Las Caricias del Tiempo
Por ChePotter
Basado en los personajes de Harry Potter, por JK Rowling.
Esta historia es con propósitos de entretenimiento y sin fines de lucro.
22/04/05
Hola a todos! Este es un ff que comencé hace un año... y bueno, lo comencé a publicar no hace mucho en otro lado... el hecho es que en mi compu me es muy complicado abrir las pags de y bueno, pero ahora las podré subir desde la facultad, y bue, quise traerles este pekeño intento de historia ! Les voy avisando que tiene un sistema un pokito complicado, pero que aclararé más adelante! Por ahora en este capi, no hay nada confuso.
Me gustaría mucho que me dejarán revs, ya que haré un gran esfuerzo en publicar los capis aki, y bueno...
Espero les guste este primer capitulo,
Cheita.
DESPEDIDA.
La suave brisa de una noche otoñal. El susurro de los tristes árboles. El dolor de aquellos que alguna vez estuvieron en ese lugar. El dolor.Unos pasos huecos sobre la húmeda tierra. Sobre el vacío espacio de los alrededores. Sobre la solitaria lejanía de la noche.
Un llanto y un grito. Un dolor más allá del sentir.
Unos pasos que se acercan. Que retumban. Que se sienten morir. Que se desvanecen en la fría helada de la noche. Unos pasos.
Un chico cuyos ojos no sienten. Cuya vida se perdió. Cuyo amor yace enterrado en las cenizas del recuerdo.
Sus frágiles pasos caminaron por el solitario lugar sin llevarlo a ningún lugar. Su cuerpo mudo y adolorido se dejó vagar por la fría oscuridad. Un pequeño bulto entre sus brazos, apretado contra su pecho como si fuera a caérsele, se movió suavemente.
Un nuevo llanto. Un llanto solitario y débil, pero a su vez lleno de fuerza, lleno de expresión.
El chico dio unos pasos más y se paró en medio de la vacía pradera, la que antes había sido aquel bosque lleno de vida, de misterios, de aventuras.
Se dejó caer de rodillas, mientras grandes gotas saladas empezaron a caer del oscuro cielo, mezclándose con aquellas corrientes frías de sus ojos.
Tapó al pequeño bulto entre sus brazos de la lluvia. Quedando petrificado por el sufrimiento del lugar.
Dejó que sus lágrimas se entremezclaran con el dolor del cielo, con el dolor del viento, con el dolor de aquellos que sufrieron, con el dolor...
Otro llanto, esta vez más fuerte. Como si el pequeño entre sus brazos pudiera sentir ese dolor. Esa puntada en el corazón. Esa falta de oxígeno en sus pulmones. Esa falta de vida. Ese dolor...
Abrió sus ojos, sabiendo que era hora. Que ya no podía hacer nada en ese lugar, y se sorprendió al encontrarse con el pálido sol saliendo de su placentero escondite, para encontrarse con la cruel realidad.
Se levantó como pudo y revisó que el pequeño estuviera bien. Había dejado de llover, y parecía que el bebé hubiese sentido la necesidad de acompañar el silencio que ahora reinaba el lugar.
El chiquillo se movió lentamente, buscando acomodo entre las suaves mantas que lo cubrían, y el chico pudo ver como su cabello marrón parecía chocolate a la luz de los primeros rayos del día, y como sus dulces ojos verdes brillaban centellantes ante la suave brisa que ahora tocaba su rostro.
Un par de lágrimas rebeldes escaparon a sus ojos, mientras el pequeño inocente le dirigía una de sus sonrisas. Una de esas que le recordaban tanto a ellos dos. Una de esas que por más que quería identificarla como la de uno de ellos, no podía. Una de esas que significaban un mundo para él.
¿Sabes James¡Es hora de irnos!
Giró sobre sus talones, y dando una última mirada al lugar, se encaminó hacia su nuevo destino.
Se sentía cansado, había estado caminando por horas, aún con James en brazos. Miró al pequeño con dulzura. Su cara angelical dormía plácidamente entre las suaves mantas que lo protegían.
La lluvia ya no caía. El cielo se despejaba poco a poco dejando que los rayos del, hasta ahora, tenue sol iluminaran el camino por donde andaba.
