'El Señor de los Anillos' no me pertenece y nunca lo hará .
Nota: Hola! Soy una chica española a la que le encanta 'El Señor de los Anillos', en concreto Legolas. Ya he publicado una historia y media en fanfiction, pero están escritas en inglés. He pensado que podría traducir una de ellas, para ver si a alguien le interesa.
Si estás leyendo esto, es que has tenido la cortesía de entrar en la historia, y por ello ya te lo agradezco. Y si además lees el capítulo te lo agradeceré más aún. Y si ya para colmo me dejas un review, te estaré eternamente agradecida.
Y ahora dejémonos de rollos y empecemos de una vez.
La letra en cursiva es flashback.
Capítulo 1
Legolas se apoyó contra el tronco de un árbol.
-Voy a ir! Y ya está!
La discusión que había sostenido con su padre hacía unos momentos vino a su mente.
-Legolas, no puedes ir. ¿Acaso no ves que es una trampa?- dijo Thranduil.
-¿¡Y qué se supone que debo hacer?! ¿¡Quedarme sentado sin hacer absolutamente nada aun sabiendo que podría estar vivo?!- el Príncipe estaba realmente furioso.
-Por lo que más quieras, Legolas. Pasó hace tres días. Aún no estás recuperado.
-Y nunca lo estaré si no voy- todos pudieron apreciar las lágrimas que empezaban a acumularse en los ojos del elfo.
-Ion-nin, escúchame. Sé que es duro, sé por lo que estás pasando y-
-¡NO, NO TIENES NI IDEA DE CÓMO LO ESTOY PASANDO! ¡SI TUVIERAS LA MÁS MÍNIMA IDEA ME DEJARÍAS IR!- todos los ocupantes de la habitación se sobresaltaron ante tal explosión de furia – Maldita sea, ada. No lo entiendes. No puedes entenderlo.
Tras susurrar las últimas frases, Legolas dio media vuelta y caminó hacia la puerta. Elladan agarró su brazo.
-No, Elladan, deja que me vaya- lo miró a los ojos- por favor- añadió.
-¿A dónde vas?- le preguntó él.
-A mi habitación.
-Legolas…
-Suéltame
Después de unos segundos de tensión, Elladan lo dejó ir.
Legolas cerró los ojos. Aquel olor a sangre parecía seguirle allá donde fuera. Dos lágrimas brillaron en sus mejillas.
El príncipe tropezó. Otra vez. Estaba herido y cansado. Los orcos los superaban ampliamente en número, y eran tan solo un puñado de elfos los que seguían luchando. Todos los demás estaban gravemente heridos o muertos. Cayó cerca de un cuerpo. Lo miró. Y lo reconoció. Eran Anenfel, uno de sus mejores amigos. Lo había conocido desde su niñez. Y ahora estaba muerto.
-No es justo- pensó, mientras se le llenaban los ojos de lágrimas.
El príncipe abrió los ojos. La determinación brillaba en ellos. Agarró fuertemente la carta que tenía en la mano. Llevaría a cabo la decisión que había tomado tiempo atrás. Con una última mirada hacia el castillo donde su padre y amigos estarían buscándole, dijo:
-Lo encontraré y volveré con él. Es una promesa.
Apartando la mirada, empezó a caminar hacia un lugar del que podría no regresar.
Tres día antes…
-'Tengo hambre, estoy cansado, quiero irme a casa…Ay Valar, ¡no podía soportarlo más! Tendré que preguntar a Voronda qué tipo de guerreros a entrenado- bromeó Legolas.
-No es mi culpa que un principito como tú no supiera guiarnos- contraatacó Anenfel.
-¿¡Cómo?!- el elfo fingió orgullo herido – Yo soy tu príncipe, por lo tanto hago contigo lo que quiera, ¿lo has entendido?
-Por supuesto, Alteza.
Los dos amigos se miraron y empezaron a reír. Entonces, llegó Numenya.
-Vosotros dos. Creo que deberíais empezar a prepararos o nunca llegaremos al palacio- dijo.
