CAPITULO 1
Alice contemplo asqueada a las cuatro criaturas que se mecían en el centro de la sala. Se encontraban custodiando los medicamentos mientras esperaban a que algún tonto cayera ante ellos y pudieran así tomar una buena ración de carne fresca. De hecho, ella era posiblemente la siguiente tonta que caería delante ellos, ofreciéndose cual suculento chuletón ante furiosos lobos hambrientos.
Apretó el fusil contra su pecho vendado y evaluó sus opciones. Bien podría liarse a tiros -lo que también supondría atraer a muchos más de ellos- o lanzarse en plan guerrera con los dos cuchillos que guardaba en sus botas apuntando directos a sus podridos cerebros. Frunció el ceño y miro a Aarón, que se encontraba a su lado con la peluda cola castaña escondida entre las patas. Este le devolvió la mirada mientras ladeaba la cabeza, interrogante. Alice le mostro ambos cuchillos y señalo a los zombis con ellos, pero el perro se limito a observarla sin comprender.
No pudo evitar bufar disgustada, llamando la atención de los sujetos al otro lado de la mesa en la que se escondía. Maldijo en alto, ya importándole un carajo que pudieran oírla, y se levantó de su escondite. Avanzaban hacia ella dándose empujones entre ellos y gimiendo ansiosos. Alice se decidió finalmente por la segunda opción y se lanzo contra el más cercano a su posición. Le hundió uno de los cuchillos en el cráneo. Trató de ignorar el repugnante sonido de succión cuando lo extrajo con dificultad y se dispuso a atacar al siguiente.
Cuando acabo con el resto, prosiguió con lo que había venido a hacer y busco entre las estanterías. Suspiro aliviada cuando encontró el maldito paquete de compresas y recordó cuan cotidiano era antes tener siempre un par de paquetes a manos.
El frio viento invernal golpeo su rostro y revolvió sus cabellos cuando abandono la farmacia. Se concedió unos minutos para mirar su reflejo en el cristal del escaparate. Estaba peor que horrible; Su corto pelo rojizo estaba apagado y sin brillo, la piel pálida de su rostro se encontraba cubierta por una gruesa capa de suciedad y por el olor que desprendía necesitaba claramente un buen baño con jabón y agua caliente.
Anheló volver a aquellos tiempos en los que los hombres la deseaban, con sus largos cabellos pelirrojos cayendo en suaves ondas y sus deslumbrantes ojos esmeraldas. En cambio se encontraba fea, delgaducha y con un vasto aspecto masculino. Desde su primer encuentro con unos saqueadores -que la encontrar lo suficientemente apetecible como para perder su tiempo intentado dominarla- había decidido cambiar su aspecto drásticamente. Se corto el pelo y cambio su sucio sujetador por unas vendas apretadas. Ahora tenía el aspecto de un muchacho bajito de aspecto débil. Alice termino enfadándose y antes de continuar andando con Aarón pegado a sus talones, se gruño a sí misma en el espejo.
Saco un cigarrillo y fumo mientras caminaba por las vacías calles del pueblo. No es como si tuviera un rumbo fijo, hacía tiempo que había perdido su mapa y ya ni si quiera sabia donde estaba. Su único objetivo era quizás sobrevivir el mayor tiempo posible y matar al mayor número de zombis antes de que ellos acabaran con sus cortos veinticuatro años de vida.
Dio un montón de vueltas sin sentido por el pequeño pueblo, y acabo volviendo a la entrada de la farmacia. Se agacho junto a Aarón y acaricio su peluda cabeza.
—¿Alguna idea? –Le pregunto. Entonces todo su cuerpo se tenso cuando escuchó el sonido de un motor acercándose. Corrió hacia un lateral de la calle y se escondió detrás de un coche volcado junto al perro, que guardo silencio con ambas orejas levantadas.
El ruido pertenecía a una furgoneta blanca que se movía lentamente. Por favor, no te pares. No te pares. Sin embargo el vehículo se detuvo a unos paso por delante de ella. Respiro hondo para tratar de calmar su desbocado corazón y vio como salían dos hombres de la furgoneta. Armados. Se mantuvo en posición y observo como entraban la misma farmacia de la que había salido ella anteriormente. Ufff... Si hubiera decidido volver a entrar en busca de mas medicamentos la hubieran pillado en pleno saqueo.
Dejaron el auto encendido -por si tenían que hacer alguna huida rápida- y se planteo la posibilidad de correr y robarles la furgoneta. Quizás tendría suerte y tendrían muchos más suministros en la parte de atrás. Pero olvido la idea cuando diviso a dos pares de caminantes acercarse al coche atraídos por el rugido del motor. Golpearon los cristales de las ventanas y las alarmas anti-robo se encendieron automáticamente. Alice abrió los ojos alarmada, y volvió la mirada hacia las puertas de la farmacia.
¿De dónde coño habían salido los zombis? No lo sabía, pero se pregunto también porque no habían desactivado las alarmas en su momento. Ahora tendría que pagar las consecuencias del error ella también. Y en este nuevo mundo de mierda, los errores podían suponer una muerte segura y dolorosa. Dudo si salir de su escondite y esperar, pero fueron pasando los minutos y ya podía divisar a mas caminante dirigiéndose a su posición. Volvió a mirar hacia la farmacia. ¿Que estarían haciendo hay dentro más importantes que arreglar esto?
Caminó hacia el coche con ambos cuchillos en manos, se cargo a los dos que estaban en la parte del capo y empujo al tercero que estaba más cerca con una fuerte patada en la barriga. Abrió el capo con rapidez y busco el cable para cortar el insoportable sonido del anti-robo. Suspiro feliz cuando por fin lo divisó y ceso el ruido.
