Disclaimer: Los personajes de Junjou pertenecen a Shungiku Nakamura.

NdA: Bueno, vi Junjou hace un tiempo y m dio con escribir sobre ellos, pero estaba ocupada con mis otros fics así que… primer fic que escribo de este tipo, o sea, más 'ligero'. Sobre el fic, es un AU, en mi perfil explico por qué de estos fic así que si quieren leerlo, adelante ˆˆ. Ya, otra cosa del fic, es un posible OoC, advertidos están xD Y!! bueno, disfruten, gracias por leer de antemano y!! como ya dije, quizá las cosas sean un poco extrañas porque es un AU. Sin molestar más, los dejo con la historia.

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Sweet Surrender

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KnH.

Capítulo I: Declaración inesperada.

Habían pasado un par de meses desde que se había terminado su carrera en literatura; no podía negar que lo apasionaba, pero pensar en lo mucho que estaba costando conseguir un trabajo le molestaba sobremanera. Por su cabeza ya estaba pensando en utilizar su carrera anterior, pero no le llamaba la atención ejercer como abogado; por algo había decidido pagar otra carrera de sus propios ingresos como hombre de leyes.

Miyagi You suspiró resignado al ver que sus ahorros comenzaban a desaparecer rápidamente. Como de costumbre, y más cuando sus nervios estaban a punto de colapsar, encendió un cigarrillo y se tiró en su sofá intentando relajarse.

– ­Quizá sea tiempo de rendirme… – Sonrió mientras apagaba el cigarrillo ya completamente consumido. – Después de todo ser abogado me bonifica mucho más que un profesor…– Estaba notoriamente decepcionado ante esta reflexión, pero para nadie era desconocido que no se vivía de ideales apasionados, sino con dinero; por un momento deseó que aquel estúpido que dijo que el dinero no compraba la felicidad tuviera la razón. El pelinegro estaba a punto de rendirse cuando el teléfono sonó, interrumpiendo en la tranquilidad de su apartamento; se levantó denotando cansancio, aunque era más el mental que el físico, y tomó el auricular con desgano. –Diga… habla Miyagi…–

Ah ¿profesor Miyagi You? – Miyagi suspiró, estaba claro que era él, después de todo lo había dicho a penas contestó la llamada. –Asumo que sí. La verdad es que dudé un momento en llamarle porque como vi en su curriculum, no tiene experiencia como profesor pero supongo que el tener un título anterior le ayuda bastante en cuanto a referencias. Así que basándome en eso le tengo una oferta.

–Usted dirá…–

Mi hijo, bueno… no es el mejor en temas de literatura y está próximo a presentar su examen de ingreso. Así que se trata de ser su profesor particular, la paga será establecida en 50.000 yenes semanales y…

Miyagi dejó caer el nuevo cigarrillo que había encendido al escuchar la paga, y sobretodo a escuchar que eran semanales; pero recuperó la compostura nuevamente para continuar su conversación. –Es que es una oferta bastante tentadora; pero la verdad, ser

un profesor particular para que su hijo pueda pasar el examen de ingreso a una universidad es algo con fecha de expiración, y en mi situación actual estoy necesitando un trabajo estable; sobretodo porque la fecha de exámenes está pronta. –

Entonces…sumado a eso y dependiendo de los resultados… podrá sumarse a los profesores de la Universidad Mitsuhashi.

–Lo lamento, pero ya rechazaron mi solicitud de empleo en ese lugar así que dudo que su propuesta pueda ser válida. –

Lo sé, fui yo quien declinó aceptarlo por su inexperiencia. – Miyagi tragó saliva entendiendo a lo que se refería el hombre al teléfono. –Entonces Miyagi-san ¿Acepta mi propuesta?

Se quedó en silencio durante un tiempo más; después de haber estado buscando trabajo por meses en lo que lo apasionaba, recibía un llamado con una paga semanal bastante buena, sumado a una plaza en la Universidad que lo rechazó por su inexperiencia. Sí, realmente para él, Dios era infinito.

–Si es algo seguro lo del trabajo posterior, entonces sí. Acepto el trabajo. –

Fantástico. Entonces estaremos en contacto. Que tenga un buen día, Miyagi-san.

