Perseverancia, coraje, sabiduría, empatía, todas esas características eran necesarias para ganar el Torneo Escolar Nacional Oficial. Y no, no podían tener un nombre menos original ¿Por que no le ponian "Muchos colegios mandan a los 10 tarados que pierden el tiempo entrenando a sus Pokémon ya que puede que solo 2 de ellos hagan algo con su vida relacionado a ello"? Bueno, tal vez no entraba. Era la misma explicación de siempre, todos los años. Todos en el colegio se mataban a insultos como si ellos hicieran algo en el campo que no fuese gritar órdenes que rara vez tenían algo de original. A mi no me podía importar menos. Cuanto más me alejara de los Primeape de mis compañeros, mejor.

Pensé que tal vez podría participar ese año, sería menos aburrido que ver desde afuera, pero, uno eso requería tener más de un Pokémon y mi mama no me dejaba tener ni un Zigzagoon. Y dos, nuestra escuela es tan inepta que alumnos de último año se enfrenta a aquellos que apenas entraron. Era injusto que nos mezclen a todos, así siempre ganaban los mismos.

Como otra vez no me iba a interesar, decidí apagar mi cerebro y mirar a la nada. Estaba sentado en la esquina, mirando por la ventana, otro dia nublado, parecía que iba a llover. Me preguntaba si algún día caería algo más que solo agua -(¿Y si cayese lava? Tal vez eso pasaría en un mundo dominado por Slugmas y Macargos. Y su rey podría ser el Pokémon Domo Lava)- Mis pensamientos otra vez me apartaron del mundo, hasta que la voz de la maestra me trajo de nuevo a tierra.

-¿Matias? ¿Está ahí?- Me exalte un poco por la interrupción, así que asentí sin decir nada. -¿Por que nunca participa? Es bueno con lo que a tipos y movimientos se refiere.- No se si era un castigo por haberme dormido en las nubes o es que la profe realmente era estúpida, aun a dia de hoy me inclino por la segunda.

-No tengo Pokémon aún- Le respondí monótonamente aunque con algo de enojo. Y tras tirar un miserable "Ah" volvió a la explicación. Sobra decir que hubo murmullos por parte de los demás alumnos, pero como siempre, los ignoré.

El resto del día me lo pasé planeando cual sería un equipo perfecto, los más fuertes, los más entrenados, los de mejores movimientos, por las dudas. Cuando por fín salí de ese edificio cuyo olor ya estaba matándome, me fui directo a mi casa. Hice el mismo recorrido de siempre, yendo hacia una plaza, continuando por los costados hasta llegar a mi calle, y de ahí doblar hasta llegar a mi hogar.

En el camino siempre saludaba al Purrloin con un collar rojo que siempre se encontraba sentado debajo de un árbol y el viejo que siempre estaba en esa esquina siempre me miraba mal. Lo de siempre, para resumir. Cuando entré mi papá estaba tirado en el sillón con su uniforme puesto y con Manectric a sus pies, quien levantó la cabeza para ver que perturbó su siesta.

Tras acariciar su cabeza, a lo que me olisqueo por el olor a Pokémon felino, subí a mi cuarto en el altillo, deje mi mochila y me tire de plancha a la cama. Pense que podria hacer en el día de la fecha -(¿Hacer tarea? Nah, no la vamos a corregir ¿Rogarle por enésima vez a mi mamá por un Pokémon? Sería una causa perdida ¿Limpiar la casa? …)- Eso no sonaba tan mal. Hoy mi tía llegaba a la ciudad, así que sería un lindo gesto (Para nada relacionado con conseguir un Pokémon).

Me puse manos a la obra y empecé por la cocina, lavando y ordenando los platos. Seguí por el comedor donde acomode todos los papeles y libros tirados. Me fui al garage y con las escoba recogí toda la pelusa esparcida por el piso. Pasé al jardín donde Maracrus salto de alegría al verme llegar, y con una bolsa recogí los regalos de Manectric.

Una vez terminada la limpieza decidí que era un buen momento para dar una vuelta por el barrio, en especial la pequeña plaza que siempre estaba habitada por Pokémon. Una vez allí, me acostaría bajo el árbol a respirar aire fresco mientras escuchaba a los Pokémon cantar en los árboles y a los de tierra jugar. Pero obviamente eso era mucho pedir.

Durante mi camino si fui capaz de disfrutar de las vistas, del olor de las flores de los vecinos, de los Starly y Taillow que sobrevolaban de vez en cuando, y una vez en la plaza, el placer de sacarme las zapatillas y tocar el pasto con los dedos. Pero una vez me acosté vi que había un poco de revuelo en el pequeño lago a unos pocos metros de mi lugar de la siesta.

Como mi mente estaba algo en blanco, me sentí como un Pokémon recién nacido, curioso sin siquiera anticipar que podría ocurrir. Ese lago estaba siempre lleno de Pokémon de agua, en especial aquellos como Finneon o Goldeen. Pero la zona a donde yo me dirigía parecía estar plagado únicamente de Lotad. Usualmente los Lotad son amigables, así que no sabía que podía haber estado causando que otros se alejaran.

Mi respuesta fue contestada casi instantáneamente, ya que cuando me vieron, salieron corriendo, excepto un pequeñín el cual parecía estar en su propio mundo, bailando y haciendo todo el escándalo que alejaba a los otros Pokémon. Cuando se percató de mi presencia, solo sonrió y continuó con su extraño baile. Extraño por dos motivos, el primero porque se encontraba en dos patas, y usaba una de las del medio para apoyarse en una roca.

El segundo porque su baile emitía un aura rosa que parecía haber afectado a aquellos que se quedaron cerca. Cuando me di cuenta de lo que pasaba, ya era tarde. Copias borrosas de Lotad y todo lo que me rodeaba empezaron a aparecer, no sabía qué hacer, intentaba idear un plan pero la Danza Caos seguía afectandome. De seguro me habré visto muy estupido, ya que solo me quedé ahí congelado, con una mirada de esfuerzo como si estuviera levantando una pesa, cuando ni siquiera me estaba moviendo.