Que tengan un buen día. -Las personas que vienen a la panadería de mi familia siempre son amables con nosotros, bueno al menos la mayoría, creo que es porque les parecemos guapos mis hermanos y yo, aunque por lo que sé mi padre aunque sea un señor mayor también lo ven atractivo. Todos los días los cuatro rubios de ojos celestes, alias, los panaderos Mellark nos ponemos a trabajar en la elaboración y venta de nuestros productos.

La campanilla que tenemos en la entrada, nos avisa que hay un nuevo cliente, risueño como debe ser me acerco a al mostrador no sin antes limpiar mis manos, aunque no estén sucias (mi padre dice que lo hagamos de vez en cuando para demostrar que siempre estamos horneando aunque no sea así)
-Buenas tardes. -Todavía sigo yendo al secundario así que solo trabajo por las tardes aquí.
-¡Te dije que era lindo! –Unas chicas de cómo doce años mascullan al entrar, se acercan al mostrador, con una evidente gran emoción al ¿Verme a mí? Qué raro eso, generalmente mis hermanos se llevan los suspiros.
-¿Qué van a llevar?- No sé si ella esperaban alguna respuesta de mi hacia su halago, por lo que seguí adelante. Me quedo observando a una niña rubia que estaba detrás de sus amigas que cuchicheaban sobre mi aspecto... Algo en ella se me hace familiar.
-¡Prim! Ven te debo algo por ayudarme en la escuela.
-No te preocupes por ello, ya dejaré que me ayudes luego.
Así que su nombre es Prim, aunque su rostro llama mucho más mi atención, ¿dónde la he visto? Me desconecto de mi mundo intentando recordar, cuando la chica me pide dos galletas rellenas con chocolate, arriba un sutil glaseado de frutilla las cubría. Les envuelvo los pedidos, las galletas especiales para la chica llama Prim, y para sus amigas una bolsa llena de diferentes tipos de galletas dulces solo que son de sabores varios y sin relleno. Al pasarles los pedidos y mi vista se clava en la chica que se ruboriza. ¡Ya sé de dónde la conozco!

-¿Tu eres Everdeen? -Se sorprende cuando le hablo dando un pequeño sobresalto, entregando el dinero junto a sus amigas, para abonar todos los dulces que llevan, las chicas chillar al notar que me di cuenta quién era.
-¿Como lo sabes? -Cuestionó, mirando directo a mis ojos, con temor, claro está, pero con un desdén de dulzura.
-Espera aquí y te mostrare. -Las niñas asientes, aunque por su expresión esperaba que aprovechar el momento y salir corriendo, y le aviso a mi hermano que vaya un segundo al mostrador que tengo que entrar a buscar algo, al salir mi hermano ellas chillan aun mas... Río divertido entrando rápidamente a la oficina de mi padre donde él tenía una foto enmarcada de largos años atrás, al quitar un poco el polvo del marco, vuelvo donde las niñas le preguntan a mi hermano cosas cómo "¿tienes novia? ¿Quién más te gusta de nosotras?" y cosas así, que él responde (nuestro padre nos dijo que seamos bueno con las mujeres porque son las mejores clientes)
-Prim. - La llamo para que se acerque a mí, quién se mantuvo alejada del cuestionario que le hacían a mi hermano, me pongo a un lado donde no haya comida entre medio de nosotros y le nuestro la foto, era una de las fotografías anuales escolares. -Esta es tu madre y a la derecha ésta mi padre. -le señalo y le muestro como ambos sonreían al igual que todos en la foto.
-Y ese es mi padre. -señala ella y efectivamente, lo miro y recuerdo cuando mi padre me hablo mucho de ellos, y sobre todo de lo enamorado que estaba de la jovencita que se caso con otra persona.
-¿Sabias que mi padre estaba enamorado de tu madre? -le cuento y ella abre su ojos con sorpresa, por lo visto no le han dicho nada.
La puerta vuelve a sonar alzo mi vista y una chica con ropa casual, pelo negro y ojos grises se acerca rápidamente a nosotros, por alguna razón está enojada porque la aparta de lo que le muestro a Prim como si la protegía. Dejo la foto a un lado, al resguardo y boca abajo.
-Buenas tardes, ¿que desea llevar? -Ella frunce el ceño, intentando descifrar lo que pienso, luego baja su vista a la niña.
-¿Pagaste? Vamos a casa. -Prim se despide de sus amigas que luego de molestar un poco más a mi hermano salen de allí.

