Aviso: los personajes de Inuyasha que aparecen o que aparezcan en este fic no me pertenecen, son propiedad de la mangaka Rumiko Takahashi.


No es un cuento de hadas

Capítulo I: el día que se conocieron

Rin, como todos los días, se dirigía a la parada de colectivo que la llevaría a la preparatoria. Debido al viento que soplaba, su pollera a cuadros con tonalidades verde y gris bailaba en el aire al igual que su largo cabello negro.

- No… ¿Qué voy a hacer? No estudié absolutamente nada para el examen de matemáticas – pensaba Rin con una expresión preocupada en el rostro mientras tomaba un sorbo de la lata de té helado que llevaba en una de sus manos–. ¡Encima es en el primer período!¡Qué alguien me ayude!

La jovencita se encontraba tan abstraída del mundo que no se percató que la chaqueta verde que estaba sobre su bolso comenzó a deslizarse hasta caer al suelo.

- ¡Estoy perdida, perdida! – Rin estaba desesperada y con la mano libre que tenía acomodó mejor el bolso que colgaba de su hombro. Al hacer eso notó que su chaqueta ya no estaba donde la había puesto.

Se volteó y la vio tirada en el suelo junto a las rejas de una casa. La muchacha fue en su búsqueda y cuando se agachó, por alguna razón, perdió el equilibrio. Fue así que para evitar golpearse la cara apoyó las dos manos en el suelo. El té helado se desparramó por todos lados, incluso llegó a mojar las rejas de la casa.

- Oh-oh – murmuró con un rostro aterrado viendo como gotas de su bebida caían por las finas rejas color negro.

Se levantó velozmente. Tomó la lata casi vacía y la chaqueta, y quiso salir corriendo de allí rápidamente, pero su cara chocó contra algo firme. En el momento en que los ojos oscuros de Rin se abrieron distinguieron algo blanco, alejándose un poco identificaron que era una camisa. Luego, subió la mirada sólo para encontrarse con otra, pero ésa era ambarina, penetrante y fría.

- Este… perdón – se disculpó algo avergonzada, pero también cautivada por la belleza del joven hombre que tenía ante sus ojos -. Con permiso.

Cuando la muchacha retomó su huida del lugar, sintió una mano en el hombro que le impidió continuar moviéndose. Giró su cabeza y al cruzar miradas con el de ojos ambarinos no pudo evitar sonrojarse.

- ¿Qué pasa? – preguntó la pelinegra tratando de mantener una expresión calma.

El hombre sólo se limitó a señalar con el dedo hacia un lugar. La jovencita siguió la dirección que él marcó y no pudo evitar volver a ruborizarse. Quería desaparecer de la faz de la tierra.

- ¡No!¡Esa es su casa! – Rin tragó saliva y separándose un poco del de mirada ambarina le hizo una reverencia - ¡Perdón, perdón! – exclamaba haciendo un movimiento de sube y baja.

- Limpiala – ordenó el hombre con una voz sumamente grave que llevaba consigo autoridad y sin embargo, a la vez era serena.

- ¿Qué? – la jovencita, confundida, no dejaba de parpadear.

- Que la limpies. No me hagas repetir las cosas – replicó sacando un juego de llaves y abriendo la reja para poder entrar a su hogar.

En ese momento, Rin pudo apreciar el largo y sedoso cabello plateado que tenía el hombre colgándole de la espalda.

- Si vas a limpiar necesitás algo,¿no? – cuestionó el hombre con una voz monótona.

La jovencita comprendió que le estaba diciendo de entrar con él a la casa. Su primera reacción fue dar un paso hacia atrás. Pero luego, vio que si escapaba quedaría peor parada de lo que estaba quedando en esos momentos.

- Tranquila Rin, seguro que no tiene intenciones perversas. Le limpias la reja y después te vas – se decía mientras acurrucaba la chaqueta y la lata contra su pecho como si aquellas cosas la fueran a proteger.

