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Los personajes no son míos, si lo fueran habría violado/hecho el amor 32435435 veces a cada uno de los personajes masculinos de digimon.
· Universo alterno.
· Digimon frontier.
· Kozumi, Takumi y posibles más parejas.
Muchas veces, soñaba que aquella muchacha rubia, no se había ido, que eran felices juntos, que se tomaban las manos bajo un árbol, que su sonrisa iluminaba cada mañana su día y que su melodiosa voz le hacía dormir por la noche, mediante canciones en el oído.
- ¿Sabes que hay más cosas que hacer aparte de estudiar? – Su hermano, a pesar de ser gemelos, no se parecía en nada a él, sentía celos de lo fácil que era para su gemelo, relacionarse, sonreír, jugar… En el fondo, aun que no lo admitiera, pues su personalidad no se lo permitía, quería ser como él, muchas veces, cuando cerraba los ojos antes de dormir, se imaginaba que era él, que volaba, que reía, que lloraba.
- ¿Sabes que tus notas no subirán solas? – De nuevo, su actitud arrogante, su personalidad nada sincera, le hacía decir y actuar de una forma que no quería, quería decirle que tenía razón, que quería salir, que quería conocer a una chica nueva, pero no podía, le dolía sólo pensar que habría otra chica aparte de "ella"
- ¿Sabes que ella no vendrá por qué estudies tanto? – Su hermano sabía picarlo, sabía salir ganando, y aprovechaba cualquier pequeña discusión para sacar ese tema, tema que tanto odiaba, que tanto le hacia retorcerse por dentro.
- No hables de ella. – Le cortó secamente, agarrando todos los libros que tenía desparramados por la mesa, los ordeno y los dejó a un lado poniéndose en píe. – Me voy a dar una vuelta, no esperes despierto. – Otro de sus pasatiempos favoritos, cuando todo se volvía gris, cuando ya ni estudiar le hacia desconectar, era salir, beber, fumar, pasear, dormir en la playa… Y despertarse al día siguiente en la cama de alguna mujer de nombre desconocido.
Caminó durante horas, sin rumbo. Conocía bien el lugar, lo había recorrido miles de veces, miles de noches en las que necesitaba desconectar. Entro en un bar de carretera cuyo nombre nadie conocía pues el cartel de luces estaba desde mucho tiempo fundido. Se sentó en la barra, justo al lado de unos jóvenes que jugaban al ajedrez y bebían cerveza bien fresca, lo sabía, los conocía, conocía el olor, sus voces, sabía sus nombres.
Esta vez no pidió nada para ver, sólo se sentó y miro atento la partida de ajedrez.
- El que gane, se lleva a la chica. – Grito uno cuando sólo quedaban cinco piezas en el tablero.
- Me parece bien, porque perderás tú… - El otro sonrío y movió al rey, haciendo jaque mate al rey del otro.
- ¿Dónde está? – El ganador, victorioso se puso en píe y miro alrededor, el moreno, hizo lo mismo, quería saber quien era "la chica". En ese momento una joven, de más o menos su edad salió de detrás de una puerta en la que un cartel sucio y roto colgaba "Prohibido entrar". Tenía un caminar delicado, sonreía como si nunca hubiera sufrido, como si su vida fuera fácil, su cabello era negro, largo y lucia unas gafas pequeñas, de lectura. Lo supo al ver en su mano derecha un libro negro y gordo. La chica miró al ganador y le tendió la mano, boca arriba. Esperaba que el ganador le diera dinero, dinero que no dio.
- Yo no soy de nadie, no podéis apostarme, si queréis de mí, pagarme. – En seguida la reconoció, esa voz sólo podía ser de una persona, ese timbre suave y claro sólo podía ser de "ella".
- ¿Zoe…? – El muchacho levantó la cabeza y la vio, no lucia su hermosa cabellera rubia, y las gafas impedían apreciar el color de sus ojos, pero era ella, estaba seguro. Ella sonrío y negó con la cabeza.
- No soy Zoe. – se repeinó un poco el pelo y fue de nuevo hacia la puerta de la que había salido. Era ella, estaba seguro.
- Eres Zoe. – Susurro antes de levantarse. Quería ir tras ella, quería seguirla, quería descubrirla. Pidió una cerveza y la bebió de un trago. La joven dijo que no era Zoe, negó rotundamente que fuera ella, debía autoconvencerse de que, veía a Zoe en cualquier chica, siempre le pasaba, no era la primera vez. Pero era ELLA.