Pero su momento de felicidad termino cuando una dura voz rompió el silencio. —¿Quién eres tú?
Se dio la vuelta lentamente mientras cerraba el capo y miro hacia la entrada de la farmacia. Los dos tipos de antes habían salido al exterior y ambos la apuntaban con sus armas, ballesta y revolver. Lo que más le asusto no fue que la pudieran reventar la cabeza en cualquier momento -es más, posiblemente le harían un gran favor y la librarían de vivir en esta pesadilla continua- sino el hecho de que ambos fueran hombres y la hubieran descubierto.
Tomo aire, recordando que ahora tenía la apariencia de un chico y respondió en el mismo tono mientras miraba de reojo a los zombis que se acercaban lentamente.— ¿Y a ti que te importa?
El frunció el ceño en respuesta.— Bueno... Me gustaría saber a quién estoy a punto de matar.
—Oye, no me jodas. No pensaba robaros el coche. —Mintió.— Solo estaba apagando la mierda de anti-robos que se os olvido desconectar. Ahora, yo me iré por mi lado y vosotros por el vuestro, como si nunca nos hubiéramos visto. ¿De acuerdo? Bajar las armas.
El hombre siguió con el arma en alto y avanzó un paso.— No me fio de ti. Arriba las manos. —Ordeno.—Y guarda los cuchillos.
—Oh, vamos... — Dijo, exasperada mientras levantaba las manos. —De nada por salvaros el culo. Debería de haberme ido y dejaros aquí con un montón de zombis deseos de pegaros un bocado.
—Oye Daryl, el tiene razón. Sería mejor si nos fuéramos. Hay caminantes acercándose.
—Eso, Daryl. Hazle caso a tu colega. Parece que el sí que piensa. —Comento burlona, mientras le dedicaba una sonrisita cómplice al chico asiático.
Daryl la callo con una fría mirada. Si las miradas matasen...
Vio movimiento dentro de la farmacia, y contemplo seriamente la posibilidad de dejar que los zombis los cogieran. Pero el pequeño trocito de humanidad que quedaba en su corazón la obligo a moverse. Agarro el fusil con rapidez y después de gritar un "¡Al suelo!" descargo todas las balas en lo seis zombis que salían del establecimiento.
Y entonces... se hizo el caos.
El sonido de las balas activo a los caminantes de alrededor como si fuera un interruptor, y todos comenzaron a venir corriendo hacia ellos. Alice coloco el fusil -ahora inservible- en su espalda. Podría sacar el revólver que llevaba en el fondo de la mochila pero supondría perder demasiado tiempo. Corrió hacia la puerta de piloto de la furgoneta y entro, ayudando a Aarón a subir después. Encendió el coche y arranco justo cuando un caminante se estrellaba contra la parte de atrás. Se posiciono enfrente de Daryl y el otro chico y espero a que montaran.
—¡Vamos! ¡Vamos! —Les apremio.
Ambos dudaron al principio, pues no confiaban en ella. Pero al final, teniendo en cuenta que ella era la única opción que tenían, se montaron en la parte de atrás del coche.
Alice piso el acelerados con fuerza y condujo en línea recta, sonriendo un poco cada vez que atropellaba a algún zombi. Los establecimientos pasaban a los lados del coche tan rápido que se convertían en borrones. Cuando iba por la mitad de la calle, maldijo y tuvo que frenar en seco, haciendo que su cuerpo se lanzara con violencia hacia delante. Había un gran tapón de caminantes al final que les impedía el paso. Se rasco la nuca pensativa y miro a todos lados nerviosa, sus manos apretadas sobre el volante con fuerza. La cabeza del chico asiático se asomo entre los asientos.
—¡Vamos! ¿Qué haces? ¡¿Porque te paras?! —Le grito histérico en el oído.—¡Están viniendo por detrás!
Ella giro su cara, clavando sus ojos enfadados en los suyos—¡Joder, ya lo sé! ¿¡Que quieres que haga?! ¡¿Me llevo por delante a los de enfrente?!
Una mano echo hacia atrás la cabeza del chico con brusquedad y una nueva cabeza apareció a la vista. Daryl la miro manteniendo la calma y dijo mientras señalaba hacia la derecha con la mano.—Ve a campo a través.
—¡A campo a través dice!—Rio nerviosa.—¿Esta mierda de furgoneta va a soportarlo?
—¡Solo hazlo!— El coloco una mano grande y callosa sobre las suyas enguantadas, dirigiendo el volante hacia la derecha.
Alice se tenso ante el inesperado contacto y apretó el acelerador, las manos de Daryl abandonando las suyas y su cuerpo relajándose de nuevo. El coche salió disparado hacia la derecha dando tumbos, y se camuflo entre los arboles del bosque. Concentró su vista al máximo para no chocar contra nada. Choco contra pequeños arbusto, pero por suerte ninguno detuvo el coche. Consiguieron llegar a un carretera secundaria de una pieza. El coche se mantuvo en silencio durante todo el trayecto y cuando pensó que ya se habían alejado lo suficiente paro a un lateral del carril izquierdo.
—Pues ya esta... —Se giro en el asiento y miro a los dos hombros atrás con un sonrisa tonta plasmada en la cara.—Una buena experiencia en equipo ¿Eh? Podéis llamarme Al. — Extendió una mano hacia el chico asiático, que le devolvió la sonrisa y el apretón.— ¿Amigos para siempre o que?
Continuara...
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