Prólogo

Stealing seconds

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¨Para que nada nos separe, que nada nos una¨. Pablo Neruda

He escuchado desde que tengo memoria, predicciones sobre lo que ha de venir. Desde los inútiles pronósticos atmosféricos del noticiero, hasta mi propia profecía, pasando desde luego por las suposiciones de la gente y sus apuestas sobre el futuro. "Lloverá mañana…", "Ganará el chico de gorra gris…", "… uno de los dos deberá morir a manos del otro…". Estupideces.

A veces, el tiempo resulta agradable, y se detiene por segundos y hasta por horas en momentos importantes: un abrazo, una buena noticia, tu primer vuelo en escoba… o un beso. Por ese lado, estoy enteramente agradecido con él, sin embargo… ni el mismo tiempo fue capaz de prepararme o detenerse siquiera para que lo pudiera asimilar. Todo sucedió tan rápido, que fue entonces cuando me di cuenta que no hay tiempo, que esa palabra era únicamente un concepto comercial, y que esas tres gotas en su té, habían bastado para alejarla de mí antes de perderla para siempre.

-…todo el tiempo en mi cuello, me hace sentirte cerca. Es bonito creer que… -Soltó mi mano y se apartó de mí, haciendo que un vacío invadiera mi estómago. Levanté la mirada y la vi a unos cuantos pasos de mí, mirando el oscuro cielo nocturno. - ¡Harry! ¡El cielo, mira eso!

Sonreí y volteé hacia arriba lentamente, hacia donde señalaba con entusiasmo.

Nunca había visto una imagen tan limpia y despejada como la de esa noche. Un planisferio con cientos de miles de estrellas, donde cada una de ellas parecía competir por tener el brillo más destacado de la noche. Detuve mi mirada en la más brillante y hermosa de todas sin siquiera repasar las anteriores… una a la cual iba a extrañar como nunca antes lo había hecho; echar de menos sus miradas, sus reprimendas, sus sonrisas, sus respuestas, sus abrazos, sus besos. Quizá esa fuese la peor parte, pero como él había dicho antes de morir tan solo unos meses atrás, la seguridad era la que debía estar como prioridad en mi cabeza; cuidar de ella, proteger lo que más quería… independientemente de que eso me costara una cantidad tan elevada como fuesen los años. ¡Maldito tiempo!

-Son estrellas fugaces. -Dijo volteándose. Hubo un momento en el que quise correr junto a ella, besarla y pedirle… exigirle que me perdonara. Debía entenderme, era una chica razonable, inteligente y muy hermosa. Perderla por un tiempo era muchísimo mejor que perderla para siempre, y si alguna vez me preguntase el porqué le respondería «porque debía protegerte» y entonces sonreiría y todo iba a estar bien. -Amo esta noche.

-¿Intentarás… pedir un deseo? -Le pregunté desde donde me había dejado, metiendo mis manos en los bolsillos del pantalón y mirándola apoyarse en el frío metal de la valla. -Ese par que miras, por ejemplo. Debería valer el doble de lo habitual.

-No. No hace falta. -Objetó dándose la vuelta mientras yo avanzaba hacia ella. -Aquí tengo todo lo que necesito. -Susurró cuando apoyé mi cabeza en su hombro derecho, abrazándola por detrás y uniéndome a su ensueño. Su aroma era delicado y elegante, aún sin poder llegar a ser descifrable a olfato de expertos; y su cabello, lejos de estar alborotado, se movía ligeramente junto a su vestido ante las constantes ráfagas de viento que nos azotaban ahí… a orillas de un puente de Londres, en algún parque oscuro y silencioso.

-¿Lo pedirás tu? -Medité un largo tiempo su pregunta.

Al inicio creí que mi silencio llamaría su atención, y quizás lo hizo, sin embargo ella no dijo nada. ¿Un deseo? Quedarme junto a ti, vivir contigo, perderme en ti, construir un futuro juntos… jamás dejarte ir, envejecer contigo, morir junto a ti. No hermosa, no hay suficientes estrellas esta noche.

-Tengo todo lo que necesito. -Mentí luego de lo que creí, fue una eternidad.

-¿Harry? -Preguntó con detenimiento.

-¿Si?

-No me siento bien. -Al parecer era una confabulación grotesca; una insistencia sínica del destino por recordarme quién era, qué hacía allí y como ambos habíamos acordado su futuro. Un complot por limitarme los segundos junto a ella, quizá los últimos o tal vez los primeros, ya no importaba. Sentí como se soltó de mi abrazo y se dio la vuelta, quedando de espaldas ante la inusual quietud del lago bajo nuestros pies. Tenía el ceño fruncido y se mordía el labio negando lentamente con la cabeza. -Creó que… e-estoy algo mareada.

Suficiente.

