Love it's so bad.
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Malo, es tan malo.
Duele, duele mucho.
¿A qué llamamos amor?
El amor es una enfermedad
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—1—
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Las puertas se abrieron de pronto mientras su cuerpo caía y era arrastrado otra vez, los ventanales se quebraron y él la obligó a levantarse del piso. Le pareció percibir un destello de luz, una corriente de aire y la brisa de la lluvia pero no estaba totalmente segura de eso. Su mirada se nublaba ahora producto del maquillaje qué a estas alturas no debía ser más que un manchón azabache sobre el rostro anegado en llanto. La aferró contra su cuerpo y perdió el aliento sólo de recordar la agresión que recientemente le había infligido. -solo un poco más- se dijo a sí misma pero su fortaleza ya se había terminado.
—¡Dilo! –demandó de nuevo. Desde que la había llevado a ese terrible lugar no había dejado de pedir lo mismo. —¡Hazlo ahora! –y dicho esto golpeo su cuerpo contra un enorme vitral que dividía la habitación de la sala común. Los fragmentos cayeron violentamente revelando sus cuerpos ante la mirada atónita de los agentes que se congelaron en el acto mismo de verlos.
Hubiera querido suplicar piedad o abogar por su vida pero estaba demasiado aterrada como para intentar.
—¡Aléjese de ella! –gritaron desde la planta baja y solo pudo pensar en él. Su corazón se lleno de alivio y temor al mismo tiempo. El hombre que la retenía la tomó con mayor rudeza esta vez, doblando su brazo hacia atrás en un complicado ángulo que exigía de su cuerpo la total rendición.
—¡Di que me amas! –insistió de nuevo con perversión asesina en la voz. Su aliento, su piel, sus ojos eran más de lo que podía soportar. Apretó el puño de la mano derecha y se llevó una punzada eléctrica de auténtico dolor. ¿Esta escena, en verdad era real?
—¡Que estás esperando!
—Yo… -su voz temblaba, el nudo en la garganta iba a partirle el alma si no se encontraba con su mirada. Lo buscó con desesperación mientras ese hombre la levantaba como si se tratara de un maldito trofeo, colocó la mano libre contra su cuello, asfixiándola con crueldad y entonces fue que lo encontró.
Sus ojos.
El indecible amor que solo él irradiaba, estaba frente a ella, infundiéndole fortaleza así que se armó de valor y continuó.
—…No
—¡MIENTES! –gritó enfurecido y entonces la golpeo de nuevo. No alcanzó a percibir contra qué o con qué pero su cuerpo cayo contra el suyo cómo en cámara lenta esta vez. Sus miradas se encontraron en el diminuto espacio de tiempo que siguió a eso. Por primera vez había algo de sorpresa en el rostro de su agresor y rápidamente comprendió por qué...-se llevó la mano libre a la herida en su sien y los dedos se impregnaron de sangre en su totalidad. ¿La había asesinado? ¿él...finalmente, lo había logrado? -cerró los ojos y se abandonó al olvido convencida de que ya no lograría abrirlos de nuevo y el hombre sollozó mientras la apretaba contra su pecho.
No…, ella no quería morir con ese hombre robando su último aliento.
—¡ADA! -era la voz de su amor. Su corazón estremeció de nuevo y el agresor pareció notarlo puesto qué se tensaron todos los músculos de su cuerpo.
—¡ERES MÍA! -gritó ahora. Ella negó con las escasas fuerzas que aún le quedaban y comenzó a forcejear para hacer que la soltara.
—¡JAMÁS TE TENDRÁ DE NUEVO!
—No…-su mirada se nublaba ahora, su cabeza punzaba al igual que el resto de su ser. Siempre creyó que sentiría frío cuando llegara el momento pero todo lo que podía sentir ahora era un calor tan abrasador que...
—¡ADA…! -suspiró de nuevo, pero no había nada más que pudiera hacer para tratar de llegar a él.
—¡ÉL NO ES SUFICIENTE HOMBRE PARA TI!
—Lo es... -volvió el rostro en un último intento encontrando la angustiada mirada de su amor. Había lágrimas en sus ojos, no había bajado el cañón de su arma pero no se había atrevido a disparar puesto qué, ese hombre seguía usándola como escudo humano, intentó abrir los labios de nuevo, mover la mano de nuevo. Y no supo si lo consiguió pero su último pensamiento fue para él.
—Te amo...
...
—¡JAJAJAJAJA!
—¡LO HIZO!
—¡FINALMENTE DIJO QUE LO AMABA!
Leon afianzó el dominio de su arma aún sin terminar de creer en lo que miraba, ese hombre gritaba eufórico de amor, estrechándola contra sus formas cómo si solamente estuviera durmiendo y una vez en posición con la cabeza en su hombro y el brazo alrededor de su cuello comenzó a andar con ella de regreso a la habitación.
