —dijo Telma en un tono que a Ashei le auguraba peligro, mientras se dirigía a la puerta sin siquiera girarse a mirarla.

Era oficial, Telma estaba igual de harta, pensó.

¿Y cómo no estarlo? Sí habían terminado involucrándola hasta las orejas con todo ésto. La pobre mujer había tenido que intervenir, incluso más de una vez, en alguna que otra pelea. Casi todas iniciadas por la misma Ashei.

—Iré a decirle a Link que no quieres bajar entonces.

Al escucharla decir aquello, la cara de Ashei tuvo que esbozar una sonrisa cínica. El tono empleado por la morena había sonado en sus oídos como una amenaza. Le hizo gracia, y no pudo evitar reírse internamente.

«Adelante, ve. Por mí, está bien. Que me importa».

Con la burla falsa en sus pensamientos, Ashei miró en el reflejo que la mujer se alejaba. Quería ser valiente, pero sabía en el fondo que no lo era en realidad.

Cuando Telma cerró la puerta tras de sí, y la dejó completamente a solas en esa habitación, Ashei se dió a la tarea de desbaratarse el moño que la tabernera había intentado hacerle en el cabello. La furia que había acompañado a sus manos, le hicieron llevarse entre ellas unos cuantas hebras de su finos cabellos oscuros y lacios. Que importaba. Nunca había sido especialmente cuidadosa con el arreglo de su cabellera. Y ahora, en estos momentos cuando sentía que se asfixiaba con cada bocanada que intentaba dar, le importaba mucho menos comenzar a serlo.

Sí. Sentía que se ahogaba. El aire había comenzado a faltarle desde que había visto el bonito y sencillo vestido de color blanco, que ahora portaba, en la manos de una sonriente Telma, cuando ésta lo había traído a la habitación apenas un par de horas atrás. Ashei no había compartido para nada aquella gran sonrisa. Ella no tenía nada por que sonreír. Ese vestido no era más que sólo el símbolo de su falta de juicio, del error que estaba apunto de cometer. Porque era un error, estaba segura. Uno que le costaría demasiado caro, lo sabía. Lo presentía.

¡Por todas las diosas en el cielo, se iba a casar! ¡Se iba a casar en unos minutos, y ella no sabía qué podía hacer para evitarlo!

Cerró sus ojos fuertemente, y rezó con fervor a las diosas en el cielo para que pudieran ayudarla. Para que quisieran hacerlo. Sólo ellas podían protegerla ahora. Sólo ellas podían evitar que se llevara acabo lo que estaba segura le costaría mucho llanto. Sólo las diosas podían evitar que su corazón saliera lastimado…

—Shad…, tenías razón…

Entonces, y sólo entonces, cuando se sintió a salvo en la soledad, dejó escapar libremente por sus mejillas un río de lágrimas que no estuvo dispuesta a detener. Esta vez no.

—Tenías razón...

w.w.w.w.w

Link estaba muy nervioso. Más nervioso de lo que podía soportar en realidad. No recordaba haberse sentido así en su vida. Ni una sola vez. Hacía buen rato que había empezado a sentir que el estómago se le había revuelto al completo. Y las manos no dejaban de sudarle debajo de sus gruesos guantes de fino cuero (esos que le habían costado una cantidad ridícula de rupias, que había estado bien dispuesto a pagar únicamente debido a la ocasión. Bajo circunstancias normales, solo loco lo habrían hecho pagar tal suma, por muy finos que fueran. Aunque no habían sido tan costosos como el vestido, debía reconocer. Ése sí que había costado una pequeña fortuna. Claro, de él sí que no podía quejarse; era precioso. Perfecto). La bonita bufanda de color azul que Lana le había regalado para usarla en la celebración, tampoco le ayudaba con su tejido para no hacerle sentir que el aire le faltaba. De verdad estaba costándole mucho el respirar.

Deseó por enésima vez en el día no haberle hecho caso, no haberla escuchado siquiera y haber prescindido de aquella inútil prenda que no servía para nada.

«Te ves muy apuesto», había dicho ella muy feliz de verle usarla, con cierto brillo especial en los ojos. Natural, ella misma la había tejido con sus propias manos para él, para este dia. Pero Link en estos momentos sólo albergaba en su pecho sentimientos negativos hacia su lindo detalle. Su bonito y desinteresado gesto que llevaba ya un par de horas torturándolo.

¡Diosas! Cuánto daría por quitársela del cuello y lanzarla hasta donde le llegaran las fuerzas de los brazos. O quemarla, estaría mejor. Sí, ¡que ardiera la maldita! Estaba decidido, no volvería a usarla en lo que le quedara de vida. Lo sentía mucho por Lana y toda su buena intención.

Con la sentencia firmada en su cabeza para el regalo de la chica y el corazón molestándolo dentro del pecho en todo momento, Link miró de nuevo las escaleras que conducían a las habitaciones, esperando, confiando... queriendo sobretodo que la terca mujer que se encontraba allá arriba, decidiera bajar por ellas de una buena vez, porque el miedo que sentía de que no lo hiciera se estaba volviendo realmente insoportable.

Sí. Lo que sentía era miedo. Mucho miedo, de hecho. Estaba aterrado, aunque no le gustara admitirlo. Aterrado de que Ashei decidiera cancelar la boda...

Continuará...

Hola, amigos y amigas de Fanfiction. Espero que les haya gustado lo que han leído, si han llegado hasta acá. Sí es así, me gustaría mucho recibir sus reviews. Sé que me ayudarían mucho para mejorar con la escritura, pues se que no soy muy buena. Sus consejos serán del todo bien recibidos.

Nos leemos.