La tierra húmeda de la reciente lluvia, producía un olor salado y dulce al mismo tiempo. Abrió un poco las mantas de la criatura para que pudiera disfrutar del aire fresco, y continuó su camino. Los árboles a su alrededor parecían darle la bienvenida a tan placentero lugar. Tan opuesto a donde acababa de estar. Lleno de flores, de alegría en el aire. De amor y cariño.
No muy lejos pudo divisar su destino. Una pequeña pero hermosa casa de piedra.
Miró al pequeño. Era lo mejor que podía hacer por él. No había más remedio.
Afirmó su paso y se dirigió a la hermosa casa.
A medida que se fue acercando, pudo ir divisando un refrescante lugar lleno de amor.
¡RON!
Una chica de unos 18 años venía corriendo hacia él. Su cabellera rojiza se volaba hacia atrás, y su magnifica sonrisa iluminó su triste corazón.
Hola, Gin—dijo mientras abrazaba a su hermana.
Ella se separó de él, y le miró a los ojos.
Estábamos preocupados—
Lo siento—dijo apesadumbrado.
Ven. Estás empapado—
La pelirroja lo llevó a rastras dentro de la casa. El lugar era cálido y reconfortante.
La sala de estar estaba compuesta por una pequeña pero delicada estufa de leña, en la cual un plácido fuego ardía suavemente. Junto a la estufa había un sofá de color azul petróleo, con vetas verdes musgo. Sobre las paredes amarillas, había varias fotos, donde sus dueños se movían alegremente.
Espera que ya vengo—dijo Ginny, mientras subía por una escalera sobre la izquierda del lugar.
Ron miró al pequeño, quien dormía tranquilamente. Sabía que lo que iba a hacer era lo mejor. No había otra solución.
Ginny bajó las escaleras unos minutos después, cargando con ella un traje azul, una camisa blanca y un par de zapatos.
Apoyó la ropa en uno de los sofás y se acercó a su hermano.
¿Cómo está?—preguntó mirando al bebe.
Bien—respondió Ron cortante.
Ven, dámelo, así tú puedes cambiarte—
No necesito cambiarme, Gin—
Claro que sí. Dame a James—
Sin mucha convicción entregó el pequeño a su hermana, sintiendo como una parte de su si se separaba de él.
El baño está allí—dijo Ginny, señalando una puerta a la derecha de la habitación, mientras mantenía sus ojos en el pequeño James.
Ron caminó lentamente hacia la puerta.
El baño estaba todo ambientado en colores pasteles. La cortina de la ventana era un verde clarito, que dejaba que el sol traspasara hasta chocar con el gran espejo.
Ron se miró en el espejo. Su rostro estaba demacrado, marcado por los días de mal sueño. Estaba delgado como escoba, debido a los días sin comida. Había gastado la plata que llevaba encima en comida y ropa para James. Aunque tampoco era que le hubiese importado. Ya no tenía hambre.
Se cambió y se lavó el rostro.
Volvió a mirarse en el espejo. Su rostro no había cambiado mucho. Sólo tenía sus ojos celestes más abiertos, pero seguían rodeados de rojo, había llorado mucho como para que se fuera tan rápido. Sin embargo, su nueva vestimenta ocultaba su delgadez.
El traje le quedaba perfecto. El pantalón le quedaba como hecho a medida, no era ni largo ni corto, ni ancho ni angosto. La camisa le quedaba un poco justa, dejando así sin prender los dos primeros botones de arriba, dándole un toque interesante. Y la chaqueta, le cerraba perfecta. Quizás le quedaba un poco corta de mangas, pero conociendo su dueño, no era nada raro. Simplemente todo el conjunto le hacía parecer alguien totalmente nuevo, claro está que si no se contaba su pálido rostro.
Aún sin ánimos de nada, salió del baño, y se acercó a su hermana, quien acunaba al pequeño James cerca de la estufa.
Se veía tan bien haciendo eso. Lo haría muy bien.
Ahora estás mucho mejor—dijo Ginny suavemente.
Ron se sentó a su lado, y miró a James. Tan pequeño y tan inocente.
