Era de mañana en Deimon, los rayos del sol iluminaban el salón donde se encontraba un muy distraído Sena, quizá podríamos mencionar a Monta, pero él estaba más que dormido.

–"¿Matemáticas?, ¿es lo que estamos viendo? ¿Cuándo nos pasamos ahí?"–se preguntó Sena.

Lo que había sucedido era que Sena estaba tan distraído pensando en las prácticas de futbol americano, que ni sabía en que clase estaban. Pero no era solamente eso lo que lo tenía así, era una razón bastante fuerte, algo que él no podía controlar, algo que alteraría la estabilidad emocional de cualquier hombre.

–Oye Sena, ¿te encuentras bien?–preguntó Monta que ya se había despertado.

–¿Ah?, sí Monta, solamente pensaba.

–¿En qué pensabas?

–Bueno…yo…

De repente algo cortó su conversación, una voz ronca y que imponía autoridad.

–¡Jóvenes!, ¿hay algo que quieran discutir?–preguntó serio el profesor.

–No, lo lamento profesor–se disculpó Sena.

Luego de eso la clase prosiguió normalmente, y Sena obviamente no estaba prestando la más mínima atención a nada de lo que decía el profesor, ¿en qué tanto estaba pensando?, en nada más y nada menos que la linda Suzuna, hermosa ante sus ojos, hiperactiva muchas veces, pero con un carácter dulce y una sonrisa que nunca quitaba de sus rostro, excepto cuando perdían un partido o algo por el estilo. Hace tiempo, Sena la conoció y no pensó que llegaría a gustarle tanto, luego del partido contra Seibu, él pretendía confesarle lo que sentía, pero al perder su mente no se concentró en ello y todo su plan se vino abajo. Ese mismo día, al llegar a su casa, Sena recordó lo que iba a hacer y se golpeó la frente al pensar que había sido tan distraído como para olvidarlo, pero teniéndose que enfrentar no solo a Seibu, sino también a Riku Kaitani, su amigo de infancia y la persona que le enseñó a correr, era poco probable que recordara lo que tenía planeado decirle a la joven animadora. Y de esa manera el tiempo continuó y el corredor de Deimon intentaba buscar la manera de decirle a Suzuna lo que sentía por ella, pero cada vez que se quedaban solos e intentaba hacerlo, su timidez le ganaba y terminaba diciendo algo completamente estúpido.

–Sena, date prisa, debemos ir de prisa a la práctica o Hiruma nos matará–advirtió Monta.

–¿Ah?, sí, tienes razón Monta–dijo Sena siguiendo a su amigo.

Tiempo después, los chicos estaban entrenando duro como siempre, Mamori y Suzuna estaban observándolos, su desempeño estaba resultando increíble, inesperado se diría también.

–¡Eso es chicos!–decía Suzuna contenta.

–Se te ve muy animada hoy–dijo sonriendo Mamori.

–Claro Mamori, eso es porque todos están dando lo mejor de ellos.

En ese momento, la vista de la joven animadora se desvió hacia el corredor, este a su vez, al sentir como si le estuvieran observando, miró por una pequeña fracción de tiempo a Suzuna y al hacer esto, él tropezó y rodó por la pista, algo que preocupó a Suzuna e hizo que Hiruma no parara de reírse.

–Sena, ¿te encuentras bien?–se acercó Monta, ayudándolo a levantarse.

–S-sí Monta, muchas gracias.

–No me has dicho que es lo que te mantiene tan distraído, y el verte tropezar así en una práctica no es normal.

–Bueno…verás Monta, es que yo…

En ese momento una ráfaga de balas apuntaba a sus pies y esos brincaban tratando desesperadamente de esquivar las balas. Hiruma, luego de dejar de disparar, subió su arma a su hombro mientras que Mamori le gritaba por las técnicas que usaba.

Sena se echó a correr para seguir entrenando, obviamente Monta salió de la vista de Hiruma lo más pronto posible, y así siguieron hasta que concluyó la práctica. Los chicos se cambiaron y luego, Sena y Monta se quedaron hablando un momento.

–Bueno amigo, me voy a casa, ¿de verdad querías quedarte solamente para que Mamori no te acompañara hoy a casa?–preguntó Monta.

–Sí, es que necesitaba pensar un poco camino a casa–respondió el chico con una sonrisa nerviosa y una mano tras su cabeza.

–Como quieras Sena, nos vemos mañana–decía Monta saliendo.

–Hasta mañana.

Sena iba caminando muy perdido de nuevo en la idea de cómo decirle a Suzuna lo que sentía por ella, miles de cosas se le pasaban por la cabeza, sin embargo, lo detenía la idea de que era un chico demasiado tímido, él no poseía el "instinto asesino" ni era un don Juan, no había tenido novias antes y su experiencia al tratar a las chicas se limitaba a Mamori. En lo que iba de camino, se detuvo y observó a lo lejos un figura familiar a él, era Suzuna, él sonrió y se sonrojó un poco. Ella siempre ahí con sus patines, tan inquieta, siempre sonriendo, pero algo la mantenía muy tranquila ese día, en ese momento. Sena pensó que debería acercársele, hablarle, decirle algo, pero alguien más se le adelantó, una persona llegó y saludó a Suzuna muy felizmente, ella le devolvió la sonrisa, el corredor de Deimon se extrañó al ver la escena.

–Riku, me alegra mucho verte–decía sonriendo la joven.

–Me alegra verte también Suzuna, ¿vamos a mi casa?, pronto se hará muy tarde–dijo el chico de cabello blanco.

La joven asintió y se fue con él, Sena había visto todo eso, pero quizá en alguna parte de su mente todo se conectó demasiado rápido y de manera precipitada y preguntó para él:

–¿Riku…y…S-Suzuna?