perdón por no actualizar mas seguido, pero la inspiración y las horas de facultad, no ayudan mucho, para que me sepan perdonar, aquí les traigo un nuevo fic, seguramente les encantará, tanto como a mi me encanta escribir para ustedes.
¿Cómo acabamos en una situación como esta? No lo sé, a veces pienso que tuvimos suerte, otras, que aún no me acostumbro al aroma del agua salada…o a las náuseas matutinas al despertar, pero Regina dice que fuimos muy afortunadas, ya que si no hubiese sido por ella, tal vez hubiéramos acabado muertas, vendidas, o peor, siendo esclavas sexuales de algún grasiento jefe de burdel.
Ella dice que somos sus hermosas sirenas fugitivas del dios de los mares, que nuestra belleza causaría envidia a la misma afrodita si nos viera, jamás nos deja salir solas, dice que los hombres de tierra son peligrosos para "dos criaturas tan bellas como sus sirenas".
Cada vez que pisamos puerto, nos acompañan, si puedo contar, media tripulación, como si fuéramos las hijas de un importante duque o marqués, es incómodo, por ejemplo, Killian siempre les gruñe como perro enrabietado, a cualquier hombre que los eche el ojo encima, más a Regina, y los amenaza con el garfio que reemplaza su mano derecha. Robin les apunta con su arco y flecha, haciendo que salgan corriendo como almas que lleva el diablo. David los reta a un duelo, la última vez que alguien aceptó, terminó sin un brazo, no querrán saber si el pobre hombre quedó vivo. Y por último, el más viejo de los tripulantes, Rumpel, está cojo y apenas si es desagradable con la gente, se parece más a un caballero que a un pirata, pero que sus modales no te engañen, el ultimo borracho que le manchó la camisa con licor…bueno…sigue con vida…a medias, quedó en coma de la paliza que recibió, y si creen que una pipa no puede lastimar a nadie, están muy equivocados, créanme.
No me voy a quejar ni nada, amo esta vida de libertad, viajando por los siete mares, viendo como el viento empuja las velas hacia nuestro destino, respirar el aire a madera húmeda por el agua salada, sentir el tenue balanceo de las olas golpeando levemente la cubierta del navío, escalar las escalerillas hechas de cuerdas, caminar por los mástiles y ayudar a David con las velas, incluso subir al mirador con Ruby y sentirme al reina del mundo.
Muchas veces Regina y yo hemos ayudado en la estrategia de un robo, o un saqueo, a descifrar mapas o mensajes encriptados que la misma Belle, experta en letras, acertijos, jeroglíficos y lenguas extranjeras, no ha podido traducir. O a veces, hemos perdido la noción del tiempo, por estar en la biblioteca con ella, en los momentos de calma, leyendo en un cálido y cómodo silencio. Sintiéndonos protegidas y calentitas bajo una manta en los sofás de cuero.
También muchas noches, bajo las estrellas, hemos estado todos reunidos escuchando las historias de los días en que Killian era un pirata solitario, robando por su cuenta, Ruby una asesina buscada por toda España, escondiéndose en las sombras, David un pobre hombre que se valía de las peleas callejeras a espada para poder ganar algo de dinero y llevarse algo a la boca, Robin un ladrón que le robaba a los pomposos y presumidos ricos de América del norte para dárselo a los pobres, muchos tenían historias, hazañas, y leyendas que llevaban sus nombres, todos, menos nosotras dos.
Como por ejemplo, la historia que siempre escuchábamos y nunca nos cansábamos de oír, era de la capitana, una mujer de tan solo dieciocho años, había escapado de las garras de una familia abusiva, se había metido de polisón en un gran navío, siendo casi asesinada por el capitán, que, burlándose de su género y su pequeño cuerpo la tomó de grumete, había trabajado de sol a sol, lavando, cocinando, fregando, incluso alzando las velas ella sola, y eso que son pesadísimas para solo una persona. Hasta que una noche se armó de valor, amotinándose contra el capitán que tanto la había humillado y denigrado, esperó a que el hombre, ahogado de borracho se durmiera, y sin vacilar, armada con simplemente una navaja de bolsillo, le degolló la garganta y vio como se desangraba rápida y dolorosamente.
Desde ese momento, los tripulantes que se burlaron de ella en el pasado, en sus tortuosos comienzos en el mar, comenzaron a desaparecer misteriosamente, había rumores, sobre la capitana del "dragón marino", como que era un dragón de verdad y se los devoraba, o que era una bruja y usaba la carne humana para sus hechizos y pociones. Pero la gran verdad, era que, los antiguos piratas comandados por el capitán asesinado, le tenían miedo a esa menuda mujer de cabellera rubia acairelada, de ojos azules como el mismísimo océano y de piel bronceada de tanto estar en la cubierta. Al estar aterrados, desaparecían entre las olas del manto de Poseidón y jamás regresaban o volvían a pisar el suelo de un navío.
Seguramente se preguntarán, ¿Cómo es que dos chicas sin ninguna gracia acabaron con una interesante vida de aventuras y viajes junto con los piratas más conocidos y temidos de los siete mares? Vamos adéntrense a escuchar esta historia.
Muchas cosas en la vida suelen ser como…un poquito inesperadas, bueno, mi vida, en concreto, fue un desastre, desde que salí del vientre de mi…madre, teóricamente hablando, hasta que cumplí los dieciocho años de edad. Pero créanme, que algo bueno salió de esa vida de mierda, la cual nunca elegí, ni elegiría.
Mi familia, consistía en un padre alcohólico, una madre fumadora, y yo, creo que de los tres, fui la que peor suerte tuvo, y con lo anteriormente relatado, les explicaré el porqué de mi desgracia.
¿Han oído del "deseo de ser padres"? el caso de mis progenitores, era el contrario, jamás quisieron tener hijos, y accidentalmente…me procrearon en una noche de esas tantas que no sabían ni cuál era su nombre.
Y por desgracia para ellos, no morí antes de poder venir al mundo, en honor a su falta de interés en recordar mi nombre, y también en su odio hacia mí, mis progenitores me llamaron Emma, era corto y sencillo de recordar.
Pero no me iré por las ramas, les contaré, como comenzó esta gran aventura, a la que llamamos vida pirata, ¿están preparados?