—VEN CONMIGO MI AMOR...-el tiro estaba ahí pero sus dedos se habían agarrotado sobre el gatillo. Avanzaban ahora por el largo de un pasillo en el que ni siquiera había reparado con anterioridad. Los fragmentos de vidrio, la sangre impregnando sus cuerpos unidos...si disparaba ahora.
La caída la mataría.
—ESTAREMOS JUNTOS POR SIEMPRE...-llegaron a un nuevo lugar alumbrado por un inmenso ventanal que coloreaba sus siluetas con los colores de la noche, la tormenta se cernía por afuera y algunos relámpagos venideros realzaban la palidez de su piel en contraposición con los sombríos rasgos de él.
Se acomodó sobre el lecho como si no hubiera un escuadrón completo apuntando sus armas y a la espera de una señal de su capitán. No lo había mirado a él, ni a ellos, seguía mirándola a ella que a pesar del daño recibido, de las lágrimas mancillando su rostro, los cabellos despatarrados y las líneas de sangre por aquí y por allá seguía luciendo tan hermosa como en la primera vez que la vio.
Un estruendoso sonido más, un relámpago más y entonces advirtieron la presencia de un objeto que le dejó sin aliento.
—¡Arma!
—NADIE PODRÁ SEPARARNOS AHORA MI AMOR...
—¡NO!
—¡Arroje el arma!
…
Era suya…-¡maldita sea!- ¿Porqué ninguno de ellos lo entendía? Ella había dicho que lo amaba, abrió sus preciosos labios y susurró aquellas palabras. Solo para él.
—¡No voy a repetirlo de nuevo!
Ni falta que hiciera, acarició su rostro con la mano libre y con la otra retiró el seguro del arma impregnada de sangre al igual que sus cabellos. No hubiera querido golpearla, así como tampoco hubiera querido forzarla en esa primera ocasión pero tenía que aprender cómo le gustaba hacer el amor. Sin pausas ni contemplaciones, con dolor y arrepentimiento.
La devoró con la mirada al tiempo que recordaba la impresión de contemplar ese delicioso cuerpo en total desnudez.
...
—¡Por favor! -la forma en que había luchado, la forma en que había rogado, la forma en que la sometió describiendo lenguas de fuego sobre su piel con el cinto de su pantalón.
...
El hombre parecía haberse excitado de nuevo, no había despegado la mano de su rostro y ahora se colocaba junto a ella de tal modo qué -de disparar- el tiro se los llevaría a ambos...
—¡ESTAREMOS JUNTOS POR SIEMPRE!
—¡NO!
El sonido de la detonación fue todo lo que escuchó y también único lo que necesito para salir de su sopor. Dejo caer el arma y corrió en dirección de ellos. El hombre cayó sobre ella, la sangre impregnaba sus cuerpos, así como también las blancas losetas del piso...—No podía estar sucediendo esto. lo apartó de su lado deseando poder destrozarlo y la tomo en brazos con el mismo fervor con que la había tomado aquella primera vez en que la condujo a su lecho nupcial.
—Vas a estar bien, ¿Me oyes?...vas a estar bien. —pronunció más para él que para ella- aún tenía pulso, estaba más blanca que la muerte y su bonito vestido…el precioso conjunto que compro para él estaba impregnado de sangre, hecho jirones al igual que buena parte de su piel. Apretó los dientes con violencia creyendo que se dejaría caer en cualquier segundo pero Christopher Redfield ya estaba de nueva cuenta junto a él.
El resto de soldados habían corrido a someter al hombre que comenzó a temblar y gritar de nuevo.
—¡ELLA DIJO QUE ME AMABA!
—¡ELLA DIJO QUE ME AMABA!
¿De qué mierda estaría hablando? ¿Quién era él? ¿Cómo es que la conocía a ella? Y por qué hablaba de amor cuando a él mismo le había tomado años enteros hacer que aceptara sus sentimientos.
—Cállenlo! –ordenó el capitán y sus muchachos lo sacaron de combate con un buen porrazo-
…
—¿Están bien ahí abajo?
—¡Jodido infierno Nivans! Tendrías que haber disparado mucho antes de llegar a esto!
—Lo siento jefe, tuve que cambiar de posición y no es tan sencillo apuntar con esta condenada lluvia. -la bala entró limpiamente sobre el hombro del sujeto, no era una herida mortal aunque si se lo hubieran preguntado a él, habría optado por meterle el tiro justo en el medio de los ojos.
—No importa. -respondió el capitán a través del comunicador. —baja de ahí y reúnete con el resto.
—Enseguida. -sus muchachos se dispersaron y él permaneció un poco más estudiándolo con la mirada, tenía considerables heridas de carácter defensivo a lo largo de todo el cuerpo. Ada Wong se había defendido con uñas y dientes hasta las últimas consecuencias y no es que de pronto sintiera una especie de amor fraternal hacia ella, pero era una persona cercana. La mujer de su amigo y el simple hecho de contemplar la escena del crimen hacía que la sangre hirviera dentro de su sistema.
—¿Qué sabemos de él?
