Disclaimer: Dragon Ball le pertenece a Akira Toriyama.
Si supieras.
Su madre no entendía por qué Pan, tan triste, había abandonado Paoz y la Cuidad del Este para siempre. La muchacha no le dijo nada, no le dio razón alguna; simplemente preparó sus maletas y salió de casa, y ni ella ni su padre pudieron detenerla.
Esa misma tarde, Videl entró en la habitación de su hija y comenzó a observarla con nostalgia. Allí Pan había crecido, podía recordar cada cuento para dormir, cada luz medio encendida por los "monstruos" que vivían debajo de esa cama. Recordaba cada charla motivacional que se había hablado en ese lugar, cada beso después de una discusión que ella había ido a depositarle en la frente a su hija. Las lágrimas le llenaron las cuencas y no pudo evitar que salieran, así que simplemente se sentó al borde de la cama y comenzó a llorar, quedándose dormida.
A la mañana siguiente, Videl no quiso salir de la habitación. No sabía qué hacer exactamente, así que comenzó a buscar alguna posible pista que le aclarara el por qué de la partida de Pan. Buscó entre los cajones vacíos de ropa, en el clóset y debajo del lecho, pero no encontró nada.
Rendida, estaba dispuesta a irse cuando vio una pequeña caja de madera en una repisa. Recordó que era muy preciada para su hija y decidió revisarla. En ella encontró muchas cartas y, curiosa, se sentó de nuevo sobre el borde de la cama para leerlas.
Sacó la primera, sin destinatario, y se dispuso a saber su contenido.
Querido… (?)
Qué puedo decir. Esta es la primera carta que he escrito en toda mi vida. Ya no soy una adolescente que escribe notitas y se las hace llegar al chico que le gusta, entre risas tontas compartidas con las amigas. No, yo no hago eso. Sin embargo haré algo que puede sonar aún más patético: simplemente escribiré estas cartas, más nunca te las enviaré. Jamás las leerás y nunca hablaré sobre ellas. Se quedarán guardadas en ese pequeño cofre de madera que una vez mi abuelo talló para mí, hace ya bastante tiempo. Se quedarán en silencio, sin gritar a viva voz todos los secretos que plasmaré en ellas. Se quedarán calladas. Y esperaré el día en que pueda simplemente olvidarme de que las escribí, de lo que siento; espero que plasmar mis sentimientos en estas estúpidas cartas haga que se evaporen como ese bostezo frío que lancé el día en que te volví a ver. Oh, lo recuerdo muy bien, más de lo que quisiera, en verdad.
Estaba comenzando el invierno, aquél en el cual ya tenía catorce años. Ni siquiera me imaginaba lo que mis ojos llegarían a observar. Y eso eras tú, Oob, caminando al lado de mi querido abuelo. Yo estaba sentada en el umbral de la puerta, escondiendo en el suéter mis manos enfundadas en esos mitones negros que la abuela me regaló un año atrás, tejidos por ella misma, mientras el frío matinal comenzaba a corroerme los huesos. Levanté la vista un segundo y el mundo pareció desfallecer como sucede después de un meteorito o una bomba nuclear, o sencillamente por mirarte. Pasé diez largos años visualizando en mi cabeza el momento en el que mi abuelo regresara a casa. Lo vi mil veces, lo ensayé otras mil más. Había practicado cada una de las palabras y expresiones al verlo llegar. Pero todo se fue al carajo por la simple visión de ti. No me lo puedo explicar, aunque tenga ya veinticuatro. Y lo curioso es que desde siempre te había odiado, siempre te había echado la culpa de todo lo mal que estaban nuestras vidas. También había ensayado la pelea que tendríamos de volvernos a ver. Juré, a los seis años, que te retaría a un duelo y te vencería, iba a acabar contigo. Quería matarte, Oob, me hervía la sangre por matarte. Pero, al igual que la imagen que tenía del momento, todo se echó a perder cuando te vi, no sé por qué. Quizá fue tu hermosa piel acaramelada. O esa sonrisa traviesa que adornaba tus labios. También pudo ser tu cabello, o tu cuerpo bien trabajado. No tengo ni la más mínima idea de lo que provocó ese bostezo. El aire salió caliente de mi boca, creando una voluta de vapor que se elevó frente a mí, haciéndose cada vez más pequeña con la altura que tomaba, hasta desaparecer. Mis ojos se quedaron muy abiertos, tanto que creí que me brotarían de las cuencas, y ahí en la puerta me hice pequeñita, muy pequeñita, y quise desaparecer como ese bostezo. De la nada, mi abuelo pasó a segundo plano.
Por instinto, me puse de pie, y cuando mi abuelito estuvo frente a mí, lo abracé lo más fuerte que pude para por fin lograr apartar la vista de tu piel, de tu sonrisa, de tu cabello, de tu cuerpo. Pero mis ojos, sin querer, buscaron los tuyos, y juraría que no me salió esa mirada de odio que tanto había practicado. Tú me miraste Oob, tus ojos negros, negros, posados en los míos de igual color. No hablaste, no dijiste nada. Y no volviste a mirarme de la misma manera; con los ojos bañados de ternura. Desde luego, pensé y lo sigo pensado, que tú de veinte no te fijarías en mí de catorce. Y eso me hizo querer desaparecer como el bostezo frío de esa mañana, Oob, si supieras cuántas veces quise desaparecer…
Continuará...
¡Hola!
Aquí les traigo una nueva historia. Bueno, es algo que se me ocurrió cuando me puse a pensar, ¿Qué pasaría si fuera Pan la que se enamorara de Oob, y no al revés?
Todas las historias que he escrito y he leído sobre el OoPan tienen casi el mismo argumento; Oob siempre ha estado enamorado de Pan. Pero realmente me puse a analizar cómo se sentiría ella si sus sentimientos hacia a él no fueran correspondidos. Y, como me gusta, siempre he querido darle en la torre y decidí escribir una serie de cartas para expresar esos sentires. A mí me ha pasado esto muchas veces (amores no correspondidos) y realmente fue interesante pasarle todo el drama y el dolor a la muy fuerte señorita, nieta de Goku.
Una gran ventaja sobre esta historia: ya tengo unas cartas escritas desde hace mucho tiempo, y creo que ya ha llegado el momento de que vean este horrible mundo de los fics por vez primera. Así que ya los estaré sacando de mi "horno" personal (?)
Y pues nada. Solamente espero que les guste lo que leen y que sea de su completo agrado. Ojalá les llegue...
Si no duele, no sirve (y esto aplica para todo XD)
Muchas gracias a ti, que me lees.
Nos leemos en la siguiente carta.
¡Ciao!
