Notas:
Esta historia es la secuela de Pulakaumaka.
I
Hope (Después)
Febrero 1, 2011.
—¿Vas a decirme lo que te está molestando o voy a tener que adivinar?
Steve era un imbécil. Por supuesto que lo era.
Tenía que aprovecharse de esos momentos en los que Danny estaba atrapado en el Camaro para tener una conversación importante, una discusión. Sí, bueno, él tenía que admitir que no estaba siendo muy cooperativo en el gran esquema de las cosas pero el hecho que Steven pensase que el viaje a una escena del crimen —un secuestro de todas las malditas cosas— era un buen lugar para sacar el tema...
—No hablemos de esto ahora, ¿sí?
No era como si fuera la primera vez que tenía que enfrentarse a una situación así. Y tampoco era como si algo grave hubiese sucedido —más allá de lo obvio— porque Keala Halamano lo había mantenido sedado durante todo el tiempo que estuvo en la casa y lo máximo que había logrado rescatar eran fragmentos fugaces que no llenaban la imagen completa. Lo que sabía, además, venía de los exámenes médicos. De los testimonios de Steve, Chin…
La cosa era simple, realmente.
La obsesión había arrastrado a la chica hasta la locura sin retorno; Danny había estado en el lugar preciso y en el momento correcto para convertirse en uno de los focos de su locura (no el principal) y ella había decidido que secuestrarlo era la mejor forma de alejarlo de Kono. La mejor forma de manipular a Kono a que ella hiciera algo. Nada más. Y nada menos. No debería tener que lidiar con ningún problema. Porque él no estaba indefenso ante la situación ni era quien más había sufrido con todo ello.
Había asistido a la evaluación preceptiva, igual que Kono, y había tratado de mantenerse lo más compuesto posible en todo momento. Especialmente si estaban los cuatro juntos.
Pero.
Steven había notado cosas. Detalles, más que otra cosa. Había notado la forma en la que Danny miraba por encima de su hombro antes de subirse al auto o trataba de no quedarse cerca de desconocidos, dándoles la espalda. A veces, incluso, Danny se daba cuenta que se sentía observado por ojos que no estaban allí.
Eran comportamientos ridículos para tener, él lo sabía. También sabía que, eventualmente, se detendrían.
—¿Y cuándo quieres hacerlo? —preguntó Steve, arrastrándolo de vuelta al presente—. Entiendo si no quieres hacerlo delante de Kono, pero-
—¡No estoy evitando a Kono!
Kono, que ya podía mirarlo a la cara sin hacer una mueca, todavía se sentía bastante responsable por lo que había pasado y parecía más propensa que nunca a cuestionarse a sí misma por los errores más pequeños. Danny no había querido presionarla para hablar al respecto, a pesar de que sus instintos le decía que eso era lo primero que debería haber hecho. Chin le había aconsejado que le diera un poco de espacio, que ella estaría bien y, honestamente, Kono parecía relajarse mientras menos sacasen el tema.
Danny había hecho un punto de tratarla como siempre, de comportarse igual que siempre en el trabajo.
—No es lo que dije —respondió Steve con esa estúpida, irritante, necesaria calma. Sus manos se mantuvieron en el volante, afortunadamente. Danny tenía la impresión que de no estar en camino a buscar a Natalie, él estaría alzando los brazos en gesto conciliador—. Solo digo que es normal que las víctimas de secuestro tengan-
—No soy una víctima —discutió Danny, dándole a Steve lo que esperaba que fuera una mirada elocuente. Fue una sorpresa, y a la vez no, escuchar su voz—. ¿Podemos concentrarnos en Nicole Duncan, que sí lo es? ¿Por favor?
Por la mirada que le lanzó a su vez Steve, estaba claro que la discusión no había terminado.
—Han pasado unos días apenas, Danno. Y ahora tenemos un caso de secuestro con un padre muy angustiado —insistió, más suavemente—. Es normal que las cosas no estén bien todavía. Si dejaras de ser tan duro contigo mismo probablemente sería mejor.
Danny se sentía hundirse en su asiento.