A veces, tal y como el tiempo nos roba vidas: amigos, padrinos, directores… padres y suegros, nosotros podemos asumir por instantes su papel, y robarle segundos que tal vez no se repitan. Un beso… tan solo uno, fue el causante de mi desgracia. Una, que se prolongaría el tiempo necesario para que ella pudiera estar segura. Fue entonces cuando el momento llegó… las decisiones se resumieron ahí, a oscuras, a un día de nuestro sexto año en Hogwarts.

-Te amo. -Murmuré cuando me separé forzosamente de ella y recargué mi frente en la suya, llevando mis manos a su nuca. -Y quiero que lo recuerdes, ¿de acuerdo? Te amo, castaña.

-¿De qué hablas? -Preguntó apartándose ligeramente de mí.

-Solo promete recordarlo. -Su expresión fue un tanto difícil de descifrar. Noté una mezcla entre confusión y pánico… algo de sorpresa y ahí… oculto entre sus ojos miel, lo vi por primera vez. Cara a cara… yo, conociéndolo, y él, presentándose con una sonrisa sádica e impertinente… el olvido.

-Lo prometo. -De pronto, acortó la distancia entre nosotros y se acurrucó en mi pecho. Sentí por un momento como temblaba y el ritmo de su respiración entrecortada. La abracé, levantándola ligeramente del suelo resbaladizo y regresándola con un suave beso en la frente. -También te amo.

-Qué mal. -Susurré. Levantó la cabeza y me miró directamente a los ojos… ya era hora. Si hubiese sido otra persona, habría podido sostenerle la mirada el resto de la noche, pero se trataba de ella… mi compañera, mi mejor amiga, mi confidente… mi novia. Por alguna razón el cielo se había nublado de un pronto a otro, y en el instante en que ambos regresamos nuestra vista hacia el otro, luego de un fuerte trueno, solo me basto por contemplar su rostro antes de que ella cerrara sus ojos y cayera inconsciente en mis brazos.

Me detuve un momento para admirar sus rasgos, retrasar el momento en que mis amigos aparecieran y termináramos con esto como habíamos pactado. Robarle segundos al tiempo, aquellos que me permitieran observar la forma de sus labios, su nariz, el rasgo de su rostro, sus rizos castaños y su expresión inescrutable. Deslicé mi mirada hasta su cuello, donde descansaba silenciosa al final de una fina y larga cadena de plata una figura única en su clase, un dije que nadie más obtendría en cientos de años y me había encargado de obtener únicamente para ella desde el final de nuestro quinto curso. Ahora, ella sería mis ojos, mi protección y su luz, hasta que todo hubiese pasado y nos reuniéramos de nuevo. Si, esa era la misión de una estrella.

-Harry. -Sentí la mano de alguien sobre mi hombro y reconocí la voz del pelirrojo de inmediato. El rubio, a unos pasos de nosotros se aclaró la garganta y marcó el final.

-Es hora, Potter. -Dijo. -Se nos acaba el tiempo.

-Maldito tiempo. -Murmuré. Me incorporé y la alcé en brazos, abrazándola con fuerza y besándola de nuevo. Malfoy abrió la puerta trasera del coche y rodeó el auto hacia la puerta del chofer, Ron entró en el lado del copiloto y miré con decisión el asiento que nos correspondía a ambos. Volteé hacia mi castaña y le sonreí. -Hasta pronto, princesita.

Una vez escuché que el destino y el tiempo son parientes. Que son cómplices en sus fechorías y responsables de nuestro existir. Ambos pueden llegar a ser fríos y crueles… hostiles y a veces algo sínicos, pero a pesar que desde hace tiempo los odiaba a ambos con todas mis fuerzas, esa noche los quise más que antes. Irónicamente no solo la habían alejado de su vida y se habían llevado la mía con ella… sino que nos habían regalado el presente más agradable de un cumpleaños: una segunda oportunidad.

Porque las despedidas no son más que promesas de futuros encuentros, y yo a pesar de no haber prometido en voz alta regresar por ella… me negaba a perderla.


Sí, lo sé. Han pasado décadas desde que publiqué mi último escrito: Historias de media noche, también sé que he venido prometiéndoles una de mis historias largas y…. ¡aquí está! Debo confesarles que no es la primera que tenía en mente publicar pero sí la que más ansias tenía de compartir con ustedes. Me niego a perderte, es el resultado de noches y noches de vela, recopilando ideas y nuevos personajes, tramas y sobre todo el plato fuerte de la historia: el olvido.

Espero que sea de su agrado y sobre todo que me digan que les ha parecido, si debo continuarla o definitivamente guardarla dentro de mi ordenador por toda la eternidad; por eso espero sus comentarios, vociferadores, lechuzas y todo tipo de ideas, la historia está terminada únicamente en mi cabeza y por eso iré publicando cada vez que termine un nuevo capítulo. Sin más que decir, más que agradecerles por ponerme dentro de sus alertas o likes, y admitir que es un gusto volver a escribir, se despide su fiel escritora:

*Hermy Dwritte*