Capitulo 1: Transilvania

Las grandes puertas negras se abrieron rechinando, la delgada joven salió por las puertas con paso decidido. El cabello negro se movía con el viento, Karmila camino hasta estar lo suficientemente lejos de la casona como para observarla toda. La vieja casa le traía tantos recuerdos, recuerdos de toda su vida, pero ahora debía seguir su camino, encontrar su pasado. Al cumplir la mayoría de edad el orfanato le había dado un poco de dinero, pues ahora se tenía que hacer responsable de sí misma. Era suficiente dinero como para un boleto a Transilvania; allí encontraría su pasado, según el orfanato. Subió al avión, este la llevo a Rumania y luego tomo un tren que atravesó los Cárpatos para llegar a Transilvania. Durante el camino en tren logro ver la ciudad completa desde una parte de los Cárpatos, al pie de estos había una valle rodeado por los Cárpatos al sur, el frondoso bosque al este, oeste y noroeste, y por último la ciudad al sur. La ciudad no parecía haber sufrido ningún cambio con relación al tiempo, las casa, antiguas seguían intactas al igual que sus calles, monumentos, etc. Había iluminación tanto eléctrica como de faros de petróleo o aceite y por las calle circulaban en su mayoría carretas jaladas por caballos, más que automóviles. Con forme el tren iba bajando la ciudad se veía más cerca y los Cárpatos ya se distinguían completamente, Karmila no había notado que él lo alto de una montaña había un castillo, con cerca de ocho torres, la más alta se encontraba en el ala izquierda del castillo; como ya era de noche el castillo se veía iluminado por la tenue luz de la luna tras las nubes que cubrían el cielo. Por fin el tren alcanzo su destino y la joven pudo bajar, pero no tenía a donde ir y a pesar de que no era un lugar muy grande ni con tráfico como Londres, había muchos lugares a donde ir y muchas calles. La muchacha tuvo que caminar un buen rato por las calles desiertas, hasta que logro ver una posada, camino hacia ella y antes de entrar miro la luna, que ya había salido de entre las nubes. Era una creciente, hacia mucho que Karmila no veía una luna así. La joven entro a la posada y fue directo a buscar ala posadero, era un hombre delgado, en realidad Karmila no había visto a ninguna persona gorda, de cabello canoso y descuidado, ojos negros, de cara larga y pálida. La joven lo convenció de que la dejara quedarse un tiempo y ella lavaría los baños y ayudaría con la posada.

-Señorita, veo que usted no es por aquí.- Dijo el posadero.

-No, en efecto yo vengo de Londres-dijo Karmila abiertamente.

-Mmm… ya veo, su acento es diferente-señalo.

- Si, vengo en busca de información de mi familia, creo que eran de aquí- dijo sonriendo la joven.

-Lo mejor es que sea rápida con su "investigación"-dijo muy serio.

-¿y eso por qué?-

-Bueno, Transilvania es un lugar diferente al lugar de donde viene-

-¿Diferente? ¿Por qué?-

-Simplemente es diferente y ya, usted hace muchas preguntas- dijo por ultimo retirándose.

Al día siguiente Karmila busco un lugar donde podría encontrar información de su familia, cementerio, registro civil, cualquier cosa. Camino hasta los bordes de la ciudad donde había un hospital y un cementerio, la joven fue al cementerio. Camino entre las lapidas y las tumbas de decenas de personas con nombres extraños y vio un mausoleo muy grande y con muchos adornos y la curiosidad la impulso a entrar. Adentro había varias tumbas, tumba le llamo mucho la atención. Era un tumba grande, de mármol blanco, tenía varias flores, eran rosas blancas y el nombre decía: "Condesa Anya Valkam", más abajo "Beloved Sister, Daughter and Lover 1415-1435" y hasta debajo de la lapida "Eternal life, eternal blood", esto último no estaba escrito con la misma letra ni de la misma forma que el texto anterior, esto parecía entrar hecho a mano cosa que parecía imposible para cualquier persona. Junto a la tumba de Anya había otra tumba la que decía lo mismo pero con diferente nombre y fechas: "Condesa Milla Valkam" fechas "1417-1435" Ambas habían muerto en 1435. Karmila salió de mausoleo y siguió caminando por el cementerio y de pronto vio que alguien la observaba desde atrás de una tumba.