¿Cómo estás?—
Bien, supongo—
¿Dónde has estado?—
Por ahí—
Un silencio incómodo se hizo entre los dos.
Nos preocupaste mucho—
Ya lo dijiste—
Ron...—
Trató de esquivar la mirada de su hermana. No quería explicar el porqué de sus acciones. Además, había cosas que parecían estar muy claras.
Ron se levantó, y caminó por la habitación.
Está precioso este lugar—
Está como siempre estuvo—dijo cortante Ginny, cansada de las evasivas de su hermano.
Ron pasó sus dedos por una de las fotos en la pared. Era una foto de Hogwarts, justo delante de lo de Hagrid. Se acordaba perfectamente de aquella noche. Había sido una noche maravillosa para todos. Miró la foto melancólicamente, y una lágrima se escapó de sus ojos, cuando sus dos amigos se pusieron enfrente y saludaron animadamente.
No deberías torturarte—le dijo Ginny apareciendo tras él.
No lo hago—
Ron volvió a fijar su vista en la foto. ¿Cómo podía no atormentarse? Todo le recordaba a ellos, todo le partía el alma en recuerdos dolorosos, y punzantes.
Iré a acostar a James. Prométeme que no harás nada estúpido—
No lo haré—respondió sin importancia.
Su mente aún estaba en aquella noche. Miró fijamente la foto, ellos estaban tan lejos y tan cerca al mismo tiempo. Poco a poco el recuerdo le fue invadiendo.
Los movimientos suaves del hermoso vestido blanco de Hermione, las risas de su mejor amigo, los chistes sin sentido de Draco, la sonrojada de su hermana, y su simpática sonrisa ante las imágenes frente a él.
"Vamos, Ron, tu también tienes que salir"
"Que no quiero, Herm"
Hermione se acercó a él y le tomó del brazo, llevándolo a rastras hasta donde estaban los otros.
"Muy bien, te quedas aquí" le dijo mientras lo ponía al lado de Ginny y Draco.
No se pudo negar. Estaba tan hermosa. Su vestido blanco caía en ella, como pétalos de rosas en primavera. Su sonrisa angelical le inundaba por dentro. Y sus cabellos flotaban alegremente.
Estuvo allí mientras sacaban la foto, pero su mente aún seguía en ella.
"¿Qué les parece si vamos a dar una vuelta por el lago?" preguntó Draco.
"A mí me perece bien" dijo Neville apareciendo tras ellos, junto a Luna.
"¿Dónde se habían metido?"
"Harry¡cómo les vas a preguntar eso!" dijo Hermione mientras lo abrazaba por atrás.
A Ron el estómago le dio un salto. Aún no se acostumbraba a verlos juntos. Sin embargo estaba completamente feliz por ellos. Especialmente sabiendo por todo lo que había pasado Harry, y por todo lo que le faltaba pasar.
"¿Y entonces que estamos esperando?"
Draco, Ginny, Harry, y Hermione se adelantaron al grupo, mientras él, Luna y Neville les seguían de atrás.
¿Estás ahí?—
Sí—
Ven, vamos a la cocina—
Siguió a su hermana tal como lo había hecho aquella noche.
La cocina era un lugar agradable de la casa. Le recordaba a la madriguera. La mesa de madera en medio del lugar. Los libros de cocina. Y el reloj. El reloj que había pertenecido a su madre, y que ahora era de Ginny.
Miró el reloj. La única manecilla de éste marcaba el cartel: "Te estás retrasando"
¿Qué tendrías que estar haciendo?—preguntó sin dejar de mirar el reloj.
¿De que hablas? Ahhh. Me había olvidado del viejo reloj. —
¿Y bien?—
La cena—
Ron caminó pesadamente hasta una de las sillas y se dejó caer sobre ella.
Pero no te preocupes, ya mismo empiezo a hacerla—dijo Ginny mientras con su varita apuntaba a un par de cuchillos y unas papas, que empezaban a pelarlas en el aire.
Ron miró a Ginny, se la veía tan bien. Cómo si nada hubiese pasado.
Se movía ágilmente, incluso se podría decir que con gracia.
Toma—
Ginny se había acercado a la mesa con una taza de té.
