Disclaimer: Ni Naruto, ni sus personajes me pertenecen, son propiedad de Masashi Kishimoto.


Bien, primer capítulo, segundo long-fic… y me siento rarísima de estar aquí.

Debo decir que la idea central de este fic me ha torturado desde hace mucho, y luego de las cof-amenazas-cof… amables peticiones de muchos, que me han hecho saber, que vale la pena seguir, me atrevo a poner esto en la red.

Tengo que aclarar también, que esta historia se ubica después de la cuarta guerra ninja y contiene spoilers a la orden del día.

La pareja central son Naruto y Hinata, y cualquier otra será meramente secundaria.

Y ya saben, intentare mantener a todos los personajes IC y respetar el canon. Ya me dirán si lo logro o no.

Ahora sí, dejo de quitarles tiempo, y los invito a que disfruten de la lectura :)


MEMORIES

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Capítulo 1

Los proscritos y el hada madrina

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Hinata se repitió mentalmente las órdenes de su padre, mientras saltó con rapidez de un árbol a otro.

Desde que Hiashi se había marchado a Kirigakure, por orden de la Hokage, ella se veía usualmente obligada a salir seguido de la aldea, para receptar e impartir órdenes para el clan, o para llevar mensajes de su padre hacia Tsunade o viceversa.

Tuvo que retirarse un par de rebeldes mechones de cabello que volaron a su cara producto de la rapidez de su paso, fue entonces cuando un estremecimiento la invadió.

El cielo se teñía de un intenso azul añil, y ella aun no atravesaba el último tramo del bosque para llegar a la frontera de Konoha.

Decidió que lo mejor, seria apresurar aún más el paso, y salir de ahí cuanto antes. Ese trecho en particular tenia mala fama, cuatreros, mendigos y demás, se refugiaban ahí, y aun ella siendo una kunoichi, no se sentía segura en ese lugar.

Además, prefería evitar el uso de la violencia innecesaria. Eso no iba con ella.

Continuó con la ruta trazada, teniendo la sensación de ser observada desde algún lugar oculto, la maleza se volvió más espesa y la escasa luz, se hizo ausente. No podía evitar mirar por encima de su hombro constantemente, terminó por pegar un gritillo cuando finalmente una lechuza pasó al frente suyo volando a través del bosque.

Bajó del árbol con un salto y con una vista rápida investigó de donde había salido el animal, no era normal que aves tan serenas como esas, hicieran vuelos tan bruscos. Pudo observar entonces, una especie de gruta formada por varias ramas de árboles enredadas de forma grotesca. Le hubiera bastado agacharse un poco para entrar por debajo de aquel puente natural, si lo hubiera querido, pero era algo que realmente no deseaba.

Solo quería irse de ahí, lo más pronto posible, sin embargo tuvo que replantearse la situación al escuchar un ruido, proveniente del oscuro nicho.

Hinata ahogó un grito antes de tragar saliva, y tomar algo de valor, al paso, sacó un kunai de su bolsa de herramientas atada a su pierna derecha.

—¿Hay… alguien allí? —preguntó sosteniendo el kunai frente suyo. No obtuvo respuesta, sin embargo un nuevo sonido, menos intenso, se presentó. Fue entonces cuando deseó fervientemente que Kiba o Shino la hubieran acompañado, como lo habían hecho en anteriores ocasiones. Respiró profundamente antes de decirse a sí misma, que estaba sola, que debía ser fuerte, y que muy probablemente se tratase de otra lechuza, o una ardilla.

O tal vez no.

Colocó el kunai en su lugar, y luego de hacer los sellos correspondiente, activó el byakugan, dispuesta a noquear a cualquiera que estuviese dentro de aquel refugio. Aunque en la práctica, le temblaban las rodillas.

Volvió a sacar el kunai y lo sostuvo con relativa firmeza, dando unos pasos hacia la cueva. El corazón se le detuvo momentáneamente al distinguir el chakra de la persona que se ocultaba. Bajó el kunai, y no dudo en correr dentro de la cueva, desactivando su kekkegenkai.

Fueron unos minutos largos hasta llegar a su destino, y confirmar sus sospechas.

Con cautela, Hinata avanzó unos últimos pasos, observando a una distancia prudencial una figura doblada en dos, a duras penas apoyada en una de las paredes formadas por troncos de enormes árboles y musgo.

El corazón se le paro en seco y se dejó caer sobre sus rodillas emocionada, quedando a la misma altura del individuo.

—¿Naruto kun? —musitó Hinata con voz dulce y emocionada. El susodicho giró el rostro hacia ella, permitiéndole ver algo más que su perfil, pero regresó el rostro en el acto.

Era él, sin duda. Naruto Uzumaki, cabello rubio desordenado, ojos azules, ropa naranja, sucia y andrajosa.

El pecho se le oprimió al verlo tan cambiado, sin la seguridad y vitalidad de siempre, con el cabello desgarbado. Lo único que permanecía igual, y que agradeció con el alma, fueron sus brillantes y vivos ojos azul cielo.

