Drabble que participa en la actividad del grupo de 'Zona Hero'. Cuarto día, edades diferentes.
Bakugo no era más que un hombre cansado de la vida, cansado de todo, por lo menos hasta que lo conoce. Ese jodido ángel que parecía querer iluminar sus días, se conocieron por casualidad, mientras paseaba por la ciudad. Él se le acercó a preguntarle una dirección, a él le importó una mierda, le dio una falsa, quizás por amargado, quizás por diversión, y mientras estaba ojeando algo en un escaparate el chico regresa… y le informa que la calle quedaba en otro lugar.
Se sorprendido, no había duda. ¿Por qué tomarse tantas molestias? Pudo haberse ido, y antes de que se diera cuenta… le había invitado a comer por las molestias. Pero a sus cuarenta y ocho años, hamburguesas y demás no era una opción saludable, simplemente fueron al lugar más sencillo que encontró. Aunque el chico agradecía si sólo le invitaba una bebida.
—¿Y cómo te llamas?
—Aoyama Yuuga.
—Tú no eres de por aquí.
—No, he comenzado a vivir hace poco. Por problemas de salud.
—Ah, ya. Ibas al hospital.
Él asintió. Y por extraño que parezca, su destino había quedado firmado. Aoyama entendía a la perfección su forma de ser, no hacía faltan muchas palabras y no le importaba que llegara a sonar tosco. Parecía divertirse con la situación. Se llevaban veintiocho años.
Era demasiado a su parecer.
Pero cuando veía ese rostro sonriente mirándole con ternura…
Ya nada importaba.
Pero el tiempo pasa y soledad regresa. En especial cuando descubre la razón de su llegada, la razón de sus visitas constantes al hospital. La vida le golpea… le arrastra y le destruye. ¿Por qué ahora? ¿Por qué él? Sea lo que sea, ya no importaba.
Él ya no estaba.
Y nunca más regresaría.
Lo único que quedaba era la soledad.
Y el recuerdo de su sonrisa.
