Deku admiraba a Bakugo y Bakugo lo era todo para Deku. Bakugo era increíble, era fuerte y decidido. Bakugo era todo lo que él siempre deseó ser, y que el destino le prohibió.
Pero Deku también admiraba a All Might, y por muy genial que Bakugo pudiera ser, no podría compararse nunca con un héroe profesional, y menos con el mayor héroe del mundo.
A Bakugo le gustaba ser elogiado y no había nada que lo llenase más que la admiración de Deku. Porque Deku era inútil, débil y un llorón. Porque Deku no podía hacer nada sin él. No era nada sin él.
Bakugo se sentía como si su existencia fuera lo único que mantenía a Deku en pie, como si fuese lo único que todavía ataba a aquel inútil al mundo real.
Probablemente por eso le resultó tan desagradable y desquiciante la primera vez que Deku mostró admiración por alguien que no era él. La primera vez que Deku quedó embelesado por All Might. Cuando su mundo, en el que hasta entonces solo habían sido ellos dos, se expandió.
Bakugo admiró a All Might en algún momento, pero esa admiración pronto se convirtió en celos. Porque tenía todo lo que él siempre había ansiado: tenía la admiración de Deku.
Deku, que hasta ahora solo lo había visto a él, ahora sonreía y se emocionada por alguien totalmente desconocido y, aunque odiase admitir, totalmente increíble.
Es cierto, Bakugo había admirado a All Might en algún momento, pero ahora solo deseaba una cosa: superarlo y demostrarle a su Deku a quien debía admirar en realidad.
Bakugo se convertiría en el héroe número uno, no, en el mayor héroe que haya habido en la historia, y le demostraría a todo el mundo, a la realidad misma, que no había nadie más increíble que él.
Le demostraría a Deku que se había equivocado cuando decidió dejar de mirarlo a él.