Era de noche, la luna se ocultaba tras las nubes, era luna creciente. La joven de rojos cabellos sentía una sed incontrolable que le quemaba. Ya había probado calmarla con todo lo que tenía en cas pero nada parecía calmarla, estaba desesperada. Salió de casa corriendo, en la esquina había una taberna, así que se dirijo allí con paso decidido. En la puerta había una joven, Vania no la reconoció, no era de Transilvania; miraba la luna que ya se había descubierto. La pelirroja también la miro, era luna creciente, casi luna llena. Poco a poco sintió como su mente se desprendía de su cuerpo, todo se volvía negro. En un abrir y cerrar de ojos Vania se encontraba en uno de los cuartos de su casa, esta arrodillada y todo el cuerpo le temblaba. La sed había desaparecido pero delate de ella había un cuerpo, una cadáver. Las manos de la pelirroja se encontraban manchadas de sangre, también su boca y su ropa, el cadáver tenía rasguños por todo el cuerpo y dos pequeños agujeros en el cuello. Estaba aterrorizada, pero no era la primera vez que le sucedía, y tampoco sería la última. Como lo había hecho anteriormente se deshizo del cuerpo en la fosa común, mas entrada la noche y limpio el cuarto, no quedaba rastro del incidente. Al día siguiente la pelirroja salió a dar un paso junto con Voloi, su perro lobo, por el valle al pie de los Cárpatos. El blanco pelaje y los ojos azules del animal reflejaban el sol, mientras la joven caminaba a su lado por los altos pastos, que le hacían cosquillas. Venia elevo la vista al inmenso castillo que se encontraba en la punta de los montes, siempre que veía el castillo se sentía menos sola que de costumbre y sentía como si alguien la estuviera viendo también. Los ladridos de Voloi la sacaron de sus pensamientos, el perro le ladraba a un hombre que caminaba hacia ellos. Le perro además de ladrar comenzó a gruñirle; un poco más cerca de ellos, Vania noto que era un joven de cerca de 20 años, de cabello negro y un poco rizado, de ojos azules como los de la pelirroja, usaba un saco largo y pantalones, ambos negros, chaleco gris y camisa blanca y un hermoso collar de oro sostenía un medallón, también de oro con un rubí incrustado en el centro. El lobo estaba listo para atacar al joven cuando este hablo en lo que Vania reconoció como antiguo rumano, el perro se calmo al instante. Esto asusto un poco a la joven de cabellos rojos pero el joven la miro a los ojos y enseguida sintió mucha tranquilidad y seguridad, sentía como si lo conociera. Pero pronto lo reconoció era el príncipe, Vlad.

-Buenos días- dijo el joven.

-Buenos días, su majestad- dijo Vania haciendo una pequeña reverencia.

-Estamos en pleno siglo XXI, creo que las formalidades ya pasaron de moda- dijo El príncipe con una sonrisa- me llamo Vlad.-

-Vania, mucho gusto-

-Es un placer, Vania- dijo besando la mano de la muchacha.-Que hace una joven tan hermosa, sola por el valle-

-Yo también podría preguntarle, que hace un príncipe, solo por el valle.- el príncipe sonrió- por favor háblame de tu-

-como desee… perdón, como desees-

Karmila se paralizo al ver que la observaban, pero en un parpado y ano estaba la figura. Esto la asusto más, pero siguió caminando por el cementerio. Nuevamente vio que alguien la observaba, pero esta vez sin dudarlo corrió tras la figura, noto que era una persona que usaba una larga túnica y capucha negros. La figura se detuvo y Karmila logro alcanzarlo ya que era muy rápido; era más alto que ella y tenía la espalada ancha y brazos musculosos a simple vista se veía que era un hombre. –Sígueme- dijo el hombre y comenzó a caminar hacia el bosque. Caminaron por poco y luego se detuvieron y pronto Karmila se vio rodeada de por lo menos cincuenta hombres y mujeres encapuchados. El que la guio por el bosque hablo.