-Yo en el lugar de esa chica hubiera hecho lo mismo, parecías un pedófilo.
Mi hermano siempre con sus comentarios adecuados. Revoleo mis ojos y le doy la foto para que la lleve adentro cuando vaya de nuevo a la parte de la cocina. Así me quedo solo en el mostrador alzo mis hombros despreocupado, no he hecho nada malo, solo me dio ternura ver a la niña parecida al amor de mi padre, deje salir un largo suspiro y opté por barrer la entrada del local, el otoño estaba a la vuelta de la esquina y sus ruidosas hojas llevaban nuestra entrada de hermosos dorados, anaranjados y rojizos. Si fuera por mí las dejaría allí me gusta verlas desde el interior de la panadería.
Con aquella escoba de paja las alineo para hacer una pequeña montaña en una esquina.
-Ve a disculparte.- Escucho la voz de Prim, tiene sus pasos decididos hacia mí pero simplemente sigo con mi tarea, no sé a quién le habla aunque me da curiosidad. -Anda ve.- Le ordena a alguien, supongo que a la chica que la saco del local.
Oye... –llama mi atención cruzando sus brazos sobre su pecho, aparto mi vista de mi tarea y me detengo. - Siento como me comporte recién.
-No te preocupes, mi hermano me dijo que me veía sospechoso, solo le quería mostrar una foto, en todo caso el que tiene que disculparse soy yo.
Ella abrió sus ojos con sorpresa, luego me miro desconfiada -¿Qué foto?

-Tus padres y el mío fueron compañeros de salón aquí en el doce.
Cómo hay uno o hasta dos secundarios por cada distritos, los llamamos como el lugar dónde se encuentran, aunque tengan nombres propios, el rostro de la chica se pone triste… quizás dije algo mal con respecto a sus padres, espero no haber hablado de más.
-¿Señorita Everdeen? –La llamo al notar que estuvo unos cuantos segundos en silencio con la mirada baja.
-Katniss. -dice en voz seca, mirando directamente a mis ojos, ya no tiene desconfianza sino enojo… ¿Qué fue lo que hice para que se ponga así? -Ten cuidado como te acercas a mi hermana. - me advierte, no tenía pensado molestarla de todas formas… que chica rara.
-No te preocupes, no haré nada.
Al decirle eso, se marcha, y me quedo más confundido que antes, que fue lo que dije para que ella torne su rostro de esa forma, aunque su voz me suena de algún lado. Niego rápidamente antes de volver por una bolsa grande de plástico negro para terminar con mi labor y llenarla con las hojas del árbol frente a la entrada el local.

Alcé mí vista al cielo cuando la luz dejo de ser tan destellante, el sol había sido ocultado detrás de unas cuantas nubes negras, seguro que llegaría pronto una gran tormenta mientras que para el fin de semana se haya ido, estará bien para mí.

El sábado y el domingo, como todos los años organizamos para la fecha de cumpleaños de mi abuelo que ya falleció (o al menos cercana a ella), una venta extrema de mercadería, dónde todo lo vendemos más barato pero sin bajar la calidad de nuestros productos, allí los cuatro estamos en todo momento entregando mercadería y volviendo a realizar más, el viernes no abrimos para poder tener preparados distintos pasteles a vender, le llamamos "rebaja de otoño" sé que no es muy original, pero las personas lo recuerdan y cada año son más, incluso nos han dicho que han venido de otros distritos a probar un poco de nuestra producción.

Dejo en el contenedor de basura las hojas y vuelvo a dentro del local dónde les aviso a mis familiares que pronto lloverá, despreocupados como siempre no reaccionan a los que les digo, nuestro padre no está, por lo que no habrá alguien que me escuche realmente.

.

.

.
Son aproximadamente las nueve de la noche, horario en el que disponemos a cerrar, los únicos que estamos somos mi padre y yo, para aquel horario, Tessin (el segundo de los tres) se encuentra en la universidad y es tres años mayor que yo, mientras que Gent (el mayor de los tres y me lleva cinco años) está en su casa con su esposa y mi sobina, que la adoro por cierto. Así que estamos solos, y me agrada pasar tiempo con él porque me escucha y quiere conversar mucho conmigo. Estaba por cerrar la puerta con el seguro y todo lo demás, cuando Katniss, la chica especial de esta tarde se volvió, agitada se detuvo frente a la entrada.

-Necesito un pastel.- Demando poniendo sus pies dentro del local, ¿siempre será así esa chica? Miro a mi padre esperando la afirmación de su parte cuando él se proponía a terminar de cerrar caja.
-¿De chocolate esta bien?– Cuestionó al momento en el que opto por tomar ese pastel, uno sencillo, él único que nos quedaba por esa noche, se lo mostré ella solo asintió con su cabeza y me propuse a empacarlo con cuidado para que no se destruya en su regreso a casa.
Mi padre siempre fue un hombre amable que todos en el pueblo respetan, por lo que nunca dudaría en preguntar algo.

-¿Eres hija del matrimonio Everdeen? – Sí, de tal palo tal astilla…

-Sí, soy la mayor, hoy en la tarde estuvo mi hermana. –Responde restando importancia aunque me miraba a mí de reojo.

-¿Eres su hija mayor? Wow se parecen mucho.
-Gracias.
Ambos guardan silencio, mi padre ríe por la respuesta fría que dio la chica dando finalizada la conversación, me pregunto por qué… a fuera se escucha un trueno, de la tormenta que se avecina, ella mira hacia atrás frunciendo su ceño, manteniendo sus manos estiradas hacia mí para recibir el paquete.