Salió del bar, con ambas manos en los bolsillos de su sudadera favorita, no por su color negro ni por el dibujo abstracto en varios colores que tenía en el pecho, sino porque aquella sudadera se la había regalado, ella, Zoe.
Caminó hacia la carretera, rumbo a la ciudad pero alguien agarró su mano desde atrás, acto que hizo que el chico diera un salto y se girara de golpe, zarandeando a la muchacha que lo sujetaba.
- Es la sudadera que te regalé – Rió tapándose la boca con una mano mientras que con la otra acariciaba su mano, que no había soltado a pesar del tirón del chico.
- Sabía que eras tú. – Se mantuvo frío, aguanto las ganas que tenía de gritar, de abrazarla, de llorar. - ¿Dónde está Takuya? – No quería preguntarlo, no debió hacerlo, pues la chica, al escuchar aquel nombre, le soltó la mano para temblar y caer al suelo.
- Él me dejó, se fue. – titubeó. Ella se había fugado dos años atrás con su mejor amigo, Takuya, no dejaron ninguna nota, no avisaron a nadie, nadie sabía nada de ellos. En ese momento, el mundo se le acabó por completo al chico, la había perdido, pero ella, allí estaba, sola, indefensa, llorando. Dejó a un lado toda su frialdad, toda su fachada para levantar a la rubia y poder abrazarla, consolarla.
- Lo siento – susurró el chico. – Yo, te eché de menos. – Sonrió mucho, era la primera vez en su vida que decía algo así, era la primera vez que se lo decía a ella.
- Gracias – Se limitó a decir, antes de separarse de él, con la misma delicadeza que segundos antes ella también le abrazaba. – Debo ir a trabajar… - El chico bajó la mirada y asintió mientras tragaba saliva, ¿Realmente ella se dedicaba a eso? ¿Vendía su cuerpo?, antes de que pudiese preguntarse algo más, la muchacha le dio un beso en la mejilla, sonriendo ampliamente como sólo ella sabía. – No pienses mal, soy camarera… sólo tengo 17 años – rió. – Ven a verme mañana, ¿Sí?
- Si…
- Hasta mañana, Kouji Minamoto – La chica desapareció entre las sombras, de la parte de atrás del local. El chico, aun con una media sonrisa en la cara caminó, de nuevo hacia su hogar.
Los días se le hacían cada vez más rápidos, el tiempo que pasaba en el bar, cada vez le parecía menor, aunque ahora pasará más del doble de las horas que pasaba anteriormente. En los tiempos libres de Zoe, salían a la carretera, hablaban de todo, se contaban todo. Él le ayudaba a estudiar, pues, perdió muchos años de estudio debido a su fuga con Takuya.
Poco a poco, su amistad, perdida durante dos años, fue recobrando forma, fue siendo lo que era antes, incluso más todavía.
Kouji le consiguió a Zoe un trabajo en la ciudad, más decente, menos horas, mejor sueldo. Quedaban todos los días, para comer fuera, para merendar, para dar un paseo…
Kouji cada vez estaba más animado, más suelto, y eso, la gente lo notaba.
- ¿Qué ha pasado últimamente, hermano? - Su hermano, se había dado cuenta desde el día que llego a casa, con la media sonrisa puesta, tarareando lo que podía ser una canción inventada por él.
- Nada – Negó con la cabeza, pero no podía más, debía contarlo. – Zoe.
- ¿Zoe?
- Ha vuelto. – Volvió a sonreír, cada vez que decía su nombre, lo hacía, le reconfortaba.
- ¿Todo el mundo vuelve, o que? – Se quejó su hermano, éste no supo que decía, hasta que el gemelo más pequeño, continuó – Así que Zoe… ha vuelto. ¿Takuya sabe de esto?
- Takuya… ¿Ha vuelto?
- Volvió el otro día, vino a verte… - Bajo la voz un poco, para luego darle un golpe a su hermano mayor en el hombro – Me dijo que no te dijera nada, que quería darte una sorpresa… Cuando te la dé, hazte el sorprendido – Bromeo. Kouji pestañeó un momento, luego pensó la situación. Takuya había vuelto, y seguro que no sabía que Zoe también lo había hecho.
Bueeeno, está es mi primera historia seria… (la otra que estoy subiendo la hice cuando era joven (?) hará dos años o así…) He de decir que me gusta mucho tanto el Kozumi como el Takumi, y en esta historia, habrá tanto uno como lo otro.
Os habréis fijado que este capitulo se centra en Kouji, pero eso no quiere decir que el resto se centre en él. Esperar a ver el siguiente capitulo
