Buenas, buenas. ¡Sean bienvenidos a mi nueva creación! xd. Esta historia nació como un reto que acepté, hecho por Alice Casterwille en el foro Betterfics (el link está en el perfil). ¡Espero que les guste!
Hércules y los demás personajes no me pertenecen, son, originalmente, de la mitología griega, pero yo me baso en la película producida por Walt Disney Pictures.
Lluvia de sensaciones.
Junto a Megara había sentido demasiadas cosas.
Felicidad al conocerla, al ver que era una chica increíble, original y divertida, una como pocas.
Desilusión al sentirse traicionado por ella, al enterarse que trabajaba para Hades y todo había sido desde el principio una trampa, una mala jugada.
Tristeza al verla morir aplastada por la columna donde él debería de haber muerto, y, a la vez, gratitud y amor —sí, lo admitió en ese preciso instante, para sí mismo— hacia ella y su valentía, su actitud decidida.
"A veces se hacen locuras por amor" le había dicho ella al ser aplastada, y eso mismo fue lo que le motivó a ir a salvarla cuando estaba su alma nadando en el inframundo, cuando él se sintió dominado por la desesperación de saber que, si no llegaba a tiempo, podría morir, y deseoso de tener el alma entre sus brazos y regresarla al cuerpo de la mujer que, muerta, lo esperaba fuera.
Finalmente, el gozo se hizo en él, cuando fue al Olimpo y sus padres le concedieron que pudiera volver a la tierra con ella, con la mujer que amaba.
Junto a Megara había conocido todo tipo de sensaciones, algunas gratificantes, algunas no tanto, pero ninguna, ninguna como la que lo abordó esa mañana cuando su chica le dio la mejor noticia de todas.
—Hércules, estoy embarazada.
Ahí se sintió morir de todas las sensaciones anteriores. Feliz de saberlo, deseoso de verle nacer, triste de pensar que, ahora, Meg no sería exclusivamente para él, y, a la vez, se sentía desesperado por saber si sería o no buen padre.
Pero, sobre todas las cosas, sintió gozo de nuevo.
De saber que, ahora, tendría una familia para él solo.
—Hércules, ¿en qué piensas? —preguntó Megara, sacándolo de sus ensimismamiento.
—En ti y en el bebé —dijo sincero.
La chica rió.
—Ay, Herc, no te preocupes, seguramente será pan comido —él tragó—. No me digas que el señor salvador del Olimpo, de los dioses y de toda Grecia está asustado por tener un hijo —inquirió, levantando una ceja.
—¿Y-Yo? ¡Pf! ¡Pamplinas, Meg!
Entonces estalló en carcajadas. Cuando se detuvo lo miró y le sonrió.
—Te amo, fortachón —él sonrió.
—Y yo a ti.
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Amo esta pareja, los amo, de verdad. Eso tiene que ver en el porqué acepté el reto de Alice.
Espero que les haya gustado.
Saludos y comenten, claro, si no quieren que Harry haga lo suyo. ;)
BESOS.