-¿Quién eres y que haces en Transilvania?-

-Me llamo Karmila Swals y vengo buscando información de mi familia- dijo titubeando, la joven.

-¿Eres la hija de Valus y Guida Swals?-pregunto el mismo

- Si, eso creo, no sé nada me mi pasado ni de mi familia-dijo la pelinegra. Los encapuchados comenzaron a murmurar entre sí.

-Si eres en verdad hija de Valus y guida quieres decir que eres de aquí, de Transilvania, tus padres los eran- dijo quitándose la capucha, era de tés muy blanca y ojos grises, su cabello era rojizo oscuro, cara afilada y nariz respingada, muy atractivo.

-Entonces, ¿tú sabes de mis padres?-

-Si, en efecto, ellos nacieron, vivieron y murieron aquí en Transilvania-

-¿murieron?-dijo incomoda, muy dentro de sí albergaba la esperanza de que siguieran con vida

- Si, fueron asesinados; pero lo que importa no es como murieron si no quienes eran-

-¿Quiénes eran?, no entiendo lo que me quieres decir-

-Karmila, ellos eran diferentes a todos los demás, nosotros somos diferentes, dijo señalando a los demás encapuchados.

- sí, son locos encapuchados-

-Eso no es una broma -Dijo enfadándose- Esto es real, no debiste venir a Transilvania-

- Tú no eres nadie para decirme que hacer o no, y ya déjate de juegos y dime que sabes de mis padres-

-Tus padres eran guerreros en una batalla de miles de años, eran caballeros luchando contra el demonio. Eran hombres lobo-. Esto le sonó simplemente ridículo a Karmila, pero el semblante del joven parecía demasiado serio y severo como para que fuera una broma, pero la simple idea de hombres lobos era para morirse de risa.

-¿Qué clase de broma barata es esta? Los hombres lobo, los vampiros y el chupacabras son cuentos nada mas, historias, leyendas y para que lo sepas deje de crees en ellos a los 6-

-No son cuentos de hadas Karmila, son reales; somos lo que somos, eres lo que eres y no lo puedes cambiar, nadie puede, si en verdad eres hija de los Swals significa que pronto te convertirás tu también. - Karmila no puedo soportar más mentiras y corrió fuera del bosque hacia la ciudad.

Vania ahora caminaba de regreso a casa con Voloi, había platicado un buen rato con el príncipe. El la había tranquilizado sin siquiera saberlo, su mirada era tranquilizadora para la joven. Siguió caminando por la calle principal que llegaba directo a su casa, cuando alguien choco contra ella. Era la joven extranjera, la reconoció al instante; media cerca de 1.76, un poco más baja que Vania, de cabello negro azabache y ojos azules, delgada de piel blanca, a pesar de ser del extranjera tenia las características de una joven de Transilvania.

-Perdóname- dijo la joven muy apenada.

-No te preocupes, estoy bien- dijo Vania.

-Mucho gusto, me llamo Karmila Swals- dijo la pelinegra.

-Yo soy Vania Valkam-dijo la pelirroja. A Karmila le pareció muy familiar el apellido de Vania, pero Karmila no era nada buena para recordar cosas.-Mucho gusto Karmila, no eres de aquí verdad, nunca te había visto antes.-

- Si, no soy de Transilvania, yo vengo de Londres, vengo por que el orfanato donde yo vivía me dijeron que mis padres eran de aquí-

-Mmm… esta el registro civil, y el cementerio en todo caso, pero al registro civil no se puede entrar sin autorización del príncipe y el cementerio es muy grande-

- Si, hace rato estaba allí, creo que mañana intentare entrar al registro civil-

-Pues suerte, no es tan fácil; y ¿Donde te estás hospedando?-

-En una posada a unas cuantas calles de aquí, pero el encargado no me da muy buena espina, es un poco extraño-

-si quieres te puedes quedar en mi casa, también está a unas cuantas calles de aquí, y si te estás quedando donde creo que te estás quedando, no estarás muy segura-

-Muchas gracias, te lo agradezco mucho-. La pelirroja llevo a Karmila a su casa y le enseño todos lo que pudo, pues la casa era muy grande y antigua y había cuartos y pasillos que ni siquiera Vania conocía. La noche llego y ambas se fueron a dormir.