Necesitas tomar algo caliente—
Una sonrisa asomó su rostro. Ginny era el vivo calco de su madre. Siempre preocupándose por todo y por todos.
Tomó la taza entre sus manos, y sintió como el calor que ésta emitía le recorría cada unos de sus dedos.
Gracias—
Ginny volvió a su tarea.
Ron miró a su hermana moverse a través de la cocina, preparando la cena. Sus cabellos como rosas rojas se movían alegremente siguiendo cada uno de sus movimientos. Sus delicadas manos se encargaban junto con su varita de que todo fuera siendo preparado con delicadeza.
Tomó la taza de té, y bebió un corto trago. Un sabor dulzón inundó su cuerpo. Emitió una pequeña sonrisa. Hacía tanto que no probaba un té como ese.
Volvió a tomar otro sorbo, saboreando totalmente el dulce líquido.
La vieja receta de mama—dijo en un susurro.
Así es—dijo Ginny acercándose, apoyando sus manos sobre la mesa y mirándolo directamente a los ojos.
No podría discernir la diferencia—dijo en tono aprobativo hacia su pequeña hermana.
Claro que no. Me enseñó el mejor maestro—respondió Ginny, sin dejar de mirarlo.
Tenía cinco años—se defendió Ron.
Aún así, me hiciste probar ese asqueroso líquido—le retó Ginny haciendo una mueca de disgusto.
Pensé que lo había hecho bien—le sonrió Ron.
Tú siempre piensas eso—dijo Ginny poniéndose seria de nuevo, y volviendo a su tarea sin decir nada más.
Ron quedó analizando las palabras de su hermana. Tú siempre piensas eso. ¿Qué había querido decir con eso?
¿Gin?—
Ron observó a su hermana mientras ésta ni se inmutaba ante su llamado.
Se levantó lentamente, dejando el rico té sin terminar sobre la mesa de madera.
Ginny continuaba moviéndose de un lado a otro. Las papas ya estaban peladas, y Ginny con un movimiento de varita las colocó en una olla con agua hirviendo que se encontraba sobre el fuego.
Ron se acercó poco a poco a su hermana, hasta tomarla por los hombros.
Ginny—susurró en su oído, mientras su hermana se resistía a su hermano.
La pequeña Weasley se dio media vuelta. Ron se encontró con esos ojos chocolates que siempre le habían ayudado.
¿Por qué...¿Por qué lo hiciste?—preguntó Ginny entrecortadamente.
Ron vio como unas lágrimas querían escaparse de los ojos de su hermana.
Lo siento—susurró.
Ron soltó a su hermana de los hombros, y la rodeó con sus brazos atrayéndola hacia sí.
Lo siento—volvió a susurrar, mientras acompañaba el llanto de su hermana, "Lo siento mucho".
Pasaron varios minutos antes de que algunos de los dos decidiera separarse.
Ron colocó sus manos nuevamente sobre los hombros de su hermana y la separó de él. Los ojos de la pelirroja estaban completamente rojos del llanto.
Ron pasó una de sus manos por la mejilla de la pequeña, limpiando unas lágrimas rebeldes que resbalaban dulcemente por su rostro.
Ron—susurró ella sin dejar de mirarlo directamente a los ojos.
Hay mucho de que hablar Gin, pero preferiría esperar un poco—concluyó Ron, dándole otro abrazó, esta vez mucho más corto, y volviéndola a ver a los ojos.
Lo siento, Gin—
Dicho esto, se separó completamente de su hermana, y salió de la cocina.
Ya se disponía a abrir la puerta principal, cuando sintió a su hermana salir de la cocina tras él.
Se giró hacia ella. Ginny lo miraba como si no creyera lo que veía.
¿Adónde vas?—preguntó tímidamente.
Ron no contestó, tomó el pomo de la puerta entre su mano derecha, y lo giró. Abrió la puerta lentamente, y sin mirar a su hermana, salió por ella.
Sintió como su hermana caía al suelo, nuevamente llorando. Sin embargo, sabía que esta vez estaba haciendo lo mejor.
Se alejó lentamente de la casa, arrastrando los pies. Dejando toda su vida del otro lado de la puerta, junto a su hermana, junto a su pasado.
Espero sus reviews !