Cuando la muchacha entró en la casa ya había perdido de vista al hombre. Comenzó a mirar para todos lados y repentinamente, éste se presentó frente a ella con un trapo en sus manos

- Dejá tus cosas en algún lugar.

Rin obedeció y apoyó la lata y la chaqueta sobre una mesa. Luego, corrió una silla para dejar allí su bolso. Por último, tomó el trapo de las manos del plateado.

- Después de eso te podés ir – dijo dándole la espalda y yéndose del comedor.

- Ehh… Sí – murmuró la chica observando el paño mientras volvía a salir de la casa.

Rin, remangándose su camisa de mangas largas y agachándose, procedió a limpiar la parte húmeda que aún tenía la reja. Mientras lo hacía no podía dejar de pensar lo extraño de esa situación.

- Yo no entiendo nada. ¿Cómo alguien va a hacer pasar a un total desconocido a su casa sólo porque le ensució una reja? Puede ser peligroso. Aunque también es peligroso para el que pasa… - A la muchacha le cayó una gotita por la frente mientras seguía examinando esa situación tan peculiar.

Una vez que terminó de hacer la tarea se dirigió al interior de la casa echándole un vistazo a los muebles que se encontraban a su paso. Luego, apoyó el trapo sobre la mesa donde había dejado sus pertenencias. Pudo percibir que la lata ya no se encontraba allí, seguro él la había tirado.

- Este… ¡Me voy! – exclamó Rin posando su mirada en unas escaleras que se encontraban pegadas a la pared.

Nadie le respondió.

- ¿Qué hago?¿Me voy?¿Sin decirle nada?¿No voy a quedar mal? Además la puerta está abierta. Sería algo peligroso – reflexionaba la de ojos negros mientras se acercaba a las escaleras. Algo le decía que estaba arriba.

La jovencita subió cuidadosamente y cuando se encontró en un pasillo, no muy largo, miró para un lado y para otro. Había tres puertas. La que estaba junto a ella supuso que era la del baño. Luego quedaban la de los costados. Una tenía que ser el cuarto del hombre. Se decidió por una y fue en busca del dueño de casa.

- Este… ¿Hola? Terminé de limpiar, me voy – decía la chica comenzando a girar el picaporte de una puerta.

- ¿Qué hacés? – preguntó el hombre saliendo del baño tan sólo con el vaquero que vestía antes y la camisa en las manos.

- Yo… Yo me estaba por ir, pero… Pero quería avisarte – balbuceó Rin mientras trataba de disimular lo embelesada que estaba con el cuerpo del plateado.

El hombre, sin decir una palabra, comenzó a bajar las escaleras mientras se volvía a abrochar la camisa. Ella hizo lo mismo. Al llegar a las rejas el plateado las observó. Luego, posó su mirada en la figura de la estudiante; finalmente, al ver que la jovencita se encontraba fuera de su territorio, cerró la reja con llaves y se adentró a un paso tranquilo en la casa.

Nuevamente, Rin parpadeó de lo confundida que se encontraba.

- Ni siquiera me dijo "chau". ¿De dónde salió este tipo? – se preguntaba la muchacha alejándose de aquel lugar.

Y así, Rin retomó el camino hacia la preparatoria. La preparatoria… Los ojos de la pelinegra se abrieron cual si fueran dos platos. Se llevó una mano a una mejilla y su boca quedó abierta. En ese momento recordó el examen de matemáticas.

- ¡Ahhh!¡Ya es tardísimo! Si me presento ahora no me van a dejar dar el examen – pensaba la joven horrorizada corriendo por las veredas. Pero se detuvo precipitadamente -. Un momento. No es que haya faltado al examen por haberme quedado dormida ¡No!¡Fue porque me quedé limpiándole la reja a un desconocido que me lo ordenó!

La muchacha, creyendo que tenía la excusa perfecta para no haber rendido ese día, al instante dedujo que nadie se la creería. Y era comprensible. Suspiró resignadamente.