Al siguiente día Karmila se despertó temprano pues no estaba acostumbrada al horario de Transilvania. Salió de su habitación y fue a la cocina, Vania le había dicho que cuando se despertara fuera allí, porque la pelirroja le habría dejado el desayuno listo antes de irse a trabajar, pero Karmila supuso que era muy temprano y el desayuno no estaría listo. Pero para su sorpresa Vania ya estaba allí, preparando el desayuno y alistándose para ir a trabajar. La joven de cabellos color azabache se sentó y observo a su anfitriona, no había tenido oportunidad de observarla bien. Vania era alta, de buen porte, recordaba mucho a una princesa, de piel muy blanca, sus cabello era rojo intenso, tenía la cara delgada y bien proporcionada, nariz respingada y labios finos y un poco carnosos, sus ojos eran azules, pero diferentes a los de Karmila eran profundos y cálidos a simple vista pero si los observabas detenidamente había algo sombrío en su mirada. Vania sirvió dos platos de avena y le dio uno a Karmila, ambas comenzaron a desayunar.

-¿Mmm…es lo único que hay? -pregunto Karmila, quien no era fan de la avena.

-Hay hígado congelado en el congelador, si quieres te lo puedo calentar- dijo Vania observando a su huésped.

-Ohm… no te preocupes, la avena está bien-

Vania miraba atenta a su invitada, en apariencia no era extraña, incluso le parecía un poco familiar. Era extraño por alguna extraña razón la joven sentía que conocía a Karmila de toda la vida y que podía confiar en ella, ese pensamiento fue el que la impulso a abrirle las puertas de su casa. También sentía que de alguna manera ella la hacía sentir un poco más familiar, dese siempre Vania se había sentido extraña, como si no perteneciera a donde estaba, como si hubiera algo más que ella ignoraba, y Karmila la hacía sentir un poco mejor, como si hubiera encontrado algo que había perdido.

-¿Y qué piensas hacer?-pregunto Vania rompiendo el incomodo silencio que se había creado entre ellas.

-¿Hacer, de qué?-pregunto Karmila mientras observaba como la avena caía lentamente de su cuchara al plato.

-No sé, ¿Cuales son tus planes?, ¿Cuanto piensas quedarte en Transilvania?-

-Mmm… no lo había pensado, creo que conseguiré un trabajo, no tengo a donde más ir-

-Si quieres puedo buscarte trabajo en el hospital donde yo trabajo-

- Si, gracias me harías un gran favor-

-¿Qué edad tienes?-

-18 ¿y tú?-

-20, tienes la edad perfecta-

Terminaron de desayunar y Vania llevo a Karmila al hospital, el mismo hospital que Karmila había visto junto al cementerio. Entraron y con las influencias que la pelirroja tenia le consiguió un trabajo a su acompañante, era un trabajo de enfermera en la sala de emergencias. Fueron directo a la sala después y Karmila parecía niña chiquita tocando todo y observando todo, lo que le hizo un poco más difícil a Vania explicarle a la nueva lo que tenía que hacer. Cuando por fin lo logro se fue a su trabajo de cirujana.