No alcanzó siquiera a decir adiós cuando la llamada estuvo finiquitada. Aún no podía creerlo, después de meses buscando un trabajo estable había conseguido uno por lo menos, interesante. Luego de estar sin reaccionar durante unos minutos, la sonrisa volvió al rostro de Miyagi You.

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Miyagi estaba estancado en la congestión; miró su reloj y bufó ante el notorio atraso que estaba sufriendo. Obviamente la primera impresión que daría no iba a ser la mejor.

Con este día se cumplía una semana entera desde que recibió el último llamado de su contratante para indicarle dónde debía encontrar al muchacho nulo en literatura; no estaba nervioso, había tratado con mucha gente durante el tiempo que estuvo ejerciendo su otra profesión, pero estaba inquieto; no quería que el muchacho le contara a su padre que llegó una hora tarde a su primera reunión de estudios, eso afectaría su propuesta de trabajo en la universidad.

Cuando por fin comenzó a moverse y consiguió un espacio más o menos amplio, aceleró sin prestar la mínima atención a los autos a su alrededor, y continuó su marcha hasta el parque donde se encontraría con el chico.

­–Maldita sea, por qué justo hoy debía haber tanto tráfico…– Hablaba para sí mismo mientras corría hasta el parque. En las cercanías del parque no había estacionamientos así que tuvo que dejar su querido automóvil unas cuadras antes. Se maldijo por su vicio en el momento que su carrera se hacía más pesada, y maldecía su poca fuerza de voluntad para dejarlo.

Cuando por fin llegó al parque comenzó a vagar con su mirada hasta que, sentado en una banca, vio a la única persona que coincidía con la descripción de un chico de preparatoria. Caminó hasta él recuperando el aire. –Ah… esto… – Sacó un papel de su bolsillo. –Takatsuki-kun. – El chico alzó la mirada y se quedó quieto, paralizado; Miyagi no entendía la reacción del muchacho, lo miraba como si estuviera sorprendido.

–Shi… Shinobu… mi nombre es Shinobu…–

–Ah, lo sé, Takatsuki-kun. –

–Dime Shinobu. – Miyagi alzó una ceja. Era un chico bastante extraño.

–Entonces, Shinobu. Mejor vamos a un sitio más cómodo, aquí no se puede estudiar. –

–S-Sí…–

Miyagi comenzó a hacer el camino de vuelta hasta donde dejó su vehículo, esta vez seguido por el chico extraño al que debía darle clases. Miró por el rabillo de su ojo al chico de cabello rubio; éste caminaba un poco más atrás que él, con la cabeza gacha y con sus manos empuñadas. Se preguntó qué tan terrible podría ser recibir clases extra de literatura para que el muchacho reaccionara de esa forma, pero ninguna respuesta lógica llegó a su cabeza. No le dio mucha importancia, quedándose con la conclusión más fácil: era un chico mimado que no aceptaba la idea de ser algo más torpe que los chicos de clase media.

–Sube. – Miyagi dijo mientras se dirigía hasta la puerta del conductor luego de haber abierto la puerta. –Vamos, no tengo todo el día para perderlo aquí. – Encendió el auto mientras esperaba que su alumno terminara de acomodarse en el asiento del copiloto.

Para Miyagi, el corto viaje hasta un restaurante pareció eterno, la compañía de ese chico era bastante molesta, no porque él hiciera algo, sino por el contrario; el chico ni siquiera hablaba, estaba simplemente con la vista baja. –Maldición…– Susurró encendiendo un cigarrillo. –Espera dentro, iré a estacionar. – El pelinegro dejó al chico en el frontis del restaurante y luego dobló en la esquina siguiente para poder estacionar su vehículo. Entró al lugar y se dirigió a una mesa al fondo, donde el chico esperaba con un libro en sus manos; afinó la vista y vio que se trataba de una historieta. –Con estas cosas no aprenderás nada. – Tomó la historieta y la guardó en su bolso mientras notaba que el aura del muchacho cada vez se oscurecía más. Realmente era un chico extraño.

