Disclaimer: Ni Percy Jackson ni La casa de la Noche me pertenecen.

Esta historia está inspirada en "The Dark Daughters and Sons" de SlytherinPrincess233031

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Prologo

Nix no dejaba de pasearse de un lugar a otro en su propio hogar.

Si fuera un mortal, obviamente estaría asustado; en la casa de Nix, a punto de caer en el caos total cerca del corazón del tártaro, habría que ser estúpido para no temer. Pero cuando se es una diosa primordial, justo la misma que ha vivido allí desde tiempos incontables y se es la dueña de la casa; no era raro pensar que algo extraño sucedía.

La noche personificada se detuvo de sus divagaciones, se dio cuenta que en su oscura mansión hecha de obsidiana y volutas de sombras, había más luz de la que debería. Se voltea hacia su espejo-como muchos dioses, adaptaron sus templos y castillos con algunos objetos modernos-noto que sin darse cuenta, había cambiado a la Nix que veían sus hijos mortales.

Suspiro, mentalmente agotada. Decidió sentarse en su cama-aunque era curioso que un ser inmortal poseyera tales cosas no significaran que no las tuvieran-aguantando su mejilla con su mano; sino fuera imposible sabría que tendría canas y ojeras, se estaba destazando.

Ella no podía culpar a nadie esta vez, lo que pasaba era solamente su causa, sabía perfectamente que no debía y este fue el resultado, y ahora su pequeño mundo pagaría las consecuencias de su orgullo desmedido y sabía que ningún dios iría en su auxilio.

Su cabeza viajo en recuerdo; ella se había sentido humillada como a pesar de tener tanto poder y antigüedad, no era parte de los olímpicos, ¡No solo los olímpicos, ni siquiera era tomada en serio como para vivir en el olimpo! Ella era como Hades, desterrada a vivir apartada de todos, solo que ella no poseía un reino; y aun así el mayor de los tres grandes se quejaba.

Por supuesto, luego de ello no se quedaría con los brazos cruzados. Los 12 dioses ignoraban la magnitud de su poder, creían que ella solo era un estado del mundo mortal, ¡JA! Si, ellos no tenían ni idea. En medio del caos, bajo la nada absoluta debajo del tártaro; ella hizo su propio mundo.

Era un universo alejado del original de ella, era uno donde ella era la diosa creadora, siendo reverenciada en más formas de las que se podía imaginar; incluso puso cosas del mundo mortal pero a su propia forma, cambiándolas como ella deseaba. Y sus hijos, sus amados hijos mortales, el equivalente a los semidioses de los olímpicos; podían tener una vida plena y feliz muy diferente a los sus paralelos, que con suerte llegaban a los 20.

En ese mundo, no tenía nada que probar; como primordial era la noche, oscura hasta la médula cruel, madre de desastres y todo aquello que los mortales no deseaban; pero allí, podía mostrar su faceta más luminosa, la misma que dio a luz a Hemera y Éter, antes de que fuera abusada y tomada por débil; y la obligaran a ser lo que mostraba en el tártaro. No, allí era la dulce diosa; que siempre estaría allí para sus amados hijos aunque estos no la vieran-cosa muy diferente de los otros dioses, que en su opinión; daban ridículas excusas para su flojera-

Fueron siglos y siglos de felicidad, donde ella podía apenas presentarse en ese horrible hogar suyo donde había sido condenada a habitar; y así poder quedarse en su propia versión del elíseo cuidando de sus niños. Pero como era de esperarse, no todo podría salir bien.

En un principio creyó que no se trataba de algo serio; Kalona causando disturbios nuevamente, ¡Bah! Lo resolverían ellos mismo, aun dolida por la traición de su hija no pensó que esto fuera un gran problema; el equilibrio conlleva oscuridad, pero la luz ganaría-irónico, porque si a ver vamos ella era oscura, pero esos eran detalles-pero supo que nada volvería a ser igual cuando Él apareció.

El toro se presentaba de vez en cuando, pero ella siempre creyó que era la propia manifestación que su universo debía presentar; para subsistir necesitaba armonía y la armonía conllevara caos-por ilógico que se oyera, así era-lamentablemente, notó tardíamente que esta vez e iba más allá de lo común.

Este no debería tener la mentalidad que poseía, era una fuerza no una persona, debería solo luchar y no tramar planes y menos que incluyeran derrocarla; ¡Por los olímpicos, ella era la creadora! Y ahí es que se dio cuenta de lo que estaba pasando.

Al igual que Cronos y que Gea, el caos, su padre; empezaba a despertar.

Probablemente los olímpicos tardarían en notarlo, Caos probablemente iría contra ellos de no ser porque notó su pequeña creación. Por ser lo que simbolizaba, él se lanzó primero hacia su lugar secreto; probablemente para destrozarlo y después ir por los mortales.