—Yo tengo una identificación, Dereck C Simmons, trabaja para el gobierno.
—Eso se acabó. Llévenselo, quiero interrogarlo tan pronto recupere el sentido.
—¡Si señor!
….
Salió con ella a la helada tempestad, los agentes se apartaban de su paso como si en lugar de estar cargando a su mujer llevara en brazos un bonito cadáver. La colocó en la camilla, los paramédicos evaluaron su cuerpo concentrándose en la herida de su cabeza y él apretó ambos puños por haber sido tan malditamente inútil en todo esto.
—Vamos a tratar de despertarla
—Por favor…-los paramédicos asintieron y él sintió una nueva puñalada en su corazón- ella era su mujer. Él había jurado protegerla con su vida y ¿dónde mierda había estado?
…
—Eres terrible en esto...
—Claro que no...
—No tenemos que hacerlo si no quieres
—¿Quién dijo que no quiero? -y entonces dejó su copa de lado y se acercó a su rostro para regalarle uno de tantos besos ansiados.
—¿Significa te arriesgarás a pagar una cena de estas cada año?
—Solo si prometes vestir para mi uno de esos modelitos cada vez...-ella sonrió en respuesta besándolo de nuevo, mordiendo sus labios poco antes de terminar y él movió una juguetona mano por debajo del mantel hasta acariciar su rodilla.
—¿Es trampa largarnos antes de recibir el postre?
—Podemos pedirlo para llevar...-la besó de nuevo y en esta ocasión su mano llego a posarse sobre su muslo, las personas los miraban por lo bajo y no pudo evitar sonreír otra vez, ella no solía disfrutar con los "espectáculos" hasta que lo conoció a él.
—Pagaré la cuenta...-anunció el rubio poco después de volver a soltar sus labios y despegar la mano que había estado a escasos milímetros de localizarse justo donde quería.
—No puedo esperar a que me hagas tuya otra vez...-se puso de los mil colores y ella lo despachó, no sin antes volver a besarlo de nuevo. Llegó a la recepción, canceló el postre dejó una cantidad extra para una botella de vino y cuando volvió a su mesa…no estaba ella. Creyó que habría ido al servicio de damas pero luego de 15 minutos comenzó a pensar en lo peor…Ella no lo dejaría. –al menos no de esa manera- estrujó su corazón y su cerebro volviendo a la recepción como alma que lleva el diablo y le dijeron que no habían visto salir más que a una pareja con anterioridad.
Ella estaba algo enferma por lo qué les permitieron salir por la puerta de atrás. Volvió a su auto y llamó a una vieja colega experta en comunicaciones. Si había una forma de encontrarla, en cualquier lugar del mundo, ella lo haría.
…
—Está reaccionando…-limpió las lágrimas de sus ojos y se concentró de nuevo en ella, abrió los ojos pesadamente dejando entre ver una mueca de auténtico dolor.
—¿Dónde…?
—Estás a salvo… -sus miradas se encontraron y el rostro de Ada rápidamente volvió a bañarse en llanto.
—¿Por qué me hizo esto…? ¡Yo no sé quién es él!
—Tranquilízate…
—No… –cortó de pronto una nueva voz. Quiero escuchar lo que pasó –su esposa se encontró con la fría mirada de Christopher Redfield y asintió lentamente desde su posición.
…
Lo vio partir seguido de algunas miradas inquisidoras y aprovechó para ajustar la preciosa sortija en su dedo anular. ¿Qué les importaba a ellos lo que quisieran hacer para celebrar su primer aniversario?
—¿Gusta un poco más? -asintió de manera automática mientras algún caballero llenaba su copa y al terminar, se bebió el trago de un tirón. Se mareo de inmediato, su pulso se aceleró y el calor aumentó en su cuerpo un par de grados más. Se llevó la mano al rostro, intentó enfocar la mirada pero poco después, todo se oscureció.
Cuando despertó, su cabeza aun daba vueltas pero se alteró por completo cuando divisó una habitación que jamás había contemplado.
-¿Quién…? ¿Cómo…?
—¿Te traje aquí? –el hombre la devoró con la mirada deteniéndose en los puntos indicados esta vez, la hendidura de su entrepierna y el exquisito escote de su busto. Se acomodo sobre ella que apartó el rostro y tensó todo los músculos a la vez. Se aproximó a su piel sofocándola con su cuerpo, los brazos sobre los suyos y su rodilla en el estómago cortando la respiración. Aspiró su aroma y ella creyó morir a su contacto, cerró los ojos, apretó los labios y él colocó los suyos a la altura de su oído.
—No entiendo por qué te sorprendes tanto…si tú misma lo pediste.
—¿Qué…?
—En la cena...mi amor -sus ojos se abrieron como platos- adoraba ver el miedo reflejo en sus ojos y ya se encargaría de verlo por un periodo mucho más prolongado de tiempo.
—No…-sollozó entrecortadamente- y entonces supo que estaba más que lista para recibirlo.
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