Secretos a la luz de la luna.

Sesshomaru Taisho, Lord de las tierras del Oeste, poderoso guerrero temido por todos y respetado por muchos. Un sanguinario guerrero que no dudaba en matar a cualquiera que se le cruzara en el camino, un poderoso orgullo que llevaba consigo con son y gloria. Sí es así, ¿cómo termino el honorable y respetado, Lord Sesshomaru, escondido entre las ramas de un árbol observando a una simple y asquerosa humana?

Ninguno sabia como empezó todo eso, pero ya llevaban varias semanas con la misma rutina. Él llegaba primero, se sentaba sobre las ramas de aquel frondoso árbol, quedando medio escondido entre el follaje, para observar el hermoso lago frente a él. A las pocas horas llegaba ella, sus manos abarrotadas de cosas, una toalla y unas telas que suponían eran su ropa. Luego de acomodar sus cosas sobre un roca, se desvestía lentamente a la luz de la luna, intentado ser lo más sensual posible para un observador secreto.

La primera vez que vio desnuda estuvo por irse. No quería ver el asqueroso cuerpo de una humana, pero al parecer sus ojos no compartían el mismo pensamientos, ya que se quedaron pegados en aquella hermosa piel que quedaba expuesta con cada movimiento.

Su piel era tan blanca que parecía brillar con la luz de la luna. El movimiento de su cadera, cuando camino hacia el lago, lo hipnotizo por completo y cuando escucho el suave suspiro que dejo salir cuando entro al lago, dejo de respirar. Ya no podía escapar. Ella le había lanzado un hechizo y ahora se encontraba atrapado, sin posibilidad de escapar.

Se quedo hay observándola durante todo el tiempo que duro el baño. Vigilando que nadie se acercara, ni siquiera un mínimo insecto, solo él tenia el derecho de ver esas mágica vista.

Ni siquiera se tomo la maldita molestia de ocultar su presencia. Dejo que ella supiera que se encontraba ahí y estaba disfrutando mucho de verla. Ella sabia que él se presentaba cada día. Su poderosa presencia hacia cosquillear su cuerpo y podía sentir sus ojos en su cuerpo, recorriendola con descaro y un creciente deseo.

Y eso le encantaba.

Le encantaba sentir su completa atención en ella.

Le encantaba que la deseara solo a ella y nadie más.

Por eso siguió yendo al mismo lugar cada día, escapando de sus amigos con todas excusas, solo para sentirlo. Nunca lo veía, él nunca aparecía frente a ella, pero estaba presente en cada momento. Siempre compartiendo su pequeño secreto nocturno.

Una cosita rápida antes de irme a dormir. :3