- Genial. ¿Ahora qué hago? Supongo que nada. Vagar por la ciudad de Tokio hasta que termine mi horario escolar – encontró Rin como una posible y entretenida opción.


Cuando Rin volvió a darle un vistazo al reloj, a penas eran las doce del mediodía. Largó un suspiró y miró a su alrededor. Se encontraba sentada en el banco de un parque y cada tanto pasaba alguna persona con un perro o algunos niños que salían del jardín.

- Ya me aburrí de dar vueltas sin sentido. Mejor vuelvo a casa. Sí, hago eso. Si está mamá le digo que me fui antes del colegio porque me sentía mal – pensó la muchacha poniéndose de pie.

Se acomodó el bolso al hombro, tomó la chaqueta y comenzó el camino hacia su hogar.

Mientras Rin daba pasos despreocupados por las veredas, iba tarareando una canción. Usualmente mantenía la vista en el suelo y cada tanto la alzaba para no llevarse a nadie por delante. Desafortunadamente, ese "cada tanto" debería haber sido más seguido, pues se acaba de chocar a alguien.

- Ouch – gimió la chica abriendo los ojos lentamente.

La pelinegra se quedó petrificada al reconocer la penetrante mirada ambarina. Dio un paso atrás y maldijo a todos los dioses existentes en el mundo por la poca suerte que tenía. Él se limitó a alzar una ceja.

- P-Perdón… Y-Yo no quise… – Rin no sabía que decir. Se sentía una idiota por haberse chocado ya dos veces con la misma persona.

- Movete.

- Sí – contestó ella como si fuera un soldado respondiéndole a su superior.

El plateado siguió de largo sin siquiera cruzar una vez la mirada con la jovencita. Rin se quedó contemplando como aquel frío y extraño hombre se perdía entre la multitud.

Por esas casualidades, la muchacha bajó la mirada y se encontró con un papel en el suelo. Lo recogió y al hacerlo vio que se trataba de la hoja de un manga, o quizás, de un futuro manga. Rin quedó impresionada con la calidad que tenía el dibujo.

- Cómo me gustaría dibujar así – pensaba mientras seguía admirando el papel en sus manos.

Repentinamente, la muchacha recordó que el hombre plateado llevaba bajo uno de sus brazos un sobre. El boceto debió haberse caído de allí.

- ¡Se lo tengo que devolver!

Rin comenzó a correr por las veredas y no tardó tanto en identificar una cabellera plateada tambaleándose, entre toda la gente, elegantemente sobre la espalda del dueño.

- ¡Ey!¡Plateado, tengo algo tuyo! – anunció Rin a gritos agitando la hoja en el aire.

El hombre dejó de caminar y con tranquilidad se volteó para encontrarse con la misma chica por tercera vez. Inmediatamente, notó el papel en sus manos, y antes de acercarse a ella se aseguró de ver si era cierto lo que decía. Efectivamente, comprobó que en el sobre faltaba un papel.

- ¡Tomá! – la muchacha fue hasta él respirando con dificultad. Al recuperarse, le sonrió.

El otro tan sólo le tomó la hoja y quiso volver a retomar su camino.

- ¿Sabés? Dibujás muy lindo. ¿Vas a presentar tu trabajo en alguna editorial? – preguntó Rin muy intrigada.

El hombre asintió.

- ¿En qué editorial?

- Shounen Sunday – contestó sin emoción alguna.

- ¡La misma donde publican Detective Conan! – comentó Rin entusiasmadamente.

El plateado se quedó observando a la jovencita frente a él por unos cuantos segundos y pudo percatarse de que tenía un gran atractivo: una mirada dulce, profunda y oscura; una piel que aparentaba ser suave y un cuerpo para chuparse los dedos.

- Mi nombre es Rin. Suzuki, Rin – se presentó extendiendo la mano.

- Daiyoukai, Sesshoumaru – dijo él ignorando el gesto que hizo ella.

