Capitulo 1

La Tentacion

Siempre me han fascinado los humanos. Su forma de ser, su manera de ver la vida. Es tan sorprendente el ver como son capaces de superarse luego de sufrir lo innombrable.

¡Que fueron creados como nosotros los dioses! Claro que si, pero lo que no podia ni era capaz de imaginar, era un sentimiento que nosotros los Dioses, olvidamos hace muchos milenios.

Un sentimiento tan bello y que no queriamos ni soñar. ¿Por que? sencillo, ese sentimiento nos debilita, nos hace vulnerables y faciles de manejar. Y si es asi, por que los humanos esperan con tanto entusiasmo el enamorarse.

Es una interrogante que aun siglos despues de mi nacimiento conservo.

Caminando por las calles de Paris veia a miles de parejas abrazados, sonrientes y totalmente enamorados. Algunos no pasaban de los fugaces besos, otros en cambio se exploraban sin tapujos en plena calle y luz del dia.

Como habian cambiado los humanos.

A lo lejos divise a una chica. Parecia triste. Y alguien triste en medio de tanta felicidad llamo mi atencion.

Mis pies se dirigieron hacia donde ella se encontraba. Una muchacha de largos y lacios cabellos azabaches, de ojos tan verdes como los prados en la primavera y tan brillantes como las estrellas en el cielo nocturno. Su piel tan blanca como la fria nieve en el invierno y tan sedosa como la fina seda. ¡Ahi! y esos finos y tan bien esculpidos labios, tan rojos como las cerezas. Esta portaba un vestido verdoso, el mismo hacia que sus ojos refulgieran solos. Su calzado eran unas sencillas sandalias, tambien verdes.

Tome asiento a su lado, coloque mi mano sobre la suya y aun admirando a tan bella ninfa le dije

- ¿Por que tan triste?

Esta me miro con una seductora sonrisa, pero esta se extinguio casi al instante.

- Mi señor Ares, pero ¿Que hace usted en el mundo de los humanos?
- La pregunta es ¿Quien eres tu?
- Yo soy uno de los 7 Pecados capitales

- La lujuria (dije yo)
- Si, mi señor (dijo ella bajando la vista)
- Esto es obra de Hades (Dije sumamente molesto)

Uno de los demonios superiores del inframundo. El demonio de la Lujuria, y yo casi caigo en sus redes. La chica bajo la cabeza apenada mientras me pedia disculpas inaudiblemente. Yo solo le sonreí, la mire y le indique que siguiera con su trabajo.

La vi levantarse del banco donde estabamos sentados y perderse entre la multitud.

Mi mano se dirigio a mi pecho, inconscientemente, sentia un calor en el interior que nunca habia sentido.