–Miyagi. –

–¿Ah? –

–Devuélvemelo…– No prestó atención y llamó con su mano a la camarera, ordenando un café para él y algo de comida para el chico. –Te hablo, Miyagi. –

–Hey, mocoso, no seas insolente. De partida soy mucho mayor que tú, y si eso no basta, soy tu maestro, así que respétame como tal. –

–No lo haré. – En ese instante sus ojos se abrieron de par en par; aquel chiquillo lo desafiaba sin ningún pudor; había estado callado todo el camino así que jamás pensó que sería así. –Devuélvemelo. –

–Eso es todo, renuncio. – Miyagi se levantó dejando dinero sobre la mesa y lanzando la historieta en ella también, sin decir nada más salió del lugar dejando completamente confundido a Shinobu.

Estaba demasiado molesto, nunca un niño lo había irrespetado tanto; era un chico insoportable y realmente no tenía deseos de amargarse por culpa del carácter de su, ahora, ex alumno. Era una persona demasiado tranquila como para pensar siquiera en dejar que un simple chiquillo le hablara de ese modo.

Cuando por fin llegó a su automóvil, introdujo la llave para abrirlo pero entonces sintió que su ropa era jalada. Se volteó y vio, sorprendido, al chico mirándolo fervientemente, éste lo soltó y se separó un paso para poder verle bien, Miyagi se giró completamente, con su cigarrillo habitual en su boca; no había nada que tuviera que decirle al muchacho, ya se arreglaría con su padre, así que sólo guardó silencio mientras esperaba que el adolescente que se encontraba parado frente a él dijera algo.

–Miyagi. – Sus ojos estaban clavados en él. –Me gustas. – El silencio de nuevo se apoderó de la situación, el muchacho estaba quieto y mirándolo como si esperara la respuesta, mientras que Miyagi lo veía sin articular palabra alguna. Esa declaración era completamente sorprendente, un muchacho que apenas conocía de horas estaba mirándolo fijo y diciéndole que le gustaba; claramente tenía que ser una broma, un castigo que tuvo que cumplir jugando con alguno de sus amigos, era de plano una estupidez. –Dí algo. –

–Renuncio… de nuevo. – Miyagi dijo volviendo nuevamente a su estado normal, el muchacho lo miraba como enfadado. Se preguntó la razón, debía ser él quien se molestara por escuchar semejante idiotez.

–Miyagi, me gustas. –

–Ya, ya mocoso, ya oí tus desvaríos… ahora súbete, te llevaré a tu casa para hablar con tu padre sobre mi renuncia. – Sí, eso era lo mejor; si terminaba su trabajo ese mismo día no tendría que llamar a su padre para explicarle que renunciaba por que su hijo era un chico con una sexualidad dudosa y más encima sin respeto.

–Me voy solo. –

–¡Ah! Develas tu personalidad odiosa, y sueltas esta cantidad de estupideces inmaduras y luego te vas, eres un mocoso inmaduro. – Shinobu se volteó con sus facciones endurecidas por el enojo, el mayor de los dos deseó no haber soltado su molestia de esa forma infantil porque al parecer, el muchacho no aceptaba su visión de las cosas. Sin embargo, y para sorpresa de Miyagi, Shinobu simplemente comenzó a caminar en dirección opuesta a la que el pelinegro debía avanzar.

Para Miyagi era un encuentro demasiado extravagante para su acostumbrada normalidad.

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El rostro de Miyagi miraba horrorizado el desorden que él mismo había hecho; apenas llegó de su encuentro con Shinobu había comenzado a buscar el papel donde tenía anotado el número del padre del muchacho pero sin tener éxito en su misión. Tanteó sus bolsillos en busca de su paquete de cigarrillos y se congeló. No estaban por ningún sitio, ni el número ni su cajetilla; no podía tener tanta mala suerte, estaba seguro que quedaban por lo menos dos cigarrillos en aquella cajetilla, era imposible que la hubiese botado sin darse cuenta. Entonces comenzó a sudar al entender su situación, la cajetilla estaba guardada en su bolso… y de su bolso había sacado la historieta del muchacho para devolvérsela… y lo había hecho de forma impulsiva… contó hasta diez para tranquilizarse.