—Estoy bien —dijo. Viniendo del tipo que le decía que debía soportar el dolor y que trataba de controlar al máximo sus emociones, Danny no sabía cómo tomar ese consejo último—. Es a Kono a quién le afecta más lo que pasó.
Steve frunció el ceño. Podía decirlo, a pesar que solo podía ver su perfil. Probablemente también estaba con su expresión de estreñido. Si era porque Danny seguía desviando la atención a Kono o incluso porque él también estaba notando lo difícil que estaba siendo para ella, no sabría decirlo.
Era más seguro mirar el paisaje que pasaba en sucesivos borrones en la ventanilla que a su compañero.
—Ella conocía bien a esa chica, o la conoció bien. Fueron amigas. Chin piensa que se siente peor por creer que debería haberlo sospechado...
Danny suspiró. Realmente no sabía que decir a eso. Apenas conocía a Keala Halamano y, si bien ella le había dado escalofríos por una razón que no comprendió, podía ver el carisma escondido. La fragilidad de su apariencia solamente reforzaba todo lo demás. Aún estaba asombrado por la idea de que estuviera obsesionada hasta ese nivel de delirio, una chica tan joven. Que hubiese arrastrado a otros a su locura era aún más perturbador.
Habría tenido un futuro brillante en diferentes circunstancias.
—Supongo que no serviría decirle que podría pasarle a cualquiera.
—Sabes como es Kono...
Danny asintió, recordando la pequeña escena que había tenido cuando descubrieron que el secuestrador no era otro que un allegado de la familia, alguien que ella había estado a punto de atrapar.
—Testaruda. Creo que lo tienes como un requisito para entrar en este equipo. Ves a una persona y si es lo suficientemente testaruda como para tu gusto, bien, está dentro.
Steve debería reírse más a menudo. —¿Eso crees de mi criterio de selección?
—¿Criterio de selección? —repitió Danny, sintiéndose mejor por la banalidad que estaban discutiendo. Lejos de secuestros y obsesiones; era terreno seguro—. Tú, mi amigo, no tienes un criterio de selección fiable. De hecho creo que no tienes criterio alguno, pero qué se yo. Aunque, tengo que reconocer, este equipo es una muy buena hazaña.
—Sólo lo dices porque estás en él.
Inesperadamente, sintió que una risa brotaba. Los nudos en su estómago se aflojaron. —En realidad me refería a que conseguiste personas que no te ayudarán a destruir la isla sino que tratarían de detenerte de hacerlo. Eso es muy apreciado.
—Encontré buenas personas que quieren ayudarme a mejorar las cosas, que me ayudan a mejorar las cosas —dijo Steve—. Tuve mucha suerte.
—Deberías decirle eso a Kono —comentó Danny, sonriendo—. Eso sería un gran halago viniendo de ti. Y yo estaré bien, ya sabes. Solo necesito tiempo… Quizás tener una maratón de CHIPs.
Después de todo, era cierto que habían pasado pocos días.
—Ven a mi casa esta noche —dijo Steve, de repente.
No sonaba tanto como una sugerencia y más como una orden.
Sin embargo, no podía negar que entendía bien las razones subyacentes. Desde que Mary había sido secuestrada, la caja de herramientas robada y su hogar asaltado, Steve parecía más paranoico que de costumbre. Su secuestro, apenas un par de semanas después del de su hermana, solo había acentuado su comportamiento protector.
Que lo entendía. Y apreciaba, hasta cierto punto. Quizá sus paranoias estaban tomando un nivel de mutua retroalimentación. Si eso era posible.
—¿O qué? ¿Irás a buscarme para llevarme a rastras a tu caverna como el neandertal que eres?
Steven le lanzó una mirada divertida. —No sé si me veo arrastrándote por el pelo, tengo la impresión que no me dejarías llegar tan lejos… Creo que podría llevarte sobre mi hombro.
Danny volvió a reírse.
—De acuerdo, bien. —Hizo un gesto con su mano izquierda—. Pero concentrémonos en el caso de Nicole, ¿está bien?
—¿No te lo dije nunca, Danno? —Steve se volvió un poco, sonriendo con esa arrogante y estúpida sonrisa—. Puedo hacer varias cosas a la vez. Soy multitarea.