-¿¡Qué clase de trabajo es este!?- pensó Karmila después de medio día de ayudar cambando cómodos y suturando heridas. Los cómodos eran totalmente asquerosos, pero la sangre no le disgustaba en lo mas mínimo y se le hacía interesante ver a los pacientes que llegaban con diferentes heridas. Por lo menos ya faltaba poco para su descanso y salir a comer, ya estaba suturando a su ultimo paciente. Era un niño de 7 años que se había caído de la cama y golpeado la cabeza y la madre no se había dado cuenta hasta que vio que el niño se desmayaba; cuando llego al hospital el niño se sintió mejor y comenzó a gritar diciendo que lo habían atacado en la noche y por eso se había caído. El pobre tenía una abertura de tres centímetros en la frente y no se dejaba suturar. Trataron entre cuatro enfermeras hasta que lograron sedarlo para que Karmila pudiera suturarle la cabeza. Cuando termino su dirigió al comedor, pero a pesar de las claras instrucciones de Vania, la joven se perdió dos veces. Una vez que por fin llego al comedor, noto que solo le quedaban veinte minutos para almorzar, así que sentó en una mesa y pidió su comida. Volteo a ver a todos los demás del comedor y noto que Vania se encontraba allí apunto de marcharse, pero no estaba sola, estaba con un hombre.

La joven cirujana comenzaba su tercera operación del día, un hombre con un tumor en la parte central de la aorta, era un operación un poco complicada que constaba de hacer un pequeña incisión para remover el tumor con facilidad y luego suturar. La joven comenzó haciendo una incisión en el pecho del paciente y localizando el corazón y más tarde el tumor, una vez que localizo el tumos hizo la pequeña incisión y removió el tumos y se lo dio al interno para que lo analizaran, todo iba bien hasta que comenzó a suturar y sin querer pico una vena y un chorro de sangre le manco la cara y la bata, no era la primera vez que la pasaba, pero comenzó a sentir la misteriosa sed de constantemente la atormentaba últimamente. No pudo continuar con la saturación del corazón, salió del quirófano y se quito la bata, el cubre bocas y los guantes y trato de limpiarse la sangre lo mejor posible, pero le quedaron unas pequeñas manchas en la mejilla. Salió de la sala de preparación al pasillo del hospital y corrió en dirección a los baños. Ya casi estaba en el baño cuando choco con alguien y cayó al suelo. Levanto la vista y se encontró con dos ojos azules que la misaban y con una mano lista para levantarla. Al instante que hizo contacto con aquellos bellos ojos la misteriosa sed desapareció y tomo de la mano que la levanto. Pronto se percato de que era el príncipe Vlad.

-Te encuentras bien- dijo con voz suave que la hipnotizo.

-Sí, perdón, es que estaba distraída- dijo la joven.

-Está bien, ¿Qué tal si vamos a la cafetería del hospital y almorzamos algo? Estas un poco pálida-

-está bien, pero te advierto que la comida allí no es tan buena como a la que has de estas acostumbrado-

-Está bien, comería cualquier cosa con tal de poder pasar un poco de tiempo contigo-dijo dándole un beso en la mejilla a la pelirroja.

Fueron a la cafetería y ordenaron de comer, Vania un emparedado de jamos con queso y una soda y Vlad un filete término medio, pero nada de beber. Vania normalmente se habría sentido incomoda al comer con un hombre al que apenas si conocía pero Vlad la hacía sentir diferente, así como Karmila la hacía sentir más familiar, Vlad la alejaba de la soledad, poco a poco el príncipe la estaba enamorando con sus tratos gentiles y su caballerosidad digna de su cargo.

-Es obvio que trabajas aquí- dijo Vlad mirando las manchas de sangre que Vania tenía en la cara.

-Sí, soy cirujana-dijo Vania

-Ya veo, es una cerrera muy interesante aunque un poco peligrosa, con tanta sangre-

-No entiendo a que te refieres-

-No, a nada, quiero decir que debe de ser muy complicada, y delicada-

-Si, a veces-

-Cambiando de tema, la primera vez que nos encontramos no respondiste a mi pregunta-

-¿Que pregunta?-

-La de que hacías sola caminando por el valle-

-El valle me tranquiliza, me hace sentir mejor, pero mejor hablemos de ti, la vida de un príncipe debe de ser más interesante-

-Puede que, pero mi vida en si es muy larga-

-¿Larga?, ¿Qué tan larga puede ser? No debes de tener más de 20 años-

-Es más larga de lo que crees-

Los dos jóvenes terminaron de comer y Vlad pago la cuenta, se levantaron de la mesa y se dispusieron a salir, pero antes de esto Vania noto que Karmila también se encontraba allí, también noto que en la mesa de enfrente se encontraba un joven de cabello rojizo oscuro, con ojos grises y tés pálida, que mira muy atentamente a la pelinegra; había algo extraño en el que no le agradaba del todo a Vania, a pesar de el hecho de que mirra de esa forma a Karmila. Vania regreso a su trabajo y Vlad se fue.