La pelinegra bajo la vista al sentirse rechazada y luego observó como Sesshoumaru se alejaba de donde estaba ella, perdiéndose, una vez más, entre la multitud que caminaba de una lado a otro por las calles de Tokio.

- Qué antipático que es. ¿Por qué me tengo que encontrar a este tipo de hombres? – se quejaba Rin mientras hacía puchero y se volteaba para el lado contrario con ofensa.


La noche llegó. El cielo, que durante el día estaba despejado, se mostró más negro que nunca y sin ninguna estrella, pues las nubes las habían tapado.

Rin se encontraba en su cuarto, tirada en la cama boca abajo y del lado contrario a la almohada. Estaba escribiendo en su diario. Algo que ella hacía desde el día que entró en la preparatoria, hacía ya tres años.

24/9/07

Hoy no tuve un gran día. De hecho, fue bastante desafortunado. Aunque tuve otros peores… En fin… La situación es que hoy a la mañana terminé limpiándole la reja a un bellísimo y sensual hombre porque sin querer se la había empapado con té helado. Pero… ¡¿No exageró un poco el tipo?! Le pedí disculpas muy sinceramente. No entiendo por qué no le alcanzó con eso. Encima era más frío que el iceberg con el que se chocó el Titanic.

Después de terminar de limpiar la reja y que prácticamente el tipo me cerrara la puerta en la cara (mejor dicho, la reja), me di cuenta que no llegaría a la preparatoria para rendir el examen de matemáticas, así que opté por no ir allá.

Desgraciadamente, me volví a encontrar (chocar) con el bellísimo, sensual y antipático hombre. En nuestro segundo encuentro me enteré que el quiere ser un mangaka ya que pude ver una hoja de su trabajo que por accidente se le cayó al piso (¡La que me gustaría haberle robado para ver si su rostro mostraba alguna MALDITA EMOCIÓN!). Creo que la hoja se trataba de la carátula del manga. La voy a describir: había un chico de pelo corto y castaño oscuro, ojos marrones oscuros y tenía la mano extendida mostrando un chupetín de limón. En su rostro tenía una sonrisa algo arrogante. El título era "Acid love". Un nombre muy extraño para un manga para chicos… En fin… Sesshoumaru (el bellísimo-sensual-antipático-mangaka hombre) también era medio raro.

Bueno… Mejor me voy a estudiar algo de matemática porque mañana el profesor me toma la prueba y seguro va a ser más difícil que la de hoy. ¡Qué mundo cruel!

Por cierto, mañana, después del colegio, tengo una entrevista para conseguir un trabajo. Es para ser camarera en un bar. El dueño, con quien hablé por teléfono, parecía muy amable. Se llama Inutaisho. ¡Espero que me vaya bien!

Rin guardó el diario debajo de su cama e inmediatamente se acostó. Cerró los ojos rezando que el día siguiente fuera un día con suerte. Y en especial, la quería tener en la entrevista.

Continuará…


N/A: así comenzó esta historia que espero que sea apoyada y leída por ustedes, los lectores de fics, y también por los lectores y autores como yo.

Creo tener en la mente una historia bastante original de Sesshoumaru y Rin. Por ahí me equivocó, o por ahí no. Ustedes lo van a juzgar a medida que vayan pasando los capítulos. Creo que con el comienzo nadie puede decir nada.

Por cierto, el segundo capítulo lo voy a publicar el mes que viene ya que en éste tengo los exámenes de la facultad y por lo tanto, tengo MUCHO que estudiar.

¿Qué más?¡Ah, sí! Shounen Sunday es la editorial donde publican Inuyasha, por eso la elegí para que Sessho publicará su manga. Y también es la misma donde publican Detective Conan. Por cierto, magaka es el que dibuja los mangas.

Bueno, eso es todo. ¡Espero sus reviews! Me van a hacer muy, muy feliz.

Chela-sama ♥