–Por qué a mí…– Su expresión era lastimera, su sonrisa estaba grabada en su rostro pero sus ojos parecían vidriosos, como si fuese a llorar en cualquier momento. –Qué he hecho de mal… es decir, soy un vicioso, parezco despreocupado pero sí me intereso en las cosas, soy un mujeriego, pero los hombres tenemos necesidades… por qué a mí… que alguien venga y me lo explique…– Pasó un tiempo considerable repitiendo este pensamiento mientras caminaba de un lado a otro, hasta que se paró en seco. Tenía decidido lo que haría al día siguiente, porque en ese momento sólo quería dormir. No podía hacer mucho sin sus amados cigarros. Iría a la universidad Mitsuhashi, renunciaría formalmente a su tarea de tutor y terminaría su relación con el chico. Nuevamente palideció al notar su pensamiento. –Relación… no tengo ninguna relación… Miyagi idiota, te hacen falta tus cigarros para hacer focus…– Antes de seguir pensando en su situación, tomó sus llaves y salió de su apartamento.

No se molestó en ir en auto, no lo necesitaba para ir a la tienda más cercana a comprar una cajetilla de cigarros; caminaba con cierta rapidez, no había almorzado pero poco le importaba en ese momento, sólo quería fumar.

Recorrer aquella tienda le producía cierto relajo, es que pasearse entre los pequeños pasillos sólo a mirar lo despejaba; pasó frente al sitio donde las cervezas estaban apiladas y lo pensó un momento antes de tomar un six-pack y dirigirse a la caja; pidió sus cigarros y pagó con suma calma, sonriéndole a la mujer que estaba tras caja, como siempre.

Salió del lugar con la bolsa en una de sus manos y con un cigarro ya encendido en la otra, disponiéndose a fumarlo; cuando una figura que estaba parada justo bajo la luz de un poste lo detuvo. La imagen era bastante irrisoria, como de película. El chico esperando a su enamorada en medio del camino… sólo que ahora no había enamorada, sólo un hombre adulto que intentaba no alterarse ante esto. Luego de recuperarse del shock inicial siguió caminando sin prestarle atención al muchacho mientras lo pasaba, sin siquiera mirarlo para no causarse más problemas.

Shinobu vio pasar a Miyagi sin siquiera dirigirle una palabra, se molestó demasiado puesto que había recorrido todo el camino para poder hablarle y él ni siquiera se detenía por un simple saludo.

–¡¡MIYAGI!! – el pelinegro escuchó el grito con su nombre pero siguió caminando, no podía detenerse. ­–¡¡MIYAGI YOU!!­– nuevamente el grito con su nombre, pero siguió con su paso tranquilo. –¡¡MIYAGI YOU, ME GUSTAS!! – sintió un escalofrío recorrer toda su espina, esta última frase había logrado parar su caminata pero no se atrevía siquiera a voltearse para ver al muchacho.

Shinobu corrió todo lo que Miyagi hubo caminado y lo pasó, poniéndose frente a él para impedir que siguiera su camino; se sorprendió al ver la cara del hombre. Estaba pálido, su boca estaba abierta pero no emitía sonido, y su mirada estaba ida, Shinobu estaba seguro que el alma de ese hombre ya no estaba con él. Armándose de valor, se acercó al hombre y posó sus manos en su pecho; sólo esto bastó para que Miyagi reaccionara por fin. Con un poco de violencia, sacó las manos de Shinobu y lo alejó.

–Ya está bien, mocoso. Te estás volviendo bastante molesto y eso que sólo nos conocimos esta tarde. –

–No quiero molestarte. –

–¿Entonces qué quieres? No me salgas con esto de que te gusto porque es una soberana estupidez. –

–Miyagi…–

–Shh… aquí no, tus gritos ya llamaron demasiado la atención.- Miyagi miró a su alrededor, eran bastante notorias las personas que miraban curiosas tras sus cortinas. El maestro de Literatura tomó una bocanada de aire, sabiendo que lo que diría a continuación quizá era un error. –V-vamos… a mi apartamento…–

Los ojos de Shinobu parecieron iluminarse ante esta invitación, aunque para Miyagi no era algo importante, sino una forma rápida de salir de ese sitio donde comenzaba a sentirse MUY observado.

Ambos comenzaron a caminar lo que quedaba hasta el apartamento de Miyagi; el joven Shinobu con su rostro serio pero con sus ojos resplandecientes, y el mayor de ambos con una sonrisa sombría, y la derrota impregnando cada facción.

Deseó entonces no haber hecho aquella 'invitación' porque ingenuamente había sellado su 'destino'…

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NdA: Otras notas de mí… ojalá les haya gustado, está recién comenzando. Me dejan sus comentarios y todo eso.

Desde las sombras se despide. KnH.