Para empezar una pequeña aclaración: nosotras no somos J y K, ni JKR y Owling, ni nada por el estilo. Así que no, lamentablemente, estos personajes no nos pertenecen (el público emite un 'ooooooh…'), sino que son de la señora Rowling (levantémonos, por favor) y la Warner (guardemos los monederos, por si acaso), pero los vamos a utilizar todo lo que nuestra imaginación pueda. ;)
Y así, sin más, el capitulo 1… tachan-tachaaan
CAPÍTULO 1: EN EL QUE GINNY INTENTA CONVENCER A HERMIONE
- Que no, Ginny, que no – dijo Hermione un poco molesta – no sigas insistiéndome.
- Vaaamos... ¿qué puedes perder?
Hermione suspiró. Se encontraba en la sala común de Gryffindor intentando acabar sus deberes de Aritmancia cuando entró Ginny y le volvió a insistir por enésima vez. Hermione estaba muy feliz de que Ginny fuese una de sus mejores amigas, pero últimamente se estaba poniendo un poco pesada.
- Vengaaaaa... por favoooor... Hermioneeee... - volvió a probar suerte Ginny.
- Oh, no, eso sí que no... nada de lloriqueos... - dijo Hermione volviendo a centrarse en sus deberes.
Hermione hizo caso omiso de su tono triste y su cara compungida, sabía que sólo era una estrategia para que aceptara su propuesta. La conocía muy bien. Ginny llevaba desde casi principios de curso insistiéndole con lo mismo. ¡Y ya hacía dos meses! Aunque llevaba tres días casi insoportable. No, definitivamente los lloros no iban a convencerla esta vez.
- Yo pensaba que eras mi amiga... - dijo Ginny poniendo cara triste.
-¡Y lo soy! – respondió Hermione rápidamente.
- No... si fueses mi amiga vendrías conmigo... además... hay algo que te podría interesar... - dijo la pelirroja todavía con cara triste mirando de reojo a Hermione - pero no... es igual... ya has dicho que no quieres... así que no podré convencerte...
¿De qué estás hablando?
- ¿No te das cuenta de que la PEEDO está un poco parada últimamente?
- Sí. ¿Y?
- Pues... seguro que ellas también quieren apuntarse…
Hermione dejó de mirar el libro y observó a Ginny. Aquello empezaba a sonar bien.
- ¿Tú crees? – preguntó esperanzada Hermione.
- Sí... es muy probable… pero... - dijo Ginny tristemente levantándose de la silla – no... ya me has dicho que no y no me gustaría insistirte más, que al final te vas a sentir mal. Bueno, luego nos vemos, voy a mi cuarto.
Ginny se giró, dándole la espalda a Hermione. Sonrió victoriosa y dio un par de pasos.
- ¡Ginny!
- ¿Sí, Hermione? – contestó con voz apagada.
- No te vayas, espera un momento.
Hermione se puso a pensar. Quizá Ginny estaba en lo cierto. Quizá las chicas no pensarían que la PEEDO era una idea absurda, como creían Harry y Ron. ¿Y si la ayudaban? ¿Y si conseguía recaudar más fondos? Con más dinero podría dar a conocer la PEDDO en todo Hogwarts, luego la voz se correría por Hogsmeade y por todo el mundo mágico. Los elfos domésticos aceptarían sus nuevos derechos, las nuevas leyes que se promulgarían (por supuesto, ideadas por ella), y serían libres de cambiar de trabajo, y de cobrar su sueldo. Se llamarían elfos simplemente, sin necesidad de decirles domésticos. Se reconocería su labor ayudando a esas pobres criaturas y...
- Está bien Ginny, acepto.
La pelirroja se giró rápidamente con una sonrisa de oreja a oreja y sin rastro del aspecto triste de momentos antes.
- ¡Lo sabía Hermione! Sabía que podía contar contigo. Eres un sol. Voy corriendo a decírselo a las demás. ¡Hasta luego!
Y se fue corriendo por el retrato de la señora gorda, justo cuando entraban Harry y Ron y se acercaban a ella.
- ¿Porqué Ginny lleva esa cara de felicidad? – preguntó Ron.
- No sé como lo consigue, pero siempre me acaba convenciendo. – pensó Hermione en voz alta.
- ¿De qué te ha convencido? – dijo Harry.
- De nada que podáis saber vosotros, chicos – respondió con una sonrisa.
- Uuuh... secretos de chicas... - susurró Ron con una mirada pícara a Harry, lo suficientemente alto para que Hermione también le oyera.
- Sí, algo así. – dijo ella. – Y ahora si me perdonáis, voy a subir a mi cuarto a por otro libro.
Y diciendo esto, se fue por las escaleras.
- Yo tampoco entiendo como Ginny la consigue convencer siempre. – dijo Harry.
- Lo peor es que no sólo convence a Hermione... - se resignó Ron.