Habían pasado un par de años desde el final de la Cuarta guerra mundial shinobi, y con ella, la deserción de Naruto de Konoha, todo en su afán de traer a Sasuke de vuelta a casa.

Y partirle a ella el corazón por no saber nada de él.

Después de la derrota a Madara Uchiha, el mundo ninja había vivido un corto periodo de tensa paz. La Alianza Shinobi, siguió en pie, pero orientada de manera diferente. Cada aldea había retomado su vivir independiente, no sin dejar un miembro que vigilase a sus pares, un embajador a nombre de cada aldea. Como el caso de la representación de su padre, a nombre de Konoha, en Kirigakure. Existía desconfianza total, entre todas las naciones shinobi.

Esos habían sido los estragos de la guerra.

Sin embargo, en el momento actual, eso carecía de relevancia. Solo le importaba Naruto, así que no dudo en colocar con vacilación, una de sus manos en el hombro de él, solo para sentir un minuto después algo apuntarle a la nuca.

—De-ja-lo —era la voz de una mujer, cansada, pero firme ante su deber. Pero Hinata también tenía un compromiso propio, así que a una velocidad envidiable se puso de pie para encarar a su rival. Sus ojos albos tintinearon incomprensibles al ver de quien se trataba.

Era Sakura. Haruno Sakura, de quien se rumoró había acompañado a Naruto en su búsqueda de Sasuke, lo cual comprobaba ahora, era cierto, pero no era la misma joven a la que recordaba. Al igual que con Naruto, Sakura lucia diferente. Pálida, ojerosa, más delgada, tenía el cabello enmarañado y la ropa desgarrada y mugrienta.

Dos kunais se siguieron manteniendo en pose defensiva.

—¿Qué… qué hacen aquí, Sakura san?

—Yo podría preguntarte lo mismo —repuso ella, aferrando con más firmeza el kunai, mientras Hinata tembló. No tenía tantas agallas como la kunoichi de cabello rosa—. ¡Te ha enviado Konoha!

—¡No! —se defendió—. ¡Un animal me asusto… yo quise averiguar… yo entre! —contestó a prisa sintiéndose ridícula— ¿Ustedes? —volvió a mascullar.

—Esperando…

Jadeó Sakura antes de bajar el arma y apoyarse a lado de Naruto. Conocía a Hinata, y sabía que era incapaz de prestarse para una tetra tan sucia. Más si esa tetra consistía en dar a Naruto en bandeja de plata, para los intereses de la Alianza Shinobi, que hace mucho, se había desviado de sus verdaderos objetivos.

—Vete Hinata —aconsejó Sakura—, este lugar no es para ti. Olvida que nos has visto —Hinata aferró el kunai contra su pecho, estremeciéndose al escuchar el tono de voz de Sakura, el temor era palpable.

Hinata desvió la mirada hacia Naruto, e hizo saltos intermitentes de un ninja a otro. Tuvo la extraña certeza de que ambos llevaban tiempo en ese lugar. Dio un vistazo rápido a su alrededor y descubrió unas mantas viejas en un rincón, algunas compresas y restos de comida en distintos estados de descomposición.

Obviamente se estaban ocultando, con Konoha tras ellos no debían tener más opción. Sin embargo, ninguno era la sombra de lo que debía ser.

Naruto había observado de reojo a Hinata desde el inicio de su conversación con Sakura, e intentando deducir sus pensamientos se incorporó, momento en el cual un profundo dolor azotó su rostro, sintiéndolo con demasiada intensidad, como para importarle que Hinata lo viera.

—Naruto —intentó ayudar Sakura, pero el rubio no le prestó atención. Estaba demasiado sumergido en el dolor.

—¡Vete esto es peligroso para ti' ttebayo! —pronunció con toda la escasa fuerza que tenía. Hinata se sintió dolida, y rememoró una vez más la ocasión, en la que de una forma ilusa, se lanzó a la batalla contra Pain, sin importarle nada, todo por protegerlo. Misma ocasión en la cual Naruto, había tratado de correrle, y ella se había negado.

Y si se trataba de protegerlo, se volvería a negar.

—Están heridos. Debemos ir al hospital —pronunció guardando definitivamente el kunai.

—¡No! —rezongó Naruto mirando la silueta borrosa de Hinata. No valía la pena involucrar a una persona tan preciada para él. Suficiente era el ver a Sakura al borde de un colapso, como para ahora involucrar a Hinata, la única chica que estaba dispuesta a entregarle un amor sincero, que él no podía corresponder.

Lamentaba ser tan idiota.

—Naruto —susurró tenuemente Sakura. Sentía que su compañero de armas, estaba siendo demasiado grosero con Hinata. Él solo le devolvió una mirada suplicante.

—Pero… —pronunció incrédula—. Están heridos… debemos ir a un hospital.

—No podemos —tomó la palabra Sakura, sin quitar su mano del hombro de Naruto—. Konoha nos persigue…

—Cierto —admitió Hinata decepciona, pero cavilando otra posibilidad—. En una aldea más pequeña, quizás…

—No —Naruto volvió a intervenir, sintiendo una punzada de dolor mortífera en su vientre.

