Había pasado un tiempo desde que Luka estaba saliendo con Marinette. Luego de ese fatídico suceso en que ella se encontraba llorando a todo pulmón, realmente desgarrada, la persona que amaba, estaba con alguien más. Entonces el guitarrista aprovecho para consolarla.

No se sabe muy bien como sucedió, tal vez fue que en ese momento; encontrándose en ese estado vulnerable, la chica pudo al fin escuchar las notas musicales de su corazón.

Eso fue suficiente para que lo comience a notar y aceptara sus sentimientos sin esquivarlo. Al poco tiempo comenzaron a salir. Se convirtieron en novios.

Él estaba con ella. Brindándole la fuerza que Marinette no tenia, al ver a Adrien con alguien mas. Ella lo agradecía, necesitaba. Lo necesitaba.

Cada vez que lloraba, el besaba sus parpados, besaba sus lágrimas, las gotas saladas que salían de sus hermosos ojos azules. De la música triste que emitía su corazón, podía transformarla en una alegre.

No obstante no resulto tan maravilloso como se planteaba, al principio podía ser. Después de todo, la chica se notaba muy feliz en su compañía, sonriendo, riendo. Y diciendo que lo amaba, no solo en palabras, también en acciones.

Pero, Luka veía...

Cuando estaba sola -o eso ella creía- suspiraba demasiada veces, se perdía en sus pensamientos y su mirada... Sus ojos dejaron de parecer que lo miraban a él. Su corazón tocaba una melodía que no iba dirigida a él.

—Eres increíble.

Pero, parece que esas palabras, tendrían más significado si él las dice. Un rubor cubre su rostro, pero no se compara como cuando estaba con él.

Él lo sabe, su corazón canta su nombre. "Adrien"

Su piel anhela su tacto.

Sus ojos desean verlo.

Y Luka, ya no puede escuchar esa canción, no puede simular que esa canción, está dedicada a él. No puede oír esos latidos que laten por él. Porque el saberlo, hace su corazón tocar una melodía agridulce; amarga. Sus labios, cuando los prueba; saben amargos, ella suena amarga.

La música de ellos, desafina.

El joven no soporta escucharla. Quiere modificarla... No obstante, ella desea que llegue a su fin.

Ya no lo oculta, ya no lo niega.

La chica llora.

Cuando dice que ya no puede, cuando sus manos se apoyan en su pecho y lo apartan. De la muestra de amor que en ese momento estaban expresando.

—Lo siento.

Se disculpa sin poder mirarlo y sigue llorando. Sigue derramando lágrimas que Luka sabe que no podrá besar; ya no puede intentar que no se hunda su relación, si después de todo, siempre estuvo debajo del agua.

Y el accede, tranquilo, tratando de que la muchacha no se siente mal.

—Ma-Ma-Marinette —pronuncia, esbozando una sonrisa condescendiente— Vamos a terminar.

Ella se sorprende -sus pupilas lo reflejan- pero ella no rechista. Lo acepta, al fin, es lo que quiere. Le agradece y se despide, besando su mejilla, un suave beso de despedida y la cálida piel que queda por ese roce, se enfría en su suspiro por su partida.

La puerta se cierra.

Y él ya no se contiene. Libera las lágrimas que sus ojos ansían derramar.

Llora.

Su corazón comienza a rasgarse en una dolorosa canción, toma su guitarra y comienza a tocar una triste melodía de amor.