-Aquí tienes.

-Gracias.- dice nuevamente en voz firme, la lluvia afuera aumenta a gran escala, creo que está preocupada.
-Peeta llévala a su casa con la camioneta de las entregas.
Asiento a la orden de mi padre, no la usamos mucho (y menos dentro de la cuidad) salvo para hacer grandes entregas o ir a buscar la mercadería al tren. Ella se niega, diciendo que dónde vive es cerca. Aunque ambos le digamos que es lo mejor para el pastel, ella sigue negándose, así que le pido a mi padre si me acerca un paraguas (no le quitaré la vista de encima, para que no se vaya bajo la lluvia) él vuelve, le ofrezco a Katniss que vayamos los dos bajo él, que será más rápido, al salir mi padre me guiña el ojo de forma cómplice lo que hace que me sobresalte un poco… no tenía pensado hacer nada más que acompañarla.

Los dos nos encontrábamos en la calle caminando hacia la dirección norte del distrito, nunca he estado allí de noche, las entregas las hacemos a la tarde o en la mañana, pareciera un lugar desolado porque no tiene luces en la calle aunque si las casas. La zona de los comercios esta más iluminada, parecía la capital si te veías desde este punto, las casas no sean feas ni mucho menos, son normales, modestas, me agradan de esa forma, un día podría pintar el pasaje este de día.

Entre los dos se creó una atmosfera rara, necesitaba decir al menos unas palabras para que ella no creyera nada raro de mí, al estar caminando a su lado, pude notar que parece de mi edad, salvo que mucho más enojada de la existencia del mundo, y su hace que se vea un poco más mayor.
-¿Irás a la doce?

-¿No me recuerdas?
Me la quedo mirando con sorpresa, ¿debería acordarme de ella? Nos detenemos en la entrada de su hogar, me quedo mirando nuevamente con aquella triste mirada, en mi pecho, mi corazón se retuerce, la duda me llena, me extiendo para tomarle el brazo y detenerla pero ella ya entrado a su casa. Gimo decepcionado y me aparto de esa puerta para volver a mi hogar.

-Espera. –Escucho que me llama una voz masculina con seriedad.

-Katniss, ya tienes un pretendiente y has llegado hace dos días a la cuidad.- Dice aquel hombre que mirando hacia el interior del su hogar, solo puedo divisar su figura entre la luz y la lluvia, ¿debería irme? Creo que me meteré en problemas sin haber hecho nada.

Mejor me voy… -señalo con mi mano libre que no sostenía el paraguas, moviendo lentamente mis pies.

¿Cómo te llamas chico? – Su voz se direcciona a mí, sigo confundido pero me mantengo firma.

-Peeta Mellark, trabajo en la panadería de…

El tono del hombre se modifica a uno más amable -¿Mellark? –Repite, me acercó un poco al señor para salir de la bruma de la lluvia y ver por fin definidamente su rostro, era aquel hombre de la foto solo que más mayor. Ahora lo que me pregunto es… ¿por qué no lo note antes? Traje a la hija de Everdeen a su casa, es obvio que estará el hombre aquí.- Envíale mis saludos a tu padre y dile que hemos regresado al distrito que espero poder saludarle.

Con simpleza, asiento con mi cabeza y me dispongo a regresar a mi hogar por aquellas oscuras calles, espero no caerme en ningún momento, cuando estoy algo lejos de la puerta de la casa, regreso mi vista a aquella edificación sorprendido por aquella familia tan singular, solo conozco a tres de quien sabe cuántos miembros sean, pero dos de ellos se me hacen muy extraños (está bien, solo Katniss en realidad) Una luz en el piso superior llama mi atención y noto que están Prim que me saluda con la mano y a su lado, su hermana quien no quita su vista de mi, tiene fuerza en aquellos ojos, me siento intimidado al observarle. Respondo al gesto de la menor y camino nuevamente a mi casa.

"¿No me recuerdas?" Su voz resuena en mi mente, cada vez que analizo su imagen es más y más triste en desde dónde quiera reconocerlo, sus parpados medio caídos, sus palabras que se pierden en la lluvia, sus manos que presionan la caja. Por qué tengo que reconocerla, formo parte de algún momento del pasado que mi mente no recuerde, en mis diecisiete años de vida, tuve la suerte de no pasar por ningún momento traumático, doloroso, claro que sí, como todos: la perdida de mi abuelo, es el más grande de ellos, el hecho de que mi madre nos abandonara por mi culpa, ya es más un simple recuerdo, todos hemos aceptado que ella nunca nos quiso, y ni siquiera a mi padre, por lo que no la detuvimos. Recapitulando todos los momentos buenos y malos en mi mente, los recuerdó en el camino, no le di importancia al barro que se me lleno en mi calzado o el hecho que manche los tobillos de mi pantalón.

-¡Ya sé quién es!- Exclamo en voz alta, caminando a la parte trasera de mi casa, para cruzar por la cocina y llegar a la escalera que lleva al segundo piso dónde nosotros vivimos.