-Claro, Alteza- replicaron Anenfel y Legolas a la vez. Numenya los miró resignado, aunque no pudo esconder una pequeña sonrisa.
-Estáis locos.
-Sí, Alteza, estamos locos, Alteza.
-Ay Valar… Bueno, ahora en serio, Legolas deberías ordenar a todo el mundo que empiece a moverse.
-Quieres ir a casa, ¿verdad? Yo también. Ha sido un viaje demasiado largo. ¡Desmontad las tiendas!- gritó –volvemos a casa.
Haciendo honor a la rapidez de los elfos de Mirkwood, en menos de una hora todos los guerreros estaban montados en sus caballos esperando órdenes.
-Vámonos- el Príncipe, Numenya y Anenfel encabezaban la marcha.
Cabalgaron sin contratiempos durante una hora. Y entonces, de repente, los notaron.
-¡ORCOS!- gritó Legolas.
Un segundo después, el elfo caía al suelo.
-¡LEGOLAS!- gritó Anenfel, quién había contemplado impotente cómo su amigo caía del caballo, el cual yacía ahora muerto con una flecha en el cuello.
-¡Proteged al Príncipe! ¡Proteged al Príncipe!- gritó Numenya, desmontando, sacando el arco e interponiéndose entre Legolas y el lugar del que había visto venir la flecha. Anenfel se arrodilló al lado de su amigo.
-Estoy bien. Encontrad al arquero- dijo él.
-Numenya lo está buscando. Ahora calla y deja que vea si estás herido.
Antes de que pudiera hacer nada, una ola de orcos salió del bosque.
-¿Pero qué…?- Anenfel se incorporó.
Fue cuestión de un segundo lo que Legolas tardó en levantarse y gritar:
-¡DAGAS!- estaban demasiado cerca para el arco – ¡SACAD LAS DAGAS!
Casi al instante, estaban rodeados por los orcos. Todo se convirtió en confusión. Gritos y el sonido de metal contra metal era lo único que se podía oír. Hábilmente, Legolas esquivó la espada de un enemigo y consiguió clavar su arma en el cuerpo de su atacante, matándolo. Miró a su alrededor. Los orcos los superaban en número. Había poca esperanza para los elfos. Y los orcos lo sabían.
-No. De ninguna manera- pensó Legolas, rechinando los dientes. Luego se levantó y siguió luchando.
…
-Tengo muchísimas ganas de ver a Legolas. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que lo vimos- comentó Elrohir.
Thranduil los había invitado a ir a Mirkwood y darle una sorpresa al joven Príncipe.
-Tienes razón, hermano. Siento que Estel no pudiera venir- dijo Elladan.
-Pronto llegaremos- dijo Elrond, interrumpiendo la conversación.
-Lo sabemos, ada. ¿Por qué lo dices?
-Espero que sepáis cómo comportaros-
-¡No, por favor! Otra vez no. Cada vez que venimos a Mirkwood nos dices lo mismo : 'debéis comportaron correctamente porque el rey Thranduil tiene cosas más importantes que hacer que andar detrás de dos elfos que carecen del más mínimo sentido de-'
-Vale, vale- rio Elrond- ya que parece que lo recordáis tan bien espero que…un momento… ¿qué es eso?
El Lord giró la cabeza, como si buscara algo.
-¿Qué quieres decir?- los gemelos estaban desconcertados. Antes de que su padre contestara, lo notaron.
-Es el olor de la muerte…-susurró Elladan.
-Cuidado- advirtió Elrond a los guerreros que los acompañaban –aquí ha pasado algo.
-OH Valar, ada. Mira allí- Elrohir señaló un pequeño claro que había a unos pocos metros. Cabalgaron hasta allí y se quedaron horrorizados con lo que vieron. La tierra estaba cubierta de cuerpos de elfos. Era una patrulla de Mirkwood. Uno de los gemelos se agachó y observó un cuerpo.
-Ada, creo que era la patrulla de Legolas- dijo.
-¿Qué? ¿Cómo lo sabes?- el Lord se agachó junto a su hijo.