—¡Naruto kun! —exclamó Hinata tendiendo una mano para tocarlo.

—Naruto —intentó darle ánimos Sakura.

Ellos nos encontraran… —jadeó una vez más el ninja de Konoha.

—¿Ellos? —Hinata sentía su corazón bombear mucha sangre, sin embargo no se sonrojó, ni sintió mareo alguno. Su preocupación por el bienestar de Naruto vencía el miedo propio a la convivencia con él.

—Akatsuki —contestó él, sintiendo un estremecimiento de pies a cabeza.

—Pero —musitó sorprendida—… nosotros vencimos a Madara Uchiha.

—Vencer no es lo mismo que matar —intervino Sakura—, y mientras él esté vivo, no habrá paz.

Hinata comprendió las palabras de Sakura. Konoha los perseguía por alta traición y Akatsuki por el Kyūbi. No tenían donde refugiarse.

Hinata pensó, que si tan solo Naruto y Sakura hubieran olvidado a Sasuke, el criminal más buscado por todas las naciones ninja, por haberse tratado de uno de los principales aliados de Madara Uchiha, Konoha y las naciones aliadas, no los perseguirían.

Si lo hubieran olvidado, tal vez todo sería diferente, concluyó con dolor.

—Debe haber algún lugar —apremió Hinata reprimiendo sus reflexiones.

—No —corroboró Sakura, Naruto chirrió los dientes.

Hinata apretó los labios. Necesitaba ideas urgentemente. No podía dejarlos tirados ahí, no era ético, ni humano, además, se trataba del bienestar de Naruto. Era entonces, cuando la idea de centenares de jounins rodeando el hospital de Konoha, la asaltaba. Se froto la sien, cerrando los parpados.

'Que tal Amegakure'. Pensó. Era una aldea cercana, pequeña, oculta e industrializada, debía haber muchos hospitales, fue en ese preciso momento que cayó en cuenta que uno de los refugios de Akatsuki estaba ahí. Con su puño golpeó uno de los troncos frustrada.

—Vete Hinata, no hay manera —rogó Sakura otra vez.

Hinata se sintió terriblemente fracasada e inútil, ni siquiera podía tenderles una mano a sus amigos. Rememoró cada instante en el cual se sintió insignificante para todos, y comprendió que ahora corrían tiempos distintos, y que su deber era ser más fuerte.

—No —respondió a la negativa de Sakura, ganándose una mirada lánguida de Naruto—. No se pueden quedar aquí, podrían morir desangrados, de hambre o por cualquier enfermedad —observó en ese instante una rata correr a prisa —que contagien las ratas —completó la frase.

Naruto se encogió más sobre sí mismo, antes de avanzar un paso hacia Hinata, ella le miró estupefacta por la cercanía entre sus rostros, y recordó el momento en el cual, dentro del hospital de Konoha, cuando ella apenas era una adolescente de trece años, se le ocurrió visitar a Naruto, para intentar sorprenderlo con un ramo de flores, al final, las cosas se habían suscitado al revés, y ella había sido la sorprendida, golpeándolo en el acto, por la impresión.

Pero en ese momento los ojos de Naruto no tintineaban curiosos. Su vista estaba pérdida y temblaba ligeramente. Parecía próximo a un estado de shock.

Y eso no era bueno.

—¿Naruto kun? —le llamó Hinata angustiada. Lentamente, él movió los ojos hacia ella, pero no pareció verla.

—Te he dicho que te largues, Hinata —logró decir con voz ronca.

—¡Naruto! —lo reprendió Sakura instantáneamente por su insolencia.

Él escuchó su voz, apenas un murmullo de enfado, atravesando las brumas del dolor que se esparcía por su cuerpo. Respiró con desesperación, tratando de calmar el dolor que le llenaba, no obstante, no fue suficiente. Sencillamente se desmayó, cayendo sobre Hinata, quien apenas de la sorpresa lo acogió entre sus brazos.

—¡Naruto! —llamó desesperadamente Sakura, sin dejar de sujetarse el hombro izquierdo.

—¡Naruto kun! —se unió Hinata a la súplica desesperada.

La kunoichi de cabello rosa se desató en llanto. Era suficiente, tenía que aceptar de una vez por todas que necesitaban ayuda urgentemente, se tragó el orgullo. Debía pensar en salvar a Naruto, aunque este se enfadara cuando despertase.

—No le hagas caso —habló Sakura. Obteniendo toda la atención de una Hinata sofocada por los hechos, quien la miró comprensivamente—. Necesitamos ayuda —se mordió el labio sintiéndose tonta, y tuvo que admitir, que hasta cierto punto, seguía siendo la molestia, que alguna vez había dicho Sasuke que era.

Por su parte, Hinata contesto con un: —¡Sí! —asintiendo con ímpetu.

Aunque no tenía ni una miserable idea de adonde ir o a donde llevarlos.


¿Qué tal?

Horrendo. Tal vez, ya me lo dirán.

Y no olviden, que todo review es bien recibido, y toda duda será respondida.

Desde ya, ¡mil gracias por leer! ^.^