Renuncia: Todo a Katsura Hoshino.


Hora del silencio


Lavi suele pensar que Lenalee es insomnio. Ella es sombra cálida que padece de frío y que llora en su odio a Dios.

(y ha notado que hay tinieblas en la comisura de sus labios).

Piensa esto cuando la ve envuelta en lágrimas y con las manos adoloridas. La toca con algo de miedo y nota que su piel es fría. Es que ella es algo así como una angustia enternecedora, y siendo cruel piensa que por eso ella logra encenderle el sonrojo de las mejillas. No debería ser ninguna sorpresa pues siempre ha notado que ella es muy bonita, y a Lavi le encantan las chicas lindas. Pero el corazón le late violentamente cuando comprende que hay noches violetas en sus ojos y que quiere hundir sus manos en sus mechones enmarañados.

(nunca ha dicho que se muerde los labios, sonrojado, cuando le ve el cabello de hollín).

Lavi suele pensar que Lenalee es hermosa y que aquello no es ningún secreto. Sin embargo si la mira más de cerca, comprenderá que es una metáfora opaca y que le encantaría besarle la punta de los dedos. (Cuando hay noches oscuras y frías, casi sin estrellas, la imagen al viento de ella se le atora en la garganta y quiere besar sus heridas abiertas). Piensa que, en medio de su amargura y de su carácter despreocupado, la quiere.

(o la ama,

así como mirarla desde lejos y comprender que ella

no es una sombra bañada en lágrimas

o una noche fría sin luna.

Sino más bien la mira fascinado desde lejos,

viéndola declarar su odio al mundo y acabar por amarlo.

Piensa que ella es una herida que siempre está sanándose,

y es que ella es bonita, oh tan bonita).

Pero Lenalee no ama a nadie en específico. Ama al mundo, su mundo. Él está destinado a no tener corazón y jamás amará a nadie.

(entonces no importa mucho querer tomarla de la mano).

Lavi comprende la incapacidad de ambos y piensa que es un poco triste. No le da importancia (pero se acuerda de las pestañas largas y el polvo tibio esparcido por sus lágrimas y piensa que ella es preciosa, como una tristeza cálida, y el pecho le duele y su rostro se sonroja cuando piensa que no estaría mal besarla). A veces se acuerda la quiere (de verdad, de verdad) y se conforma con fingir que el mundo no se destruye y que ella es una mirada empañada mirando hacía las tinieblas.

Siempre están en silencio, mirando al suelo.

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Rozándole la mano, Lavi se inclina sobre su oído y sin importarle el mundo roto o la noche fría, tímido le susurra: «Eres hermosa».

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