Al poco rato de que Karmila entro al comedor, Vania y su misterioso acompañante salieron; él era un hombre bastante alto, de cabello negro largo y un poco rizado, pálido, de ojos azules, Karmila sentía algo extraño en la mirada de aquel misterioso joven , algo frio y sombrío, era un hombre muy atractivo, pero con un aire de oscuridad. Una vez que la pelirroja y el misterioso hombre salieron Karmila se dedico a observar a todos a su alrededor. En la mesa a su derecha había dos muchachas de cerca de 15 años, ambas eran muy blancas, clásico rasgo de los de Transilvania, de cabello castaño, una tenia ojos verdes y la otra ojos azules, en la mesa a su izquierda había un hombre de cabello castaño y ojos igual castaños, tenía tres cicatrices paralelas en la mejilla que le daban un aire algo terrorífico, siguió mirando a todos en el comedor y de repente se dio cuenta que en la mesa delate de ella se encontraba el hombre pelirrojo del bosque. Cuando este se percato de que Karmila lo estaba mirando se levanto de su mesa y fue hacia la de la joven.

-Que se supone que estás haciendo- dijo Karmila una vez que el pelirrojo se sentó en la misma mesa que ella.

-Me siento, ¿que no ves?- dijo el joven sonriendo, la chica tenía que admitir que así se veía muy guapo.

- Si, eso veo, pero yo no comparto mi mesa con locos encapuchados-

-Jaja, pues yo no estoy tan loco como crees-

- Pues no lo has demostrado, sabes, inventar historias de hombres lobo no es algo que una persona cuerda haría, además que ni siquiera se tu nombre, ni tu edad-

-Me llame Van Dralle y se podría decir que tengo diecinueve años-

-¿Se podría decir?-

- Si, no estoy muy seguro de mi edad-

"-que raro es pensó Karmila-"

Ambos platicaron un rato de diferentes cosas, mientras Karmila comía. Cuando terminaron Van acompaño a Karmila a la sala de emergencias y luego se fue, pero antes le dijo por ultimo a Karmila.

-Se que eres un poco testaruda, pero procura no volver a ir al cementerio, es muy peligroso-

-si claro, no me vaya a encontrar con un vampiro o algo así- dijo riendo. Van se marcho después de haberle advertido esto a la joven.

El día termino y Vania termino su ultima cirugía y fue a la sala de emergencias a esperar a Karmila, cuando llego esta ya estaba lista para irse. Ambas regresaron a casa juntas y cenaron mientras platicaban.

-Oye, ¿Quién era el hombre con el que estabas a la hora de la comida?- pregunto Karmila sin rodeos.

-Un amigo- dijo Vania sin darle importancia

-Pues era un amigo muy guapo- dijo Karmila con una sonrisa que pronto se borro al ver que la pelirroja la miraba fijamente tras su último comentario. Pero después Vania sonrió cálidamente.

- Si, es muy apuesto-dijo Vania pensando en el príncipe.

Terminaron de cenar y se fueron a dormir, Vania no podía dejar de pensar en Vlad así como Karmila no podía dejar de pensar en Van. La siguiente semana fue como aquel día, todo el trabajo fue normal, pero ambas muchachas recibieron visitas todos los días de Van y de Vlad, que por alguna razón nunca coincidía y nunca se veían. Pronto llego el lunes, se cumplió una semana desde la llegada de Karmila. Ambas fueron al trabajo como de costumbre, e hicieron lo que les correspondía.