-Yo conocía a este elfo. Es…era Anenfel, uno de los amigos de Legolas. Iba con él en la patrulla- Elrohir frunció el ceño, preocupado.
-Busquemos supervivientes. Lo encontraremos- les dijo, aunque le hubiera gustado estar tan seguro como aparentaba.
Se dividieron y empezaron la búsqueda. Cada vez que Elladan miraba la cara de alguno de los caídos, su corazón empezaba a latir con fuerza, temeroso de lo que podría encontrar.
-Aún está vivo. Aún está vivo…. No hemos encontrado su cuerpo, así que aún puede estar vivo- pensaba- oh…va a recibir la bronca de su vida por tenerme así de preocupado…
De pronto, vio la melena rubia que sólo podía pertenecer a un elfo. Por un segundo, se olvidó de cómo respirar.
-Dulce Valar, permite que siga vivo, por favor, permite que siga vivo- comenzó a caminar hacia el elfo caído. Se arrodillo a su lado. Sin duda alguna era Legolas. Con mano temblorosa, puso los dedos en el cuello de su amigo, tratando de encontrar un pulso. Elladan cerró los ojos. Nada.
-Venga, principito, venga…- de pronto, el gemelo abrió los ojos. Había notado algo. Otra vez. Era lento y débil, pero era un pulso.
-Bien, Legolas. Lo has conseguido- Elladan sonrió -¡AQUÍ! ¡ESTÁ AQUÍ!
Elrond se giró y vio a su hijo agitando la mano. Corrió hacia él.
-¿Cómo está?- preguntó.
-Vivo- contestó Elladan. El Lord lo miró y se arrodilló para atenderlo.
….
-Lord Elrond está aquí, Alteza- dijo uno de los sirvientes.
-Muy bien. Vamos a recibirlo.
Fue a la puerta principal y sonrió cuando vio los caballos correr hacia el palacio.
-Corren rápido. Muy rápido. ¿Qué ha pasado?- pensó.
Entonces notó que Elrond no cabalgaba solo. Un elfo rubio estaba delante de él.
-Oh no
Sus sospechas se vieron confirmadas cuando el Lord llegó al palacio con Legolas inconsciente.
-Thranduil, necesito ayuda. Hay muchos elfos heridos- dijo. Thranduil reaccionó.
-Sí…sí, claro… ¡llamad a los médicos!- gritó.
-Ayúdame con él- le pidió, refiriéndose a Legolas.
-¿Qué ha pasado?- preguntó el rey, mientras sostenía a su hijo. Lo miró. El Príncipe estaba muy pálido.
-No lo sé. Los encontramos en un claro. Creo que lucharon contra un grupo de orcos.
-¿Cuántos han caído?
-Más de los que han sobrevivido.
-Valar…- susurró Thranduil. Elrond se acercó a él.
-Pero ahora debemos atender a los heridos..
-Sí, pero… ¿cómo está mi hijo?
-Mejor de lo que esperaba cuando lo vi…Thranduil, no sé lo que pasó en ese claro, pero no fue nada agradable. Quiero decir que… no te preocupes si encuentras a Legolas algo cambiado cuando despierte. Elladan encontró a uno de sus amigos muerto. Creo que lo llamó Anenfel.
-¿Anenfel? No puedes ser…oh, mi pobre hijo. Eran amigos prácticamente desde que nacieron.
-Lo sé, Elladan me lo dijo. Escucha. No va a ser fácil para ninguno de los supervivientes. Pero será peor para tu hijo. Él era el comandante. Y un comandante siempre se siente responsable por lo que le pase a su patrulla.
Los ojos se Elrond rebosaban preocupación. Thranduil asintió.
-Entiendo.
Entonces, entraron al palacio a poner algo de orden al caos que se había desatado y a dejar al Príncipe en manos de los médicos.
…
¿Y bien? ¿Os gusta? ¿Algún alma caritativa que deje algún comentario? ¿Sigo traduciendo mi historia o mejor me estoy quietecita? ¡De vosotros depende!
Gracias por leer