Había brindado toda la ayuda que pudo, pero ella había sembrado leyes muy claras cuando creo ese mundo: la libertad de elegir; si ella interfería demasiado el mismo podía colapsar. Solo había algo lo suficientemente extremo que lograría la paz.

Se miró en el espejo, apartando su mano para verse; seguía viéndose como la Nix que realmente sentía que era, normalmente podía controlar su apariencia, sin embargo debido a que estaba así de alterada este cambiaba una y otra vez, probablemente lo hizo varias veces mientras pensaba.

Sus ojos oscuros normalmente luminosos se veían tan apagados como si estuviera en modo griego, sus facciones hermosas eran opacadas por la preocupación, y sus labios estaban en una línea recta de resignación. Por meses estuvo pensando en una solución, cualquiera que no fuera la que se le ocurrió, el tiempo se iba y nada le venía a la mente; trato de retrasar el tiempo lo más que pudo sin que se notara pero ella no era Cronos, no podía hacerlo sin que sufriera consecuencias más severas.

Suspirando se levantó; debía hacerlo lo antes posible antes de que su hogar quedara condenado. Se dirigió hacia una puerta oculta tras una cortina de sombras, aquella que era la que unía ambos universos que solo ella entre los dioses griegos conocía; o al menos los que seguían viviendo allí.

Cruzo el lumbral para encontrarse en la réplica de su habitación; solo que esta poseía más luminosidad, destinada al hecho de que allí creían que con la noche también abarcaba la luna.

Jamás tuvo el valor de revelarles a sus hijos sobre Helios y Selene; ni siquiera a sus hijos Kalona y Erebo.

Recorrió la recamara un poco; esa alcoba era la más privada de su reino, su consorte solo tenía permiso de ir si ella se lo permitía previamente, nunca podía ir ni siquiera tocando por permiso; esto se debía a que normalmente los dioses que representan al Sol y la Luna pasaban por allí sino ocupaban sus puestos.

Cuando ellos fueron despedidos por Artemisa y Apolo; estaban débiles y casi sin esencia, ella los acogió en su mundo para que la ayudaran y fueran los guardianes de los mismos mientras ella no estuviera; entre los tres crearon ese mundo-dado que ella mismo se debilito al crear el universo-y la ayudaron a tener a los otros guardianes, Kalona y Erebo.

— ¿Qué ocurre Nix? —la mencionada casi da un respingo al oír una voz femenina que la llama; cuando se voltea no tarda en vez a la luna personificada. Ella tenía la tex blanca como la nieve, el cabello rubio platinado liso hasta la cintura, con ojos blancos y vestigios de azul; portando un vestido griego blanco puro junto con un collar con las facetas de la luna; y con lo que siempre era recordada antes de que su puesto fuera usurpado: una tiara blanca con la luna.

— ¿Cómo sabes que me ocurre algo? —pregunto nerviosa; aunque ellos sabían del caos presente en su mundo ella siempre les aseguro que todo estaría bien, era la voz cantante allí, no podía hacerles creer que su salvación los llevaría a la destrucción. Una voz bufo.

— Te conocemos mejor que tu consorte, obviamente sabemos que no estás bien—el dueño de la voz era masculina, y es porque se trataba de Helios. A diferencia de su hermana, su tez era bronceada color caramelo, sus ojos eran castaño rojizo como las luces del atardecer, mientras su cabello era rubio dorado; portaba una toga griega dorada junto con una corona de picos simbolizando el sol.

La diosa de la noche hizo un gesto, de los dos hermanos ella siempre prefirió a Selene; el que la luna estuviera con la noche no tenía nada que ver con muestras científicas, ella siempre había preferido a Luna y punto. Decidiendo que su enojo no ayudaría, se concentró.

— Es hora chicos—hablo en el tono más serio que pudo, mirando a la nada tratando de reunir valor para lo que estaba a punto de hacer. Los gemelos se miraron nerviosos.

— ¿Hora de qué? —pregunto Selene; ambos habían temido por esto desde hace tiempo, pero no querían pensar que ya era el momento.

— Es hora de que los olímpicos sepan de mis hijos, ellos tendrán que ir a nuestro mundo—dijo mirándolos; sabiendo que el universo que ellos crearon, sino el mundo del que habían huido.

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¡Muchas gracias a cualquier ser vivo que lea esto! Bien, cuando leí el resumen de la historia ya dicha antes esto se me vino a la cabeza y no pude contenerme; tengo permiso de la autora original y todo lo que escribo viene de mi cabecita, si hay algo parecido o igual es pura coincidencia.

Es un proyecto algo ambicioso lo sé, pero mis musas son algo exigentes y raras y bueno, hay que escuchar a la inspiración.

Tratare de actualizar lo antes posible pero no les prometo nada, realmente ser lector mío es problemático-no digan que no se los advertí-.

Gracias por leer, ojala lo hayan disfrutado, se despide cordialmente;

Lira.