Karmila se encontraba haciendo una tarea que le habían encomendado hacia unos dias, cuidar a un niño muy enfermo. La joven había sido trasladada momentáneamente de la sala de emergencias a una habitación para cuidas a Radut, el niño que anteriormente había sido tratado por la joven de cabellos azabache por que se había golpeado la cabeza. El pobre niño había presentado constantes perdidas de sangre y se encontraba muy débil, pero los médicos no tenían una explicación para los síntomas que presentaba el joven. Karmila sabía que no era lo correcto pero durante su tiempo con Radut se había encariñado un poco con él.

Vania se encontraba terminando una cirugía, hacía varios días que no sentía la extraña sed. Vlad la visitaba durante la hora de la comida y almorzaban juntos, Vlad era todo un caballero, cada día la enamoraba un poco más con sus palabras. Pero ese lunes el apuesto príncipe no se había presentado para el almuerzo, y a pesar de que se sentía un poco desilusionada no podía esperar que el príncipe perdiera el tiempo con ella.

Se hacía tarde y Van no se había presentado como lo hacía – ¿Qué se cree?- pensó Karmila-¿y así piensa que me va a conquistar?- la hora de la comida había pasado y Van aun no se dejaba ver por el hospital, la muchacha se dirigía ahora hacia la habitación de Radut. Cuando lego se encostro con que cuatro enfermeras y un doctor trataban de reanimarlo, pues el niño de 7 años había sufrido de un paro. Sus esfuerzos fueron en vano, los doctores no pudieron estabilizar al niño y este murió. La joven no pudo contener las lágrimas y salió corriendo de la habitación y del hospital, se encontraba en la entrada principal y el sol se estaba poniendo.

Termino su última cirugía del día y salió al patio trasero del hospital para tranquilizarse, la sed parecía estar regresando. De la nada sintió como la quemazón en la garganta desaparecía siendo remplazada por una grata tranquilidad. Vania se giro al sentir un roce en su hombro y se encontró cara a cara con Vlad. Era curioso como cada vez que estaba cerca de Vlad la misteriosa sed desparecía y todo se sentía tan tranquilo. Los ojos azules del príncipe la miraban y hacían que una extraña sensación le recorriera el cuerpo, era sorprendente como con una sola mirada él podía cautivarla y enamorarla.

Una mano tomo por el hombro a la pelinegra que se encontraba mirando el atardecer con unas gruesas lágrimas en los ojos. La muchacha se dio vuelta rápidamente y se encontró con la serena mirada de Van. Todo está calmado fuera del hospital y poco a poco el sol cedía ante la noche. Con un gentil roce Van limpio las lagrimas de la mejilla de Karmila. La joven abrí la boca para hablar pero de repente el joven de ojos grises se tenso y empezó a mirar a todos lados con el ceño fruncido. Algo lo alteraba, algo que Karmila no sentía.

El joven de cabello negro la miraba fijamente, cuando de la nada se separo de ella y le dio a entender con un ademan que guardara silencio. Con suavidad la tomo por la mano y la hizo caminar en dirección a la puerta principal, el cielo estaba a punto de oscurecer del todo y la luna era ya perceptible en el cielo carmesí oscuro, luna llena. A los pocos metros y a la mitad del camino hacia la entrada principal Vania vio dos siluetas a unos cuantos metros de distancia. La oscuridad no dejaba a Vania distinguir de quienes se trataba.

Todo paso muy rápido para Karmila, de pronto aparecieron dos siluetas a Varios metros de Van y de ella. La luna llena brillaba en el cielo, de pronto Van comenzó a gruñir. De la nada ya se había convertido en un gigante peludo, de cerca de dos metros o mas; su pelaje era rojizo oscuro como su cabello, su nariz y su boca se habían convertido en un hocico de lobo y sus orejas se habían vuelto puntiagudas y sobresalían de su cabeza. Karmila tenía al lado a todo un hombre lobo, que corrió a atacar a una de las figuras que se encontraba frente a ellos.

El terror invadió a la muchacha de cabellos rojos, frente a ella una figura crecía de manera anormal y se convertía en una especie de bestia, aterrada apretó la mano de Vlad. La bestia sin previo aviso comenzó a correr de manera muy veloz hacia ella, listo para atacarla, y justo cuando se encontraba a pocos metros de ella algo o alguien tacleo a la bestia. Esto pasó al tiempo que la mano de Vlad se desprendía de la suya. La joven presenciaba una batalla entre bestias, de un lado un hombre lobo y del otro una criatura de piel grisácea, ojos rojos y dos gigantescas alas rojas, además de unos grandes y filosos colmillos que sobresalían en su boca y unas garras enormes.

Karmila se sobresalto aun mas cuando una de las figuras de enfrente se transformaba también en una criatura, diferente a la que Van se había convertido, pero no por eso menos terrorífica. En su mente comenzaron a circular las cosas que van le había dicho en el bosque "-Tus padres eran guerreros en una batalla de miles de años, eran caballeros luchando contra el demonio. Eran hombres lobo-, -No son cuentos de hadas Karmila, son reales; somos lo que somos, eres lo que eres y no lo puedes cambiar, nadie puede, si en verdad eres hija de los Swals significa que pronto te convertirás tu también-".Apenas si podía cree lo que estaba ocurriendo frente a ella, una guerra entre criaturas terribles, criaturas con sed de sangre.

Vania temblaba de miedo y su cuerpo estaba paralizado, de no haber sido por el vampiro, el licántropo por poco acaba con su vida, pero aun así la muchacha no podía afirmar que el primero no era más terrible y feroz que el otro. Su cabeza le daba mil vueltas, eran demasiadas cosas para un día, y pensar que mientras todos se encuentran tranquilos dentro del hospital, fuera se lleva a cabo una sangrienta batalla. Cada ataque de una u otra criatura, era tan duro como certero, ambos sangraban de diversas heridas, pero esto no los detenía. En un descuido del vampiro, el hombre lobo volvió a correr en dirección a la pelirroja, tenía un brazo listo para darle un zarpazo a la joven, que sin duda terminaría con su vida. La fuerza con la que el licántropo venia era sin duda letal y la joven sentía como la vida se le desprendía. Ya se encontraba a unos pocos metros de ella el licántropo, Vania cerró los ojos, no quiera ver el momento final, sus piernas no le respondían como para moverse y sabía que no serviría de nada pues el hombre lobo terminaría con ella tarde o temprano. El momento se acercaba cuando el vampiro volvió a salvarle la vida a la joven, de un movimiento rápido jalo al licántropo cuando este ya se encontraba en el aire y lo tiro. Luego con un movimiento de su brazo le propino un golpe en el hocico dejándole una tremenda herida en la cara. La herida era muy profunda y de ella comenzó a emanar mucha sangre que impidió la visibilidad del lobo, con un aullido dio por terminada la batalla quedando como ganador el vampiro, y regreso al bosque. Karmila lo pensó dos veces pero termino siguiendo al herido lobo. Vania seguía sin poder moverse, su cuerpo no le respondía, a sus espaladas Vlad volvía a su forma natural y miraba a la joven sin poder pronunciar palabra. El príncipe dio un paso hacia la confundida muchacha, esta podía sentir la respiración agitada del pelinegro en su cuello y su mirada en su cabeza. Pero instintivamente dio el primer paso para apartarse, el paso más difícil y Lugo siguió caminando hacia su casa, a cada paso que daba trataba de contener las lagrimas que indomables trataban de salir y correr por sus mejillas. Sin moverse el príncipe vio como la pelirroja se alejaba poco a poco, no iba a detenerla, no tenia caso, el sabía que era lo correcto y por más que quisiera correr a tomarla entre sus brazos, no podía, no debía. Una vez que salió de los terrenos del hospital, Vania dejo que sus lagrimas saliera, una a una, amargas cada una de ellas, cada una era un prueba del corazón roto que ahora aljaba en su pecho. Dio la vuelta para ver si el príncipe seguía en el patio del hospital, pero no, el ya se había esfumado.